Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¿Crisis? Pesimista en un diario, confiado en otro

Cuando Bernanke, el amo del dólar, presidente de la Reserva Federal de los EE.UU. -equivalente al banco emisor norteamericano- estornuda, los europeos nos prepraramos para hacer frente a una pulmonía.

Ayer habló y hoy los oráculos interpretan, con lupa, cada una de sus palabras. Es el hombre que abre o cierra el grifo del dinero para el área del dólar, o sea, indirectamente, para todo el mundo. En su mano está subir o bajar los tipos de interés en EE.UU. con lo que mueve nubes de dinero en busca de rentabilidad y o seguridad en el refugio del dólar, el euro, el oro, el petróleo, etc. Pero, sobretodo, Bernanke es el enemigo natural de la inflación ya que su principal obligación es mantener la estabilidad de los precios.

Con estos antecedentes, ¿cual de estos dos titulares de hoy corresponde a El Mundo y cual, a El País?

¿Quien confunde más sus deseos con la realidad, a la hora de titular una noticia sobre las mismas declaraciones del mismo sujeto?

Para El Mundo,a dos columnas:

Bernanke pinta un escenario pesimista

En El País, a una columna:

Bernanke habla de incertidumbre, pero confía en más creciemiento

No esperen encontrar, por mucho que busquen, la noticia anterior sobre la guerra del futbol en los diarios El País o Público. Y no es porque no interese a sus lectores, con el sesgo que hoy le da El Mundo, a toda página y con fotos de los generales de ambos ejércitos mediáticos. La noticia la da El Mundo, por todo lo alto, porque afecta a sus dos competidores: Mediapro (dueño de Público) y Prisa (dueño de El País). Lo raro es que El Mundo se haya enterado de auto de la Audiencia antes que las partes.

¿Se habrán enterado también las partes del conflicto, por sus respectivos abogados y procuradores, pero han ocultado el auto a sus periodistas y a sus lectores?

No quiero ser mal pensado…

Zapatero «compensa» (El País) o «remata» (El Mundo)

“Fuego amigo” entre Felipe y Zapatero

El ex presidente Felipe González se comunica con el presidente Zapatero en la plaza pública, a través de los periódicos.

Los titulares coincidentes de El Mundo y El País no dejan lugar a dudas.

Espero tener tiempo este fin de semana para meditar sobre este tremendo choque de trenes editoriales.

El panorama de los diarios de pago se pone la mar de interesante.

A partir de la próxima semana, no voy a tener más remedio que comparar aquí los titulares de mi viejo El Pais con los del nuevo diario Público que saldrá el miércoles a la calle bajo la dirección de Ignacio Escolar. No lo veré hasta que regrese de Estocolmo.

Aunque, por otra parte, me dará pena dejar de comparar los titulares de El País con los de El Mundo (dos diarios del siglo pasado), tal como he venido haciendo desde que nació este blog hace ya dos años (¡dos años!).

Claro que si, Juan Luis Cebrián se está «pedrojoteando» -como dicen algunos maliciosamente- con un Pedro Jota tengo bastante. No se si quedarme con el original o con la copia.

Lo más interesante va a ser comprobar a qué diario del siglo pasado le va a quitar más lectores el nuevo Público.

¿Apuestas?

¿»Un partido de izquierda»… que «perjudicará al PP»? La gallina

El País despacha hoy la marcha de Rosa Díez del PSOE con un pequeño sumario a una columna.

El sujeto no es la socialista dimisionaria sino el PSOE:

El PSOE afirma que el nuevo partido de Rosa Díez perjudicará sobre todo al PP

La cobertura de El Mundo es muy distinta.

La noticia manda en la portada, arriba, con foto de Rosa Díez (mirando de reojo hacia la derecha: «patata, patata», decíamos en la tele) a tres columnas y con dos titulares:

Un partido de izquierda que mira de reojo a la derecha

Rosa Díez: «Me voy del PSOE para defender el socialismo en libertad»

Los portadistas de El País tampoco se han roto el cerebro a la hora de titular la gran foto de Rajoy con la que mandan en primera. Le tienen mirando por una cámara y el titular es también («patata, patata«) de «veo, veo»:

Rajoy: «Veo mi sucesión muy lejos»

Parece que el calentamiento global (por cierto: que agosto tan frío) les ha reducido el ingenio. Rosa Díez «mira de reojo» y Rajoy mira por la cámara y «ve» lejos su sucesión es un poco simplón e infantil.

A mi, al menos, nunca me gustó esa forma de titular una imagen. Es como esos cuadros donde aparece un gallo pintado y el nombre del cuadro es «Gallo».

La guerra del fútbol sigue alineando a El País a favor de Sogecable (son del mismo grupo, aunque no lo dicen) y en contra de Mediapro y de la Sexta.

El Mundo mantiene su línea en este asunto a favor de los competidores de PRISA.

Los indicadores de la coyuntura económica van estupendamente en El País.

La inflación resiste…

…y

…los tipos de interés llevan dos años subiendo

No hay nada en sus páginas que nos haga pensar en que se avecina una crisis económica o, con un nombre más técnico pero no menos temible, un «cambio de ciclo».

Sin embargo, El Mundo aprovecha varios indicadores económicos para armar cuatro páginas seguidas coronadas todas ellas por un cintillo común que las relaciona y que lleva por títuto «CAMBIO DE CICLO».

A fuerza de decirlo, hasta que algún día gane el PP las elecciones, Pedro Jota acabará acertando alguna vez con el anuncio aguafiestas del cambio de ciclo.

Los economistas apenas se atreven a hablar del cambio de ciclo -sólo de ligeros síntomas de enfriamiento-, pero El Mundo ya lo da por hecho y a cuatro páginas. Viene fuerte Pedro Jota.

La desaceleración del crecimiento del PIB en España ha sido de una décima en el úlitmo trimestre, y seguimos creciendo al 4%. Ojalá siga así (entre el 3 y el 4%) ya que es el más alto de la Unión Europea.

Fútbol: “Mediapro incumple”; “Roures critica”

En la guerra del futbol en televisión, comprobamos cada día, al comparar los titulares, que El País defiende a Sogecable (¡faltaría más! pues, aunque no lo dice, es del mismo Grupo PRISA) y El Mundo, en cambio, defiende a Mediapro frente a Sogecable.

¿Por qué? Quizás por puro maquiavelismo: los enemigos de mis enemigos son mis amigos.

Hay que ver las vueltas que da la vida. Jaime Roures, presidente de Mediapro (socio de la Sexta) y competidor del Grupo PRISA, no tiene aún periódico que le defienda. Tiene entre manos el proyecto de editar este año un nuevo diario (que será conocido como “El Público”) y que, por el target que parece buscar, podría competir con El País más que con El Mundo. Ya veremos.

Es la única explicación que encuentro a los titulares de hoy sobre la confusísima guerra del fútbol. Basta con leer los sujetos y los verbos de cada diario para percatarnos de quién apoya a quién.

El País, a cuatro columnas:

Mediapro incumple…

El Mundo, a cuatro columnas:

Roures critica…

Las portadas de hoy son especiales: hablan de países y de mundos diferentes. Las seis/siete noticias de cada diario son completamente distintas.

Sólo coinciden, a una columna y en letra pequeña, en el conflicto de Rosa Regàs con el nuevo ministro de Cultura aunque, naturalmente, cada diario hace de portavoz de un sujeto distinto al que atribuyen verbos diferentes:

El Mundo:

Regás alega que el ministro de Cultura manipuló…

El País:

El ministro critica a la dimitida Rosa Regás

En cuanto a la salida de Rosa Díez del PSOE, ambos difieren en el tamaño y en la cobertura gráfica:

Y sobre el entierro de Francisco Umbral, se mantiene la desproporción del espacio dedicado en ambos diarios a la cobertura informativa y de opinión.

Ayer, El Mundo dedicó más de 30 páginas a la muerte de su columnista, mientras que El País sólo le dió 2 páginas. Hoy esa relación es de 3 a 0. Algo parecido pasó con la muerte de Jesús de Polanco, dueño de El País, sólo que al revés.

Bueno, en realidad, El País no le dedica cero espacio al entierro de su ex columnista Umbral sino casi cero: apenas un centímetro en un pie de foto a una columna.

Hay un pequeña foto de Gallardón, Rajoy y Aguirre, a una columna (tipo sello) en la portada de El País, para ilustrar una información sobre el liderazgo de Rajoy en el PP, que fue tomada “ayer en el entierro de Francisco Umbral”. Eso es todo. Es la única alusión informativa a Umbral en El País de hoy, junto a una carta de un lector en las páginas de Opinión.

En el International Herald Tribune han dado amplia cobertura informativa (media página tamaño sábana con foto) sobre la muerte de Antonio Puerta, el futbolista del Sevilla, pero no he visto ni una línea sobre la muerte del columnista de El Mundo, Francisco Umbral.

Desde luego, cada diario publica lo que cree que interesa más a sus lectores, a sus fuentes y, en ocasiones, a sus anunciantes.

La prensa es un negocio. ¿O no?

Zapatero «garantiza»; Rajoy «no logra»

A falta de noticias nacionales, los verbos también hacen su agosto. El regreso de Zapatero, Rajoy, Gallardón, etc., a las primeras páginas de la prensa es una señal de que las vacaciones se van acabando. Por eso, quizás, cada periódico afila sus verbos sin disimulo como entrenamiento para el nuevo curso político.

Las portadas de hoy, en ese sentido, son antológicas.

El Mundo manda con el PP y apuesta por «dar por hecho» a cuatro columnas para el segundo de Gallardón.

El Pais se suelta el pelo y adorna a Zapatero con un abanico de verbos que no tendrían precio en vísperas electorales:

Zapatero «garantiza», «defiende» «respalda» y «asegura» (…) en primera página a cuatro columnas.

Y le dedica una columna de salida a Rajoy pero con otro tipo de verbos:

Rajoy «no logra» y «fue incapaz» (…)

En la pelea de PRISA (Sogecable) y MEDIAPRO (La Sexta) ninguno de los dos diarios coincide con el nombre de los sujetos de la noticia, pese a que ambos hablan de lo mismo.

El Mundo titula con «La Sexta dice…»

El País titula con «Audiovisual Sport suspende…»

A petición de Pericles, copio y pego ahora mismo un sabio artículo de Fernando Savater, publicado ayer en El País. Se me escapó porque sólo ví las portadas on line de los diarios y, en estos días, no tengo los de papel. Lo siento. Como puede ser de pago, y el enlace a veces no funciona bien para todos, lo copio y pego. Gracias, Pericles. No suelo perderme ningún artículo de nuestro filósofo de cabecera. ¡Que aproveche!.

Instruir educando

FERNANDO SAVATER en El País 23/08/2007

Creo que fue Azorín quien dijo que «vivir es ver volver». Razón no le faltaba, al menos en cuestiones de debate intelectual. Yo estoy tan escarmentado de la manía de suponer que ciertos conceptos periclitan o que algunas polémicas han sido definitivamente superadas que no me extrañaría mañana encontrarme con defensores de la doctrina del éter, del flogisto o de la infalibilidad del Papa. Cuestión de paciencia, nada más. Aun así, me ha sobresaltado un poco tropezar de nuevo con la oposición irreductible entre instrucción y educación, suscitada en un artículo de Sánchez Ferlosio («Educar e instruir», EL PAÍS, 29-VII-07) y prolongada después en otro de Xavier Pericay («Educación, instrucción y ciudadanía», Abc, 14-VIII-07). Como telón de fondo y pretexto ocasional está la polémica en torno a la Educación para la Ciudadanía, que no parecía en sí misma muy estimulante -en los términos truculentos en que se ha planteado- pero que quizá vaya a tener la inesperada virtud de traer a primer plano cuestiones importantes sobre la educación en general. Si es así, bendita sea.

En principio, la instrucción -que describe y explica hechos- y la educación, que pretende desarrollar capacidades y potenciar valores, son formas de transmisión cultural distintas pero complementarias, es decir, en modo alguno opuestas ni mutuamente excluyentes. Por poner un ejemplo: dar cuenta objetiva de ciertos sucesos y procesos es instructivo; verificar así lo valioso de la objetividad para el conocimiento humano es educativo. Otro: constatar la reprobación casi universal del asesinato dentro de las comunidades humanas es instructivo; deducir de ello el notable valor de la vida del prójimo (aunque no así, ay, el de los menos próximos) para los hombres resulta educativo. Etcétera… Perdónenme la obviedad, mañana les prometo volver a ser ingenioso. La instrucción promueve el conocimiento de lo que hay, la educación se basa en ella para conseguir destrezas y hábitos que nos permitan habérnoslas lo mejor posible con lo que hay. Pero ello no implica que la instrucción carezca de propósito referente a cómo vivir ni que la educación tenga licencia para convertirse en mero voluntarismo contrafáctico. A mí no me parece tan difícil de entender, pero quizá sea yo demasiado simplón.

La contraposición instrucción-educación es semejante en más de un aspecto a la que en periodismo se establece entre información y opinión. Sostiene la sana doctrina que nunca debe confundirse en un medio de comunicación la una con la otra: la información de lo que sucede no debe contaminarse con la opinión que interpreta y valora lo que sucede. Pero todos sabemos que incluso la información más objetiva implica elementos opinativos, sea en la forma de redactarse, en la selección de lo relevante frente a lo negligible o en la importancia que se concede a unos hechos sobre otros similares, que no siempre coincidirá con lo que preferiría la subjetividad de cada cual: si el mismo día muere mi padre y fallece el Rey (q. D. g.), los medios de comunicación primarán el segundo acontecimiento sobre el primero, aunque para mí el impacto de ambos sucesos sea inverso. De modo paralelo, los artículos de opinión y los comentarios más fiables serán -o creo yo en mi simpleza optimista que deberían ser- los que se apoyen en una información mejor documentada, sin la cual las opiniones son meros caprichos o exabruptos. Por tanto, distinguir y presentar separadamente información y opinión dentro de lo posible es muy aconsejable, pero ello en modo alguno comporta que la información nunca opine o que la opinión deba estar desinformada. Pues bien, la distinción (y la vinculación necesaria) entre instrucción y educación es de un corte bastante parecido.

Me parece que enfrentar la instrucción y la educación, incluso llegando a valorar una como recomendable y la otra como manipuladora, resulta absurdo cuando se considera en su conjunto el sentido de la transmisión cultural. Ambas responden a la necesidad de proporcionar a los jóvenes los elementos que consideramos más útiles para que su vida y la armonía social tengan esperanza de prosperidad. Según este cri-terio, tan importante es que el neófito conozca el dato objetivo de que la carne humana es comestible como la pauta moral que recomienda enérgicamente otro tipo de dieta. Y así llegamos a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que parece destinada a nacer bajo el sol melancólico de Saturno, devorador de sus propios hijos.

Entre los adversarios que ya tiene la neonata, los menos virulentos admiten que debería centrarse solamente en la enseñanza de los Derechos Humanos y de la Constitución, pero sin pretender referirse a cuestiones éticas (que por lo visto son atribución exclusiva de los padres y no pueden ser generalizadas gubernamentalmente sin incurrir en totalitarismo). La primera pregunta que se me ocurre ante este asombroso planteamiento es: ¿cómo puede instruirse a nadie sobre tales derechos y tal ley fundamental sin mencionar las implicaciones morales de que están llenos y los principios éticos en que se basa? Si un alumno pregunta por qué debe respetar tal legislación… ¿qué habrá que contestarle? ¿Que si no cumple con lo que mandan las autoridades irá a la cárcel y sanseacabó? Al hablar de los Derechos Humanos, ¿podrá contarse su historia, las luchas de que provienen contra poderes y tradiciones, sus enemigos seculares… el primero de los cuales por cierto fue el papado? Al instruir sobre la Constitución, ¿cabrá mencionar que ampara libertades y garantías que fueron negadas por la pasada dictadura y por otras actuales? ¿Podrá subrayarse su carácter de acuerdo histórico y que como tal puede ser modificada si parece conveniente a la mayoría, para reforzar los valores que pretende establecer? ¿O tales explicaciones deben ser cuidadosamente omitidas para no caer en lo tendencioso?

Aún hay duros de mollera que se escandalizan al escuchar que ciertas disposiciones éticas responden a las exigencias mayoritarias de convivencia y no a la conciencia de cada cual. Pues sin embargo así es, al menos en las democracias del siglo XXI. Por eso también la Educación para la Ciudadanía no puede ni debe confundirse sin más con la formación moral. Hay una dimensión ética que corresponde a las convicciones de cada cual y en la que ninguna autoridad académica puede intervenir: nadie debe imponerme la obligación moral de considerar aceptable la homosexualidad o el aborto, si mis creencias o mi razón me dictan otro criterio. Pero es necesario que conozca el valor moral de tolerar cívicamente aquellos comportamientos que no apruebo o incluso que detesto, siempre que no transgredan la legalidad y en nombre de la armonía social pluralista. Aún más: debo comprender la valía ética -estrictamente ética- de las normas instituidas que permiten el pluralismo de convicciones y actitudes dentro de un marco común de respeto a las personas. Y eso delimita una frontera entre lo que puede y no puede aceptarse también a nivel personal: tengo derecho a considerar vicio nefando la homosexualidad pero no a hostilizar o proscribir las parejas homosexuales. Puedo tener personalmente por importantísimas las raíces cristianas de Europa, pero no puedo considerar mal europeo a quien no sea cristiano ni mal español a quien no sea católico. Y puedo tener la íntima convicción de que muchos malvados merecen la pena de muerte, pero no debo ocultar a los jóvenes que la sociedad democrática en que vivimos ha adoptado como norma la abolición del castigo capital por sus implicaciones deshumanizadoras. Es decir: debe haber una asignatura de ética que reflexione sobre el origen, fundamento y necesidad de los valores humanos en general y una asignatura de Educación para la Ciudadanía que transmita la exigencia moral de tener valores comunes instituidos legalmente, que sirvan de directrices al comportamiento social aunque no puedan serlo siempre de la conciencia personal.

Es preciso instruir y es preciso educar. Lo que no es aconsejable es el puro «adoctrinar», o sea, presentar lo que es un resultado de debates y acontecimientos históricos como algo inamovible, llovido directamente de la eternidad. Dar a entender que todos los profesores de la nueva asignatura son dóciles marionetas al servicio de los intereses gubernamentales es una majadería calumniosa que no merece más comentario. Pero no es imposible que entre ellos aparezca algún iluminado de esos que bloquean el aprendizaje crítico de los alumnos a fuerza de consignas incendiarias y de empeñarse en subvertir lo que aún ni se ha molestado en enseñar (tal como explicó Hannah Arendt). Y es de temer que aún más frecuentes sean los enseñantes que se refugien en la corrección perogrullesca y tímida, en vista del jaleo organizado en torno a este asunto. Es preciso no dejar solos a quienes creen en la oportunidad de la asignatura y están dispuestos a esforzarse entre lógicos tanteos por darle la mejor realidad posible, con prudencia pero también con cierta audacia. De modo que los demás no tendremos más remedio que seguir polemizando en defensa de lo obvio, con la pereza que da…

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.