Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¡Todos somos vascos!
Qué bien me sienta, hoy, la txapela

Soy de Almería pero hoy me siento vasco. ¡Aleluya! Pase lo que pase, que me quiten lo «bailao». Y mi enhorabuena a los líderes del PSOE y del PP que han hecho posible este florecer de la democracia en el atormentado País Vasco.

Aunque Zapatero perdiera el Gobierno de España, porque Rajoy se aprovechara de la pérdida de los votos del PNV en Las Cortes, debería darlo por bien empleado y pasar a la historia por este gesto de increible generosidad. Por la misma razón, no creo que Rajoy saque ventaja espuria en Madrid de las consecuencias del acuerdo PSOE-PP en el Pais Vasco. Debe hacer oposición e intentar llegar a La Moncloa (la posición del PP vasco le ayudará), pero no abusar de la pérdida de los votos del PNV que Zapatero ha sufrido en el Congreso, precisamente por haber aplaudido el pacto PP-PSOE que ha llevado a Patxi López a ser el primer lehendakari no nacioalista. ¡ETA ríndete ya!

Como digo, pase lo que pase, nadie me va a quitar ya la alegría que siento, desde ayer, por tener un jefe de Gobierno no nacionalista en el País Vasco.

Alguien, que no recuerdo, ha escrito con asombro:

«Un negro en la Casa Blanca, un Montilla en el Palau de la Generalitat y un López en AjuriaEnea».

Lo nunca visto. Y que dure.

Mucha suerte, Patxi. Gracias por cambiar la Biblia por la Constitución y por borrar ese anacrónco «humillado ante Dios» del juramento nacionalista. Ya era hora.

Y un fuerte abrazo.

Ah! Y otro abrazo también para el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti cuyo discurso y actitud democrática me han impresionado. (¡Quién lo pillara para España!)

Se acabó la crisis ¡en China!

La recuperación podría estar a la vuelta de la esquina. Y nos viene de la China, el principal acreedor de los Estados Unidos.

¡Quién lo diría! Un país que todavía se llama comunista parece dispuesto -con una inversión pública de 450.000 millones de euros- a sacar al capitalismo de la mayor crisis de este siglo. China es el primer país que muestra síntomas de cambio de ciclo, empezando por un alto crecimiento del crédito bancario reanimado por el fomento del consumo interno.

La noticia -por si acaso se trata de un espejismo- sólo va a una columnita y en las páginas interiores de Economía de El País. Quizás nos agarramos a un clavo ardiendo, pero, sediento como estoy de indicios económicos positivos, esta pequeña noticia -casi un breve- me ha llamado la atención y por eso quiero compartirla con los asiduos a este blog:

«El volumen de crédito se multiplicó por seis el pasado mes de marzo, respecto al mismo mes del año anterior».

¡Quien lo pillara aquí!

¿Lo ha entendido, señorita Salgado?

Por repetitivos, los síntomas de la crisis apenas son ya noticia. La noticia, como indica su nombre, está en la novedad, en lo nuevo, en lo distinto. La crisis económica ya es rutina, cosa vieja y ojalá que pronto sea cosa del pasado. Desde luego, la crisis económica aún dará que hablar porque todo es empeorable.

Sin embargo, por primera vez, vemos hoy esta noticia positiva que nos permite vislumbrar (¡ya es gana de ser optimista!) los primeros síntomas de recuperación. Y nos viene de China, antes que de Estados Unidos.

Todas la miradas europeas parecen estar puestas en Obama y en la economía de Estados Unidos, mientras las miradas de los norteamericanos se dirigen suplicantes hacia la China, para asegurarse allí la colocaciòn de su deuda.

Vientos de Este y vientos del Oeste.

¿Cual de los dos llegará antes a nuestras costas?

Ayer mismo pude leer algunos dudosos indicios de recuperación en Estados Unidos. Pero los titulares venían entre signos de interrogación. No les hice caso. Hoy, en cambio, tenemos un titular claro con sujeto, verbo y complemento:

El negocio bancario se recupera en China

Last but not least. Otra noticia positiva: El País y El Mundo han coincidido hoy al descatar, con el mismo sesgo, en sus portadas, la noticia del PNV deslegitimando al próximo lehendakari Patxi López.

El acuerdo del PSOE y el PP para nombar a Patxi López jefe del Gobierno vasco ha sido una de las mejores noticias del siglo. Aún me parece un milagro que los vascos puedan conocer de cerca la dulzura de la libertad. Una vez que prueben la democracia en su propia tierra, será difícil dar marcha atrás.

Bienvenido también este acuerdo tan inusual entre El País y El Mundo para titular por lo sano.

Y gracias a Zapatero y a Rajoy por hacerlo posible.

Hoy veo que El País ha rectificado su error de ayer y ha ofrecido a sus lectores la imagen de la exagerada reverencia de Obama ante el indigno rey Abdulá de Arabia Saudita. Más vale tarde que nunca. Eso sí, la foto parece un sello de correos. Claro que Enric González, como fino periodista que es, ha salido al rescate galante de su periódico con un comentario muy adecuado a las circunstancias (en las páginas de televisión).

Y, ya puestos a alegrarnos el día del regreso de las vacaciones de Semana Santa (yo sólo llegué hasta El Escorial), les invito a ver y escuchar un video espléndido (tipo Bollywood) que me acaba de enviar mi hijo Erik desde Hollywood.

Muy pocos podrán evitar una sonrisa al recordar, con esta música, su infancia en tiempos difíciles. La cantaban los austriacos para escapar de los nazis. Aquéllos eran tiempos difíciles…

Que les aproveche:

Pinche aquí para ver y escuchar este genial Do Re Mi que está dando la vuelta al mundo

Se trata, como habrán visto, de «La Danza (del “Sound of Music”) de la Estación del Tren»

¿Por qué es tan popular?

Traduzco el último párrafo de una columnista del Huffington Post (web demócrata) sobre las razones del éxito de más de un millón de personas que han visto este video de la Estación Central de Antwerpen (Bélgica) donde bailaron mas de 200 personas -algunos espontáneamente- al estilo Bollywood más puro. No hay nadie que se resista a sonreir:

Último párrafo:

«Es un truco publicitario para un reality show, pero eso no molesta a nadie; a la gente le encanta por lo que es: un video muy guay, bien hecho, que permite a las personas normales expresar su alegría y talento y hacer felices a los que les rodean durante un ratito breve. Los productores eligieron la canción perfecta: una que nos lleva a nuestra infancia, pero que también nos recuerda el optimismo sin pudor de María ante la maldad. Estamos en una crisis global económica, EE.UU. está luchando en dos guerras, hay genocidio en Darfur, el SIDA se extiende sin freno, y hay una posibilidad real de que una gripe aviar nos pueda matar a todos dentro de un año o dos. Necesitamos a este video… «

Y ahora en inglés:

«Sound Of Music» Train Station Dance: Why Is It So Popular?

(VIDEO)

Huffington Post, Alex Leo, April 12 at 06:13 PM

http://www.huffingtonpost.com/2009/04/12/sound-of-music-train-stat_n_186016.html

A video of almost 200 people taking over Antwerpen’s Centraal Station in Belgium and doing a carefully choreographed dance to the Do Re Mi song (aka Maria’s Dance aka Maria’s Song) from «Sound of Music» has garnered almost a million views on YouTube, and continues to grow, sprouting a new round of google trends today.

People like viral videos, they like flash mobs, and they like weird junk on the Internet, but this video has struck an especially emotional chord with those who’ve watched it. The folks at Shallow Nation called it a «sheer joy to watch»; Dancer Universe blog chirped, «How could you not smile for hours? I’m smiling now just typing this!»; and Salon.com’s Table Talk offered this to the discussion:

«The dancers are presenting the purest form of art imaginable: art simply and truly for the sake of art…They managed to punch right through my cynicism and show me that good things are still out there and there are good people in the world…In a small way, I have a deeper understanding of what it is to be human because of the actions of 200 fellow humans in a train station in Belgium.»

It’s a publicity stunt for a reality show, but that doesn’t seem to bother anyone, they just like it for what it is: a really cool, well shot video, that lets average people express their joy and talent and make those around them happy for a brief period. The producers chose the exact right song: one that harkens back to our childhoods, but also recalls Maria’s unabashed upbeatness in the face of evil. We’re in a global economic crisis, America’s fighting two wars, there’s genocide in Darfur, AIDs running rampant, and a pretty good shot that we could all be killed by bird flu in a year or two. We need this video.

Amén

“Como fuera de casa en ningún sitio”

Llevo casi todo el mes de septiembre fuera de casa, por los extremos de ambos hemisferios, predicando “la revolución de los diarios gratuitos de calidad”: Brasil, Argentina, Asturias, Suecia, Toledo y, al fin, Madrid.

Me gusta la vida nómada pero también me gusta mucho regresar a la rutina sedentaria: zapatillas, sofá (con los pies sobre la mesa, estilo Aznar), chispeando al otro lado de la ventana y con un novelón entre manos como el último de Almudena Grandes (“El corazón helado”) que tiene el tamaño de su apellido, con casi 1.000 páginas. Estoy a punto de terminarlo.

La mitad (antigua) de la historia me emociona; la otra mitad (moderna) me perturba. Es un libro espléndido sobre nosotros, nuestros padres y nuestros abuelos cuya lectura recomiendo vivamente.

– “Como en casa en ningún sitio”, digo yo después de tanto ajetreo.

– “Como fuera de casa en ningún sitio”, replica mi chica, que estrena rodilla y aún se mueve con escasa soltura.

A causa de tantos viajes y de la ausencia de prensa española, hace casi un mes que apenas sigo el blog. Al volver a casa, observo que aquí se han producido pocos cambios en lo que afecta a los temas del blog, salvo que ha nacido un nuevo diario (“Público”, dirigido por Ignacio Escolar, el culpable involuntario de que yo iniciara este blog, hace ya un par de años.).

Aún no lo he visto con detenimiento pero me interesa el experimento periodístico. Creo que están locos:¡un nuevo diario de pago en el siglo XXI para competir con los que quedan estilo siglo XIX!.

Si ofrecen el nuevo diario en PDF voy a intentar comparar sus portadas con las de los ancianos El País y El Mundo. Ambos ya me estaban aburriendo a fuerza de tanto repetir los mismos trucos tipográficos y gramaticales para arrimar el ascua a sus respectivas sardinas. Por eso, en ocasiones, he derivado hacia el relato de batallitas, tipo abuelo cebolleta, o al archivo escrito de meros borrosos recuerdos de anécdotas periodísticas.

En efecto, en septiembre de 2005 comencé a escribir este blog con el fin de obligarme a comparar las noticias (y no noticias) de los dos principales diarios de pago de España.

La verdad es que, en general, me ha resultado divertido comprobar cómo cada diario mete la cuchara de su cultura corporativa (o sea, de sus intereses) por entre los hechos que relatan como si fueran ciertos.

La mezcla maliciosa, naturalmente interesada y sin advertencia previa, de hechos y de opiniones dice muy poco en favor del buen periodismo y, con razón, deja a mi vieja hermosa profesión a los pies de los caballos.

No obstante, comparar cada día los titulares de portada de El País y El Mundo me ha mantenido en posición de alerta para que no me dieran gato por liebre.

Desde luego, éste es un ejercicio que sólo puede hacerse en un país libre como el nuestro. Por eso, tener acceso a dos interpretaciones tan distintas de la realidad es una prueba palpable de la libertad de expresión que tenemos, y (¡atención!) que no siempre tuvimos y que, si nos descuidamos, algún día podemos volver a perder.

Mal que nos pese el abuso y el retorcimiento que ambos diarios hacen de los sujetos y de los verbos para ganarse la complicidad del lector, las distintas versiones que recibimos cada día de lo que pasa en España y en el mundo son una prueba de libertad. Y, aunque tantas veces disienta de ambos, a mi me gusta el espectáculo. Como dice la cita (todavía anónima) que encabeza este blog, “la falta de libertad produce infinitamente más monstruos”.

El martes pasado, no pude asistir a la fiesta de presentación del número 1 del diairo Público pues estaba con Arsenio Escolar en un pueblito a orillas del Báltico, cerca de Estocolmo, preparando la estrategia para convertir www.20minutos.es en la primera web de noticias del mundo en castellano.

Me hubiera gustado compartir con los colegas la alegría de este feliz nacimiento: un nuevo chorro de aire fresco para que podamos saborear mejor la dulzura de vivir en libertad. Siento no haber estado a allí para aplaudir. Miraré los diarios de esos dias para enterarme del recibimiento que le han dispensado los del «fuego amigo» y los del «fuego enemigo«.

Por lo que me han dicho, Escolar Jr. (tiene la misma edad que tenía Juan Luis Cebrían cuando fundamos El País) ha fichado a varios genios fundadores del diario El Sol y a otros de la ya ilustre escuela de 20 minutos. Doble garantía para triunfar.

¡Enhorabuena, Ignacio, y mucha suerte!

Quitarle lectores a los dos dinosaurios nacionales de pago, sin que se les vea “el plumero de Zapatero”, promete ser una batalla interesante. (Sin haberlo preparado / me ha salido un pareado).

Voy a buscar ahora mismo el PDF de Público para incorporarlo al análisis comparativo.

A ver qué sale.

Mi gozo en un pozo. No puedo conseguir el PDF de Público. Otra vez será.

Mañana preguntaré a nuestros «tekis».

Gracias por el aviso, viejo maestro.

Pero no consigo copiar y pegar aquí la portada completa de Público.

Esto es todo lo que puedo conseguir hoy, con mis escasos conocimientos de photoshop.

He visto esta portada en su pagina web y es la monda. Si todos los días viene tan cañero como hoy no voy a tener más remedio que comprarlo (y leerlo) a diario.

Su gran titular es:

Un falangista en el Constitucional

Y su director, Ignacio Escolar, lo explica en su blog.

Los demócratas de Almería nunca hemos olvidado el crimen sin investigar del joven Javier Verdejo.

En más de una ocasión hemos hablado aquí de aquel vergonzoso jefe provincial del Movimiento de Almería en cuyas manos está hoy la interpretación de nuestra Constitución.

Por la foto muere el pez:
El acusador, en El Mundo; el acusado, en El País

El Roto, al menos, cita la fuente: un taxista. Sabe de lo que habla. Es un maestro.

Llegará el día en que los buenos periodistas completarán sus informaciones citando las fuentes en las que han bebido y con el mayor detalle o proximidad posible. Así, el lector podrá saber si la fuente es más o menos limpia o si, en cambio, -como diría nuestro Arsenio– el periodista ha bebido en un charco.

Hace años, los productos comestibles tampoco citaban sus fuentes. Ahora nadie concibe comerse, por ejemplo, un yogur que no tenga impresa la fecha de caducidad o la lista de ingredientes, con sus gramos, calorías, etc.

Cuanto más identifiquemos a la fuente, mayor calidad, credibilidad e interés tendrá esa noticia. Fulano de Tal, comisario de Tal y Cual, ha dicho bla,bla, bla. Esa fuente es precisa y responsable porque el personaje citado puede desmentir al periodista si lo que ha puesto en su boca no corresponde con lo que él le dijo.

Fuentes de la Comisaría de Tal y Cual han dicho bla , bla , bla… Esta es una fuente mas diluida e imprecisa pero apunta bien.

Fuentes próximas a la investigación dicen bla, bla, bla…… ¡Huy yu yui! Esta fuente empieza oler a chamusquina.

Y no digamos «fuentes de Interior» o «fuentes próximas al Gobierno o a la Oposición».

Pero lo peor de lo peor es cuando recurrimos a las tan socorridas y pueriles «fuentes bien informadas» pues sencillamente quiere decir, según el diccionario oficial del periodismo, «yo mismo».

Y ahora presten atención a la seleción de las fotos de portadas de hoy.

El País regala esa ilustración de honor, centrada, al acusado Ibarretxe en plano medio, en la puerta del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, con este titular en positivo:

Ibarretxe se reafirma ante el juez

El Mundo dedica su ilustración de honor, arriba a tres columnas, al mismo asunto pero con otros personajes. Su foto está dedicada no al acusado sino al acusador: Antonio Aguirre, del Foro de Ermua quien saluda puño en alto al entrar en el mismo Tribunal. El plano general permite apreciar la cara de pocos amigos de varios ciudadanos que, como dice el pie de foto, «abrocan ayer a Antonio Aguirre, del Foro de Ermua«.

El titular de la noticia, a tres columnas, no me parece tan postivo como el de El País:

Ibarretxe dice vivir «en un país de locos» por tener que declarar

Sumario:

El «lehendakari» advierte al juez de que «se está reuniendo con Batasuna y volverá a hacerlo» y acusa al Foro de Ermua de alimentar «el odio y la crispación»

El País rodea la foto de Ibarretxe con noticias negativas sobre el Partido Popular , Bush y Berlusconi (amigos de Aznar)

El Mundo rodea la foto de Antonio Aguirre, del Foro de Ermua, con noticias sobre la venta de dinamita y el 11-M y, de manera sospechosa, el análisis de explosivos, la explosion de ETA en la T 4 de Barajas y los defensores del 11-M .

¡Ah! y en el lugar que el conservador Berlusconi ocupa en El País, El Mundo coloca al socialista José Montilla.

El tiempo de la inteligencia

MANUEL RICO en El País

01/02/2007

Cierta prensa y ciertas tertulias españolas bordean el surrealismo. Cada día nos levantamos con titulares y proclamas que aluden a la supuesta debilidad de la política antiterrorista del Gobierno y a presuntas concesiones políticas a ETA, cuando la realidad lo desmiente rotundamente. La propia ETA, tras el atentado de la T-4, declaró que la Constitución y la legalidad habían sido los límites impuestos por el Gobierno en el llamado proceso de paz; es decir, los establecidos por el Congreso de los Diputados, el Pacto de Ajuria Enea y el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. El sentido común dice que por esa firmeza del Gobierno se produjo, precisamente, el atentado del 30-D. Pues no: el PP afirma lo contrario. Como acto de fe y sin prueba alguna.

Ante esa situación (sin precedente en treinta años de democracia) no son pocas las voces que, a veces desde el progresismo, se colocan en la equidistancia y equiparan la actitud del Gobierno con la de la oposición. «Todos se han equivocado», tal es su lema. Con ello se elude entrar en el fondo, se alimenta el apoliticismo y, de paso, se corre un tupido velo sobre una política, la de la oposición, que quiebra un consenso estratégico que es norma común en toda Europa en materia antiterrorista. No hay equidistancia posible en un asunto de tanta trascendencia para la estabilidad democrática, que afecta a la médula del Estado y al propio sistema constitucional.

Si los hechos nos dicen que el Gobierno no ha efectuado ni una sola concesión política, ¿qué lleva al PP y a ciertos observadores a satanizar una política que no ha llegado, ni mucho menos, tan lejos como lo hizo, hace casi una década, el Gobierno de Aznar, que no sólo negoció con ETA, sino que, además de calificar a la banda con términos de guerrilla de liberación, acercó presos, suavizó la política penitenciaria y proclamó la necesidad de un diálogo? ¿O fue simple casualidad que, tras el atentado de la T-4, Arnaldo Otegi afirmara ante las cámaras de televisión que Aznar fue «más generoso» que Zapatero?

Es preocupante comprobar cómo las desconfianzas que nunca se hicieron presentes tras el fracaso del proceso iniciado por Aznar florezcan ahora, cuando el fracaso no se acompaña esta vez de la necesidad de reconducir medidas favorables a la banda. «Todos son iguales». Ése es el mensaje de la equidistancia, pero la realidad no es así. Si los errores esenciales de Zapatero han sido transmitir un optimismo no acorde con la realidad o no haber detectado insuficiencias de información o de interlocución, no son, en absoluto, equiparables con la falta de sentido de Estado del PP ni con los fallos del proceso anterior. ¿Cómo comparar un error de percepción con el acercamiento objetivo a Euskadi de más de un centenar de presos de ETA y con la concesión de beneficios penitenciarios a miembros de esa banda? ¿Cómo poner en el mismo plano el optimismo de Zapatero con la organización de seis manifestaciones no contra ETA sino contra el Gobierno, cinco de ellas cuando no había atentados? ¿Cómo valorar de igual modo una decisión con respaldo parlamentario (en España y la Unión Europea) que daba continuidad a una política antiterrorista aplicada por todos los Ejecutivos de la España democrática con la descalificación permanente y la reiteración de falsedades?

Cuidado con algunos discursos: no todo vale, no todos los políticos son iguales, no es lo mismo el exceso de optimismo que la deslealtad, la deficiencia de información que las concesiones apresuradas a los terroristas…

La actuación no responsable de la oposición ha tenido dos capítulos adicionales: las mociones presentadas para prolongar en el Parlamento un tenso debate sobre terrorismo y la crítica a la discreción con que se desarrolló, el pasado 12 de enero, el encuentro entre Zapatero e Ibarretxe. Cuando los ciudadanos exigen discreción y eficacia en la lucha contra el terrorismo y en el camino hacia la paz, el PP busca la estridencia, el debate sin conclusiones unitarias, la confrontación abierta.

Más allá de la intencionalidad electoralista, se advierte una actitud de resistencia ante los cambios que se han producido en la realidad vasca y española en los últimos años. Se trata de una apuesta nostálgica por el frentismo que informó la política vasca entre 1999 y 2003, que fue inevitable entonces pero terminó proporcionando réditos sin precedentes al soberanismo. Incluso se ha llegado a afirmarque la situación del País Vasco, al tener un carácter excepcional, ha de resolverse con medios políticos excepcionales (¿?), y ello tras recordar la suspensión por Blair de la autonomía del Ulster, pero sin hacer referencia al hecho de que atentados del IRA, con numerosos muertos, no interrumpieron un proceso de paz compartido por conservadores y laboristas. Esa política de excepcionalidad ¿no sería el mejor favor que se podría hacer a la banda terrorista?

Es cierto que el nacionalismo ejerce una presión muy notable en la vida cotidiana del País Vasco. También lo es que el nacionalismo está en las antípodas de la Ilustración y de una concepción universalista del término ciudadanía. Pero el rigor intelectual nos exige actuar con conciencia de la complejidad de los procesos que viven los colectivos humanos, y valorando los cambios, aunque sean pequeños. Y la realidad es que, a pesar del atentado de Barajas y a pesar del tremendismo con que el PP nos despierta cada mañana, el País Vasco ha experimentado cambios en sentido positivo. No debemos olvidar que a principios de 2004 esa comunidad y la política española estaban marcadas por el Pacto de Estella y por el plan Ibarretxe y que desde entonces han ocurrido muchas cosas. Veamos: las Cortes rechazaron el plan Ibarretxe y los vascos confirmaron en las urnas tal rechazo; hoy son más numerosas y claras las voces dentro del mundo abertzale que abogan por la paz (ahí está la firmeza de Aralar); se ha acrecentado el peso de las posiciones menos radicales en el PNV, hasta el punto de que ese partido apoya al Gobierno central; el número de víctimas del terrorismo ha descendido radicalmente; la kale borroka está a años luz de lo que fue a principios de la década… Es más: la ciudadanía, dentro y fuera del País Vasco, soporta mucho menos la violencia, sea de «baja» o «alta intensidad». Además, la eficacia policial, en Francia y en España, se ha intensificado y la fragilidad de la banda es mayor.

Todos esos son signos que hablan de un avance de la racionalidad y la democracia. Los meses del «alto el fuego» llevaron a que la ciudadanía de Euskadi viviera una experiencia colectiva distinta. En 2006 mejoró la convivencia, se abrieron fisuras en el monolitismo nacionalista, el País Vasco (aunque parezca un aspecto irrelevante, lo creo esencial) fue contemplado como un destino turístico por muchos más ciudadanos de toda España que en años anteriores y avanzó el diálogo cultural entre nacionalistas y no nacionalistas. De esa experiencia positiva, nadie ha salido indemne. Ni siquiera el mundo abertzale, donde las discrepancias comienzan a ser visibles.

Así que no podemos instalarnos en el inmovilismo. Eso llevaría al bloqueo, al establecimiento de dos frentes inconciliables cuyo resultado es nefasto para la convivencia (y, como vimos en 2000, electoralmente ruinoso para las opciones no nacionalistas). No podemos retroceder a un Pacto Antiterrorista que nació de la imposibilidad, en plena era Estella, de sumar plenamente a la lucha contra ETA al PNV, a EA, a EB. Eso sería caminar hacia el pasado cuando la sociedad mira hacia el futuro: sería reeditar un pacto a dos cuando la práctica totalidad de las fuerzas políticas (incluidas gran parte de las que firmaron el Pacto de Estella) quieren comprometerse ahora en la estrategia antiterrorista.

Es obvio que la maquinaria del Estado (policial y judicial) ha de actuar con eficacia y firmeza. Pero también debería serlo que la política es el espacio de la inteligencia: la lucha contra ETA y el aislamiento de los violentos exigen la más amplia unidad, requieren un acuerdo que amplíe el actual Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Es decir, algo más parecido al Pacto de Ajuria Enea o al de Madrid que al que PP y PSOE suscribieron en pleno auge del frentismo. Es una exigencia que, según todos los estudios de opinión, cuenta con el apoyo de una amplia mayoría de los ciudadanos del País Vasco y del conjunto de España.

No actuar con ese criterio no ayudará a instalar la racionalidad en Euskadi, ni siquiera a ampliar el espacio de la democracia, el constitucionalismo, el Estatuto. Por el contrario, coadyuvará a un cierre de filas nacionalistas, con el riesgo de reedición del Pacto de Estella (el mejor regalo para el radicalismo). La inteligencia y la prudencia políticas no están reñidas con la firmeza y el rigor en la defensa de la ley y de la Constitución y sus valores.

Manuel Rico es escritor, autor, entre otras obras, de Trenes en la niebla (2005) y Por la sierra del agua (2006).

¿Antifascios chateros?
Ibarretxe «hostiga»; el PP «rechaza»

Ayer pasé todo el día atendiendo a los miembros del Consejo de Administración de 20 minutos, reunidos en Madrid, y me perdí este sugerente chiste de Forges, que recupero hoy para el blog.

Pensándolo bien, aunque inventaran algún día esa vacuna «antifascios chateros» que sugiere el personaje progre, ya calvo -claro-, de Forges no me gustaría utilizarla. Quizás la usaría unicamente en casos de emergencia.

A estas alturas de la blogosfera, un blog sin «fascios chateros» es como un jardín sin flores. Yo los echaría de menos. Aún recuerdo lo divertido y edificante que fue para mi el mes de agosto pasado, cuando pude dar cobijo en este blog a gran número de comentaristas sensatos y de troles furiosos, procedentes del blog de mi vecino y amigo Manolo Saco, cuando éste se fue a descansar casi al Polo Norte.

Los comentarios libres -incluso anónimos-, a favor y en contra de lo que sea, enriquecen a quien los lee si están escritos con buen gusto. Los más salvajes pierden tanto crédito e interés -¡qué palabras tan bancarias!- que apenas pueden leerse. Pero toda la blogosfera está llena de dimes y diretes, de progres y fachas, de moderados y radicales, que se desahogan -nos desahogamos- soltando todas las basurillas que la actualidad y la vieja prensa nos van dejando en el corazón. Digo en el corazón porque, en estas polémicas, el cerebro suele intervenir en contadísimas ocasiones. La política -como la religión- utiliza más corazón que cerebro.

Creo que, por muy mal poblada que esté la blogosfera de bichos extremistas, de «fascios chateros«, la prensa tradicional española contiene basura ideológica mucho más peligrosa, pues pretende hacerse pasar por prensa seria y solvente y, sin embargo, está llena de prejuicios y de intereses inconfesables mal disimulados. Los comentaristas de los blog metemos la cuchara a discreción, en cualquier tema, y creo que sin ánimo de sentar cátedra y expuestos a la réplica y a la dúplica si cabe. Hay opiniones interactivas en dos o en dos mil direcciones. Los titulares y los editoriales de la prensa vieja solo se emiten una dirección: de emisor a receptor. Y no al revés. Esta es una de las bellezas (y servidumbres) de la blogosfera. ¡Vaya vicio!»

EDITORIAL de El País

Sociedad enferma

31/01/2007

Profanar la tumba que guarda los restos de un concejal asesinado por ETA no es «pisar flores en el cementerio», como banalizaba ayer el diario al que suele enviar ETA sus comunicados. Es una ofensa deliberada a la memoria de una persona, Gregorio Ordóñez, a la que arrebataron la vida por defender sus ideas democráticas con el valor que falta a sus ofensores. Y si éstos son ocho adolescentes de entre 14 y 16 años, ese acto siniestro se convierte en síntoma de una sociedad enferma.

Así lo han entendido casi todos los partidos e instituciones del País Vasco, incluido el grupo del PNV en el ayuntamiento donostiarra, cuyo portavoz ha unido a su estupor por la catadura moral de los agresores un elogio del concejal asesinado que «trabajó de manera incesante en beneficio de la ciudad». Batasuna ha manifestado no entender una acción como ésa, porque «todos los muertos deben ser respetados», pero ha sido incapaz de obviar su hipócrita denuncia del «montaje político y mediático» organizado para «perseguir y castigar a la juventud vasca y a la izquierda abertzale».

Esos casi niños que participaron en la ofensa podrán convertirse en txapotes como el que asesinó a Ordóñez hace 12 años, o podrán comprender un día la miseria moral de su actuación y convertirse en ciudadanos respetuosos de la ley. Pero que ocurra lo segundo será más improbable si en lugar de un castigo proporcional a lo que han hecho se benefician de la impunidad que reclama para ellos Batasuna al decir que «los pronunciamientos y actitudes que alimentan la represión» contra esos jóvenes «son contrarias a la solución del conflicto». El peor favor que podría hacerse a esos menores (lo son ocho de los 11 detenidos) sería convencerles de que son unos héroes o unas víctimas castigadas por algo sin importancia: «Pisar flores en el cementerio».

El Juzgado Central de Menores de la Audiencia Nacional ha pedido a la Ertzaintza las diligencias del caso con vistas a una eventual imputación por delitos de terrorismo. La competencia de ese Juzgado fue una de las reformas introducidas el año pasado en la Ley del Menor, que ya contemplaba penas específicas para las conductas habitualmente encuadradas en el capítulo de terrorismo callejero. Las reformas buscan una mayor proporcionalidad entre las penas y los delitos, pero sin desfigurar el contenido específico de un derecho penal juvenil diferenciado del de los adultos.

Un tratamiento penal para esos jóvenes es necesario, pero la enfermedad social que su actuación delata requiere también de medidas de otro tipo: en la familia, sobre todo, y también en la escuela y en los medios de comunicación: que deje de banalizarse la violencia como si fuera un derecho, y de considerarse que la ley puede cumplirse o no, según convenga.

FIN

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Memoria histórica y consolidación democrática

JOAQUIM SEMPERE en El País

31/01/2007

En julio de 1936 estalló en este país una rebelión militar contra las instituciones legítimas. Aquella rebelión era abiertamente ilegal, y sumió el país en una lucha cruel y fratricida, al cabo de la cual se instaló una dictadura. Aquella dictadura nacía con la mancha original de sus orígenes y además practicó durante otros 36 años la negación institucional sistemática de los derechos humanos. A mi entender, cualquier ley que aspire a dar reparación a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura debe empezar por declarar la ilegalidad e ilegitimidad de la rebelión militar de 1936 y de la dictadura que esa rebelión implantó en España. Y, por derivación, debe establecer la nulidad de todos los actos jurídicos emanados de aquel régimen.

Durante la transición se pasó de puntillas -hubo razones para hacerlo- sobre las responsabilidades pasadas. Hoy, 31 años después de la muerte del dictador, abstenerse de condenar el golpe de Estado y la dictadura sería un paso en falso. Necesitamos que la legislación deje muy claro, como se hace con el terrorismo, que la rebelión militar no puede ser en ningún caso un mecanismo legítimo de intervención política. Éste sería el acto de reparación histórica que a mí, como represaliado por la dictadura, mayor satisfacción me daría.

Además de condenar el golpe de Estado, se debería condenar y dejar sin efecto los actos jurídicos emanados de la jurisdicción política o ideológica de la dictadura que conculcan los derechos humanos. Tenemos el precedente de Alemania, donde se declaró la nulidad general de los actos de la jurisdicción nazi. Una vez declarada la nulidad general, se pueden arbitrar procedimientos que permitan a los particulares que lo deseen obtener una resolución judicial para su caso concreto. Juristas competentes han sostenido públicamente que esto es perfectamente factible, y además recomendable.

Las agrupaciones de represaliados y las entidades que reivindican la memoria democrática han dado ya opiniones muy acertadas, que el Gobierno conoce pero no quiere asumir. No hace falta repetirlas. Creo interpretar la opinión de las restantes víctimas de la represión franquista al decir que ninguno de nosotros deseamos venganza ni castigos ejemplares. No queremos resucitar viejas rencillas y odios. Al contrario. A lo que aspiramos es a un reconocimiento oficial de la injusticia, y lo queremos para que nunca más se repita. Las víctimas no necesitamos ninguna «Declaración de reparación y reconocimiento» de ninguna Comisión del Congreso, como la prevista en el artículo 3 del proyecto de ley, que equivale a un humillante «certificado de buena conducta» de ominoso recuerdo. No conozco a ninguna víctima del franquismo que no se sienta orgullosa de haber merecido la represión franquista, y que no se haya sentido rodeada del reconocimiento de sus familiares, amigos y conocidos. Estamos ya reivindicados por nuestros entornos sociales. En realidad, hoy y aquí una ley de reconocimiento de las víctimas tiene más valor para el Estado que para las víctimas. Es el Estado el que se reivindicaría a sí mismo como representación del pueblo al condenar el golpe de Estado y sus efectos político-jurídicos.

Otro aspecto inaceptable del proyecto de ley es la equiparación entre los alzados en armas y los defensores del orden constitucional. En su artículo 2 se habla de «las condenas, sanciones y cualquier forma de violencia personal producidas, por razones políticas o ideológicas, durante la Guerra Civil, cualquiera que fuera el bando o zona en que se encontraran quienes las padecieron, así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura que, a su término, se prolongó hasta 1975». La historia de la Guerra Civil se rescribe como un brote de barbarie entre las dos Españas. Esto tiene por efecto escamotear las responsabilidades de los alzados. En las guerras siempre se cometen abusos en ambos bandos contendientes, pero la responsabilidad principal recae en quien rompe la baraja, porque quiebra los muros de contención que mantienen embridadas las pasiones destructivas latentes en la sociedad. Es evidente que en España se cometieron abusos inaceptables en uno y otro bando, pero quienes realmente destruyeron la legalidad fueron los generales alzados en 1936, no el general Sanjurjo en 1932 ni el movimiento obrero asturiano en 1934. Lo que cuenta no son las intenciones, sino los actos y sus consecuencias reales.

Si las condiciones mencionadas más arriba no se cumplen, más vale retirar el proyecto de ley. Y esperar que una generación posterior entierre definitivamente el hacha de guerra admitiendo que en 1936 se produjo un golpe de Estado ilegal y una guerra civil de exterminio por obra de militares fascistas y sus aliados civiles.

Al enjuiciar el Holocausto -cuya memoria se ha celebrado el 27 de enero en el mundo- no se toma en consideración las humillaciones sufridas por los alemanes por el Tratado de Versalles de 1918, ni el clima de inseguridad de la República de Weimar ni si los aliados se excedieron al bombardear Dresde y otras ciudades alemanas hasta los cimientos. En cualquier caso, fue Hitler quien desencadenó la guerra y llevó a efecto el Holocausto, y la opinión generalmente compartida es que debe condenarse como un crimen de lesa humanidad. El actual Gobierno alemán (de Gran Coalición) lo reconoce con tanta vehemencia que incluso está impulsando una iniciativa europea para prohibir por ley el negacionismo. Mientras tanto, ¿qué hacemos los españoles? ¿Dar cobertura a quienes quieran sentirse aún herederos del franquismo? ¿Asumir sin crítica un episodio bochornoso de nuestra historia reciente?

Entre tanto, el PP -que está contra la ley por razones opuestas- está lanzando a la opinión pública un claro mensaje de cobertura a los herederos del franquismo y conserva y alimenta el fuego del odio cainita que tanto daño nos ha hecho. Los dirigentes del PP no son hoy capaces de hacerlo, pero deberían considerar que la condena legal del golpe militar y de la dictadura sería un procedimiento elegante -y no humillante para nadie- de cerrar esta herida con una reafirmación democrática inequívoca. ¿Acaso no se llaman a sí mismos demócratas? Y eso mismo deberían considerar los dirigentes del PSOE.

Joaquim Sempere es profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona. Fue condenado en 1962 por «rebelión militar por equiparación» a cuatro años de prisión en Consejo de Guerra sumarísimo por haber pintado en las paredes interiores de la Universidad de Barcelona las palabras: «Llibertat», «Amnistia» y «Fora Franco».

FIN

Javier Marías, otra víctima de Alcaraz
¿Papeles cambiados? Ibarretxe «desafía» o «recibe»

(Actualizado a las 01:25 h.)

Con cierto retraso acabo de leer antes de ir a dormir (quizás me quite el sueño) el último artículo de Javier Marías publicado en El País Semanal con el título «Un país demasiado anómalo».

Suelo leer los artículos de Marías pero, en esta ocasión, pasé el domingo en Almería y no pude hacerlo. En invierno, los diarios no llegan al super del pueblo y la conexión a Internet es mágica por inexplicable.

Sin embargo, me enteré de que Alcaraz, presidente de la AVT, de quien todas las personas sensatas y moderadas de España somos víctimas, había presentado una denuncia contra el autor de «Corazón tan blanco« por ese artículo que yo me había perdido mirando al mar.

Ante tamaña provocación, no puede resistir su búsqueda, su lectura ni tampoco su copia y pega (a continuación) para conservarlo en el archivo de este blog. Así pues, ahí va el artículo de Javier Marías, por quien manifiesto toda mi solidaridad.

Estoy tan de acuerdo con todo lo que dice Marías que el fundamentalista Alcaraz debería querellarse también contra mí porque comparto el contenido este artículo de principio a fin.

Un país demasiado anómalo

JAVIER MARÍAS en El país semanal (EPs)

21/01/2007

En verdad este país es anómalo. ¿Qué ha pasado en él para que hasta el colectivo de personas que merecía –y tenía– toda nuestra compasión, nuestro respeto y nuestro apoyo se esté convirtiendo en uno de los grupos sociales más antipáticos, irrazonables, verbalmente agresivos y –lo que es peor– temibles? Desde que el señor Alcaraz se puso al frente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, ésta ha pasado a ser, para gran parte de la población, algo con lo que más vale no cruzarse ni encontrarse en la calle, y yo no sé hasta qué punto sus miembros más sensatos, menos manipulados y envenenados –aún habrá muchos, espero–, se dan cuenta del flaco favor, incluso del enorme daño, que ese dirigente les está haciendo al utilizarlos principalmente como “brazo manifestante” de la extrema derecha mediática, encabezada por la emisora radiofónica de los obispos siembracizañas.

El día del primer atentado mortal de ETA tras su larga tregua tácita o declarada, una buena amiga mía, que vive cerca de Sol, se acercó tranquilamente a uno de los quioscos de esa plaza para comprar el periódico. Se encontró allí con verdaderas masas, lo cual no tiene mucho de particular en las desaforadas y estiradísimas fechas navideñas (solían iniciarse el 22 de diciembre, ahora los comercios y los alcaldes las adelantan un mes, cosa demencial e insoportable, y más o menos equivalen al Ramadán, en lo que se refiere a paralización de la vida activa). Pero le llamó la atención la proliferación de banderas españolas, y se puso alerta. Al contármelo hizo hincapié en lo que todos los moderados de este país sabemos, con tristeza: ¿qué clase de lugar es este en el que todavía nos sobresalta y alarma la abundancia de enseñas del país nuestro? (No sé si quienes abusan de ellas para sus fines particulares son conscientes de cuánto las ensucian, a ojos de la mayoría.) Allí estaban congregados los miembros de la AVT, con pancartas llenas de insultos y de disparates, pidiendo, a estas alturas, “la verdad sobre el 11-M”, y acusando no tanto a ETA, que acababa de dinamitar Barajas, cuanto al Gobierno socialista. Mi amiga compró EL PAÍS, como suele, y el quiosquero le dijo: “Este sí me queda. Hoy aquí se ha agotado La Razón y se está agotando ya El Mundo, mira cómo está la plaza”. Ella no sólo miró, sino que oyó. Algunos manifestantes, muy cerca de ella, gritaban: “¡Hay que fusilar a Zapatero! ¡Hay que fusilarlos a todos con una Parabellum!” No pudo reprimirse y los miró, como diciendo: “Miren, aquí ya no se fusila a nadie”. Ni siquiera llegó a decirlo, no le dieron tiempo, así que los miró con reprobación tan sólo. Pero eso bastó, y que llevara EL PAÍS bajo el brazo, para que los energúmenos de la AVT (cuesta escribirlo: ¡energúmenos en la AVT, merecedora hasta hace no mucho de toda nuestra simpatía!) se pusieran a seguirla en su recorrido y a llenarla de improperios. Esos individuos eran guerracivilistas. No sólo por los insultos que escogieron (“¡Perra, roja, miliciana, guarra!”; en el 2007, parece increíble), sino por montar en cólera al ver el diario que ella leía. Mi amiga siguió adelante, sin ya volverse, pero al comprobar que la retahíla de injurias no era cosa momentánea y no amainaba, dio media vuelta y, como me dijo con gracia, entró a “pedir asilo político” en la Librería Méndez de la calle Mayor, cuyos dueños no se sorprendieron y le confesaron que no era la primera vez que tenían noticia de escenas parecidas. Tres días más tarde mi amiga fue a su banco, y allí le contó el cajero que, sólo por llevar este periódico –sin que en su caso mediara ni mirada–, miembros de la AVT, el mismo día del atentado, lo habían seguido llamándolo “¡Hijo de puta!” durante un buen trecho. Mi amiga, así pues, no fue la única víctima de las Víctimas, o de sus jaleadores.

Yo he oído contar muchas veces a mis padres que durante la Guerra Civil los motivos para sacar a alguien de su casa y darle el paseo eran a menudo proporcionados por los porteros o los vecinos: “El del segundo leía El Socialista”, se chivaba el portero a los falangistas sevillanos, y eso bastaba para que éstos subieran por él y se lo cargaran. “El del tercero iba a misa”, acusaba un vecino ante los milicianos madrileños, y éstos ya veían razón suficiente para borrarlo del mapa. Esto se parece demasiado a la actitud observada el 30 de diciembre por algunos miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Hay que decirlo una vez más: a las víctimas de ETA hay que compadecerlas, alentarlas, ayudarlas, procurar que reciban justicia y resarcirlas en la medida de lo posible, porque han pagado y sufrido en nombre de todos. Pero ser víctima no da la razón, ni hace más sabio, ni convierte a nadie en santo, ni lo exime de su obligación de respeto hacia los demás ciudadanos. Si una víctima delinque, no por eso deja de ser víctima, pero pasa a ser también un delincuente. Y si una víctima persigue e insulta a quien le lanza una mirada o lee el diario que le apetece, tampoco dejará de ser víctima, pero además se habrá convertido en un energúmeno, un intolerante, un enemigo de la libertad y un miserable. Que el señor Alcaraz, de quien las Víctimas están siendo víctimas en los últimos tiempos, se pare a pensarlo un minuto, y se aplique el cuento.

Fin

—————–

Si no fuera porque el primer titular de El Mundo, a cuatro columnas, va dedicado -¡cómo no!- a los explosivos del 11-M, y el de El País, también a cuatro columnas, va dedicado -¡cómo no!- a la invasión de Irak, diría que El Mundo y El País de hoy, en la segunda noticia del día, han cambiado sus papeles.

Pasen y vean (a la izquierda, si lo he pegado bien) el titular que destina cada uno a Ibarretxe:

«desafía a los jueces»

o simplemente

«recibe a Otegui»

No me lo podía creer. Lo han hecho de tal manera que creí haberme equivocado de diario o de verbo. En este asunto, ya no parecen órganos oficiosos del PP o del PSOE, respectivamente.

La verdad es que llevos algunos días con la mosca tras la oreja. Y más de una vez -lo recordarán- he comentado que «aquí pasa algo». Pero me faltaban datos. Sólo eran intuiciones. Y el olfato puede muy bueno para opinar (las opiniones son libres) pero suele resultar muy perjudicial para informar (los hechos son sagrados).

Por eso digo otra vez que mantendré a ambos diarios en observación, mientras se clarifican los rumores poco fundados por ahora sobre una eventual mexicanización en la cúpula de Prisa/El País.

No se muy bien para qué puede valer este blog -aparte de divertirme y aprender de los comentaristas, que no es poco- pero ahora se abre una nueva utilidad. Y es que los cambios en los sujetos y en los verbos de portada nos pueden dar más claves sobre el rumbo de la cultura corporativa de un diario que los cambios producidos en el mismísimo Registro de la Propiedad.

Con la que está cayendo, que El País diga de pronto en su primera página, arriba, de salida, que «Ibarretxe desafía a los jueces al recibir a Otegui» es una pasada que no se comprende a la luz de sus comportamientos tradicionales.

Sobretodo cuando todos sabemos -porque El País también lo ha destacado- que el Tribunal Supremo ya ha sentado jurisprudencia con el caso de la reunión de los socialistas vascos con Otegui diciendo que no había delito alguno. El fiscal general del Estado, Conde Pumpido, ha dicho, como debe ser natural, lo mismo que el Supremo.

El contraste de El País con El Mundo (donde «Ibarretxe recibe a Otegui pese a…») resulta clamoroso. Ningún titular (o casi ninguno) de primera página es fruto del azar.

Como dice hoy Miguel Angel Aguilar en El País, hablando de otro tema y con el brillante lenguaje militar que le caracteriza:

-«Atentos»

La política somos todos

ANTONIO ELORZA en El País

23/01/2007

En su mensaje de fin de año a los italianos, el presidente Giorgio Napolitano evocó un episodio de la Resistencia antifascista en que un joven de diecinueve años, al escribir a su madre a punto de ser fusilado, refutaba la idea totalitaria de que la política es cosa propia de una minoría de especialistas, cuando no algo sucio y despreciable. «Nosotros mismos somos la cosa pública», concluía. Dicho de otro modo, el sujeto de la política no debe ser otro que la totalidad de los ciudadanos. El relato venía a cuento ante el clima reinante en la vida política italiana, no ya de confrontación y de crítica entre partidos que compiten por el poder, sino de una continua pelea de gallos en que nada cuenta sino la destrucción de la imagen del otro. Semejante degradación de la forma del conflicto impide la creación de «un clima sereno y constructivo», y sobre todo genera un distanciamiento cada vez mayor entre los ciudadanos y las propias instituciones.

La advertencia resulta del todo aplicable a la situación española. Las manifestaciones cívicas del sábado día 13 han sido, en cuanto a participación y desarrollo, una espléndida prueba de que es realizable la aspiración de una vida política a la cual se incorpore activamente la mayoría de los españoles. A pesar de las lamentables maniobras que las precedieron, los ciudadanos han sabido responder con una asistencia masiva y con una respuesta inequívoca, tal y como supieron plantear Almudena Grandes y los portavoces ecuatorianos Lucía Roseto y Francisco Morales desde el estrado de la Puerta de Alcalá. Al terminar el minuto de silencio por las dos víctimas, el grito unánime de respuesta fue un «¡ETA, no!». La consecuencia a extraer es bien clara. La sociedad civil es consciente de la necesidad de una convergencia entre el Gobierno y los partidos que traiga de una vez «la paz» al País Vasco, entendida como normalización de una vida social y política golpeada una y otra vez por el terror. Éste debiera ser el denominador común en el cual coincidieran siempre que fuese posible el Gobierno, la oposición del PP, los demás partidos democráticos, las asociaciones de víctimas, estando dispuestos en todo momento a dar prioridad a una unión de propósitos efectiva que dejase claro a los terroristas la inutilidad de su estrategia de muerte.

Sin embargo, el propio éxito de las grandes manifestaciones antiterroristas de la última década ha servido también para que los partidos políticos contemplaran la posibilidad de aprovecharlas para incrementar su apoyo social en detrimento del adversario. Naturalmente, esta fractura no puede ser creada a la luz del día, pues entonces la maniobra da lugar a un efecto bumerán para quien la diseña. Así que resulta preciso acudir a técnicas más o menos sofisticadas de manipulación del lenguaje, poniendo sobre la mesa palabras que, aparentemente, ofrecen unidad y en realidad crean división. Un ejemplo bien claro de esa táctica perversa fue la convocatoria de la manifestación de Bilbao por un lehendakari empeñado en recuperar a cualquier precio su protagonismo, al adoptar un lema que enlaza «la paz» y «el diálogo», lo cual implica que el atentado de Barajas ha sido algo irrelevante y que sigue más vigente que nunca, contra todas las evidencias sobre el papel decisivo de la acción policial, la idea de que «el conflicto vasco» sólo puede tener una solución política. Lo ha concretado en la clausura de la manifestación, en su calidad de único orador: el «derecho a decidir» de los vascos, la autodeterminación. Era un lema acuñado mirando a ETA. Como prueba adicional de ese orden de prioridades, donde el fin del terror ocupaba un puesto secundario para Ibarretxe, el añadido de última hora -«exigimos el fin de ETA»- figuraba en la pancarta en letra pequeña, al modo de aquellos anuncios de que el tabaco perjudica a la salud en las cajetillas, para no ser leído. En fin, fija la supresión de la Ley de Partidos como precio para su integración en el consenso general pedido por Zapatero. Tras un periodo de eclipse forzoso, nuestro txistulari de Hamelin vuelve a su táctica de siempre.

Poca cosa puede decirse del Partido Popular. Ya en la manifestación de Madrid, su dirección volvió a poner de relieve que la obsesión por mantener incólume la estrategia de enfrentamiento del partido contra el Gobierno de Zapatero le conduce no sólo al aislamiento sino a convertirse en la principal coartada de la política del Gobierno sobre Euskadi. Una cosa es criticar, y otra descalificar sin excepción todas y cada una de las actuaciones gubernamentales. Una vez adoptado el lema de «Por la paz, la vida, la libertad» no había excusa creíble, salvo oponerse por oponerse, ya que del mismo modo que la fórmula «paz y diálogo» descalifica la opción policial y lo fía todo a una negociación política que ETA ya se encargaría de encauzar a bombazos, la aquí propuesta «paz, vida y libertad», vincula el primer término con el establecimiento de una convivencia ciudadana de la que el terror desaparezca. La participación de los populares habría servido para desmentir la acusación, ahora reforzada, de partidismo en el tema ETA. Optaron nada menos que por exigir la desconvocatoria de las manifestaciones, cuando sólo con un mínimo de sensibilidad cabe percibir que es masivo entre españoles y vascos el deseo de que termine esta pesadilla. El maximalismo siguió presidiendo la intervención de Rajoy en el Congreso, hasta el punto de no percibir que el problema no consistió en la existencia del acuerdo parlamentario de mayo de 2005 autorizando la negociación, sino justamente su incumplimiento al insistir en la misma cuando resultaba evidente que ETA no tenía intención de dejar las armas.

Así que el Gobierno ha podido capear sin dificultad la tormenta que inicialmente le amenazara, al estrellarse el optimismo de Zapatero con el muro del atentado de Barajas. La respuesta del presidente consistió en una hábil operación de dosificación del mensaje político. Zapatero se limitó a esperar la elaboración de un consenso con otros partidos, excluido el PP, y a que el tema se enfriase. Antes de subir al trapecio, había que afianzar la red. No estuvo ausente, sino agazapado en espera de que la opinión pública olvidase su imprevisión, tal vez justificable pero siempre molesta, y se fijara en el futuro, con el PP sirviendo por voluntad propia como siempre de chivo expiatorio para excusar la falta de unidad. Rubalcaba cubrió el vacío, y lo hizo con su proverbial habilidad.

A ese patrón responde la táctica seguida, vía sindical, por los responsables socialistas de la manifestación del sábado 13. La intransigencia al mantener como lema «la paz», acompañada de la aclaración «contra el terrorismo», respondía sin mayores precisiones a la aspiración mayoritaria de la ciudadanía y refrendaba el objetivo perseguido por Zapatero, el «proceso de paz».

Y ahora, ¿qué hacer? La larguísima entrevista a Zapatero publicada el domingo 14 en este diario no aporta demasiadas luces. El atentado habría sido «una circunstancia excepcional» que de modo inesperado rompió «el alto el fuego permanente» (sic). Zapatero habla vagamente de autocrítica, sin tomar en consideración que no se trata de eso, sino de urgencia de información acerca de la política del Gobierno y sus relaciones con ETA entre marzo y diciembre. El discurso pronunciado en el Congreso no aporta un solo dato al respecto.

Tanto en la entrevista como en la sesión parlamentaria, mientras Rajoy ve en todo un museo de horrores, el presidente piensa que lo hizo bien y que si alguien disiente de esa estimación o trata de averiguar qué pasó en estos meses, quebranta la unidad antiterrorista. Como si el desenlace macabro del «alto el fuego», con las entrevistas y las declaraciones, no fuera razón suficiente para intentar ver claro en lo sucedido. Zapatero no lo dijo entonces, pero en este diario sí; hace falta insistir en la misma vía, ahora cegada por la sangre: «El único compromiso que tiene el Gobierno, que tenía en el proceso, el que tiene, es el fin de la violencia con diálogo». Así formulado el empeño, Ibarretxe y Batasuna, la propia ETA, lo suscribirían. ¿No obliga a cambiar nada en cuanto a estrategia antiterrorista la experiencia negativa del «proceso de paz» hecho estallar el 30 de diciembre? Si buscamos la unidad antiterrorista, una política de todos y para todos no puede eludir esa pregunta.

De momento, tenemos ya consenso, pero para cercar al PP, que a su vez hace todo lo posible para azuzar a sus plurales adversarios. ETA estaría feliz, de no ser por el ruido en el interior de Batasuna. Desde aquí, hemos tocado fondo y hay que clamar por una reconciliación, siquiera de mínimos. Ya está bien por parte del PP de presentar propuestas inviables, con tal de mostrar la traición que anida en la política antiterrorista del Gobierno, y por parte de éste, y de los socialistas en general, de denunciar la falta de lealtad en los populares cuando como ha demostrado en estas mismas páginas Rogelio Alonso, Almunia puso en su día las mismas reservas que hoy plantea Rajoy, eso sí en otro tono, al principio de que hay que seguir en todo la política antiterrorista de un Gobierno. En Telemadrid, Bono ha llegado a llamar a la de Lizarra «la tregua de Aznar». Demasiado.

Es preciso volver página. De cara al próximo encuentro en torno al Pacto por las Libertades, ¿no sería posible proponer que el rechazo total del PP a la negociación se recondujera desde el PSOE en que nunca puede haber negociación hasta que no resulte incuestionable que ETA abandona el terror?, ¿no cabe ya declarar conjuntamente que sobran mesas políticas si sus participantes tienen por meta desbordar la Constitución?, ¿qué inconveniente existiría para que el PNV se integrara en el Pacto, ya sin preámbulo, aceptando tales principios, y a partir de él otros partidos?, ¿no les preocupa a ambos que los ciudadanos, como apuntaran ya los catalanes, respondiesen a esa cerril crispación con una huelga de urnas?

FIN

El Mundo, más fino que El País.
Aquí pasa algo

Hay días en los que nuestros dos principales diarios de pago se cambian los papeles. Hoy es uno de ellos: El Mundo «dice» y El País «impide«. El País suele ser un diario bastante «declarativo» y su titulares utilizan muchos verbos como «dice«, «afirma«, «asegura«, etc..

En cambio, El Mundo tiene una tendencia bastante más «interpretativa«, u opinativa, y prefiere verbos cargados de intención como «elude«, «impide«, «rechaza«, «se aferra«, etc.

Hoy va todo al revés. El Mundo informa hoy, arriba, a dos columnas:

Otegui dice que las amenazas de ETA «restan credibilidad» al alto el fuego

El País opina hoy, arriba, a cuatro columnas:

Las exigencias de Ibarretxe y del PP impiden el pacto que impulsa Zapatero

Además de la valoración exagerada de los titulares presuntamente informativos, con alta carga de opinión, creo que El País se equivoca hoy al no prestar atención en su portada, ni en su página editorial, al cambio de posición de Otegui -con matices- con respecto a la disciplina de las pistolas impuesta tradicionalmente por ETA.

Tengo la impresión de que Otegui quiere superar el «síndrome Yoyes» y eso -de ser cierto- puede tener una enorme relevancia para el futuro en paz y en libertad del País Vasco. O, a lo peor, es un oportunista que, como avisa El Mundo, Otegui «intenta sencillamente eludir el inminente horizonte carcelario que le espera».

En todo caso, no me explico cómo se le ha pasado esta noticia a El País en su portada y en su página editorial. En cambio, El Mundo , ademas del tema de portada, publica hoy los dos chistes de Gallego y Rey y de Ricardo , dedicados a Otegui , y este comentario editorial, bastante afinado:

El País deja hoy la opinión sobre el terrorismo en manos de sus colaboradores:

Verdadera locura

SUSO DE TOROen El País 17/01/2007

Ante el atentado contra las Torres Gemelas, la sociedad norteamericana reaccionó uniéndose en torno de su Gobierno. El temor, comprensiblemente, reforzó su unidad interna. Y debe de ser que España no teme a nada, porque aquí una parte de la sociedad hizo lo contrario tras el atentado del 11-M en Atocha. La derecha se negó a aceptar el resultado electoral y en vez de unirse en aquel momento de crisis grave en torno al nuevo Gobierno empezó a cavar una trinchera que nos divide.

A la conmoción y unidad iniciales, en la creencia compartida de que era obra de ETA, se pasó en horas a sospechar que el Gobierno de Aznar manipulaba la información para beneficiarse electoralmente. Ese Gobierno presionó a la prensa y siguió atribuyendo a ETA el atentado, ante la opinión pública y ante las instituciones internacionales, hasta unas horas antes de abrirse las urnas.

En el día siguiente a la jornada electoral, Atocha era aún carne viva y humeante, seguidores del PP se manifestaron frente a su sede en la misma ciudad pidiendo, brazo en alto, paredón para el candidato ganador. Lo ocurrido entonces, algo inédito en Europa en años, es la base de nuestra situación, la piedra terrible sobre la que ha venido descansando toda la legislatura. Y ahí están en la oposición los miembros del Gobierno anterior, que nunca han admitido error o fallo en la gestión de aquellos días terribles.

Aquel 11 de marzo no fundó una unión, pues una parte de la sociedad, la derecha política que ha conseguido mantener en torno de sí a la derecha sociológica, no sintió dolor; nunca consideró aquellas víctimas como propias. Y con las mentiras sobre el 11-M en sus periódicos y ETA como disculpa en las instituciones cavó con constancia la división social, una trinchera y un búnker a prueba de verdades.

Pasma la posición tan extrema en que se ha instalado esta derecha. Lo explica su duro integrismo y casticismo, apenas influenciada por las derechas parlamentarias europeas. Y porque hereda una memoria: agitando y usando la mentira para sembrar miedo, provocando división y entorpeciendo las instituciones se gana el poder. Lo ensayó sin límites la derecha en los años treinta y quizá para sus descendientes el recuerdo que quede es que así gobernó una época larga y pudo realizar su proyecto nacionalista y clasista. Con la historia que tenemos debemos considerar cómo se relaciona cada discurso político con nuestro pasado: en el caso de esta derecha parece que no aprendió a evitar la división, aprendió a utilizarla. De cada asunto hizo un frente: trasvases, estatutos, matrimonio gay, ley antitabaco… No ha dudado en azuzar una campaña para enfrentar comunidades: la pura xenofobia. Es un instrumento que separa política, social y territorialmente; pasmosa su irresponsabilidad y su falta de sentido de Estado. Su grosería brutal es el signo de su violencia interna y el insulto y descalificación obsesiva a la figura del presidente del Gobierno pretenden liquidar a quien considera un enemigo, no un adversario.

Así fue ya en la última etapa de Gobierno de Felipe González. Y así, desde el comienzo de esta legislatura, utilizan el terrorismo como arma. Así acosaron salvajemente a las víctimas de Atocha hasta apartarlas de la circulación, insultadas y tratadas como apestadas. Y se hizo fríamente porque estorbaban al protagonismo de «sus» víctimas, las de ETA, que han conseguido rentabilizar políticamente. A pesar de la voluntad fundacional de algunas víctimas de tener una voz propia para expresar su punto de vista político, el resultado hoy es el señor Alcaraz, impulsado por el Partido Popular. Ahí están las manifestaciones contra el Gobierno, la agresión a un ministro, insultos a su presidente, para quien piden «paredón». Bajo el paraguas de las víctimas, consignas de verdugos. Quienes comenzaron ese movimiento deben sentir frustración y amargura ante tal perversión e impostura.

No es extraño entonces que unas horas después de que ETA reventase el diálogo que había ofrecido, con un gran edificio en ruinas y dos personas muertas, los dirigentes del PP, en lugar de ofrecer su apoyo inmediato al Gobierno, afirmasen nada menos que el Gobierno estaba fuera del Estado de derecho y le negasen su apoyo. Nada menos y en una hora de emergencia así. ¿Deslealtad o traición? Demuestran una continuidad de hierro en todo lo que hacen desde el comienzo de la legislatura.

La campaña contumaz de intoxicación de medios que dicen ser «nacionales» pero que realmente son faccionales surte efecto: el buen envenenamiento es eficaz en dosis pequeñas pero diarias. La realidad de una economía razonable y ciertas reformas sociales en marcha es suplantada por la alucinación de que vivimos una catástrofe histórica. Debido a que perdieron las elecciones. Y así un día y otro: la culpa es del presidente, pues los anteriores eran competentes y éste no; el Gobierno debió haber atraído al PP al consenso, no se esforzó bastante; se equivocó al no unirse con el principal partido de la oposición en vez de tratar con los demás partidos… Partidos a los que se les niega legitimidad.

Que haya gente que, viniendo de la izquierda, compre estos argumentos y siga ese juego nos hace considerar la crisis y desorientación histórica que vive la izquierda.

Este Gobierno, ante el diálogo con el mundo enfermo de ETA, sufrió un revés, como los anteriores. Quizá se equivocó al evaluar la maduración del terrorismo vasco, al creer que había comprendido que el terror como arma política era inútil. Pues nada más inútil y menos rentable que el terrorismo etarra; en tantos años no ha conseguido ningún resultado político, ninguno. Sólo ha conseguido, poniendo la pistola en la cabeza de las víctimas, que su sociedad se haya degradado bajo una especie de síndrome de Estocolmo. Pero si hubo algún error del Gobierno, sería similar a los de los anteriores, a los que no se les recriminó el fracaso en su diálogo con ETA.

El Gobierno hizo lo que debía. Quien hizo lo que no se debía de hacer jamás fue esta derecha que no aceptó el resultado de las urnas y cree que el Gobierno, por destino, siguen siendo ellos. Como tal se comportan. Viviendo en su búnker de mentiras atribuyeron al Gobierno todo tipo de traiciones, trataron al presidente y sus ministros como si fuesen los terroristas. Un día pedirán perdón por el daño hecho al país, por la división social creada conscientemente sólo para volver al Gobierno. Un Gobierno no vale nunca lo que un país.

Y un día habrá otra derecha liberal y con verdadero sentido nacional, no faccional. Mientras, debiéramos atender al sentido común y la decencia básica de esos inmigrantes que trabajan duro entre nosotros y lloran a sus muertos; son un mínimo común múltiplo que niega a esos máximos comunes divisores. Los nuevos ciudadanos que se han hecho visibles estos días traen aire fresco, ignoran esos viejos rencores y nos recuerdan lo esencial. Desnudan tanta mentira e insensatez que nos envuelve, esta verdadera locura.

Suso de Toro es escritor.FIN

El editorial de El País («Manual de urbanidad») tiene tela y su lectura es altamente recomendable sobretodo para escándalo de la derecha educada de toda la vida.

Muy fino ha estado El Mundo con las declaraciones de Otegui y, sin embargo, muy tosco, con el caso estravagante de los peritos de elmundobórico.es al que dedica tres columnas de la portada y una página completa en su interior. Pedro Jota domina el arte de suplantar la falta de chicha informativa con el abuso de centímetros cuadrados. Este es un caso menor, muy de su gusto, que va a toda página y con foto:

El Mundo jalea el papel de la juez Gallego, una de sus juezas favoritas -próxima al PP– dándole también tres columnas en su portada:

La juez precisa que Santano dio la orden de falsear el informe ETA/11-M

El País, en cambio, trata con gran mesura este minúsculo, raro y sorprendente asunto de control de calidad de los jefes policiales sobre los subordinados (el caso «matacucarachas»), y da la información a media columna, con este titular:

La juez del «ácido bórico» reabre las imputaciones a los jefes policiales

Si yo tuviera responsabilidad editorial en El País -no es mi deseo, desde luego- daría más importancia a las actuaciones sesgadas de los jueces, según el color del cristal con que miran los presuntos delitos. En mi opinión, la justicia es la asignatura pendiente de la democracia española.

Conociendo los nombres y la biografía de los miembros de un tribunal, resulta bastante previsible el resultado de cualquier juicio en el que se perciba algún interés político por diminuto que sea. Basta con mirar con lupa las instrucciones escandalosas del «ácido bórico/jueza Gallego«, del «caso Bono/caso Hidalgo» o del «caso policías corruptos/ ETA-11-M» para que las personas más sensatas, honradas y moderadas de España se echen a temblar antes de verse frente a semejantes magistrados. A muchos jueces se les ve el plumero más que a los periodistas. Y ya es decir.

Ahí está El Roto para recordarnos en El País que la tecnología avanza y mejoran las máquinas pero, no obstante, las intenciones del ser humano permanecen intactas.

Ibarretxe pide perdón a las víctimas (en página par)

El Mundo, tan preocupado por las víctimas de ETA, no hace hoy ni una sola mención en portada del discurso del presidente de los vascos pidiendo perdón a las víctimas de ETA.

Tiene la información, como todo el mundo, pero la da en una página par interior y a una columna.

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Dedica su portada a una víctima y a un presunto asesino, pero de una manera poco ortodoxa, en decir, con más opinión que información.

Desde luego, es muy fácil excitar los ánimos de cualquiera que no esté alerta. Y tiene su coste en términos de credibilidad. Gana interés morboso y pierde crédito.

El Mundo lo hace hoy sin pudor. Un montaje fotográfico deficiente nos muestra a la madre de Miguel Angel Blanco secándose las lágrimas (abriendo la portada).

A su lado va otra foto de Txapote, un terrorista sanguinario de ETA, elegida para que parezca que se ríe de ella, que mira risueño, casi desafiante, a la madre del joven que él pudo haber asesinado.

El título, a cuatro columnas, es coherente con el montaje fotográfico:

La madre de Blanco narra su drama ante la indiferencia de “Txapote”

El pie de la foto va en la misma línea argumental:

La madre de Miguel Angel Blanco, Consuelo Garrido, no pudo contener las lágrimas ayer en el juicio, mientras en presunto asesino de su hijo, “Txapote”, se mostraba indiferente

La noticia de salida de El Mundo, a una columna, habla de las víctimas pero el sujeto no es Ibarretxe –que ayer les pidió perdón y les prometió justicia- sino Zapatero:

Zapatero decide suprimir el cargo de Alto Comisionado de las Víctimas

El País manda hoy con la declaración de Ibarretxe en su portada:

Ibarretxe pide perdón a las víctimas y promete justicia ante el diálogo con ETA

En su interior, El País amplia su información de portada a toda página y con foto.

También le dedica al tema un comentario editorial:

En el mundial de fútbol, parece que El Mundo y El País se han cambiado los papeles al ganar a Túnez, con respecto a la victoria sobre Ucrania.

El País titula con un patriotismo desbordante y gran foto de Torres a tres columnas:

España desata la pasión

El Mundo da una fotito tipo sello, a columna y media, de esta segunda victoria, lo que contrasta con el patriotismo desatado con la primera victoria.

Forges es el único que, a mi juicio, da en el clavo en el tema principal y destaca gráficamente lo que está por venir en el Congreso de los Diputados. El País lo reduce a un sumario en primera:

Zapatero se prepara para acudir al Congreso pese a la oposición de Rajoy

La madre superiora -¡Ay!- vigila y no se jubila…