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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Países católicos: ¿víctimas o verdugos del capitalismo?

Los países católicos son manirrotos y están provocando la huida de los inversores. ¿O no? Cuando se van los llamamos especuladores y los maldecimos; cuando vienen los llamamos inversores y los bendecimos. Pero que nadie se equivoque porque, aunque unos parezcan demonios y otros parezcan ángeles, son los mismos. Y se guían, como todo hijo de vecino, por su interés particular; o sea por el egoísmo o por la avaricia que es el lubricante principal del capitalismo. En caso de duda, lo más práctico es preguntarse que haría cada uno de nosotros si nos pusieramos en su lugar.

Mi último comentario sobre el dibujo del NYT, que mostraba a los países católicos europeos pidiendo limosna como mendigos, ha provocado comentarios que me han producido cierta perplejidad. Atribuían a los especuladores/inversores sentimientos anticatólicos casi racistas o irracionales.

Reconozo ahora que me confundí al escribir ese post sin matizar los tonos irónicos de la historia. Los especuladores/inversores van a lo suyo. Está en su naturaleza buscar el beneficio, a corto o largo plazo, según sea su interés. También los ciudadanos. Pero el choque de comportamientos tiene su precio. Como todo, en el sistema capitalista en el que vivimos. No hay comida gratis, no hay sexo gratis, no hay noticia gratis. Lo he escrito mil veces en este blog.

Tendría que haber titulado el post:

Países católicos manirrotos espantan a los inversores

En lugar del titular, tan equivoco, que puse al dibujo:

¿Son anticatólicos los especuladores?

He meditado un poco más sobre el dibujo del New York Times porque tiene tela marinera. Y me pregunto por qué se da esa coincidencia de cinco países católicos europeos juntos (excepto Polonia) –y sin mezcla de ningún euro protestante- con problemas graves de abultados déficits públicos, altos endeudamientos, gran cifra de parados, baja productividad, etc.

Quizás pequé también de pedante académico al citar y recomendar la obra clásica de Max Weber (“La ética protestante y el espíritu del capitalismo”) como ayuda para entender algunas causas del distinto comportamiento de católicos y protestantes ante el trabajo, la obra bien hecha, el beneficio en este mundo o en el otro, la culpabilidad, el despilfarro, la chapuza, etc.

Pregunté a mi chica (que sabe más inglés que yo) qué palabra se utiliza en Estados Unidos para definir las trampas, subterfugios o trucos, casi ilegales, que se hacen con el dinero o con la contabilidad “creativa” de las empresas o del Estado (como hizo, por ejemplo, Grecia).

“Shananigans”, me respondió, “una palabra de origen irlandés”.

Irlanda es un país muy católico.

Me recordó entonces una pregunta que suelo hacer a mis alumnos de Economía Aplicada, en la lección correspondiente al ahorro, recordando una cita de don Américo Castro en su obra excelente “La edad conflictiva”.

¿Qué palabras utilizamos en España para definir el recipiente donde guardamos las monedas que ahorramos?

Los alumnos castellanos me responden inmediatamente “hucha” y los andaluces, “alcancía”.

¿Por qué los castellano-hablantes tenemos que recurrir a un galicismo (hucha) o a un arabismo (alcancía) para referirnos al lugar donde depositamos nuestros ahorros?

¿Acaso –se preguntaba don Américo- no tiene la lengua castellana palabras propias para referirse a ese recipiente del ahorrador y tiene que recurrir a las del francés y el árabe?

Pues sí que las tiene. Y bien fuertes. Pero cayeron en desuso con el nacimiento de la burguesía, por su carga tan peyorativa contra el ahorro, algo que no practicaban de buen grado los buenos católicos.

El derroche y la liberalidad eran virtudes que adornaban al cristiano viejo, aunque estuviera muerto de hambre. El ahorro, desde la baja Edad Media, era cosa de judíos o sospechosos de judaizar y de moros o moriscos sospechosos de islamizar. Y esa sospecha no era una broma para la Inquisición pues podía acabar con los huesos del ahorrador en la hoguera.

La gramática castellana tenía para ese recipiente pecaminoso palabras tan poco piadosas como “olla ciega” y “ladronera”.

¿Debemos extrañarnos, pues, del tradicionalmente escaso ahorro de los países católicos, como España, Irlanda, Portugal o Italia, y de su abultado endeudamiento exterior; es decir, de su permanente recurso al ahorro de los países protestantes?

Viéndolo así, los inversores/especuladores huyen de nuestros países católicos como víctimas de nuestro derroche, endeudamiento, escaso crédito y/o baja productividad y menor perspectiva de crecimiento económico. En mi comentario anterior había cierto doble sentido o ironía que no supe explicar bien. Pido, por ello, disculpas.

En este sentido, los inversores/especuladores –que no son, desde luego, hermanitas de la caridad- pueden ser considerados víctimas y no verdugos de los despilfarradores países católicos que hoy se ven en la miseria.

Quizás, por su mala cabeza.

¿Son anticatólicos los especuladores?
¿Son manirrotos los católicos?

¿Por qué atacan los mercados a la Unión Europea Católica? Cinco mendigos piden limosna a los inversores/especuladores internacionales: España, Italia, Portugal, Irlanda y Grecia.

¿Les dice algo este dibujo de Jim Morín publicado hoy por el New York Times y el International Herald Tribune?

¿Que tienen en común estos cinco países, además de ser manirrotos, provocar la desconfianza en los inversores internacionales y sufrir una crisis económica descomunal?

Max Weber nos diría inmediatamente que todos ellos son católicos. Bueno, todos salvo Grecia que es ortodoxa; o sea, de una religión oriental prima hermana del catolicismo.

Los mercados internacionales aún no han atacado a ningún pais protestante de la Unión Europea.

Aquí está pasando algo que quizás merezca una reflexión, más allá de la famosa etiqueta británica de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) que en inglés significa CERDOS. Los cuatro países tiene algo en común: son mediterráneos, soleados, alegres y del Sur de Europa.

¿Son «cerdos» sólo los países europeos del Sur?

Así aparecieron hasta hoy en la prensa británica. Sin embargo, en el centro del dibujo de Jim Morin aparece hoy un mendigo arrodillado, rezando en actitud piadosa, y lleva la marca inconfundible de Irlanda. Irlanda no está en el Mediterráneo ni es un país soleado del Sur de Europa.

¿Qué tiene, pues, en común con los PIGS, aparte de un abultado déficit público y un gran endeudamiento?

Obviamente, que Irlanda, aunque frío, verde y lluvioso, es también un país mayoritaramente católico.

Si yo fuera polaco estaría muy preocupado, vigilando el déficit público y la deuda por si los inversores/especuladores hubieran tomado manía sólo a los países católicos y perdonaran a los protestantes.

Voy a repasar este fin de semana la sugerente obra de Max Weber que no me canso de recomendar a mis alumnos: «La ética protestante y el espíritu del capitalismo».

Un pequeño examen histórico de conciencia no nos vendría mal en estos momentos de turbación

¿Qué debemos corregir en nuestros comportamientos individuales y/o colectivos para que los inversores/especuladores internacionales no nos ataquen tanto y tan ferozmente?

Aquí se abre una nueva pizarra con ideas para ZP y Rajoy.

Quien esté libre de regalo… (¡que lo devuelva!)

Zapatero debe anunciar que piensa devolver (o enviar a Patrimonio Nacional) todos los regalos que le lleguen, a partir de ahora, aunque sean anchoas del Cantábrico . Por algo hay que empezar. No hacen falta más leyes, sino actitudes más ejemplares, desde lo más alto del poder político, para que se cumplan las leyes que ya están en vigor y apenas se cumplen.

«La moralidad es útil porque proporciona crédito», decía Benjamín Franklin, uno de los padres de la democracia en Estados Unidos. Hasta que no logremos entender las bases de la ética protestante no conseguiremos tampoco comprender el espíritu del capitalismo… y sacarle el mejor partido.

Un buen libro para leer este verano -que le recomiendo especialmente a Francisco Camps y a sus seguidores- es de Max Weber y lleva precisamente este título:

«La ética protestante y el espíritu del capitalismo»

Su lectura puede aclararnos gran parte de la confusión que reina en los países de origen católico con respecto a la corrupción, el cohecho, el soborno y el simple robo generalizado. Basta con confesarte y ya puedes volver a las andadas. ¡Vaya chollo! Los protestantes me dicen que nunca saben ni sabrán si sus pecados han sido perdonados.

Esto no quiere decir que los protestantes o las gentes de países de origen protestante no cometan, de forma igualmente generalizada, el cohecho, el soborno, el robo o la corrupción. La diferencia estriba, a mi juicio, en que socialmente está peor visto y tienen que ocultar la corrupción o disimularla mejor que en los paises de origen católico.

Los comentarios recibidos en este blog en el post de ayer (Camps «no tomó ninguna decisión», pero su amigo le «salva») me han interesado y preocupado sin llegar a sorprenderme.

Lo peor es que muchos coinciden (aunque no estoy de acuerdo con ellos)en que «todos los políticos son iguales: una panda de ladrones» y en que la Justicia es un cachondeo.

Hay preguntas de los lectores que son muy pertinentes:

«¿Debería haberse abstenido el juez más que amigo de Camps?

«¿Ha sido imparcial el más que amigo de Camps al archivar el caso?»

«No hay regalo gratis. Y nadie se va».

«No hay medios independientes y la masa borreguil se lo traga todo»

«¿Ha habido prevaricación en Valencia?»

«¿Se van a abolir las cestas nevideñas?»

«¿Cantarán los encarcelados para no comerse ellos sólos el marrón?»

«Camps mintió ¿Acaso no conocía a sus queridos del alma?»

Las portadas de hoy dan la razón a quien afirma que, en efecto, no hay medios independientes.

El Mundo sale por peteneras (a cuatro columnas) con un mafioso que pagó a un ex acalde socialista…

El caso Camps lo despacha a una columna.

El País sigue mandando con Camps en su portada y le dedica tres páginas en el interior (una más que El Mundo).

Dos páginas interiores de El Mundo exculpando a Camps y atacando al fiscal general y a la vicepresidenta del Gobierno:

Tres páginas interiores de El Pais atacando a Camps y exculpando al Gobierno:

Un comentarista que firma como «La verdulera» nos recuerda un artículo en vigor:

Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial.

Artículo 217.

El juez o magistrado en quien concurra alguna de las causas establecidas legalmente se abstendrá del conocimiento del asunto sin esperar a que se le recuse.

Artículo 219.

Son causas de abstención y, en su caso, de recusación:

9 Amistad íntima o enemistad manifiesta con cualquiera de las partes.

Si el magistrado de la Rúa, presidente del Tribunal de Justicia de Valencia, que ha «salvado» a Camps es «más que amigo» del imputado/archivado algo me huele a podrido en Valencia

Desde luego la imparcialidad brilla por su ausencia. Por esa presunta alarma social, y por otras razones jurídicas, creo que es natural que la Fiscalía del Estado recurra el sospechoso archivo del caso y lo comunique al minsitro de Justicia.

Los jueces están obligados a ser más exquisitos que nadie en el cumplimiento de las leyes.

¡Qué mal ejemplo nos ha dado el juez de Valencia!

¡Y qué flaco servicio le ha hecho a su «más que amigo» Camps!

Le ha privado nada menos que de la posibilidad de probar su inocencia o su no culpabilidad. Ahora, Camps será sospechoso de por vida. Tan sospechosos como su amigo el juez que no se abstuvo como manda la ley.

De todas formas, me alegra el estallido de este escándalo en un vaso de agua, pues pone al descubierto muchas de las vergüenzas meyores que frenan el desarrollo y la profundización de nuestra aún joven democracia.

Los tres palos que sostienen y alimentan la mesa de la corrupción política en España siguen siendo los mismos desde que nació la democracia:

1.- La financiación de los partidos políticos

2.- El trueque de comisiones por la concesión de licencias

3.- La información privilegiada.

(Naturalmente antes, bajo la Dictadura, era muchísimo peor: no había mesa ni pilares para la corrupción pues todo era corrupto. Los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) estaban las mismas sangrientas manos del tirano quien no tenía que responder ante nada ni nadie. Pero la democracia es otra cosa. Debe funcionar con los tres poderes separados y bajo el imperio de la ley que es igual para todos).

Ya se que los regalos de trajes, de bolsos o de anchoas del Cantábrico están en lo más bajo del escalafón de estas preocupaciones. Pero es todo un síntoma de la ética dominante en la sociedad española. Y por algo hay que empezar para sanear nuestra democracia.

Por eso he comenzado este comentario pidiendo al presidente Zapatero que anuncie publicamente, oficialmente, que no piensa aceptar ningún regalo, por pequeño que sea, y que los que reciba serán devueltos al remitente o entregados al Patrimonio Nacional si tuvieran, en su caso, algún valor simbólico o real para el Estado.

Si el presidnete del Gobierno hace eso, los demás funcionarios del Estado tomarán buena nota y no tendrán más remedio que seguir su ejemplo o se verán en situación comprometida si son descubiertos con las manos en la masa.

Menos leyes y más actitudes ejemplares y ejemplarizantes.

¿A qué esperas, Zapatero, para hacer esa declaración de principìos?

Mañana ya es tarde.

(Yo me voy unos días a Dakota del Norte)