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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Ha muerto Pepe Montes, servidor del interés general

Ayer fue un día agridulce, alegriste, una mezcla de alegría y tristeza.

Mientras los campeones de Europa volaban hacia Madrid, dimos el último adiós a José Montes, buen amigo, compañero de la tertulia de El Puchero durante casi 30 años, y uno los mejores servidores del interés general que he conocido.

Hoy publica El País un cariñoso obituario de Pepe, escrito por José Luis Leal, ex ministro de Economía, que fue su jefe y el mío durante el Gobierno de Suárez y Abril Martorell.

Fernando Abril Martorell era el vicepresidente económico, José Luis Leal era el ministro de Economía y José Montes era el subsecretario de Economía.

Yo era, entonces, el joven ayudante entusiasta de todos ellos en Castellana, 3; uno de los empleos más felices y gratificantes (aunque, eso sí, peor pagados) de mi vida.

Hace unos años perdimos muy prematuramente a nuestro amigo, jefe y maestro Fernando Abril (¡qué bien nos vendría a todos tenerle aún vivo para que nos ayudara a salir de esta crisis!).

Ayer enterramos a Pepe Montes, el enemigo número 1 de la inflación, un jabato inmejorable para contener la subida de los precios. Solía repetir con su energía habitual -casi a gritos- que la inflación es muy mala porque

«a quien más perjudica es a los más pobres e indefensos, que carecen de capacidad para renegociar sus salarios».

Los enemigos de la inflación le debemos un homenaje a Pepe Montes. Era un artista finísimo para fomentar las importaciones de carne de pollo, de cerdo o de lo que hiciera era falta con el fin de bajar los precios, controlar el IPC y para que no faltara comida en la mesa de los españoles, durante la segunda mayor crisis económica del siglo pasado desde el crack del 29.

El subsecretario Montes gobernó los precios cuando más desmadrados se presentaban, tras la doble crisis del petróleo de 1974 y de 1979. Era una crisis como la que comienza ahora, pero a lo bestia, con inflación creciente, galopante, y PIB menguante. (Recordaré para los más jóvenes que en aquella crisis quebraron más de 50 bancos, miles de empresas, el paro pasó del 22 % y más de la mitad de los jóvenes en edad de trabajar no había probado siquiera su primer empleo)

Pepe supo, como nadie, embridar al IPC y doblar el espinazo a la subida de precios. A las órdenes de Abril Martorell y de Leal, sentó las bases para la recuperación económica del 86 que duró hasta la crisis del 92-94.

Fue un malabarista socarrón del cuadro macroeconómico, un mago de la cesta de la compra, cuyo coste removía con gracia y finura granaina. A servidores del Estado como él, debemos la salida anticipada de aquella larga crisis de caballo y el primer empleo de muchos jóvenes. Desde luego, alguien me dirá -y con le faltará razón- que la estabilización del precio mundial del petróleo, ya en tiempos de Felipe Gonzalez, tamibén nos ayudó a superar aquella terrible «estanflación» (estancamiento con inflación). No hay nada nuevo bajo el sol.

Jose Luis Leal ha glosado muy bien la figura de nuestro subsecretario, en su artículo de El País de hoy, que copio y pego en el blog . ¡Qué pequeña se nos queda ahora la tertulia de pisto y cordero del Puchero, mis queridos José Luis, Crisanto, Luis, Fernando, Mariano, Antonio…!

Ayer, tras el cierre de su ataud, le dije a Carmen, su viuda, que echaría de menos la bola de helado que compartía con su marido, una vez al mes desde hace 30 años (ambos presumíamos de guardar siempre una falsa dieta), y la media copita de chinchón dulce con la que poníamos broche final a nuestra tertulia. No le dije -y ahora lo siento- que lo que más voy a echar de menos es su afecto franco y explosivo y su tierna bravura en los debates económicos y en su lucha feroz, implacable, contra las injusticias.

También olvidé decirle que le agradeceré siempre su magisterio. Fue un gran economista, un becario del gran Simonet y uno de mis primeros colaboradores en la fundación del semanario Cambio 16 (en 1971).

Hablaré de Pepe Montes a mis alunmos, cuando regrese a la Universidad, para que sepan que el servicio a los intereses generales del Estado puede hacerse muy bien con las herramientas que nos ofrece la Economía pero, eso sí, siempre que estén dirigidas por un corazón tan grande y tan noble como el de mi querido subsecretario.

¡Que pena y que rabia me dió que no pudiera disfrutar, por un día, de la descomunal victoria de España en la Eurocopa!

Descanse en paz.

El funeral está previsto para el próximo martes, 8 de julio, a las 20:00 horas en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, Calle Puerto Rico, 1, Madrid.