Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Mi vida (y milagros) en Periodista Digital. ¡Qué peligro!

Hoy me encontré de sopetón con el grandísimo Vicente del Bosque. Y me sentí tan emocionado como un niño en presencia de Aquiles.

Poster firmado por del Bosque en "La Raqueta"

Poster firmado por del Bosque en «La Raqueta»

 

Ante tamaña provocación, no tuve más remedio que pedirle un autógrafo para presumir, ante mis hijos y mis viejos colegas de 20 minutos,.de que le había visto y tocado, personalmente,

Ni corto ni perezoso, agarré un poster de los campeones del mundo y se lo acerqué.

Lo firmó: «Para 20 minutos, con mucho afecto. Vicente del Bosque«. Ahí queda eso. Y tengo documento gráfico.

 

La verdad es que la entrada de nuestro héroe nacional, el hombre que más ha hecho por reconciliarnos con la bandera española actual (sin la gallina de Franco), fue todo un acontecimiento entre los tenistas reunidos en la cafetería de la Ciudad de la Raqueta de Madrid.

JAMS con Vicente del Bosque en La Raqueta

JAMS con Vicente del Bosque en La Raqueta. Al fondo (Dcha), Javier Mtz.,mi profe de tenis.

Su entrada, rodeado de algunos futbolistas, causó un revuelo tremendo. Como si hubiera entrado una top model medio desnuda o George Cloony en calzoncillos.

Recibió el cariño de todos y algunos aplausos. Hoy le ví por primera vez personalmente y la verdad es que las cámaras no engañan: es un tipo simpático y agradable. Una buena persona.

Y, además, humilde. Un campeón del mundo, humilde. No hay más que verle.

¡Bravo por Vicente del Bosque!

—–

Y ayer se me ocurrió aceptar la invitación de los colegas de Periodista Digital para que les contara mi vida y milagros, ahora que, por fin, no soy nadie. O mejor, como dicen los ingleses, soy un «has been».

Acostumbrado a preguntar durante casi medio siglo, me vi, de pronto, respondiendo a infinidad de preguntas sobre mi vida profesional. El cazador, cazado. Y dije para mi: «¡Qué leches! No tengo ningún compromiso profesional y puedo decir lo que me de la gana».

Y decidí contar la verdad, tal como yo la recuerdo. ¡Qué peligro! Pasen y vean…
Entrevista con el fundador de ’20minutos’

[VÍDEO] Martínez Soler:
“El PP me echó de TVE y Miguel Ángel Rodríguez llamó a todos los periódicos para que no me contrataran”
“Pedrojota Ramírez es un mal periodista que utiliza a los lectores y los manipula”
Periodista Digital / Entrevista: J.F.Lamata, 25 de febrero de 2014 a las 16:05

José Antonio Martínez Soler acaba de jubilarse tras medio siglo de vida dedicada al periodismo en prensa y televisión. Entre las publicaciones que fundó destacan las revistas Cambio16 y Doblón en la Transición o el primer periódico gratuito 20minutos en el año 2000, obra de la se muestra muy orgulloso.

En su currículum, lamentablemente, también destacará siempre el haber sido co-protagonista de uno de los episodios más oscuros del tardo-franquismo: haber sido secuestrado y torturado por un comando de ‘incontrolados’ de ultraderecha en 1976 que quisieron sonsacarle sus fuentes.

Fragmentos más relevantes de la entrevista con Martínez Soler:

Secuestro y tortura:

Nunca quise saber quiénes eran. Pero formaban parte de los cuerpos de seguridad del Estado, así que se puede hablar de terrorismo de Estado y de que yo fui el primer desaparecido. El artículo que publiqué denunciaba una purga de militares en el Ejército, para poner a otros de la línea más dura. Cuando publicamos eso el director de la Guardia Civil se dio cuenta de que teníamos una fuente dentro, por eso debieron ordenar aquello. Me quemaron la cara, pero sobreviví.

Insisto no quise nunca venganza, ni saber quiénes eran. Ellos estarían a las órdenes de quien fueran, pero me dejaron vivo, igual tengo algo de síndrome de Estocolmo. No tiene sentido la rabia y el odio, esas cosas hay que enterrarlas. No me gusta ir de víctima, hay gente que quiere ser víctima del terrorismo o víctima del franquismo para que sea su profesión en la vida, además lo suelen hacer los que no son directamente víctimas, sino familiares de víctimas. Yo no, por eso nunca hablo de esto, lo escribí una vez por petición de mis hijos. Me quemaron la cara, pero el doctor que me atendió cuando – yo tenía la cara como un monstruo – me dijo ‘qué suerte tiene usted, Martínez Soler, las actrices de Hollywood pagarían millones’, porque las conchas de las pupas se caen y sale piel nueva. Y, en efecto, fijaos que joven estoy.

Fue una problema grave. Cuando te torturan, te ponen una pistola, te hacen un fusilamiento simulado. Cuando llegó ese momento de que iba a disparar y yo pensé que de verdad iba a morir, lo que pensé no fue en mi familia sino ‘mira que morir ahora cuando por fin tengo una parcela’. Estaba ilusionado con la parcela de la que acababa de ser propietario, fíjate, la mente crea refugios.

Despedido de RTVE en 1996:

Cuando yo estaba de corresponsal de TVE en EEUU me dijeron que viniera a Madrid para hacer la entrevista a José María Aznar y Felipe González. Yo no quería hacerlas, estaba en Nueva York, pero los partidos habían dicho que yo era el menos malo.

El PP ganó aquellas elecciones y nada más tomar RTVE con Mónica Ridruejo de directora, la primera decisión fue: Martínez Soler a la calle. Y me despidieron. No me lo podía esperar, dijeron que ‘razones económicas y profesionales’. Y eso que yo producía el doble y a mitad de precio. Ramón Colom se negó a firmar el cese y dimitió para no echarme. Les puse un pleito porque eso iba contra la democracia, porque lo hacían por aquella entrevista.

El director de informativos que me echó era Ernesto Sáenz de Buruaga, que lo llamábamos Ernesto Sáenz de Torquemada por entonces y la Ridruejo, pero a éstos les había dado la orden de Moncloa, Paco Cascos y demás. Salió en toda la prensa. El New York Times sacó un editorial defendiéndome, y aquí en España el ABC me defendió, Anson, como cuando el secuestro de 1976, me defendió. Anson, en eso me quito el sombrero.

Pedrojota no, porque Pedro Jeta en aquel momento estaba con Aznar más que nadie e hizo una campaña feroz.

Pedrojota estaba feliz con mi marcha, pero por otras cosas, en estas rivalidades siempre hay cuestiones personales. Pedrojota creyó que mi mujer fue la que hizo el editorial de New York Times porque trabajó ahí. No, no teníamos ni idea. A lo mejor él si tiene autoridad para cambiar editoriales, pero nosotros no. El Financial Times también salió a mi favor y lo comparó con la tortura: “en España antes un periodista criticaba al Gobierno y lo torturaban, ahora sólo le despiden, hay progresos”.

Se enfadaron tanto que Miguel Ángel Rodríguez se dedicó a llamar a los periódicos a decir que se consideraría un acto hostil contra el Gobierno si un periódico me contrataba. Me lo contaron compañeros que habían recibido esa llamada.

Su enfrentamiento con Mario Conde:

Cuando a mí me nombran director de La Gaceta de los Negocios, inmediatamente se potencian otros diarios económicos. PRISA compró a toda ‘prisa’ Cinco Días; Juan Salas que ya estaba agonizando, montó Economía16.

Iba bien el periódico, era muy bueno, sacamos exclusivas increíbles, como cesiones de créditos, de Botín, de Koplowitz. Pedrojota estaba en ese momento en Diario16 con la ‘Beautifulle’, las exclusivas las sacábamos nosotros, luego se puso en contra, claro.

Mario Conde había presumido que controlaba a La Gaceta de los Negocios. Él estaba en la cumbre, todo el mundo quería ser Mario Conde y todo el mundo le hacía la pelota, Pedrojota y todos le miraban el culo a Mario Conde. Entonces, claro, cuando publicamos que había una rebelión de directivos de La Unión y el Fénix contra Banesto, alguien le debió decir ‘Mario ¿no decías que controlabas a Martínez Soler?’

Se pilló un cabrero de mil demonios. En ese momento era muy soberbio, de mil demonios, ahora lo será menos, porque la cárcel te vuelve humilde digo yo. Llamó al editor le dijo ‘olvídate de ser socio mío’. Esos son los chantajes de la vida, del poder económico contra la prensa. El poder es el herpes de la prensa. Todos los tenemos arriba, pero cuando estás débil el herpes te ataca. En aquel momento él tenía fuerza y atacó.

Luis María Anson:

Anson me dedicó una portada junto a mis compañeros de TVE diciendo que éramos la ‘vergüenza nacional’. Pero le tengo cariño, sus portadas eran graciosas, era cuando lo del ABC auténtico. Eran portadas equivalentes a las de El Mercurio de Pinochet.

Mi madre se preocupó mucho “hijo mío, me han dicho que estás en la portada de ABC”, ¡otro secuestro! Era cuando era director del telediario. Le sigo teniendo cariño a Anson. Él lo hizo para defender su ABC, recuerdo que a Enrique Vázquez le acusó de ser espía del KGB.

Juan Luis Cebrián:

No quiero hacer balance de Juan Luis Cebrián. No me gusta hablar de los colegas. Lo mejor que puedo decir de él, es que ya que me contrató, pues eso demuestra que es inteligente. Lo que hay que tener claro es que Juan Luis Cebrián nunca ha dejado de ser director de El País. Quizá dejó de serlo cuando fue director Estefanía, que es el único que decía algo, porque tenía ‘autoritas’. Los otros son buena gente, pero el trato de Cebrián con ellos es de director (él). Habrá que ver si Antonio Caño quiere ejercer de director o no, pero si quiere ejercer de director, chocará con Cebrián en pocos años.

Con Cebrián aguanté, me fui tres veces y volvía. Y él me decía “si te vas, no vuelves”, pero luego me tenía que volver a contratar.

Pedrojota Ramírez:

Pobre Pedrojota, que mal lo debe estar pasando. Es un tipo muy interesante. Es de Shakespeare, sube a los cielos y baja a los infiernos. Es un gran político, pero un mal periodista. Publica cosas, no es que mienta, pero exagera, utiliza a los lectores y los manipula. Con él de director no aguantaría ni tres días.

Es muy político, puede hacer carrera política y ganar al PP. Podría ser un Mussollini español, que empezó de periodista y acabó político. Pedrojota Ramírez puede perfectamente acabar siendo jefe del Gobierno, el que nos falta para liderar un proyecto populista. ¡Ojo con él! Que tiene más peligro que una caja de bombas.

20minutos:

Desde los años sesenta le estaba dando vueltas a un periódico que viviera sólo de la publicidad y no de las ventas. Internet y todos los avances técnicos me permitieron poner en marcha el proyecto. 20minutos nació realmente en el 2000, aunque fue fundado en 1999 en el sótano de mi casa. Contratamos a Arsenio Escolar y el resto de gente. He estado al frente 14 años. No está mal…

Es el único gratuito que ha sobrevivido. Y es natural, porque los otros tres gratuitos que salieron no hicieron los deberes. Además, no sabían que se enfrentaban conmigo y con Arsenio, ¿a dónde van? Competir con nosotros es ir a la ruina. Se arruinaron los tres: Qué!, ADN y Metro.

Me he ido voluntariamente porque he cumplido 67 años. Vendí el 20minutos a los noruegos voluntariamente. Me he ido feliz y he estado feliz.

 

El PP tira al monte…

La bandera franquista (con la gallina imperial) me sigue dando miedo. Seguramente no hay razón para ello, pero no lo puedo evitar. Me trae demasiados malos recuerdos de la Dictadura.

Jóvenes fachas del PP exhibiendo la bandera franquista anticonstitucional.

Jóvenes fachas del PP exhibiendo la bandera franquista anticonstitucional.

Los jóvenes de Nuevas Generaciones del Partido Popular, quizás con alguna copa de más, nos restriegan públicamente la bandera fascista de los vencedores de la Guerra Civil y garantes de la paz de cementerio de la postguerra. ¿Qué más quieren?

La dirección del PP responde que sancionará a los militantes de su partido que exhiban símbolos fascistas. Sin embargo, uno de ellos -alto dirigente del PP– sigue echando leña al fuego. Se trata de Rafael Hernando, diputado nada joven por Almería y uno de los portavoces del PP, cuya lengua afilada y su talante cínico-chulesco ya no sorprende a casi ninguno de mis paisanos.

Rafael Hernando ha jaleado a los jóvenes fascistas de sus Nuevas Generaciones (que él mismo presidió durante tres años) diciendo que «las consecuencias de la bandera de la República fueron un millón de muertos».    ¡Ahí queda eso! Ha dicho. además, que la bandera republicana está fuera de la legalidad. Ignacio Escolar le ha contestado en Facebook citando a eldiario.es: «Es completamente legal»

¡Qué poca y retorcida memoria tienen algunos hijos de los vencedores de aquella masacre!

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PS. Recomiendo la lectura de este articulo de Joaquín Estefanía en El Pais de hoy. Bastante clarito…

LA CUARTA PÁGINA

Hacia los siete años de crisis

Ya hay una generación de jóvenes que no ha conocido más que esto: creciente desigualdad, movilidad social descendente y, sobre todo, una profunda contradicción entre democracia y capitalismo

Pasó casi inadvertido, pero a principios del verano se cumplieron los seis primeros años desde que quebraron varios fondos de alto riesgo del banco de inversión Bear Stearns y la compañía Blackstone, y el décimo banco hipotecario americano, el American Home Mortgage, despidió a todo su personal. Estos acontecimientos fueron el disparadero de la Gran Recesión. Por tanto, acabamos de empezar el séptimo año de la crisis más duradera del capitalismo si se exceptúa a la Gran Depresión de los años treinta. Por su profundidad, la situación que se padece hoy es menos mala que aquella (excepto en aspectos como el desempleo en países como España, cuyo porcentaje es más representativo de una depresión que de una recesión), pero por su extensión ambas crisis se parecen mucho.

Ya hay una generación de jóvenes —los que merodean por arriba o por abajo los 20 años— que se ha hecho adulta con una falta crónica de perspectivas sociales, una política de desigualdad creciente, de contorsionismo ideológico y de corrupción política (y en algunos países, de fuerte represión), cuyos componentes serán testigos críticos de una época, la de la revolución conservadora. Que han llegado a la mayoría de edad en medio de problemas críticos para ellos y sus padres, y que pocas veces han conocido Gobiernos que defiendan con coherencia los principios de una verdadera economía mixta (en la que se combina el dinamismo del mercado con la igualdad democrática), la regulación ante los fuertes abusos financieros y una redistribución de la renta y la riqueza más equilibrada. Que no han encontrado los escasos empleos de la antigua clase media, con cierta seguridad y salarios proporcionales a la calidad de su trabajo, en unas sociedades en que la “carrera cuesta abajo” es evidente en casi todos los ámbitos: relaciones laborales, protección social, política fiscal, legislación medioambiental, regulación financiera, etcétera.

La “carrera cuesta abajo” es evidente en relaciones laborales, protección social o política fiscal

Además, las dificultades les llegaron de sopetón. Esos jóvenes, como sus antecesores, creían estar más o menos seguros, y que una marcha atrás era imposible dados los avances que se habían producido con lo que se denominó “nueva economía” (14 años y medio de crecimiento constante) y las tecnologías de la información y la comunicación que, se decía, habían acabado con los ciclos económicos. El economista norteamericano Hyman Minsky, famoso por su tesis de la inestabilidad natural del sistema financiero, planteó a mediados de los años ochenta (los que inauguran una forma de política, con Thatcher y Reagan) una pregunta crítica: “¿Puede ESO [refiriéndose con temor a una Gran Depresión] volver a ocurrir?”. Le contestó 20 años después un famoso científico universitario, estudioso de la Gran Depresión, llamado Ben Bernanke, que en 2002 dio una conferencia con un título tan significativo como Deflación: asegúrese de que ESO no ocurra aquí. Bernanke sostenía que existían medios más que suficientes para que ESO no volviese a suceder en el nuevo milenio, a pesar de la creciente inestabilidad financiera. “El Gobierno de EE<TH>UU”, dijo Bernanke, “tiene una tecnología llamada imprenta (o su equivalente electrónico en la actualidad) que le permite producir tantos dólares como desee a coste cero”. Cuando Bernanke fue nombrado para un puesto tan poderoso como la presidencia de la Reserva Federal (la que regula el precio del dinero en el mundo) y no dudó en recurrir a la máquina de imprimir billetes para reanimar a la economía americana, dio seguridad a los inquietos y se ganó el apodo de Helicóptero Ben, pues se decía que su política monetaria era básicamente equivalente al famoso lanzamiento de dinero con un helicóptero, de Milton Friedman. Bernanke está ahora a punto de dejar la Fed y todavía no hemos salido del atasco.

Pese a estos y otros escarceos teóricos, ni los organismos multilaterales tipo Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico… ni los servicios de estudio privados, ni los Gobiernos han estado en general muy finos con sus previsiones en los últimos tiempos, lo que todavía ha generado más inseguridad y desapego entre los ciudadanos. Para cada vez más gente, esas instituciones no tienen apenas legitimidad en sus pronósticos, ni los Gobiernos, sean del signo ideológico que sean, tienen credibilidad por su práctica política. La creciente decepción de los ciudadanos de muchas partes del planeta con la capacidad de sus dirigentes políticos para conseguir algo positivo relacionado con el bienestar ciudadano a corto plazo, no es precisamente el mejor caldo de cultivo para la democracia. En los sondeos se manifiesta cada vez más ampliamente que los Gobiernos hacen muchas menos cosas de las que la mayoría quiere que hagan (educación, sanidad, pensiones, infraestructuras, protección medioambiental, amparo al desempleado estructural…) y en cambio existe la sensación creciente de que sus actuaciones se acercan siempre mucho más a lo que demandan las élites económicas: las patronales y los lobbies empresariales y financieros. Que trabajan en torno a los objetivos intermedios (el déficit, la deuda, ayudar a los bancos en dificultades…), pero no aseguran el bienestar final de los ciudadanos, que es la verdadera utilidad de la economía política.

Ello lleva a acrecentar el número de detractores del capitalismo, los cuales sostienen que el mismo está al servicio de la codicia, explota la vulnerabilidad de la gente, impone la desigualdad de la renta y el patrimonio, elimina la movilidad social, expolia el medio ambiente y, sobre todo, gobierna a la democracia. Como escribe Jeffrey Sachs, el capitalismo global es una gigantesca fuerza implacablemente productiva que introduce de modo permanente en el mercado nuevos bienes y servicios, pero que divide de forma despiadada a la sociedad en función del poder, el nivel de estudios, y los ingresos y el patrimonio; los ricos son cada vez más ricos y tienen más poder político, mientras se deja atrás a los pobres, sin empleos decentes, sin seguridad, sin una red que asegure los ingresos o sin una voz política. Y este escenario se reproduce en todo el mundo a medida que ese capitalismo incorpora a un país tras otro a sus sistemas de producción y los integra en su red de influencia política.

Existe la sensación de que la actuación de los Gobiernos se acerca más a las demandas de las élites

Hay quienes dicen que del mismo modo que en el año 1989 el capitalismo derrotó al comunismo, a partir de 2007 ha vencido a la democracia. Un triunfo, en apariencia, totalizador. Por ejemplo, el sociólogo francés Alain Touraine defiende que la crisis fue provocada por aquellos que, persiguiendo su exclusivo beneficio a corto plazo, hicieron de las finanzas un coto opaco sin relación con la economía real, y que el comportamiento de los muy ricos ha desempeñado el papel principal en la disgregación del sistema social, es decir, “de toda posibilidad de intervención del Estado o de los asalariados en el funcionamiento de la economía”. Las teorías de la conspiración florecen porque las conspiraciones parecen reales.

La mayoría de las protestas que ha habido en muchas partes del mundo, vinculadas de un modo u otro a esta forma de ver las cosas, han tenido lugar en países que se caracterizan por altos niveles de desigualdad económica. El mínimo común denominador de la ira de ese segmento creciente de la población del planeta, muy bien conectado y que cree que Wall Street no es solo una calle de Nueva York, sino un estado de ánimo (véase el libro Occupy Wall Street. Manual de uso, editorial RBA) es monocausal: una forma de progreso económico que, orientado a la creación de riqueza privada, es indiferente a la idea de bienestar colectivo, justicia social y protección medioambiental.

Ahora, a las críticas centrales al sistema —la creciente desigualdad, una movilidad social descendente, el debilitamiento de la red de protección social, y la creciente influencia del sector financiero ante la supuesta capacidad de las democracias representativas para frenar y regular sus excesos— han añadido otra: la rapidez con la que muchos bancos y grandes empresas están recuperando la senda de la rentabilidad y de los beneficios sin que ello se note en el nivel de empleo, la renta disponible y la provisión de bienes públicos. Por ello hay que tener cuidado ante las declaraciones de que lo peor ha pasado y que se ha tocado fondo. Si ellas no van acompañadas de realidades tangibles, la irritación crecerá, se extenderá aun más en el tiempo y se seguirán contando cumpleaños de la gran crisis de nuestro tiempo.

FIN

 

Sampedro nos reconcilia con la condición humana

Se nos fue el maestro. Como los ríos que van a dar a la mar, poco antes de morir, Sampedro nos dijo: «Ya noto la sal». Él mismo era la sal de la tierra.

José Luis Sampedro

José Luis Sampedro

Ahora, en el día de las alabanzas, le lloverán homenajes póstumos qué él nunca buscó. Por su modestia supimos que era sabio. Sabio de los de verdad. Por su finísimo sentido del humor descubrimos su inteligencia poderosa. Por su integridad, lucidez, autenticidad y sencillez nos cautivó como ejemplo vivo de un hombre bueno y libre. Un intelectual entero. Era, sobre todas sus excelencias, un hombre cabal,  una bellísima persona. Fue un privilegio conocerle: tan fácil de admirar, tan difícil de emular.

Hace tres años (en abril de 2010), circularon por las redes sociales multitud de clamores de jóvenes para que la sociedad española, tan tacaña con sus genios -roñosa España oficial-, reconociera los méritos del escritor, economista, profesor, académico, humanista, etc., y le otorgara, por lo menos, el Premio Cervantes.

Forges en El País (9-04-2013)

Forges en El País (9-04-2013)

Yo mismo me sumé al griterío y pedí, desde este blog, no uno sino todos los premios juntos… Y me quedé corto. Este fue el título de aquel  post: «¡Por Sampedro! ¿Dónde están los premios que merece?

Le dieron algunos premios -pocos y pequeños para lo que merecía- pero los jóvenes indignados reconocieron pronto su libertad de pensamiento y de acción y le adoptaron como maestro y guía. No se equivocaron. Y ese fue el mejor reconocimiento.

Recién muerto el dictador, asistí a un seminario del profesor Sampedro sobre la crisis económica (la del petróleo) que entonces nos parecía gigantesca. Además de contagiarnos su pasión por la vida y el conocimiento, recuerdo muy bien el canto que José Luis Sampedro hizo sobre el amor a la Naturaleza, sobre el cuidado de los recursos escasos del planeta.

La "rentrée" de Sampedro. Portada del nº 1 del semanario Cambio 16 (22-11-1971)

La «rentrée» de Sampedro. Portada del nº 1 del semanario Cambio 16 (22-11-1971)

Cuando apenas se hablaba en España de medio ambiente, cuando el humo contaminante de las chimeneas era un admirable signo de industrailización y desarrollo, el maestro nos introdujo en el nuevo mundo emergente de la Ecología. Una frase se me quedó grabada de aquel seminario. Nos dijo: «El hombre sin pájaros es menos hombre». Era amante de los versos de San Juan de la Cruz y franciscano practicante en todo lo que se refería a los seres vivos.

Hace 42 años conocí al maestro. Lo llevamos a la portada del primer número del semanario Cambio 16 con el titulo «La rentrée de Sampedro«. Acababa de regresar a España procedente de Gran Bretaña, donde estuvo enseñando en varias universidades. Los jóvenes de entonces, fundadores de aquel semanario que prometía (en secreto) ser crítico con la Dictadura, le recibimos como el maestro que ya era. Encargamos a Mercedes Rico Carabias (luego embajadora de España) que le hiciera una entrevista para el numero 1.  Fue una apuesta ganadora. Respondiendo a una pregunta de Mercedes sobre lo que él llamaba (¡en 1971!) «el agotamiento de la ciencia económica convencional», el profesor Sampedro mandó parar y dijo:

«¡Caray! Tengo la impresión de que, si sigo así, esto va a terminar siendo un «ladrillo»… ¡Para un primer número, no creo que sea la mejor manera de conquistar lectores!»

Y así quedó recogido en aquel número fundacional de la que llegaría a ser la primera revista crítica contra el franquismo.

Si don Antonio Machado viviera habría escrito de José Luis Sampedro algo parecido a lo que escribió a la muerte de Francisco Giner de los Rios, fundador de la Institución Libre de Enseñanza (a la que sigo ligado por recomendación de Juan Marichal):

A Don Francisco Giner De Los Ríos

Como se fue el maestro,
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió?… Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!

Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
…¡Oh, sí!, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas…

Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.

Paginas 22 y 23 del nº 1 de Cambio 16 (22-11-1971)

Paginas 22 y 23 del nº 1 de Cambio 16 (22-11-1971)

 

Joaquín Estefanía ha dedicado su artículo de hoy en El Pais (10-4-2013, pag. 219) a su maestro José Luis Sampedro.  Su título «Churchill, Roosevelt y Juan XXIII» (frente a Thatcher, Reagan y Juan Pablo II) es muy oportuno. Y su contenido es muy clarito. Recomiendo su lectura. A Estefanía -como ocurrió con su maestro Sampedro– cada día se le entiende mejor. No pares, Joaquín. —

Ramón

Ramón

 

 

Calvo Sotelo, un burgués ilustrado

Ha muerto el ex presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo. Me acabo de enterar hace un rato por los mensajes urgentes de 20 minutos, a través de número de telefono 7520 (al que cualquiera se puede apuntar si quiere estar al tanto de lo que pasa, antes que nadie). La noticia era bastante escueta. En la portada de 20minutos.es hay más información.

Impresionado por tantos recuerdos compartidos con don Leopoldo, desde sus tiempos de Explosivos Rio Tinto hasta que dejó la política, he pasado por Google y he tecleado el nombre del político fallecido. Antes de entrar en nuestra web, he reconocido, de pronto, por el título, un reportaje publicado por mi en El País el día antes del Golpe de Estado del 23-F. Creo que el reportaje iba encabezado por una gran foto de Calvo Sotelo tocando el piano. El recuerdo de aquella fecha tan negra para la historia de España aún me produce escalofríos.

Copio y pego, a continuación, el largo perfil que yo publiqué en la vispera del Golpe del 23-F sobre aquel candidato a la Presidencia del Gobierno :

Leopoldo Calvo Sotelo, candidato inédito de la burguesía ilustrada

El aspirante a la presidencia del Gobierno ha evolucionado políticamente desde la intransigencia a la tolerancia

J. A. MARTINEZ SOLER

en El País 22/02/1981

El candidato de UCD a la presidencia del Gobierno es un varón de 54 años, con perfiles bastante inéditos y, cuando menos, controvertidos. Leopoldo Calvo Sotelo es, según la versión más generalizada de sus censores, altanero, distante, frío, profundamente reaccionario, ignorante, aburrido e ineficaz.

Para sus apologistas, sin embargo, es tímido, ingenioso, culto, tolerante, pragmático, posibilista, inteligente y desprendido. Para unos será Leopoldo el breve, mientras que para sus leales «habrá Leopoldo para rato».

No es posible recoger opiniones moderadas sobre el candidato: o son blancas, para los amigos, o muy negras, para los enemigos e indiferentes. Sin embargo, hay indicios que permiten proyectar al personaje como un notable representante de la burguesía ilustrada y un entronque con la Monarquía constitucional de la restauración a partir de su sorprendente evolución, desde la intransigencia de los jóvenes vírgenes del nacional catolicismo a la tolerancia de los políticos posibilistas. En todo caso, nos enfrentamos a una personalidad, desde todos los puntos de vista, complejísima. Y gallega.

Leopoldo Calvo Sotelo, candidato inédito de la burguesía ilustrada

Entronque con las familias de la restauración

La impresión que causa el candidato Calvo Sotelo a los mortales que le conocen por primera vez suele ser habitualmente negativa. Tiende la mano, desde arriba, estira el brazo, marca una clara distancia física, crea un campo impenetrable, eleva la barbilla, entorna los ojos y, después de saludar secamente, frunce el ceño y olfatea dos veces al adversario.

A partir de ese momento, la personalidad de Calvo Sotelo se humaniza con un diálogo educado y amable, siempre frío. Es un hombre de grandes silencios, que unos atribuyen a su enorme sabiduría y prudencia y otros a su tremenda ignorancia.

Guarda las sonrisas como oro en paño y las reparte a escondidas sólo entre sus amigos. Pueden considerarse amigos de «primo Poldo» aquellos que han tenido el privilegio de verle reír. Por eso son tan pocos.

Sus críticos le consideran aburrido y timorato. Sus valedores le tienen por hombre divertidísimo y lanzado, con un finísimo humor tan sólo explicable por su retranca gallega. A Leopoldo se atribuyen preguntas como la siguiente:

«¿Está don Landelino en su despacho o está ya expuesto?»

.

Se divierte con la regla de cálculo o contemplando el firmamento con su telescopio de 2,5 pulgadas, aunque también monta en bicicleta y pasea con su esposa, cogidos de la mano.

Todos estos contrastes, recogidos entre personas solventes de la vida política y económica española, muestran la complejidad del personaje y, muy especialmente, su carácter realmente inédito. Por ello es un hombre cargado de sorpresas, capaz de marcar un estilo político distinto para la nueva época de los gestores de la cosa pública que puede comenzar tras la votación de investidura: la burguesía ilustrada.

Por sus obras no le conoceréis

Lo más destacable de su ya dilatada vida pública es la imposibilidad de definirle políticamente por sus obras o por sus gestos. Siempre actuó de mediador, de moderador, de contemporizador, de puente, sin comprometerse con ningún partido, familia, tendencia o líder político. Pasó por el franquismo sin pertenecer a ninguna de sus tribus. Y, curiosamente, siempre trató de situarse en el ala más progresista del poder constituido. Nunca fuera del orden establecido.

Que es un hombre singular lo demuestra el hecho de haber evolucionado al revés que la mayoría de los ciudadanos.

Con el tiempo ha pasado de la derecha intransigente a la derecha civilizada. Su personalidad política se fraguó en la adolescencia y juventud dentro del nacionalcatolicismo como miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y de las Juventudes Monárquicas, en las que ingresó en 1942.

A «primo Poldo» le atribuyen, entre otras gamberradas de aquellos grupos llamados «jóvenes vírgenes», el haber participado en la protesta activa -con asalto a pedradas incluido- contra la exhibición en Madrid, en los tristes años de posguerra, de la atrevida película Gilda, en la que Rita Hayworth lucía pecaminosos trajes ajustados de fulana elegante. Oscuros biógrafos aseguran que Miguel Sánchez Mazas y José María Ruiz Gallardón eran agitadores de aquellos «comandos moralizantes» que secretamente alentaba Federico Silva Muñoz como líder.

A partir de estos antecedentes «ultras», el joven Poldo fue moderándose con el tiempo y haciéndose menos reaccionario y más progresista. La necesidad de ganar pronto un sueldo para mantener a su madre y cuatro hermanas (su padre murió en 1933) le obligó a aplicarse en los estudios de ingeniero de Caminos y a colocarse en 1951, durante el último curso de la carrera, en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo de la mano de su tío Francisco Bustelo (que estaba ligado al Urquijo por Industrias Aragonesas) y del padre de los diputados socialistas Javier y Luis Solana.

Para ganarse la vida, Leopoldo fue perdiendo dogmatismo doctrinal y ganando pragmatismo empresarial. En el banco destacó pronto como un joven notable y un buen partido. Casó con Pilar Ibáñez, hija del que fue ministro de Educación con Franco, y a la que conoció mientras discutía la rebeldía universitaria de su escuela con el entonces ministro y después suegro, señor Ibáñez Martín.

«…un cierto hartazgo de capitalismo»

Desde 1951 a 1967, en que aparece por primera vez en la vida pública, bajo la tutela del ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz, se dedicó a sus actividades de gestión empresarial, primero, en Perlofil, empresa del grupo Urquijo dedicada al nailon, y más tarde, en Unión Española de Explosivos, del mismo grupo.

Su incorporación a la política del franquismo fue un salto a la fama en 1967 como presidente de la Renfe, un feudo del Cuerpo de Caminos. El propio Calvo Sotelo lo explicó así en 1974 en una entrevista publicada en el libro Los lucenses:

«Fue la insistencia de mi amigo el ministro (Silva Muñoz) y también un claro y antiguo deseo mío de prestar un servicio público. Tal vez una cierta vocación política, que yo he creído tener desde pequeño, me hace preferir el servicio directo, como el que se puede prestar desde un ministerio o en una empresa nacional, y no digamos en la Renfe. De manera que un deseo de servicio público, más un cierto hartazgo de iniciativa privada y de capitalismo, más la presión amistosa de un ministro, me llevaron a tomar una decisión importante a mediados de 1967, que fue la de aceptar la presidencia de Renfe».

Desde luego, un hijo de la oligarquía no pronuncia estas palabras ni en broma, ha comentado uno de sus colaboradores.

Silva pretendía ser entonces un oasis de eficacia en el desierto, el ala progresista -con perdón- del franquismo que se atrevía a enfrentarse al todopoderoso Opus Dei. Y allí estuvo Calvo Sotelo. Poco después dimitió por discrepancias con su amigo Silva. Desde 1968 colaboró en la elaboración del II y III Plan de Desarrollo como empresario del sector químico, al que regresó como consejero delegado de Explosivos, y en 1971 se presentó a procurador sindical representando a su patronal.

Leopoldo Calvo Sotelo, candidato inédito de la burguesía ilustrada

(Viene de página 16)

Desde ese momento participó más activamente en la vida oficial del régimen franquista como presidente de la Comisión de Obras Públicas y miembro de la Comisión de Leyes Fundamentales en las Cortes. Sin embargo, mantuvo siempre su devoción monárquica de toda la vida y pasó de puntillas, procurando no hacer ruido a través de las adhesiones inquebrantables y las condecoraciones que imponía la dictadura.Una de sus virtudes para llegar sin desgaste a donde está es, según algunos de los que han trabajado con él, su capacidad para no comprometerse en solitario en decisión alguna. Leopoldo, pese a su larga vida política, se mantiene inédito.

«Nunca toma decisiones equivocadas, porque nunca toma decisiones», nos ha comentado uno de sus antiguos colaboradores.

«No tiene prisa y da la impresión de que, hasta en los detalles más insignificantes, se reserva para cuando llegue su oportunidad». De esta manera, pasó por Fedisa, por Reforma Democrática y pasará por Unión de Centro Democrático.

Más administrador que reformador

El mes pasado preguntaron a Calvo Sotelo, como vicepresidente económico del Gobierno, si pensaba autorizar la subida de las tarifas eléctricas. Leopoldo contestó con una precisión de filigrana:

«Creo que en una próxima Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, que será presidida por Adolfo Suárez, el ministro de Industria y Energía, Ignació Bayón, tiene la intención de presentar la propuesta de subida de tarifas eléctricas».

Aunque, como monárquico, reconoce desde antaño tener un solo jefe, sus padrinos políticos han sido Silva, Fraga, Arias Navarro (con quien fue ministro de Comercio) y Suárez (como ministro de Obras Públicas, portavoz de UCD en el Congreso, ministro para las Relaciones con la CEE y vicepresidente Económico).

En todos los casos ha pasado por los diversos ministerios y otros cargos como el rayo de luz a través del cristal, sin romperlo ni mancharlo. Le acusan de confundir el «dejar hacer» por el «dejar de hacer». No se le recuerdan decretos, reformas, órdenes ni discursos hasta que llegó a la vicepresidencia.

Ha tenido bastantes oportunidades para iniciar reformas que sugirieran al público las características de su modelo de sociedad y de Estado, si los tiene, pero hasta ahora sigue siendo políticamente indefinible, casi apolítico; todo un gestor.Para Leopoldo gobernar no es promover reformas en la sociedad o en el Estado que alumbren el futuro -aunque sea a gorrazos, como pretendía Abril Martorell-, sino más bien administrar honesta y eficazmente los recursos que la sociedad pone en manos del Estado. Por ello, Calvo Sotelo es más administrador que reformador, más conservador que progresista. Es la hora de la nueva tecnocracia, ya que para reformár hay que asumir riesgos, a los que el candidato no parece estar acostumbrado ni dispuesto.

Su personalidad encaja cómodamente en la imagen de jefe de Gobierno a la italiana, político florentino, complicado y posibilista, algo gris y nada brillante o ruidoso. No es hombre de salones ni fiestas ni risas. Desinteresado por la publicidad, no trata de agradar a toda costa, y tampoco le importa desagradar, sin cambiar, eso sí, el timbre educado y amable de su voz.

A veces su enorme timidez le hace violento en privado. Sin embargo, en público muestra cierta soberbia contenida. «Siempre se comporta como un caballero», según señoras de buena familia. En ocasiones no puede ocultar, a pesar suyo, un cierto calor humano, simpatía y generosidad. Su pasión por las matemáticas y la astronomía -ciencias tan poco exactas- garantiza su carácter posibilista y especulativo.

Calvo Sotelo es todo menos un progresista, pero también es todo menos un dogmático. Mirar al cielo por la noches, sin las urgencias del día a día, para identificar estrellas y medir constelaciones, calcular con telescopio o regla de cálculo distancias galácticas, o incrementos ínfinitesimales, pensar en términos de años-luz, es una diversión que nunca agradeceremos suficientemente los españoles a este sabio «barón». El ritmo de gobierno de Calvo Sotelo no tiene el nervio rápido del segundero de un reloj, sino el equilibrio de los astros, la serenidad del firmamento. Leopoldo, según él mismo asegura pausada y lentamente, «no se merienda la cena».

Es un corredor de fondo que se acerca a una meta para la que se estuvo preparando secretamente y sin ninguna prisa desde pequeño. Ni advenedizo ni oligarca. Vive como un buen burgués -sin ostentación de advenedizo ni decrepitud de oligarca-, en un chalé de Somosaguas– próximo a la Casa de Campo de Madrid, en el número 1 de la calle del Búho. Leopoldo es un gran observador y un gran curioso. Habla poco, pero se fija mucho. Es un interiorizador. Disfruta de la vida familiar e, incluso, conversa a menudo con sus ocho hijos.

En familia luce la sencillez y normalidad de la burguesía de toda la vida. «En su casa se come modestamente, porque vive sólo de su sueldo y su mujer debe medir bien la cesta de la compra», nos ha declarado uno de sus colaboradores más próximos. Sus inclinaciones matemáticas y físicas le hacen riguroso contra la improvisación, perfeccionista enfermizo.

Es metódico y ordenado y trabaja «cada cosa a su tiempo». También suele decir que «cada día tiene su afán». Utiliza el lenguaje con precisión logarítmica, lo que prueba que ha leído a los clásicos. Cita a menudo a Cervantes, y en sus moderadas reprimendas trata siempre de buscar zonas de convergencia y de consenso como buen erasmista.

Una gran parte de los 15.000 libros que posee están leídos o, al menos, manoseados. Ha recorrido medio mundo y habla tres lenguas. Sorprende por su cultura enciclopédica y conoce detalles científicos inútiles para el resto de los mortales. Como los campesinos gallegos, sabe, por ejemplo, cuándo va a llover y entiende inclusive como pocos las isóbaras y los anticiclones del mapa del tiempo.

Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo es, en fin, más ordenado que brillante, más eficaz que imaginativo, más coherente que espectacular, más temeroso que audaz, más administrador que reformador, más de derechas que de izquierdas, más conservador que liberal y, como ha dicho recientemente en Le Monde un francés envidioso, «es demasiado lógico para ser español».

FIN

Por aquellas fechas, cuando yo era redactor-jefe de Economía de El Pais, recuerdo haber publicado una historieta sobre la famosa «tia Carlota«, faro de la «burguesía republicana«, que luego identificamos como «beautiful people» y que tanto encandiló al entonces provinciano Felipe González. La «tía Carlota» era hemana de Mercedes Bustelo, madre de Leopoldo. Era, por tanto, tía del candidato a presidente del Gobierno y de muchísimos otros sobrinos propios y adoptivos.

El nombre de «beautiful people» lo puso un colaborador y amigo de Cambio 16 que hoy trabaja para un gran banco. Y no digo más.

No encontré mi historia sobre la «tía Carlota» y los bustélidos, pero sí he localizado, gracias a San Google, un excelente artículo de mi compadre Joaquín Estefanía sobre «la tía Carlota» que no tiene desperdicio.

Es una joya para los curiosos de la doble transición española (política) de la dictadura a la democracia y (económica) del tercer mundo al primer mundo.

Después de comer, encontré este despiece del mismo día 22-F de 1981, publicado por mi en El País con las iniciales de JAMS:

Entronque con las familias de la Restauración

J. A. M. S.

en El País, 22/02/1981

Un genuino representante de la que hubiera sido la clase dirigente española, de no haberse producido la guerra civil, está a punto de convertirse mañana en presidente del Gobierno. Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo entronca con las familias conservadoras del pasado constitucional, por parte de padre, y con las familias liberales de la misma burguesía emergente, por parte de madre.

Gallego por parte de padre y de madre, primo Poldo sintetiza en estos momentos a las familias de la restauración monárquica canovista. Los Calvo Sotelo, como los Cánovas, abogados del Estado y miembros destacados de la «mesocracia» de principios de siglo, representan la tradición conservadora, pero constitucional y no fascista.

El apellido Calvo Sotelo -inundando como «protomártir de la cruzada» calles y plazas- podría haber dejado en la personalidad del joven Poldo una profunda huella durante el franquismo. Pero no parece haber sido así.

Los Bustelo, como los Sagasta, también altos funcionarios no terratenientes ni financieros, pero con gemelos de oro, buena casa, bibliotecas y sirvientes, representan en el candidato la tradición liberal, culta, no clerical, humanista y avanzada. Son familias ligadas a la imagen de la Institución Libre de Enseñanza y al Estado laico y sus hijos hubieran dirigido también la sociedad española de no haber mediado la guerra civil.

Ambas familias no tienen grandes fortunas. Pero son miembros de una burguesía ascendente que nunca hizo en España su revolución. No pertenecen a la oligarquía decadente, aunque mantienen con ella ciertos lazos por recibir ocasionalmente su mecenazgo y apoyo. Tampoco tienen grandes fincas porque no accedieron a tiempo a la acumulación de riqueza en la propiedad agraria.

Son abogados, catedráticos, médicos, profesionales de la «mesocracia» que brillan desde finales del siglo pasado en un país de analfabetos, gañanes, harapientos, clérigos y militares. Los hijos de esta burguesía urbana viajaron al extranjero, aprendieron lenguas, heredaron bibliotecas y pianos. Muchos de ellos apagaron su brillo social, profesional o académico durante la dictadura, mientras otros optaron por el exilio.

En todos los casos, perdieron el protagonismo reformador de una clase dinámica y emprendedora. Con la democracia, esta burguesía civil da muestras de un cierto renacimiento, comienza a desperezarse y a salir a la luz. E, incluso, a presumir en público.

Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo fue a institutos públicos y al Colegio Estudio, no a otros colegios de pago; aprendió lenguas, apreció la lectura, la música y las humanidades. Tuvo «malas compañías» en la adolescencia y juventud entre los «comandos moralizantes» del nacionalcatolicismo de Silva Muñoz y los propagandistas católicos –de los que sólo le ha quedado la costumbre de usar misal-, pero el peso de su historia y de su familia le recuperó de la intransigencia y le devolvió a un camino de mayor tolerancia y de cultura.

FIN