Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El volcán puede dejarnos sin verano (o no)

Dicen que rectificar es de sabios. Voy a rectificar hoy mi error de ayer que consistió básicamente en utilizar las cenizas del volcán para hacer una sátira interesada, facilona y tabernaria de la creencia (falsa, a mi juicio) de que el hombre juega un papel relevante en el calentamiento global del planeta.

Reconozco, a la vista de las críticas recibidas, que no es un tema para tomarselo a broma, hablando, por ejemplo, de no guardar los abrigos (por si acaso) o del negocio de las pistas de esquí y de la ruina de las piscina en un eventual verano frío.

Es sabido que la erupción masiva y continuada de cenizas vocánicas a la atmósfera, pero sobre todo a la estratosfera, afecta al clima enfriándolo si coincide con otros factores muy complejos. Por tanto, el verano frío depende, naturalmente, de varios condicionantes que deben producirse a la vez. Por ello, no siempre, la erupcion de un volcán -sobre todo si es tan pequeño como el actual de Islandia- acabará reduciendo la temperatura de la Tierra.

Ayer me pasé en la exageración. El volcán debe seguir activo mucho tiempo -a veces, meses o años- para alterar la temperatura. Debe coincidir además, como decía ayer, con la ausencia de manchas solares, lo que tiene relación con la abundancia de nubes y el descenso de temperaturas, y con otros condicionantes.

Por tanto, pueden guardar los abrigos, si quieren, pero no en el fondo del armario, por si acaso.

Este fue el texto sarcástico de ayer que provocó, con razón, duras críticas, incluso de una de mis fuentes:

«El verano será frío en el norte y centro de Europa y templado en España. Preparen los abrigos para el mes de julio, por si acaso. Según varios expertos, la nube de polvo volcánico, que está recorriendo hoy más de media Europa, nos dejará sin verano. Aunque la climatología no es una ciencia exacta, no guarden los abrigos tan pronto. El que avisa no es traidor.

No es la primera vez que ocurre un fenómeno semejante. Aunque el clima –mal que le pese a Al Gore y a sus creyentes- depende de muchos factores descomunales, ajenos al minúsculo y soberbio ser humano, en estos momentos hay una conjunción de causas que permiten aventurar un verano traicionero que no hará honor su nombre.

Desde el punto de vista económico, el fenómeno volcánico puede ser una buena noticia para el sector turístico español. Si los vecinos del centro y norte de Europa se congelan este verano bajarán a toda prisa hacia el sur en busca de clima templado. Por ahora, las cenizas volcánicas que templarán al mismísimo Sol se dirigen hacia el Este y Sur de Europa y se olvidan de España.

Pero que nadie se haga ilusiones. Los vientos pueden desviar el polvo de roca volcánica, en cualquier momento, y cubrir más de medio planeta antes del verano.

Lo más preocupante es la conjunción del fenómeno volcánico actual con la ausencia de manchas solares durante más de un año. El ciclo de las manchas solares suele ser de 22 años: 11 años aumentando y otros 11 años reduciéndose. En el punto de inflexión, de menos a más, las manchas solares, que protegen a la Tierra de las radiaciones cósmicas del universo, desaparecen por unos meses.

Sin embargo, ahora llevamos mas de un año sin manchas solares. La ausencia de manchas solares -aún no se por qué- va unida a un aumento de nubes y, por tanto, a temperaturas más frias lo que, por cierto, está dejando en ridículo a los profetas del calentamiento global provocado por el pobrecito ser humano. Este volcán está destrozando el tráfico aéreo y, a la vez, nos está dando una lección de humildad.

La coincidencia de la ausencia de manchas solares y el aumento de polvo volcánico en la atmósfera, sobre todo si llega a la estratosfera, favorece un mayor enfriamiento sobre la Tierra.

Tedremos más frío este verano, pero también disfrutaremos de puestas de Sol y de amaneceres espectaculares dignos de los mejores pintores del mundo que nos dejarán constancia del fenómeno. Así lo hicieron grandes artistas del último período frío, al finales de la pequeña edad glacial (de 1300 a 1850) coincidiendo con el volcán de Indonesia. Basta recordar los cuadros con nieve veraniega por media Europa o el famoso atardecer de El Grito que el pintor noruego Edward Munch recordaba haber visto en su infancia.

Muchos emigrantes europeos huyeron hacia América, en el siglo XIX, empujados por las hambrunas provocada por las heladas veraniegas que destrozaron las cosechas de patatas.

Lo dicho. Por si acaso, no guarden los abrigos tan pronto. Las piscinas europeas pueden padecer pérdidas este verano. Las pistas de esquí, por el contrario, podrían ponerse las botas en pleno agosto. Nunca nieva a gusto de todos.

Mañana, lunes, consultaré fuentes científicas y matizaré este desafortunado post de taberna de fin de semana.

Mis disculpas a los más exigentes comentaristas.

El frío calienta el debate climático
Cumbre mundial de escépticos en Nueva York

No puedo cortar y pegar la página que El País dedica hoy al «calentamiento global» porque se me agotó el saldo y, pese a que lo he ampliado, no consigo acceder a los PFDs de El Pais. Mañana les preguntaré a ver qué pasa.

Mientras, copio y pego la página 29 de El Mundo (gratis) y el texto de la información de elpais.com de hoy que también es gratis.

El Mundo sigue aún en su línea tradicional -la antigua corriente principal- del calentamiento global causado por el hombre.

En cambio, El País, en su página 38 muestra un cambio de tendencia muy relevante, similar al que ocurre, desde este crudísimo invierno, en la cobertura que la prensa occidental de prestigio está dando a lo que ya empiezan a llamar timidamente «debate climático«. Aunque les pone verdes (observen el sesgo del lenguaje), al menos habla de la existencia de «científicos escépticos» sobre el papel del hombre en el presunto calentamiento global. Habla de la Cumbre de Nueva York a la que Aznar no va a asistir, como habían anunciado,acompañando a Vaclav Klaus, actual presidente de Unión Europea.

Hasta hace poco, recordarán que sólo se hablaba del «consenso mundial» y de la «unanimidad de la comunidad científica mundial» (¿?) sobre el papel central del hombre en el calentamiento global. Sólo se citaba, como rara excepción, a unos cuantos «locos«, «apóstatas» o «vendidos a las petroleras» que ponían en duda esta hipótesis (no realidad), por otra parte, jamás demostrada científicamente sino llena de lagunas y puntos oscuros. Bueno, y al pobre físico primo de Rajoy que parecía estar alineado con José María Aznar. La verdad es que, aunque comparta muchas de las dudas que plantea Aznar sobre este asunto, estoy muy lejos de su posición política general. Tanto me sorprendió su cambio de actitud que incluí aquí un post titulado:

«¿Qué me pasa doctor? ¡Coincido con Aznar!»

Me recuerda, al revés, la declaración de Harold Ambler -un escéptico del papel del hombre en el calentamiento global- que votó a Barak Obama. Dijo algo así:

«Voté a Obama, sí, y volvería a votarle mil veces, aunque yo no esté de acuerdo con él en este asunto del calentamiento global».

He observado nítidamente este cambio de tendencia durante mi reciente estancia en Boston (con un frío record nunca visto desde los años setenta).

¿Por qué se publican ahora datos y/o enfoques que antes permanecían ocultos?

El diario liberal The Boston Globe ha publicado artículos de escépticos y el New York Times (del mismo dueño) ya habla abiertamente del «debate climático».

Ya es algo. Presten atención a este (por fin) «debate» ya que promete ser muy sabroso, no sólo desde el punto de vista científico (desde luego, yo no lo soy) sino, sobretodo, desde su nueva cobertura mediática, que es el objeto de este blog.

¿Qué es lo que provoca un punto de inflexión en la cobertura informativa (a favor o en contra) de un fenómeno o de un grupo?

El Pais, a cuatro columnas:

Título:

Cumbre mundial de negacionistas

73 personalidades que minimizan el cambio climático exponen sus ideas en Nueva York

Aznar, estrella de la reunión, excusa su asistencia a última hora

LUIS GÓMEZ – Madrid – 08/03/2009

Se ha terminado acuñando el término «negacionista» a quien discute la gravedad del cambio climático. Porque detractores de la teoría del calentamiento global los hay y difunden sus argumentos en distintos foros, sobre todo en Internet. Esta corriente, llamémosla crítica, celebra este fin de semana en Nueva York una cumbre en la que participan toda suerte de políticos, analistas y también científicos.

La participación del ex presidente causó incomodidad en un sector del PP

Su conclusión es que el desarrollo económico mejora la contaminación

El cartel anunciador del evento, organizado por el Instituto Heartland, muestra los rostros de los 26 más prestigiosos de un total de 73 conferenciantes. Diríase que son, de alguna manera, los líderes del negacionismo, término que les molesta (prefieren el calificativo de escépticos). Hasta hace escasamente unos días, la figura más relevante era José María Aznar. Pero se ha caído del cartel en el último momento.

El Gobierno de Bush apoyó activamente a los escépticos

El Instituto Heartland estaba muy orgulloso de contar con Aznar. Tanto, que figuraba como actor principal en el cartel, por delante incluso de Václav Klaus, presidente de la República Checa y presidente de turno de la UE. Para tener Aznar la condición de ex presidente, su valoración era muy alta, lo cual hace suponer que se esperaba mucho de él. Sin embargo, Aznar no aparece ya en el cartel. Ha sido una retirada de última hora que no explican ni la organización ni el entorno del ex presidente. «Los problemas de agenda» no parecen excusa suficiente para una participación largamente publicitada. Otras instancias aluden a la incomodidad que le producía al PP su presencia en este acto.

Aznar ha sido uno de los últimos políticos en incorporarse a esta corriente, cuyos orígenes datan de 2000. Nacida en EE UU, promovida por fundaciones, institutos y think tanks de ideología neoconservadora, no parecía haber tenido suerte en su intento de sembrar raíces en Europa. Ciertamente, los principales partidos conservadores europeos, buena parte de ellos en el poder, no sólo no discuten la necesidad de promover políticas medioambientales sino que en algunos casos se han mostrado especialmente activos en esta materia.

Salvo algún caso aislado, como el de Václav Klaus, dirigentes de primera línea (Sarkozy o Merkel entre los más destacados) están lejos de discutir el cambio climático. Ni siquiera el siempre sorprendente Berlusconi ha criticado abiertamente el Protocolo de Kioto. Para remate, la llegada de Obama ha significado un evidente cambio de política en la capital de los escépticos.

Critican que el ecologismo sea considerado como una nueva religión

Esté o no Aznar, la cumbre es un hecho. El argumento de quienes discuten el cambio climático critica el rigor científico con el que están elaboradas algunas predicciones «catastrofistas» tamizado por un barniz ideológico: los negacionistas critican la existencia de una idea dominante (el ecologismo) que debe ser obedecida como si fuera una religión, de tal forma que quien la discuta es enviado al averno. Comparan a los críticos con los librepensadores y al resto como absolutistas o fascistas. Ése es su juego.

Y como ejemplo, algunas de las frases estelares de Aznar: «Muchos campeones de la idea del apocalipsis climático nada tienen que ver con la ciencia. Es algo más, es como una nueva religión que condena a la hoguera pública a todo aquel que critique las previsiones y las alarmas». O cuando señaló que cierto ecologismo «restringe la libertad individual en nombre de una noble causa… como hicieron los comunistas». Comparar el ecologismo con lo peor del comunismo fue un flaco favor al PP, máxime cuando la esposa de Aznar, Ana Botella, es concejal de Medio Ambiente en Madrid.

El final del mandato de Bush no ha sido una buena noticia para los escépticos, puesto que fue su Gobierno el que más cooperó en la difusión de estas teorías críticas. A falta de apoyo oficial, sus militantes se han ido integrando en torno a numerosas instituciones privadas. Una de ellas es el Instituto Heartland, criticado por financiarse con fondos procedentes de las compañías petroleras, con la misma ausencia de pruebas con que los escépticos acusan a Al Gore de estar financiado por intereses privados y de haberse montado un enorme negocio alrededor de su campaña ambiental.

El cruce de acusaciones tuvo su momento crítico en 2005, cuando el diario británico The Guardian publicó que algunas fundaciones ofrecían 10.000 dólares a todo aquel que se mostrara crítico y fuera capaz de escribir un artículo manteniendo su posición. En su defensa, los escépticos argumentan que aquel científico que critique el cambio climático es represaliado con la pérdida de subvenciones públicas.

Entre los líderes de los negacionistas está el danés Bjorn Lomborg, director del Instituto Medioambiental de Dinamarca, autor de El ecologista escéptico. Sostiene que la mano del hombre no sólo no ha empeorado el clima, sino que lo ha mejorado. Pone como ejemplo el aire que se respira en Londres, si se comparan las cifras actuales de contaminación con las de hace 400 años. La conclusión es que el desarrollo económico mejora el planeta. Por tanto, hay que defender la libre economía de mercado.

Igual tesis sostuvo en España hace tres años el abogado conservador nortamericano Christopher Horner: «Con la base de un modelo falso, no es momento de poner a nadie en riesgo de perder el empleo». Horner visitó FAES (que preside Aznar) y asistió a la inauguración del Instituto Juan de Mariana, las dos instituciones que acogen a los negacionistas españoles.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en el que participan 3.500 científicos y cuyos informes son avalados por los Gobiernos de Naciones Unidas, considera que con más de un 90% de probabilidades se puede decir que el cambio climático es responsabilidad del hombre por la quema de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo.

FIN

He repasado varias webs a favor y en contra de las distintas hipótesis sobre el «debate climático» y me propongo copiar y pegar aquí los enlaces y algunos comentarios.

Pero eso será en los próximos días. Ya es hora de cenar y he preparado unos filetes de caballa en escabeche que están para chuparse los dedos.

Que el frío no quiebre tu fe en el calentamiento…

Hacía tiempo que no oía yo, con tanta frecuencia y admiración, la recomendación de nuestras abuelas de que

«hasta el 40 de mayo no te quites el sayo”.

Lo normal, entonces, era pasar frío hasta el 10 de junio, más o menos.

Hoy (día 45 de mayo) me levanté tarde y me dispuse tomar el desayuno dominguero en la terraza. El sol ya estaba alto, pero hacía fresquito. Llevaba un pijama de franela (de riguroso invierno) y, aún así, tuve que recurrir a un jersey (abierto, eso sí) para poder leer la prensa de pago al aire libre. Chispeó durante unos minutos y pronto volvió a salir el sol, con un espléndido cielo azul madrileño, de los de Velázquez.

Nos acercamos a la noche mágica de San Juan y al día más largo del año, a las puertas del verano, y, sin embargo, aún duermo con pijama de franela, edredón y ventanas cerradas. El campo de Villanueva de la Cañada (Madrid) sigue tan amarillo chillón y morado-violeta como cuando arranca la primavera a finales de marzo. Apenas se ven amapolas, la sangre de los trigales, como las llamaba Gómez de la Serna en los años 20 y 30, durante el último ciclo menor de calentamiento global.

Los niños y, quizás, también los borrachos (“in vino veritas”) nos dirán sin rubor que hace frío en pleno mes de junio. Y que hemos tenido un invierno que, como indica su nombre, ha sido bastante invernal, o sea, frío.

Esos niños y esos borrachos serán los encargados de proclamar, a los cuatro vientos, que el emperador del cuento va desnudo. Ni traje invisible ni leches: sencillamente, va en pelota picada. Los demás, gente sensata que ya ha sentado la cabeza y que vela por su empleo, su salario y su instinto de supervivencia, apenas se atreverán –nos atreveremos- a llevar la contraria a la corriente principal; esa que adora mayoritariamente al nuevo becerro del oro del medioambietalismo acientifico como único dios (y a Al Gore, que es su profeta).

Hay científicos escépticos (sin llegar a ser herejes) que no se atreven a proclamar que el emperador va desnudo, por miedo a perder la subvención, el ascenso o, lo que es más importante, el aplauso.

Temen que les ocurra a sus presupuestos lo mismo que a los del minitrasvase fallido del Ebro a Barcelona. El Gobierno lo aprobó, como respuesta de emergencia frente a la «pertinaz» sequía. En cuanto volvió a llover a cántaros, canceló el proyecto.

Hay científicos que reciben dinero para investigar el calentamiento.

¿Qué será de esos fondos si reconocen que no hay calentamiento sino enfriamiento?

Acurrucado en mi jersey de invierno, me topé esta mañana con la página editorial –la más noble y seria- de El Pais. El titular del comentario editorial no podía ser más actual:

El frío calentamiento

Lo copio y pego aquí arriba, pues, aunque sólo cuenta una parte mínima de la realidad, mi juicio, no tiene desperdicio. El dibujo (pingüinos entre cocoteros) resume bien la contradicción que trata de justificar el editorial. Apoya el contenido incompleto de una doble página interior, presuntamente informativa, sobre por qué el frío actual se debe solo (¡oh contradicción!) al calentamiento global causado por el hombre. O sea, el frío se debe al calor. (¿La gallina?).

Y recurren únicamente a la teoría de la corriente cálida del Golfo y al efecto de las grandes cantidades de agua dulce producidas por el deshielo del Artico. Esa es una de las teorías que tratan de explicar el enfriamiento actual, pero hay muchas otras.

¿Pero de qué deshielo me hablan?

¿Acaso han olvidado esos científicos subvencionados las teorías sobre los ciclos oceánicos Pacífico/Altántico?

¿Habrán estudiado alguna vez el «mínimo de Maurander»(tan temido) y los efectos del llamado cariñosamente «Sol perezoso» (con menor actividad solar?

En ciclos de subida y bajada de actividad solar (y de manchas solares), el campo mágnético de un Sol fuerte y activo nos protege de la radiación cósmica. En cambio, cuando cambia este ciclo desciende la actividad protectora solar y llega más radiación cósmica a la Tierra .

Ahora hay pocas manchas solares y algunos científicos temen que nos estemos acercando a otro «mínimo de Maurander» con el consiguiente enfriamiento de la Tierra. Ojalá vuelvan pronto las manchas solares para que regresemos al calentamiento, que tan beneficioso ha sido siempre para el ser humano. Los nordicos saben muy bien que el calor es bueno y que el frio es malo.

El editorial y el reportaje de El País se refieren sólo a la corriente del Golfo y a la presuntamente abundante agua dulce del Artico para justificar que este frío de ahora está producido, ni más ni menos, que por el calor.

Eso es lo que dicen algunos predicadores de la nueva religión de moda, que atribuye al hombre (a sus pecados y/o excesos) el cambio climático, ya sea hacia el calor, hacia el frío o, ¿por qué no?, hacia los dos a vez.

El titular del amplio reportaje, a toda página y con interrogantes poco profesionales, no es nada informativo. Más bien provocador:

¿Calor o nueva edad de hielo?

¿En qué qudamos?

Habituado a leer y a comparar titulares de prensa, me he percatado hoy de que hace tiempo que no los veo dedicados al famoso “calentamiento global” que nos traía fritos durante todo el verano pasado. Ya se sabe, en verano suele hacer calor y en invierno, frío. Tengo la impresión de que no conviene a los intereses de la corriente principal hablar del calentamiento global cuando hace frío. De hecho, desde el curioso incidente del primo de Rajoy (¿lo recuerdan?, en el pasado otoño), no me he ocupado de este asunto por falta de titulares sugerentes o provocadores.

Desde que acabó el otoño (y empezó el frío) la prensa no suele titular en portada con las palabras “calentamiento global” sino, más bien, y sólo si es necesario, con las de “cambio climático”. Resultan más ambigüas y menos chocantes cuando estamos titiritando de frío.

La prensa de pago es muy hábil para dar o quitar cobertura a lo que quieren o no quieren leer sus feligreses. Y ese es uno de los objetivos principales de este blog. Sacarnos los colores cuando se nos ve el plumero y alertar a los más ingenuos para que no se fíen, a la primera, de lo que leen (y no leen) en los periódicos.

¡Si lo sabré yo!. No se fíen de los titulares de la prensa, porque los hace gente como yo.

He repasado el archivo de este blog y he comprobado que, salvo error, desde octubre pasado no he recogido ningún titular de portada sobre calentamiento global ni he criticado las homilías de Al Gore, profeta apocalíptico y, no sabemos por qué, Premio Nobel.

Pronto volverán los días calurosos (eso que llamamos comúnmente verano) y volveremos a leer titulares llamativos sobre esos pocos pobres ancianos que mueren cada día a causa de la terrible “ola de calor”. Por el calor mueren unos cientos y salen a cuatro columnas. Por el frío, mueren varios miles y apenas les dedicamos un breve y a una columna en página par.

¿Por qué no leemos titulares semejantes en la prensa invernal sobre la multitud de ancianos que mueren a causa del frío?

Sencillamente, porque no interesa a quienes hacen los periódicos ni a sus fuentes de información ni, seguramente, a sus fervorosos lectores, imbuidos de la nueva fe en el papel hegemónico que le atribuyen al hombre en el calentamiento global.

Leo y sigo con interés y curiosidad estos asuntos que definen al hombre como causante principal del frío o del calor (da igual) en la prensa, por lo que tienen de fondo moral o religioso. No soy científico sino divulgador y me interesa sobretodo la cobertura mediática que se da a estos fenómenos, desde el punto de vista científico, para-científico, ideológico, económico o casi místico.

Voy a releer lo que escribí aquí mismo el verano y otoño pasados:

1.- Anti-Gore V: Rajoy se rajó

2.- Anti-Gore IV: Rajoy y su primo van al infierno

3.- Anti-Gore III: Falso consenso. Los científicos disienten.

4.- Anti-Gore II: ¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos

5.- Anti-Gore- I: ¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho

—-

Intentaré refrescar mis lecturas de censores y apologistas sobre el papel del pobre hombre-hormiga en los cambios cíclicos de nuestro universo descomunal (con todas sus galaxias, radiaciones cósmicas, manchas solares, etc.) que apenas entendemos.

Ya que la prensa tradicional de pago está dando la espalda al debate que mantienen ortodoxos y heterodoxos sobre las causas (¿humanas y/o galácticas) del calentamiento/enfriamiento global, la controversia se ha trasladado -¡cómo no!- a la divina Internet. La prensa antigua o tradicional (estilo siglo pasado) no se atreve aún a contradecir a la corriente oficial. Los escépticos se defienden de los ortodoxos en la web a pixelazo limpio.

La web está ardiendo con cientos de páginas y cientos de miles de comentarios sobre un asunto tan universal como la propia Internet. Y la prensa no se entera.

A los interesados les recomiendo especialmente este enlace sobre «debate climático diario» que recoje argumentos a favor y en contra.

Ahí verán por ejemplo que muy pocos lectores se han enterado de que la temperatura mundial ha bajado persistentemente desde 1998. No lo saben, sencillametne, porque eso ocurre y está probado pero no se publica.

¿Acaso saben los lectores habituales de la prensa de pago que el hielo del Artico ha vuelto a crecer?

Sólo se publica cuando el hielo se reduce, lo que suele ocurrir naturalmente cada verano. Unos colegas míos de la televisión pública canadiense (CBC) se adentraron, hace unos meses, en las tierras árticas de su país para realizar un reportaje («El hielo que se va») sobre la presunta desaparición dramática del hielo en el Polo Norte. Gran sorpresa: regresaron con las manos vacías. Nunca habían visto tanto hielo. Una vez más, la realidad les había destrozado una buena crónica. Se preguntaron:

¿De dónde sale tanto hielo?

El hielo no se estaba derritiendo -como suele titular la prensa- sino que estaba creciendo, formando una capa cada vez más gruesa que impedía el avance del rompehielos. Son cosas del invierno pero no se publican. Naturalmente, si vuelven en pleno verano verán menos hielo. Entonces, nos enteraremos de que «el hielo del Artico se está derritiendo» por culpa del hombre que expulsa tanto CO2 a la atmósfera.

¡Pobre CO2, tan injustamente denostado y perseguido!

Ese maravilloso gran fertilizante, como sabemos todos los almerienses… y quienes hayan visitado alguna vez un invernadero. Viva el CO2 y la madre que lo pario.

Mi conclusión es que, en los últimos años, el frío (sus causas y sus efectos) está muy subestimado (infra-reportajeado) por la prensa. Por el contrario, el calor (sus causas y sus efectos) está sobre estimado (super-reportajeado) por la prensa.

¿Por qué?

¿Qué hay detrás de esta distinta valoración de ambos fenómenos?

¿Tiene algo que ver con la verdad científica, con los hechos probados, o más bien, con el sesgo de los intereses políticos y económicos (la cultura corporativa) de quienes determinan lo que se publica o no se publica en la prensa?

La experiencia nos ha demostrado que la verdad científica, probada, constrastada, no se descubre por votación democrática sino mediante la verificación empírica de las hipótesis. Si una teoria contradice a la realidad, conviene cambiar la teoria y no la realidad que peretendemos describir y explicar. Y no digamos precedir…

Me resulta extraño que algunos científicos puedan argumentar que su teoría es más cierta porque la apoyan más colegas.

El Universo es inmenso y el hombre es pequeño. Hay muchas explicaciones posibles, aunque no todas concluyentes, para los fenómenos que observamos en el Firmamento. Hay muchos ciclos planetarios, solares, galacticos, largos y cortos (de décadas, de miles y de millones de años) que afectan a la Tierra y -nos guste o no- el hombre influye bien poco -casi nada- en ellos.

A pesar de nuestra arrogancia de hormigas, entre millones de estrellas lejanas y descomunales, es muy posible que nunca sepamos por que se enfria o se calienta nuestro querido planeta.

No somos nadie. ¡Qué le vamos a hacer!

(Continuará…)

Mi huerta me reclama.