Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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«Queman», en El Mundo; «tranquiliza», en El País

«Posible OPA», en El País

«Falso rumor de OPA», en El Mundo

El fracaso del catolicismo español

SUSO DE TORO en El País 14/09/2007

Es común dar por hecho que la religión, heredada del tiempo de nuestros mayores y ancestros, decae históricamente y que, siendo extemporánea, ya no juega un papel significativo en nuestro tiempo. Y esto a despecho de que la principal potencia económica y militar, Estados Unidos, tenga en su Constitución y en su moneda, que es el patrón de la economía mundial, la invocación al dios cristiano, manifestando así prácticamente la confesionalidad del Estado. Y de que todos sus presidentes se declaren creyentes públicamente y hagan de ello bandera política. A despecho también de que el Estado de Israel, que juega un papel tan importante en la política norteamericana y mundial, viva verdaderamente como Estado confesional; de que países como Irán, que juega un papel cada día más activo en el escenario internacional, sea beligerantemente confesional; de que la religión musulmana esté siendo desde hace unas décadas un instrumento de afirmación identitaria para una parte importante de la juventud árabe, creando un nacionalismo radical religioso transversal a los Estados existentes, árabes o europeos.

En realidad, la religión, basta considerarla en su dimensión ideológica, es, en nuestro tiempo, un instrumento principalísimo en el conflicto entre intereses y visiones del mundo. No el comunismo, es la religión el fantasma que recorre Europa y el planeta. Y donde la religión no se manifiesta de forma clara aparece en sus formas más seculares: en ideologías místicas comunitarias. Pues los humanos seguimos buscando y hallando credos y fes en las que disolver nuestro insoportable yo en algún nosotros. Buscamos argumentos que nos sitúan no sólo en el espacio sino también en el tiempo, que nos dan memoria y futuro, o sea trascendencia a nuestras vidas. Y de este modo encontramos algo de sentido a nuestra vida individual y solitaria.

Lo que en la inteligencia europea es minusvaloración de la religión, que le impide ver la realidad, en España es un desprecio intelectual absoluto. Quizá ese desprestigio de la religión en general se deba entre nosotros a algo más que al esquematismo de epígonos tardíos de la Ilustración, es la repulsa hacia la Iglesia católica que ha condicionado tanto nuestras vidas y la sociedad. Pues el catolicismo para nosotros tiene rasgos propios, es la ideología nacional, y nacionalista, española. El nervio del argumento de la nación española fue escrito por clérigos y el supuesto continuo histórico católico-castellano se basa en la continuidad de la Iglesia católica española. Las crónicas medievales de Ximénez de Rada pretenden continuarse ahora en el discurso de Rouco Varela. Es lógico que frente a ese argumento de la esencia de España exista un contradiscurso comunitario nacional en las diócesis vascas y catalanas.

Y es que no hablamos de fe, hablamos de política, la lucha por el poder es lo que hay tras la beligerancia de la Iglesia española. Cuando presionan para imponer su doctrina a todos los ciudadanos, cuando intentan que su ideario religioso sea la ideología del Estado y la sociedad, intentan mantener su papel histórico. La Iglesia católica española, los obispos, creen ser la esencia de España, los que coronan reyes o casan príncipes, hablan literalmente en nombre de España.

Evidentemente es falso, intentan usurpar el poder y negar la existencia a la ciudadanía, pero la Iglesia es dueña de los símbolos que articulan la vida política toda, incluso los ministros juran su cargo ante un crucifijo. Y hasta ahora ha sido dueña de los ritos de la vida social y personal, del bautizo al entierro, pasando por la boda. El debate político que la Iglesia católica le plantea a la sociedad española es profundo, le disputa a la ciudadanía la propiedad del Estado y, en su sentido más profundo, la misma autoridad.O mandan los obispos o mandan los ciudadanos.

Los obispos reclaman el poder que se les escurre entre los dedos y por eso remarcan los rasgos de su ideología, su integrismo frente a una cultura laica que la sociedad ya ha interiorizado hace tiempo de un modo natural. Los cambios sociológicos e ideológicos han sido profundos, esta Iglesia ya no expresa a esta sociedad. La representaba ideológicamente después del golpe contra la República, de la represión de posguerra y durante el franquismo: cuando la Iglesia tenía su cupo en las Cortes franquistas, cuando para ser obispo había que tener el plácet de Franco. Entonces la Iglesia sí era dueña ideológicamente de España, o sea de los españoles. Hoy, no.

La violencia de la Cope es el canto del cisne de lo que fue. El integrismo católico hoy es un tigre o más bien un fantasma de papel, la prueba es su agresividad, síntoma de su impotencia. La sociedad simplemente no querría vivir encerrada en su utopía reaccionaria. La Iglesia se reclama dueña de la historia española pero es su esclava, atada a ese pasado que tuvo su fruto granado en el nacional catolicismo franquista. Incapaz de romper con su pasado, de asumir errores, cargando con su integrismo, ha perdido su hegemonía sobre la sociedad. Su fracaso ideológico es patente, la Iglesia española tendrá aún mucha parroquia pero está sectarizada. Sólo una facción, esta derecha en su búnker, acepta su liderazgo moral.

Ese fracaso histórico es clamoroso, pues el nacional catolicismo fue un régimen totalitario en el que Ejército e Iglesia no sólo controlaron la vida pública, también modelaron el yo de generaciones de españoles. Tal fue su poder.

Y precisamente es en España, debido al fracaso del catolicismo, donde se da de un modo más acusado que en otras sociedades europeas la pérdida de todo el crédito de la religión. Al no adaptarse a nuestro tiempo histórico resulta un obstáculo, lo que el catolicismo nos dice no tiene nada que ver con lo que vivimos y sentimos. La ley de los obispos resulta extemporánea e inhumana, carece de sentido de la realidad. Así, excepto en Euskadi y Cataluña, donde el catolicismo se ha pegado más a la comunidad y todavía es un referente con un papel aceptado en la vida social, se puede decir que la sociedad española es hoy irreligiosa. La corrupción del mensaje cristiano que fue el nacional catolicismo ha merecido la censura política e incluso moral de la mayoría de la sociedad y el empecinado integrismo, su alejamiento. Así, el fracaso de la Iglesia ha ayudado a que la católica y tradicional sociedad española, paradójicamente parezca ser la más «moderna» de las europeas.

Cabe preguntarse qué consecuencias está teniendo para la moral social, hay signos de anomia en nuestra sociedad. Si la moral católica tradicional no es válida para esta sociedad, ¿qué moral social existe? ¿Cuál es el consenso moral? ¿Lo hay? ¿Quién tiene legitimidad o capacidad para establecer un nuevo consenso que nos diga lo que está bien y lo que está mal? ¿O soportaremos vivir sin un orden que nos diga lo que está bien y lo que está mal? Si es así, no podremos educar a nuestros hijos en una ética personal. Sin moral, qué ética. La ética es dinámica y ágil pero la moral tiene que tener consistencia y estabilidad, no se levanta sobre pilares relativos. ¿Podemos tener moral sin fundamento religioso? Es decir, sin fundamento, sin mito fundacional. No creo que las ideologías puedan fundar moral, sólo lo hacen cuando se transforman en mito comunitario, como el comunismo, el fascismo o algunos nacionalismos. Es el mito, la religión, quien da el orden último al mundo. Pero como no parece posible tener una fe religiosa simplemente porque nos convenga quizá debamos afrontar hoy este vivir desmoralizados, pues es nuestra realidad. ¿O sabe alguien una manera de cimentar valores comunes indiscutidos y aceptados?

O eso o repensar la religión, y tendría que ser un pensar distinto, un pensar sintiendo. En ese caso deberíamos mirar hacia atrás, al principio, y volver a preguntarnos por el final, la muerte. La muerte es una fuente de preguntas sobre la vida. ¿Es la vida humana sagrada? Antes de contestar podríamos detenernos para siempre en discutir lo que es «sagrado», pero también podemos contestar sí o no simplemente. Si no es sagrada es un bien tangible y tasable, si es sagrada quizá podamos sobre eso levantar moral para nuestro vivir. Que es un vivir cada vez más ensanchado, o achicado, por el espacio que crean los mass media, ese mundo vigoroso creado por nosotros pero que parece haberse emancipado y tener vida propia: resultó que nuestra civilización apolínea incubó el huevo del monstruo dionisíaco. Es un mundo nuevo, una nueva dimensión, donde la moral pinta muy poco y manda el deseo.

En este tiempo nuevo las generaciones adultas conservamos, aunque no lo reconozcamos, la moral judeocristiana que nos trasmitió de grado o por fuerza la Iglesia, aunque ella no la siga. Ésas son las nociones que muy malamente intentamos transmitir a los que vienen, ¿pero ellos qué heredarán? ¿Una discoteca, una pantalla?

Suso de Toro es escritor.

«Imaz tira la toalla», a la vez, en El Mundo y en El País

Lo nunca visto: ambos diarios coinciden en el sujeto y en el verbo de sus portadas. No puedo salir de España.

En cuanto regreso, me encuento todo tan cambiado que hasta El Mundo y El País recurren al mismo asunto para titular.

Pensé que se trataba de un espejismo. Pero no. Ahí están las dos portadas:

Imaz tira la toalla… y deja…

Los matices quedan relegados al complemento: en uno «deja» a Zapatero y en el otro «deja» al PNV.

El segundo gran titular de El Mundo ya es otra cosa: Pedro Jota nunca defrauda a sus fieles. Para eso está el reiterado verbo «manipular», tan de su gusto:

La Generalitat manipula el recreo para obligar a los niños a hablar catalán

Por si este verbo favorito de Pedro Jota no hubiera sido suficiente para reconocer los muros de la patria mía, me enfrenté a la portada de El País del día anterior, que me perdí en Asturias.

Entonces comprendí que, efectivamente, estaba de nuevo en España, en la España negra y eterna.

Ahí está la foto de portada que me devolvió a la realidad.

Tordesillas festeja la muerte a lanzadas de un toro

Si Juana la Loca levantara la cabeza y viera tantos vecinos con menos juicio que ella…

Imaz reparte leña a ETA, al PP y a Zapatero. Sólo salva a su PNV

Interesante artículo (yo diría que imprescindible) del presidente del PNV, Jose Jon Imaz, publicado hoy por El País, en el que da algunas claves importantes (naturalmente sin autocrítica) sobre el conflicto vasco, ETA, PP, PSOE y Navarra.

Aunque estoy de semivacaciones y de semimudanza, no quiero perderlo de vista. Recomiendo su lectura lenta (incluso doble lectura) y lo copio y pego a continuación para quienes precisen gafas de vista cansada.

La investidura de Miguel Sanz

Más allá de la encuesta del desayuno

JOSU JON IMAZ en El País 10/08/2007

Josu Jon Imaz sostiene que se ha impedido un acuerdo entre el PSN y Nafarroa Bai buscando el rédito electoral a corto plazo, pero sin una visión de Estado. El presidente del PNV alega que la Transición quedó inacabada en Navarra y que se ha dado «con la puerta en las narices» a quienes habían cortado amarras con el mundo radical, lo que, a su juicio, es un mensaje equívoco para quienes aún dudan sobre dar ese paso o no. Todo debido, explica, al sometimiento, a corto plazo, al tambor de las encuestas, pero sin una visión de futuro ni voluntad estratégica.

Ha faltado visión de Estado para acabar con un foco de inestabilidad permanente

Alguien debería haber pensado que la Transición quedó inacabada en Navarra

Discurría el año 1994. Participábamos con el canciller alemán Helmut Kohl en un buró político del Partido Popular Europeo. Una dirigente del PP planteaba a Kohl la necesidad de moderar el europeísmo del PPE, dada la creciente desafección de la ciudadanía hacia Europa. El canciller espetó a la interpelante: «Mire señora, hay dos tipos de políticos. Los que se levantan por la mañana, leen la encuesta y toman en función de ella sus decisiones, y aquellos que tienen una estrategia y están dispuestos a llevarla adelante, aunque en ocasiones les suponga oponerse a las ideas mayoritarias en la opinión pública a la que intentarán convencer de lo contrario. ¿O cree usted que yo pregunté a los alemanes en 1982 si querían que instalase los misiles Cruise y Pershing?». Aquella decisión, respuesta a los SS-20 soviéticos, fue el último pulso decisivo de la guerra fría y aceleró la debacle de la dictadura soviética. Kohl conocía las encuestas aquel otoño de 1982. Sin embargo, no actuó en función de ellas. Había un objetivo de rango superior, y el tiempo le dio la razón. Actuó con visión de Estado.

Hemos vivido un fallido proceso de paz. Todavía es pronto para escribir la historia con objetividad. El escaso tiempo transcurrido no nos da la suficiente perspectiva. Sin embargo, estoy convencido de que dentro de un tiempo se aceptará que uno de los factores que contribuyó a su fracaso fue la falta de política de Estado en algunos de los actores implicados. Alguien jugó con las encuestas de la mañana, y trató de debilitar la posición del Gobierno a partir de acusaciones de rendición ante ETA. Y ETA, que había entrado en un proceso negociador para su disolución, subió su listón cambiando el marco de negociación, consciente de que la ruptura del alto el fuego dejaría al Gobierno a los pies de los caballos. El rédito a corto plazo estuvo por encima del interés general.

Se ha impedido al PSN la conformación de gobierno con Nafarroa Bai e IUN. Posiblemente esta decisión tenga rédito en el corto plazo en alguna cuenta electoral. Pero alguien debería haber pensado que la Transición quedó inacabada en Navarra. En el debate entre reforma y ruptura, la Comunidad Autónoma de Euskadi tuvo un consenso básico transversal que estabilizó la sociedad en el marco del Estatuto de Gernika. Nacionalistas vascos y partidos de ámbito estatal encontramos un marco -no exento de tensiones y déficits- en el que casi todos nos reconocíamos. El nacionalismo democrático implantó su hegemonía en el campo del nacionalismo, minorizando y debilitando al radicalismo.

En Navarra las cosas fueron diferentes. El nacionalismo vasco, que ha oscilado entre un 20% y un 30% del voto en las elecciones al Parlamento navarro, quedó fuera del consenso básico de la Comunidad Foral. No aprobó el Amejoramiento, y quedó desplazado en las diferentes combinaciones de mayorías democráticas para los sucesivos gobiernos. El radicalismo se hizo hegemónico en el campo del nacionalismo vasco. HB o EH patrimonializaron el voto de la mayoría de navarros que se querían expresar políticamente como vascos. La entrada de Nafarroa Bai en las instituciones navarras suponía que por primera vez la componente democrática e institucional del nacionalismo vasco se convertía en mayoritaria y además se implicaba en la gobernabilidad de Navarra. El vasquismo político salía de la marginalidad, dejaba de estar liderado por el radicalismo y estabilizaba la comunidad política compartiendo responsabilidad de gobierno.

Frente a este análisis, se ha tratado de presentar como violentos a los que tienen unas convicciones democráticas intachables. Se ha dado con la puerta en las narices a aquellos que, con gran valentía, habían cortado amarras con el mundo radical, lanzando una señal equívoca a los que todavía dudan sobre dar ese paso o no. Todo por la encuesta de la mañana. ¿Por qué puso ETA a Navarra en el punto de mira en octubre de 2006 durante las conversaciones de Loiola? Porque temía perder la hegemonía en el nacionalismo vasco en Navarra. ¿Por qué intentaba atentar en Navarra en los últimos meses? Porque quería hacer imposible el Gobierno PSN-NaBai. ¿Por qué adelantaron el comunicado de ruptura a la primera semana de junio? Para dificultar ese acuerdo. Ha faltado visión de Estado para acabar con un foco de inestabilidad permanente e integrar a un 30% de la población que, liderada ahora por fuerzas democráticas, se siente cada vez más empujada fuera del sistema político.

Pronto habrá que abordar un acuerdo político para el encaje de la Comunidad Autónoma de Euskadi en el Estado. Un acuerdo necesario entre diferentes, en el que las apelaciones a la sociedad no pueden ser cómodas disculpas para escapar del reto de estar a la altura de nuestras responsabilidades. El acuerdo corresponde a una clase política que debe jugar con altura de miras. La generación anterior fue capaz de hacerlo. Llegada la hora de revisar nuestro modelo de autogobierno, potenciando sus posibilidades y adaptándolo a las necesidades actuales, nos toca actuar con la misma responsabilidad. Nuestros predecesores fueron capaces de ello porque su visión de futuro y su voluntad estratégica no estaba fatalmente condicionada por una sumisión a las clientelas electorales y porque comprendieron que profundizar en el pluralismo es el mejor medio para construir espacios de convivencia. Sin someterse a la encuesta de la mañana.

Hay quien sostiene que nuestras sociedades no entenderían determinados acuerdos. Yo estoy convencido de que lo que no entienden es que hayamos sido incapaces de ponernos lealmente de acuerdo, sin que ello suponga consensos absolutos o renuncias a otras legítimas aspiraciones. No deberíamos ir ni más lejos ni más cerca de donde la sociedad nos lleve. Pero esa sociedad cuya voluntad hemos de escuchar e interpretar en todo momento no se reduce a la inmediatez de los sondeos o a la agitación superficial y mediática de la opinión pública, sino que se contiene en el despliegue de lo mejor de sus posibilidades, en sus sinceras aspiraciones y en su deseo profundo de convivencia y encuentro. Eso exige riesgos. Ése era el mensaje de Kohl, más allá de la encuesta del desayuno.

Josu Jon Imaz es presidente del EBB de EAJ-PNV

Los adverbios suelen ser muy traicioneros. Muestran la intención editorial que subyace en un titular presuntamente informativo. El adverbio de tiempo («ahora«) convierte un hecho en opinión. No es bueno abusar de ellos -como hace hoy El Mundo– sin avisar al confiado lector.

Navarra: El PSOE «pide» o «aborta»

Los verbos son habitualmente muy expresivos. Delatan el sesgo del autor de la portada. Estarán de acuerdo conmigo en que no es lo mismo «pedir» que «abortar«. Sin embargo, los complementos también juegan un papel relevante. En este caso, «a la desesperada» encubre una intención muy clara que complementa, en El País, al verbo «pedir«.

En el caso de El Mundo, hay un juicio de intenciones evidente: «por miedo a pagarlo en las generales«. Este es un titular digno de un comentario editorial o de una columna de opinión pero nunca de una información sobre hechos.

Es una pena que nos acostumbremos a esta mezcla nefasta de opinión e información, como la rana que muere en agua hirviendo porque la temperatura le fue subiendo muy poco a poco.

Ya que el periodismo atraviesa esta crisis fatal, es muy saludable estar en posición de alerta para distinguir hechos de opiniones.

Que no nos den gato por liebre.

Los obispos y los mártires tampoco son de este Mundo. Ni una línea en portada. Ni ayer sacó en portada a los curas pederastas de Estados Unidos ni hoy saca a los presuntos beatos o santos de la guerra civil.

El País, en cambio, no pierde de vista a los curas. Por si acaso.

Quién y por qué perderá en 2008

ANTONIO ESTELLA en El País 17/07/2007

Las elecciones las gana el partido que conecta mejor con la sociedad y que proyecta un modelo que, aunque no sea exactamente el que la gente tiene en la cabeza en un momento determinado, sí que lo quiere imitar. En ambas dimensiones, el contraste entre el Partido Popular y el Gobierno socialista es realmente significativo. Comenzando por el Partido Popular, parece claro que cada día que pasa este partido va perdiendo su capacidad de conectar con las preocupaciones de la mayor parte de la sociedad. Para empezar, la gente, al menos la gente que no es de extrema derecha, no se siente crispada. Ve que las cosas funcionan razonablemente bien y no encuentra demasiados motivos para estar instalada en el enfado permanente. Por ello, es incapaz de entender por qué el Partido Popular le dice que debe estar enfadada. Además, la gente no ve los riesgos apocalípticos de los que constantemente habla el PP. Incluso aunque a muchos ciudadanos no les gustó la operación del Estatut, todos han podido comprobar que España sigue intacta. La familia parece haber corrido una suerte similar: sigue como estaba, no se ha roto, ni se romperá. Por último, la gente no conecta con un partido que insulta permanentemente a las más altas instituciones del Estado. El PP no parece haber entendido que los españoles sienten que el presidente del Gobierno, sea del color político que sea, es su presidente. Por ello no ven con buenos ojos que se le tilde de subsecretario. Eso sí que les enfada, y mucho.

La capacidad del PP de proyectar un modelo de sociedad está, también, bastante tocada. En realidad no sabemos muy bien qué es lo que haría el PP si llegara a gobernar en 2008, porque este partido nunca habla de futuro, sólo de pasado. Sus líderes, Rajoy, Zaplana y Acebes, son los líderes del pasado. Su discurso es un discurso auto-justificativo de las decisiones del pasado, en particular, de una decisión: la de intervenir en la guerra de Irak. Y su insistencia en recordar que ellos lo hicieron mejor con ETA también nos remite al pasado.

Por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario, la estrategia del PP para hacerse con el poder es completamente irracional. Crispar solamente habría tenido sentido, como máximo, si en un momento determinado, una vez las filas del PP prietas, este partido hubiera girado hacia el centro. Este último debate del estado de la nación era la última oportunidad que tenía el PP para mandar a la sociedad una señal de moderación. Sin embargo, fue y será incapaz de hacerlo, porque el PP se encuentra psicológicamente enganchado a la droga de la venganza.

El Gobierno socialista ha desarrollado más ampliamente su capacidad de conectar con las preocupaciones de la sociedad. Después, sobre todo, de los últimos cuatro años de Aznar, la gente sentía una necesidad infinita de modernidad, de quitarse la caspa que le había caído encima durante ese periodo, de poder decir lo que quisiera, de liberarse, de salir del armario, y de varias cosas más. Cuando el Gobierno aprueba la ley de matrimonio homosexual no solamente se da cuenta a una reivindicación histórica de un colectivo determinado, sino que, además, nos hace sentir a todos que tenemos más libertad para elegir nuestra forma de vida de la manera que queramos. Cuando el Gobierno aprueba leyes de igualdad, no solamente cumple con una parte de su programa, sino que además hace que todos sintamos que vivimos en un país mejor. Cuando el Gobierno adopta medidas de conciliación entre la vida familiar y laboral no solamente persigue que todos tengamos un poco más de tiempo para dedicarlo a la familia, a los amigos o a lo que nos dé la gana, sino que además hace que nos sintamos mucho más protegidos en esta sociedad, en la que parece que todo gira en torno a la vida laboral. Muchos querían un cambio, y el Gobierno socialista ha sabido dárselo.

El modelo que intenta proyectar el Gobierno socialista es, por ahora, algo incierto, pero desde luego en esta dimensión también le saca distancia al Partido Popular. En el último debate del estado de la nación, el presidente repitió hasta diecinueve veces, ¡diecinueve!, la palabra «futuro». La parte más polémica de su discurso fue el anuncio que hizo el presidente de que cada familia recibirá una ayuda de 2.500 euros por cada hijo que nazca a partir de ahora. Sin embargo, y a pesar de las críticas que ha recibido, casi ninguna otra medida habría sido capaz de enlazar mejor con la idea de que, mientras que el PP solamente ve la realidad a través del espejo retrovisor, el Gobierno tiene puestas las luces largas: ¿qué mejor modelo que uno que apuesta con esperanza por la familia?

La capacidad de un actor político de conectar con la sociedad, y de proyectar un modelo determinado de cara al futuro, está en función de su capacidad de comunicación. Éste ha sido uno de los puntos más flacos del Gobierno socialista, como muchos analistas se han encargado de recordar. Zapatero dijo, cuando ganó las elecciones de 2004, que sabría escuchar a la sociedad. Parece que el presidente está empezando a cumplir su compromiso de pegar los oídos a lo que la gente está diciendo en este terreno, porque en las últimas semanas ha tomado toda una serie de iniciativas que permiten pensar que habrá rectificaciones en su forma de comunicar las medidas que adopta. Primero, el presidente ha decidido la creación de un Centro de Prensa en Moncloa. La medida llega algo tarde, pero más vale tarde que nunca. Segundo, el Gobierno está evitando el error de hacer que la gente «piense en elefantes». Por ejemplo, a pesar de que el PP ha calificado lo ocurrido a nuestras tropas en el Líbano de acto de guerra, el Gobierno no ha entrado en el juego de negarlo. Finalmente, está la medida de los 2.500 euros a la que he hecho alusión antes. A pesar de que la izquierda más timorata ha criticado la falta de oportunidad de hacer este anuncio en el debate del estado de la nación, el momento y el lugar no podían ser más adecuados. Si el Gobierno no aprovecha los pocos resquicios que le quedan para lanzar sus mensajes y medidas, ¿cómo se enterará una persona que ha tenido hoy un hijo de que tiene derecho a 2.500 euros?

Al Gobierno le faltaba querer dar la batalla por la comunicación; ahora parece que lo va a hacer. Esto, unido a su capacidad de conectar con la gente y de proyectar un modelo en el que la sociedad quiera sentirse reflejada, además de a la irracionalidad manifiesta en la que el PP está instalado, hará que este partido pierda en 2008.

Antonio Estella es profesor de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid.

Los curas pederastas no son de este Mundo

Uno de los mayores escándalos de nuestro tiempo no ha merecido ser noticia de portada en El Mundo. Sí lo ha sido, en cambio, en El País, aunque a una columna.

Se trata de los 500 millones de euros que ha tenido que pagar la Iglesia Católica como indemnización a los más de quinientos menores de edad que han sido víctimas de abusos sexuales por parte de curas norteamericanos.

El gran titular que manda en El País va dedicado a Imaz, presidente del PNV, a quien adjudican nada menos que el verbo «frenar» cuando se refiere a la «consulta popular» en el País Vasco.

El Mundo reduce esta noticia a un sumario en portada y prefiere atribuir a Imaz el verbo «repudiar», cuando pone en duda la «consulta popular de Ibarretxe». Repudiar -un verbo muy del gusto pedrojotero- es algo más fuerte que frenar.

El Mundo manda en su portada a cuatro columnas, naturalmente («raca, raca, raca», diría Peridis), con sus habituales patrañas sobre el 11-M tratando de salvar la cara al trío Pinocho (Aznar, Acebes y Zaplana).

Hablando de obispos, ahí van tres joyas del domingo publicadas en El País:

Carta, muy razonable, de un lector de El País publicada el domingo, con el título «No lo entiendo«:

Lecciones del diablo

Javier Pradera en El País

15/07/2007

Los obispos, contra la nueva asignatura

LA COMISIÓN PERMANENTE de la Conferencia Episcopal difundió el pasado 20 de junio un documento contra la Ley Orgánica de Educación (LOE) -complementario de una declaración anterior del 28 de febrero- que condenaba una vez más la asignatura Educación para la Ciudadanía, incorporada con carácter obligatorio y evaluable al plan de estudios de primaria y secundaria: «El Estado se arroga un papel de educador moral que no es propio de un Estado democrático de derecho». Los obispos critican severamente que la nueva disciplina invada terrenos de la Iglesia. Juan Antonio Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal, afirma que sus contenidos están basados «en el relativismo ideológico y la ideología de género». La jerarquía eclesiástica toca a rebato: «La gravedad de la situación no permite posturas pasivas ni acomodaticias». Los padres de los alumnos y los centros escolares podrán recurrir «a todos los medios legítimos para defender la libertad de conciencia y de enseñanza, que es lo que está en juego». Aunque la declaración sea conscientemente ambigua acerca de los procedimientos idóneos para ese fin, el melifluo portavoz aclaró picaronamente que la objeción de conciencia no está «excluida» del arsenal de armas lícitas.

Los éxitos parciales conseguidos por la Federación Española de Religiosos de Enseñanza sobre los contenidos de la asignatura no han saciado el inagotable apetito del episcopado

Los centros concertados católicos agrupados en la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE-CECA) vienen tratando de acercar posturas con el Estado. Sin embargo, los éxitos parciales logrados por sus representantes en las negociaciones con el Ministerio de Educación sobre los contenidos curriculares de la asignatura -relativos al matrimonio homosexual o a las relaciones de género- no han saciado el inagotable apetito de la jerarquía. Alarmado ante la negativa de la Fere a recurrir a la objeción de conciencia, el cardenal primado y vicepresidente de la Conferencia, Antonio Cañizares, avisa a los colegios católicos del fuerte olor a azufre que despide la Educación para la Ciudadanía: «Los centros religiosos que impartan la nueva asignatura colaborarán con el mal».

La disciplina se estudiará en un curso de primaria (5º ó 6º) y otro de secundaria ( 2º ó 3º); sus contenidos también serán recogidos por dos asignaturas ya existentes: Ética (4º de secundaria) y Filosofía (bachillerato). La incorporación de la materia a los planes de estudio será gradual: siete comunidades autónomas han decidido comenzar por 3º de secundaria. ¿Qué otorga su diabólico carácter a la disciplina condenada al fuego eterno por el cardenal Cañizares? La educación cívica se imparte actualmente en 15 países europeos; las recomendaciones del Parlamento de Estrasburgo y del Consejo de Europa para la expansión de sus contenidos curriculares -la tolerancia, la igualdad de sexos, el rechazo a la discriminación, la solución pacífica de los conflictos, la condena del racismo y la homofobia, etcétera- contradicen a los obispos exorcistas.

La innovación es criticada o mirada con escepticismo por quienes consideran que el campo propio de la enseñanza son los conocimientos y no los valores. Adela Cortina ejemplifica ese ideal de la escuela neutra con las palabras de mister Gradging en la novela de Dickens Tiempos difíciles: «No enseñéis a esos chicos y chicas sino hechos. Sólo los hechos son necesarios en la vida. No plantéis otra cosa y arrancad todo lo demás». En España, esa actitud se suele manifestar en forma de una burlesca equiparación entre la Educación para la Ciudadanía, inspirada por los principios democráticos y la Constitución de 1978, y la Formación del Espíritu Nacional, impartida por la dictadura franquista para adoctrinar a los escolares en los Principios Fundamentales del Movimiento, pero nunca criticada por la jerarquía eclesiástica. Esa ofensiva homologación es una cantera inagotable de paralelismos no sólo para los columnistas patosos y los tertulianos chistosos, sino también para los dirigentes del PP: tras alardear de su astucia por demorar un año la incorporación de la asignatura Educación para la Ciudadanía a los planes de estudio de la Comunidad de Madrid, la presidenta Esperanza Aguirre defiende el derecho de objeción de conciencia «a lo que es casi, casi, casi, un sucedáneo de la Formación del Espíritu Nacional».

FIN

Editorial del domingo en El País:

«Episcopado en rebeldía»

Unidos contra ETA (en El País) o desunidos (en El Mundo)

¿Quién confunde deseos con realidad? ¿Quién contribuye a unir o a desunir a los demócratas contra ETA? ¿Quién an¡ma o desanima con su contabilidad sesgada al alza o a la baja?

Ya sabemos que no hay noticia gratis ni titular inocuo. Pero, a veces, las diferencias de tratamiento en cada diario son tan clamorosas que escandalizan, con razón, al lector más confiado.

Titular de El País:

Gesto por la Paz aúna a los partidos políticos contra el terrorismo

Titular de El Mundo:

Los partidos vascos evitan dar una imagen de unidad en la marcha de Gesto por la Paz

El País suma Bilbao con Pamplona en este sumario:

Cerca de 5.000 personas marcharon en Bilbao y Pamplona en defensa de la paz y la libertad

Sumario de El Mundo:

Unos 2.000 manifestantes exigen a la banda en Bilbao «que no pongan las manos encima de nadie»

El corte de la foto tampoco resulta inocuo. El País ilustra la información con un plano general, que incluye desde la pancarta completa de la cabecera hasta casi la cola de la manifestación. El Mundo, en cambio, da una foto de plano medio en la que sólo puede leerse media pancarta de cabecera.

El arranque de las dos informaciones no puede ser más clarificador acerca de las habilidades contables de ambos diarios.

El Mundo comienza así:

«Cerca de 2.000 personas se manifestaron ayer en Bilbao convocadas por Gesto por la Paz…»

El País, que debe tener otro aparato de medir, comienza así:

«Más de 3.000 personas convocadas por Gesto por la Paz marcharon ayer en silencio por las calles de Bilbao…»

El País completa la información, que va a a toda página, con una entrevista a Fabián Laespada, portavoz de Gesto por la Paz que lleva este titular:

«No pierdo la esperanza de que Batasuna alce su voz contra ETA»

Por ahora, yo tampoco la pierdo.

Las portadas de ambos diarios (que llevan -¡menos mal!- la palabra «implacable«) tampoco defraudarán a sus lectores habituales. Abren con el mismo sujeto (Zapatero) pero le atribuyen un verbo muy distinto-

Para El País:

Zapatero afirma…

Para El Mundo:

Zapatero cambia…

Ahí una interesante visión del presidente del PNV, Jose Jon Imaz, a quien no debemos perder de vista. La publica El País:

Y un análisis muy acertado de Sol Gallego, también el El País:i

No crean que me olvidé de incluir la información que El País da en su portada sobre el presunto tráfico de influencias del ex presidente Aznar a favor de Centaurus , «uno de los fondos especulativos más activos y agresivos». Simplemente, la copié y la pegué en un post anterior y me puse a ver por la tele el partidazo de Rafa Nadal. Emocionante.

Nacer mujer es terrorífico en más de medio mundo

Cuando leo detalles espeluznantes sobre comportamientos ignominiosos contra la mujer, reclamo el derecho a la injerencia externa, a la intervención judicial internacional en esos países salvajes. Si no quieren respetar la Declaración Universal de los Derehos Humanos para a la mitad de sus poblaciones, por tratarse de mujeres, pues se les obliga. Si las mujeres produjeran petróleo, esos países, atrasados e indignos, ya habrían sido invadidos por fuerzas occidentales.

Desde luego, pocas veces coinciden El País y El Mundo en sus temas de portada. Hoy tampoco. El País le echa una mano al presidente del PNV («El PNV propone…»). El Mundo le echa otra mano a Zapatero, pero en este caso a su cuello: («Zapatero calienta…»)

Sin embargo, hoy sí coinciden en defender a las mujeres malatradas y asesinadas en Afganistán e India, respectivamente. Ambos diarios dedican la portada de sus páginas de «Domingo» a denunciar lo terrorífico que es nacer mujer en esos países.

Me da la impresión de que ni hombres ni mujeres del resto del mundo mueven (perdón, movemos) un dedo para acabar con estas salvajadas, que nada tienen que ver con el respeto indebido a tradiciones bárbaras o religiones criminales que ponen los pelos de punta a cualquier persona decente.

Mira por donde, Internet, por su cuenta, puede suponer un rayo de esperanza, de libertad, para muchas mujeres presas de tradiciones religiosas bárbaras. Los ideales laicos de libertad, igualdad y fraternidad de la Ilustración y de la revolución francesa están llegando a esas mujeres, a través de los blogs y de las paginas web (Bloguistán«) con más de dos siglos de retraso. En esos casos, parece claro que Internet es libertad. Menos mal.

El País abre a cuatro columnas con la propuesta del PNV de un nuevo pacto antiterrorista. El Mundo no da ni una línea del asunto. Y es una pena, porque todos los demócratas deberíamos aprovechar la presidencia de Josu Jon Imaz, mientras dure, para buscar juntos el fin del terrorismo de ETA.

Imaz ha demostrado no ser una copia del fiero Arzalluz, ese vasco tan español, ni del iluminado Ibarretxe. Por lo que le tengo oído y leído, sería una pena perder esta oportunidad, quizás irrepetible, que nos brinda Imaz. Claro que quienes lean El Mundo no se habrán enterado de nada.

La Pantoja -que Hacienda guarde- se lleva hoy dos páginas ilustradas en El Mundo y más de media página en El País .

Los titulares no son, en ningún caso, inocuos.

Para El País «…canta bajo fianza» y para El Mundo lo hace «…en un acto de desagravio».

Los gritos de sus incondicionales recuerdan aquel triste «¡Vivan las cadenas!» de la España negra.

¿Qué tendrá que ver cantar bien o mal con robar o no robar?

Fernando Savater ha vuelto a escribir. Y no ha perdido, del todo, el humor. Bienvenido.

El espejo deformante de la crispación

Josep Ramoneda en El País

13/05/2007

La crispación política no deja siquiera espacio para el sentido común

DECÍA MIQUEL ROCA, en un acto de la Fundación Alternativas en Barcelona, que uno de los efectos negativos de la crispación es que reduce el impacto de la corrupción. Efectivamente, convertida la política en una batalla de reproches pintados con brocha gorda, la ciudadanía tiende a pensar que las acusaciones de corrupción forman parte del espectáculo. Y las coloca en las estanterías de las falsedades, las mentiras y las calumnias. Si un partido es capaz de acusar a otro de connivencia con ETA o de relación con el atentado del 11-M, para señalar los disparates más sonoros que hemos oído en los últimos tiempos, ¿por qué la ciudadanía ha de pensar que dice la verdad cuando le acusa de corrupción?

Ante esta situación, muchos ciudadanos toman el camino de en medio: qué más da, todos son iguales, todos van por la pasta. Lo cual, además de injusto para muchos políticos, no hace más que aumentar la desconfianza entre la ciudadanía y sus representantes. Entre las adhesiones incondicionales de las fuerzas de choque de los crispadores y la reactiva conversión de los políticos en chivos expiatorios de todos los males debería haber un espacio para la ciudadanía crítica, como base indispensable para una democracia de calidad: deliberación y confianza. Pero para ello, los políticos deberían ayudar un poco más. Y desde luego su contribución no sólo es nula, sino que es profundamente negativa cuando presentan a las elecciones, como está ocurriendo en las listas para el 27 de mayo, a muchos candidatos con problemas con la justicia. Tanto el PP como el PSOE, más el primero que el segundo, es cierto, pero sólo es un matiz, los tienen en sus candidaturas. Lo cual hace inevitable una pregunta: ¿qué tienen o qué saben estos señores candidatos, que sus partidos no se atreven a quitarlos de las listas? ¿O tendremos que entender que los partidos dan por hecho que la corrupción está amortizada a ojos de la opinión pública y hay margen para la impunidad? ¿Qué credibilidad tienen entonces las llamadas a la tolerancia cero en materia de corrupción?

La crispación degrada realmente la vida democrática, y por eso es tan irresponsable ponerla en marcha (PP) como alimentarla para arrinconar al adversario en la extrema derecha (PSOE). Pero, además, en la medida en que oculta y banaliza la corrupción, el número de interesados en que la crispación siga aumenta imparablemente. Y la dificultad de resolver un problema político -la crispación, en este caso- es directamente proporcional al número de gente que se beneficia de él. Me temo que hay mucha gente interesada en que el ruido continúe.

La corrupción tiene mucho que ver con la vida municipal. Sería lógico que se hablara en esta campaña de los modos de proteger los municipios de la agresión de los corruptores -no se olvide nunca que no hay corrupto sin corruptor- y de las amistades peligrosas, entre política y dinero a costa de la urbanización masiva de determinadas zonas del país. Pero probablemente se pasará de puntillas sobre ello, porque la crispación está en otra parte: en la cuestión vasca, en la participación de Batasuna en las elecciones. Y la crispación es la que manda en la política española. El monopolio que la cuestión terrorista ejerce sobre la escena política tenía una sola ventaja: había frenado la demagogia reaccionaria sobre la inmigración. Ya ni siquiera ésta: el PP catalán de Josep Piqué tiene el dudoso honor de haber abierto la puerta a la entrada de la xenofobia en campaña, con un vídeo sobre la ciudad de Badalona.

La crispación es un espejo deformante de la realidad. En el debate electoral con Ségolène Royal, Nicolas Sarkozy puso a España por tres veces como ejemplo de las cosas que piensa hacer como presidente. ¿Qué hubiese pensado Sarkozy si al día siguiente hubiera visto la prensa española con un tema común en todas las portadas: las listas de Batasuna? ¿Es ésta la verdadera realidad de España? La crispación no deja siquiera espacio para el sentido común. El Rey habla de Irlanda e insinúa que, en estos casos, merece la pena «intentarlo», y se le acusa de romper su neutralidad. Y el Rey añade otra cosa más importante, que ha pasado más desapercibida: «Si se consigue, se consigue». Es la razón por la cual la mayoría de los ciudadanos son siempre condescendientes con el que lo intenta. Aunque la crispación lo nuble todo. FIN.

Las manifestaciones de la AVT (las víctimas del PP), en plena campaña electoral, reciben un tratamiento muy di¡ferente en cada diario. Ya estamos acostumbrados. Banderas de colores y a toda página en El Mundo y un recuadrito a mitad de página en El País. Sobre esa mani he oido un espeluznante reportaje sonoro en la SER en el que se oían gritos coreados de «Zapatero al paredón! o ¡De Juana a la cárcel, con Polanco!, y cantados como el famoso himno infantil «Cara al sol», etc.

Todo muy old fashion. O sea, de sabor fascista. ¡Qué miedo!.

Me dieron ganas de volverme en bici a los campos de Segovia en busca de San Juan de la Cruz.

Magnífico fin de semana segoviano.