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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Ensanchamos la libertad: 25 años de TV matinal (y III)

La cisterna del water traspasó el televisor y pudo oirse en toda España. Lo nunca visto ni oído. Por primera vez, un micrófono inalámbrico, recién importado de Nueva York, llevó sonidos insospechados a toda la audiencia de TVE.

El equipo de pioneros del "Buenos Días", primer informativo matinal de TVE (enero 1986)

El comentario nostálgico de Pirracas (José María Fraguas), el realizador del «Buenos Días» de TVE, en el post anterior a éste sobre el reconocimeinto mutuo de Israel y España, me ha recordado ésta y otras anécdotas del lanzamiento de la TV matinal en España.

El presidente Felipe González con un servidor en una entrevista mañanera durante el mundial de fútbol de México.

En enero de 1986, todo era nuevo en la madrugada y el amanecer del Pirulí. No solo el primer informativo de la mañana, que abrió la TV matinal, por primera vez en la historia de la televisión española, sino también las técnicas utilizadas para las conexiones duplex, triplex, multiplex, etc., vía satélite, los formatos periodísticos, el lenguaje de cocina y mesa de camilla, los ritmos de alegre despertador, el minutado en dientes de sierra, la informalidad mañanera…

Y, por último, y no lo menos importante, algunas herramientas novedosas que me traje de Estados Unidos. Entre ellas, llamó mucho la atención el micrófono inalámbrico, lo nunca visto hasta entonces en los informativos de Televisión Española. Fue un capricho ) que pedí a los subdirectores de Informativos (Ramón Colóm y Alfonso Cortés Cabanillas) y que Alejandro Kuskovski (o algo así; perdóname ya que nunca aprendí a escribir tu apellido) consiguió comprar e importar de EE.UU.

Lo descubrí una madrugada de diciembre de 1985 en el estudio del Today show de la NBC. Jane Pauley se movía libre y ágilmente por el estudio, como Juan por su casa, ¡y no estaba atada ni enchufada a ningún cable!.

Ahora les parecerá una tontería (¡un micro inalámbrico!); algo casi pueril. ¿Quién no lo tiene hoy? Pero, entonces, en diciembre de 1985, era algo mágico para mí. En poco tiempo, se extendió como la pólvora. Pero, al estrenarlo, nadie me advirtió de los peligros que su utilización entrañaba para los novatos como yo.

Sandra Sutherland, JAMS y Carlos Goñi en el set del "Buenos Días"

Pronto lo descubrieron, no sin asombro, cientos de miles de telespectadores (casi un millón) que se despertaban con nuestro informativo matinal (de 7:30 a 9:00 h.).

Durante los primeros días de emisión, aún me sentía yo tan atado al viejo cable del micro como solía hacer en los telediarios o en los programas de entrevistas o debates. Sin embargo, poco a poco me fui acostumbrando a moverme con naturalidad por el estudio, en directo o durante la emisión de los videos, y le perdí el miedo al flamante micro inalámbrico que llevaba prendido en la corbata y unido a una batería que escondía en el bolsillo de la chaqueta o enganchado al cinturón por atrás.

Por falta de costumbre, un día ocurrió lo que, tarde o temprano, tenía que ocurrir.  En cuanto arrancó un video de casi dos minutos, la naturaleza me obligó a salir del estudio disparado, sin avisar a nadie del control, y me fui directo al servicio de caballeros.

El latiguillo del sonido del micro inalámbrico estaba abierto y, por el pinganillo que llevaba en mi oreja, oía las instrucciones de la sala de control. De modo que hice rápidamente lo que nadie podía hacer por mí y, al terminar, tiré de la cadena con tan mala fortuna que el aguacero de la cisterna -un estruendo indescriptible, tan próximo al micro- se escuchó en toda España. Al momento, oí los gritos de Pirracas:

-¿Qué c… ruido es eso?

JAMS con el presidente de la Junta de Andalucía, J. R. de la Borobolla, y Carmen Romero, al recibir la Medalla de Andalucía el 28 de febrero de 1986.

Salí corriendo hacia el estudio, justo  a tiempo para tomar la palabra y dar paso a otro video o al resumen de noticias. Pocos se percataron en la audiencia de que me habían subido todos los colores a la cara. «Cosas de la iluminación o del maquillaje«, pensarían. ¡Qué vergüenza pasé!

—-

Recuerdo que, desde el control de la NBC, copiaba todo lo que veían mis ojos y arramplaba con los guiones y borradores que encontraba a mi paso.  Así aprendí a copiar los formatos y las técnicas de los matinales norteamericanos para luego adaptarlos al gusto español. Cosas que nos parecían imposibles, se estaban haciendo ya en las grandes cadenas norteamericanas.

Fuimos, pues, los primeros a la hora de copiar y de experimentar. Mientras los grandes jefes dormían plácidamente, nosotros nos podíamos permitir probar con innovaciones y alguna que otra locura. No había tiempo para pedir permiso ni ganas de despertar a los jefes. Por tanto, desde las 2:00 de la madrugada hasta las 9:00 de la mañana, yo era el amo del Pirulí. Nunca me sentí tan libre hasta que fundamos el diario 20 minutos y la web www.20minutos.es.

Nuestras informaciones exclusivas del «Buenos días«, en cualquiera de los géneros (noticia, reportaje, entrevista, etc.) eran aprovechadas -con su sesgo incluido- por el Telediario de las 15:00 h por el el TD2 de las 21:00 h.   Es decir, creamos tendencias informativas, a la chita callando.

El tiempo selecciona hábilmente los recuerdos que más convienen a nuestro ego. Por eso, solo recuerdo lo bueno y apenas muy poco de lo malo que nos pasó durante ese año triunfal de 1986.- Lo que no puedo olvidar es que, durante todo ese año, no pude dormir de noche. Por eso, en diciembre de 1986, tuve que elegir entre engordar mi vanidad de artista incipiente o salvar mi matrinomio y mi familia.

Desde entonces, valoro mucho a todo aquel que trabaja por la noche y duerme por el día. Aunque me encantaba aquel trabajo y era una maravilla trabajar con aquel equipo irrepetible, yo no pude aguantar más de un año. En aquel puesto, me sucedió Pedro Erquicia como director y presentador del Buenos Días. Y poco después llegó el gran Jesús Hermida, a partir de las 9:00. Pero esas mañanas del magazine de Hermida ya fueron otro cantar.

La verdad es que un año sin dormir da para mucho. Y no voy a cansar a los lectores del blog con más aventuras de abuelo cebolleta. Dejo en el tintero anécdotas sabrosas que ya irán saliendo porque de todas ellas se cumplirán 25 años. ¡Casi na!.

Ensanchamos la libertad: 25 años de la TV matinal (II)

«¡Shalom Israel!», dije en directo. «¡Buenos días Sefarad!», me respondió una voz temblorosa desde Jerusalem. Se me puso la carne de gallina. Tal día como hoy, hace 25 años, España reconocía de madrugada la existencia del Estado de Israel. Se cerraban, de golpe, 500 años de desencuentros entre españoles del interior y españoles del exilio, desterrados por los Reyes Católicos. Fue emocionante y tuve el privilegio de ser el primero en dar esta noticia por televisión.

Samuel Hadas, primer embajador de Israel en Sefarad

Teníamos casi todo el programa informativo «Buenos días» preparado cuando, en plena madrugada, recibí en el Pirulí la llamada de nuestro corresponsal en Bruselas. Me dijo:

«Samuel Hadas y Máximo Cajal se han reunido esta noche en un hotel de La Haya, en secreto, y han intercambiado notas para establecer relaciones diplomáticas plenas entre Israel y España».

Los diarios de pago (entonces aún no habíamos creado 20 minutos) estaban imprimiendo y repartiendo sus ediciones sin la gran noticia. EFE aún no la había confirmado, pero nuestra fuente era solvente. ¡Manos a la obra!

Teníamos que cambiar completamente el informativo para despertar a los españoles con la noticia exclusiva de aquel encuentro histórico, casi clandestino, al cabo de 500 años, en tierras holandesas.

Casa Sefarad en Códoba

De madrugada era dificil convocar a nuevos invitados españoles e israelíes (incluidos músicos y expertos sefarditas) sin levantar la liebre a la competencia. Liana, Mirenchu, Milagros y Rafa lo consiguieron. Y Juanlu Castillo, nuestro jefe de producción, hizo el milagro de conseguir una ventana en el satélite para establecer un duplex inédito con la televisión de Jerusalem. Allí amanece un par de horas antes que en España, pero la emisora estaba cerrada a cal y canto y el personal seguía durmiendo en el Medio Oriente.

Afortunadamente, en Boston era aún la hora de la cena y pude localizar y movilizar a mi amigo Zvi Dor Ner, colega de la Universidad de Havard en la Nieman Foundation for Journalism (promoción 1977), quien despertó sin contemplaciones a un colega de la TV de Jerusalem para que abriera la emisora y conectara, en directo, con Televisión Española a las 7:30 en punto de esa mañana. Preferiblemente queríamos hablar con algún compatriota sefardita que aún hablara ladino, una lengua tan parecida a la de Cervantes. La noticia lo merecía. Jamás se habían conectado oficialmente españoles y judíos por satélite ni por paloma mensajera desde que estos últimos fueron explusados de España en 1492.  Y no estabamos seguros de conseguirlo con éxito en aquella fría madrugada del 17 de enero de 1986.

Tras la carta de ajuste, aparecieron en pantalla las imágenes del amanecer en la Alcazaba y la bahía de Almería, con el Cabo de Gata perfilándose por el Oriente. La música de fondo (hasta que me descubrieron) era, naturalmente el fandanguillo de Almería. Luego, el reloj de TVE marcó las 7:30 horas y el realizador (José María Fraguas, alias Pirri y/o Pirracas, tío de Toño Fraguas, uno de los fundadores de esta web) me enchufó la cámara 1.

Desde que creamos el primer informatico matinal, yo solía abrir el programa saludando, aleatoriamente, en las cuatro lenguas españolas. Entonces nos pareció una innovación en pro del consenso lingüistico:

«Egunón, Bon día, Buenos días, Bos días».

Un servidor, en el "Buenos días"

Sin embargo en la madrugada de tal día como hoy, hace 25 años, improvisé, sin apenas pensarlo, un saludo distinto para comprobar si había alguien, en Oriente, al otro lado del satélite. Dije simplemente:

«¡Shalom Israel!».

No hubo respuesta. Solo algún ruido lejano.

Para dar tiempo a los técnicos, aproveché entonces para anunciar que, por primera vez en 500 años, tratábamos de conectar en directo con compatriotas sefarditas de Jerusalem. Y di la noticia: España e Israel habían decidido de madrugada reconocerse mutuamente y abir embajadas. Por el pinganillo que tenía acoplado a la oreja, escuché las voces entusiastas de Pirracas. Había conseguido conectar con la TV de Jerusalem.

Repetí, no sin emoción, el saludo de rigor, inédito en España:

«¡Shalom Israel!»

Esta vez, sí. Una voz profunda, parsimoniosa, solemne, separando las sílabas y con acento ladino, conservado con mimo a través de cinco siglos, me respondió, alto y claro:

«¡Bue nos  dí as,  Se fa rad!»

A partir de ahí, se nos puso a todos -como digo- la carne de gallina. El programa monográfico (de 7:30 a 9:00) fue una cascada de emociones, de risas y lágrimas, contenidas durante 500 años.

¡Cómo me gustaría haber guardado una copia de aquel informativo! Valió la pena ser periodista y haber creado la TV matinal aunque solo hubiera sido por haber hecho posible aquella conexión entre dos países, entre millones de almas gemelas separadas cruelmente por la intolerancia.

Luego, como Martín Luther King, también yo tuve un sueño:

Algún día, periodistas palestinos e israelíes de Hebrón, de Jerusalen, de Ramala, de Tel Aviv o de Qalquilia, separados cruelmente por la misma intolerancia, se conectarían, vía satélite o, mejor aún, personalmente, para saludarse y abrazarse como hicimos nosotros en aquella mañana memorable del 17 de enero de 1986. Y se intercambiarían el saludo con estas mágicas palabras (tan parecidas) de paz:

«¡Shalom Israel!»

«¡Salam Palestina!»

Aún no me he despertado de ese sueño maravilloso, desgraciadamente inédito. Esa sí que sería (y algún día será) una buena exclusiva.