Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Este no es el Arenys de mis sueños

No me lo puedo creer. Arenys de Munt ¡quién te ha visto y quién te ve! En este mi querido pueblo del Maresme, al que me unen tantos recuerdos juveniles, ayer votaron, en plan zarzuerelo (quizás tragicómico), si Cataluña debía ser un Estado separado de España.

El resultado, como era de esperar, ha sido favorable en más del 96,3 % de los votos a la independencia. Claro que sólo fueron a votar, en esta consulta informal, prácticamente los partidarios de la separación de Cataluña como Estado independiente (2.500 de una población de 8.000). El 67% no fue a votar.

No me preocuparían especialmente estas consultas semifestivas de los forofos nacionalistas independentistas si no fuera porque remueven las bajas pasiones del ser humano, los egoismos particulares, el miedo a lo diferente, el tribalismo de ellos y nosotros, las diferencias culturales de manera excluyente, no integradora, y, en el fondo, acarician un puntito de racismo que me remueve la tripas.

En esta página de El Mundo de hoy hay una foto racista que me asusta: es una pintada anónima que dice:

UN XARNEGO UNA BALAA-

Me asusta, entre otras cosas, porque yo creí que lo de «xarnego» era ya una antigualla de cuando yo estudiaba felizmente en la Universidad de Barcelona. Estaba convencido de que ese tinte racista ya se había superado en Cataluña. Me lo ha recordado ahora la segunda lectura de «Últimas tardes con Teresa» de mi admirado Juan Marsé, novela publicada en 1966 cuando yo vivía en una pensión de la calle Balmes de Barcelona.

En aquella época, como inmigrante almeriense, me sentí secretamente identificado, en algunos aspectos, con el xarnego Manolo, el Pijoaparte, el murciano pobre y orgulloso de Marsé. Recomiendo vivmente la lecura de esta novela a los racistas nacionalistas separatistas catalanistas y a los racistas nacionalistas separadores españolistas.

Me asusta la pintada contra los «xarnegos«. Uno de esos «xarnegos» amenazados es precisamente el honorable presidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, elegido por la mayoría de los catalanes. Pero también me asusta y perturba la exhibición, igualmente amenazadora, de la bandera fascista de la Dictadura de Franco en mi querido Arenys de Munt.

El Mundo, calentando el ambiente, titula así, con carga editorial, su foto central de portada:

Bufonada independentista en Arenys

El País titula fría e infomativamente su foto central de portada:

Arenys vota sí a la independencia

Hace muchos años que no paso por Arenys de Munt. Aún tengo muchos parientes a ambos lados de la riera y en San Celoni (tíos, primos, etc,). En realidad, no voy por allí desde que murieron mis queridísimos chacho Frasco y mi tía Carmen, con quienes pasaba muchos fines de semana en mis tiempos de estudiante.

Con ellos, unas visitas balsámicas llenas de afecto, entroncaba con la historia de mi familia (mayoritariamente emigrantes económicos a Cataluña y Argentina y exiliados políticos a Francia). Allí reponía fuerzas físicas y morales, leía, comía (¡pollo con cava!), ayudaba en el campo (eran los aparceros de una finca), cabalgaba los caballos de los dueños y me sentía bastante feliz, altenando -claro- con los sinsabores y tristezas propios de la edad.

Cuando alguien -incapaz de identificar mi fuerte acento almeriense- me preguntaba en Barcelona de dónde era, yo solía responder que era de Arenys de Munt y soltaba, entre risas, algunas palabras en catalán. Conocía ese puebo como la palma de mi mano. Y me gustaba pasear por sus calles.

Mis recuerdos juveniles de Arenys de Munt, de Arenys de Mar, de San Celoni, de Mataró y de toda la maravillosa naturaleza que rodea el Montseny no pueden ser mejores. Por eso, me entristece tanto que unos fanáticos nacionalistas de ambos lados estropeen la imagen pacífica y alegre que guardo de esa tierra y de sus habitantes, cualquiera que fuera su origen.

En diciembre de 2007, en La Cartuja de Sevilla, me tocó hablar de los andaluces (sobre cómo nos ven y cómo nos gustaría que nos vieran). Copio y pego, a continuación, unos párrafos de aquella charla que escribí pensando en mis paseos por Arenys de Munt, cuando estudiaba en la Universidad de Barcelona allá por los años 1966 y 1967:

«Cuando me llegaban esos rumores racistas sobre el inmigrante andaluz me sublevaba interiormente:

-éramos muy buenos para la música, sabíamos llevar muy bien el ritmo, las palmas, llevábamos el baile en la sangre, aunque éramos perezosos para el trabajo, bastante pícaros, graciosos, con salero, no muy limpios, lentos para el estudio, poco eficientes, falsos, traicioneros, fuleros, éramos juerguistas y borrachines, olíamos a ajo, etc. etc. En ese cuadro siniestro, éramos también abiertos, acogedores, hospitalarios y –cómo no- bastante buenos para el sexo. Algo es algo.

(Por cierto, estas mismas características tergiversadoras y mistificadoras de la realidad se aplicaban también a los gitanos, incluso en Andalucía.)

Pero el senequismo andaluz lleva siglos enseñándonos el arte de la prudencia y la “taqiyya” árabe, el arte del disimulo. Con una beca del franquismo, practicaba yo entonces la “prudencia de los pobres”, que sabiamente cita García Montero.

Y me crecía con el recuerdo del orgullo de aquel jornalero andaluz que, en tiempos de la Restauración, devolvió el duro de plata al cacique, que intentó comprar su voto, y le replicó:

“En mi hambre mando yo”.

O aquel viejo almeriense, arrugado por el sol y la miseria, en un pueblo casi abandonado de la Sierra de los Filabres, que contradijo a un ministro socialista cuando éste le animó a trasladarse a la ciudad para recibir mejores cuidados.

“No tiene dios cojones –le dijo el viejo al ministro- de mandarnos el hambre que somos capaces de aguantar aquí nosotros”.

Sabemos hacer de tripas corazón y nos superamos. Hemos demostrado que tenemos capacidad de sufrimiento, de trabajo y de superación como el que más. Por todo eso, deberíamos poner un cartel en las escuelas andaluzas que dijera:

“No somos diferentes”.

En la Universidad de Harvard volví a oír los mismos rumores y chistes racistas –los mismos, sí- que había oído años atrás en la Universidad de Barcelona. Pero allí eran aplicados a los negros, a los judíos y a los hispanos. También a los polacos.

Alguna vez llegué a leer entonces el poderoso monólogo de “El mercader de Venecia”, de Shakespeare, pero cambiando judío por andaluz: Fijaos cómo suena:

“Soy un andaluz”. ¿Es que un andaluz no tiene ojos? ¿Es que un andaluz no tiene manos, órganos, proporciones, sentidos, afectos, pasiones? ¿Es que no se alimenta de la misma comida, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un catalán, un vasco o un inglés? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos?, Si nos envenenáis, ¿no nos morimos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?

Si nos parecemos en todo lo demás, nos pareceremos también en eso. Si un andaluz insulta a un catalán, a un vasco o a un inglés, ¿cuál será la humildad de éste? La venganza. Si un catalán, un vasco o un inglés ultraja a un andaluz, ¿qué nombre deberá llevar la paciencia del andaluz, si quiere seguir el ejemplo del catalán, del vasco o del inglés? Pues venganza. La villanía que me enseñáis la pondré en práctica, y malo será que yo no sobrepase la instrucción que me habéis dado.”

Lo dicho: pese a la caricatura que han hecho de nosotros durante décadas, en lo esencial, no somos diferentes. Hay también, en la historia de Andalucía, reacciones aisladas, a veces violentas y bastante desconocidas, contra el fatalismo y la explotación. También sabemos enseñar los dientes.»

Sorprendente (por inusual) titular de portada en El País contra Zapatero.

Interesante (y oportuno) artículo del International Herald Tribune de hoy sobre las relaciones «rotas» entre El País y Zapatero, que nos ofrece algunas claves. (El ITH reparte cada día un suplemento/resumen de El Pais en inglés).

El País in Rare Break With Socialist President

By DOREEN CARVAJAL

Published: September 13, 2009

International Herald Tribune/New York Times

(El Pais

A caricature of President José Luis Rodríguez Zapatero by Fernando Vicente in the Sept. 6 issue of El País.)

PARIS — When loyal readers opened Spain’s leading daily newspaper, El País, last Sunday, some may have spilled their morning café con leche.

The 30-year-old, center-left newspaper — long a reliable supporter of the governing Socialist Party — published a huge, withering caricature portraying Prime Minister José Luis Rodríguez Zapatero at the helm of a sinking map of Spain, encircled by sharks marked unemployment and deficit.

El País says the Captain Zapatero cartoon — and searing critique of the Zapatero government’s economic policies — is simply part of its coverage of “el crisis.”

But others, inside and outside the government, suspect that the newly muscular coverage is a result of a backstage clash between the newspaper’s parent company, Grupo Prisa, and a rival, Mediapro, over digital television rights granted to Mediapro by the Zapatero government.

“Grupo Prisa felt like they were scorned and the other group benefited more,” said Victor Domingo, president of the Asociación de Internautas, an Internet rights group critical of the government dealings on digital television. “Now it’s a battle, and all of the group is more aggressive with the government.”

This contest of media “galácticos” pits rivals based in Spain’s two power centers — Mediapro is in Barcelona, Grupo Prisa in Madrid — against each other. Both have ties to the Socialist party and global aspirations.

Grupo Prisa is one of the largest media groups in the Spanish-speaking world. It owns El País, which has an average daily circulation of a little more than 402,000, and several television and radio stations. Battered by the downturn in advertising that has affected nearly every media company, Grupo Prisa recently negotiated an extension on a bridge loan of €2 billion, or $2.9 billion, and sold a 4.5 percent stake for $56 million to Talos Partners, a New York private equity firm.

Mediapro produces and distributes films and has financed three Woody Allen movies, among them the recent hit “Vicky Cristina Barcelona.” It is also the controlling shareholder in La Sexta, a television channel, and paid more than €1 billion for the coveted broadcast rights to the soccer clubs Real Madrid and Barcelona. It owns the rights to other soccer clubs as well.

In mid-August, Mediapro was the chief beneficiary of a special “royal decree” approved on a fast-track vote by the Spanish cabinet that opened the way for digital over-the-air television available on a subscription basis.

Almost immediately, Mediapro seized the opportunity to introduce a pay digital channel, Gol Televisión, which sells subscriptions for programming dedicated to soccer.

That step, timed for the start in late August of the season for La Liga, the Spanish soccer league, was a direct foray into the territory of Grupo Prisa, which owns the satellite platform Digital Plus through its subsidiary, Sogecable. It has its own soccer channel as part of its premium-pay package, although it pays Mediapro €700 million for the rights to air matches.

Juan Luis Cebrián, Grupo Prisa’s chief and a former editor of El País, bristled at the government’s decision, loudly comparing it to the handiwork of a banana republic and accusing the Zapatero administration of “attempting to subdue the media” through a “war against those who are independent.”

He still does not mince words about how he views the government’s decision.

“This decree is for matters of extreme emergency,” Mr. Cebrián said during an interview from the Grupo Prisa headquarters in Madrid, adding, “I don’t believe that this law should be used to govern to favor friends.”

Mr. Cebrián said he supported the arrival of digital television, but he contended that “what is really grave is the favoritism in the industry.”

For his part, Jaume Roures, the chief executive of Mediapro, has given interviews to the Spanish business media denying that his company had received a gift from the Zapatero administration. In Spain, he said, “we have a tendency to look for political motives behind everything.”

In the aftermath of the dust-up, the Spanish competition regulator, the National Commission of Competition, announced this month that it was starting an antitrust review of Mediapro and Gol Televisión. Prisa lodged a complaint that the Catalan group was not reselling broadcasting rights for the Spanish soccer league in a fair way.

With corporate tensions building, critics are closely watching the coverage of the Zapatero government in El País.

They note, for example, that the newspaper has not only been tough on Mr. Zapatero but also took aim at the Socialist stronghold of Barcelona with stories about desperate immigrant women forced to take hormones to work harder in bordellos allegedly linked to a Barcelona city official.

This is not the paper’s first break with the Socialists. In 1995, El País published a front-page editorial questioning the ability of Felipe González Márquez, the president at the time, to govern amid corruption scandals and political turmoil after his 12 years in office.

Now, Javier Moreno Barber, the editor of El País, contends that the newspaper is taking a harsher look at the Zapatero administration in the face of the country’s greatest economic crisis since its civil war in the 1930s. Unemployment stands at 17.9 percent, and the country has a budget shortfall nearing 10 percent of output.

“We’re getting tougher on our local assessment of how the government is tackling the crisis,” Mr. Moreno said. “There’s no doubt about that. But I would deny it’s because of the problem we had this summer. We’re harsher now because we’re starting to see France and Germany are back on their feet.”

Still, the coverage leaves some longtime readers a little stunned. The critical business cover story that accompanied the Captain Zapatero caricature provoked a furious debate, with more than 600 readers posting comments online. One of the baffled readers was José Antonio Martínez Soler, executive editor of 20 Minutos in Madrid and a former El País journalist.

When his wife opened the newspaper to the caricature, she turned to him and said, “This is not my El País,” he recalled.

But Mr. Martínez Soler said he believed that the issue ran deeper and that the battle between Grupo Prisa and Mediapro over pay digital television was just a tipping point.

“It’s much more complicated,” he said. “El País never had the same relationship with Zapatero that it had with Felipe.”

He added that under the leadership and ownership of Jesús de Polanco, who died in 2007, Grupo Prisa had not had big problems with the Zapatero administration but that that had changed under Mr. Cebrián, who is not the owner and, he said, is not a diplomat.

At a news conference in late August, Mr. Zapatero weighed in with his reasoning for the fast-track television decree. The government, he said, had moved quickly so that Spain would not fall behind other European countries and also so that the industry would be made more diverse with the ability to offer alternative channels.

“The facts are incontestable,” he said, that more diversity would benefit “el país,” which in Spanish means the country. Then, realizing that people might think he was talking about El País, the newspaper, he quickly corrected who would profit: “The nation, of course.”

FIN

¿Mercado y moral? Imposible

Hay palabras que no pegan ni con cola. ¿Mercado y moral? Lo he sentido claramente al leer hoy el artículo de mi admirado Gabriel Jackson en El País titulado «Sobre la moral y el mercado».

Estoy completamente de acuerdo con él en que «el mercado, si no se regula, es inmoral». En cambio, disiento con el maestro Jackson en una cosa. Al hablar de la competencia de mercado, afirma, como los clásicos teóricos, que «el objetivo es obtener beneficios».

Así reza en todos los manuales de Economía. Y asi lo enseñamos también en la Facultad. Sin embargo, en la vida real, como periodista atento a los acontecimientos económicos, he comprobado en muchas ocasiones que las decisiones empresariales en un mercado competitivo no se adoptaban para lograr beneficio a corto , medio o largo plazo. (Ya sabemos que el mercado suele penalizar el pensamiento a medio y largo plazo. Para eso está, por supuesto, el Estado).

El objetivo de esos empresarios era otro. Lo primero para ellos era el tamaño, antes incluso que el beneficio. Tomaban decisiones con el objetivo de crecer, aunque ello disminuyera sus beneficios y la solidez de la empresa.

Una vez que el tamaño era considerado suficientemente grande (nunca es suficientemente grande para algunas mentes enfermizas), entonces el objetivo era otro: el reconocimiento social y el aplauso de sus paisanos. Es decir, tomaban decisiones para conseguir (en sentido figurado) una estatua en la plaza de su pueblo. Ni benefico ni tamaño: sólo estatua y aplauso fervoroso. La moral es, desde luego a mi juicio, ajena a estas decisiones.

Este es el artículo cuya lectura recomiendo:

Sobre la moral y el mercado

GABRIEL JACKSON en El País 13/07/2008

La historia económica reciente del «primer mundo» -los países de Europa occidental y del norte, los países anglófonos, Japón, Taiwan, Singapur y Corea del Sur- ha demostrado a las claras que el capitalismo de libre mercado es el sistema económico más productivo del que dispone la humanidad. Entre 1945 y el final del siglo XX, todos esos países mejoraron la calidad de su producción agraria e industrial y el nivel de vida de la mayoría de sus habitantes. Sus Gobiernos permitieron diversos grados de iniciativa económica privada y mostraron distintos niveles de preocupación oficial por la educación, la salud y la seguridad económica permanente de sus ciudadanos. Y todos ellos obtuvieron resultados mucho mejores que los países gobernados por regímenes centralizados y autoritarios, de tipo soviético, o por dictaduras militares y oligárquicas.

La crisis económica de EE UU es el fruto de tantas políticas de desregulación

La crisis de las hipotecas basura prueba que el mercado es amoral

Sin embargo, el capitalismo de libre mercado tiene un defecto muy peligroso que puede hacer que se venga abajo todo el edificio. El mercado, si no se regula, es completamente amoral. La competencia de mercado decide qué productos son los más atractivos para los consumidores, qué ejecutivos gestionan mejor las complejas relaciones humanas dentro de la empresa, qué abogados protegen con más eficacia sus intereses en la interpretación de los contratos y las leyes fiscales, qué anunciantes atraen el mayor número de clientes, etcétera. La competencia de mercado influye también enormemente en los salarios y otras condiciones de empleo en todos los niveles de la empresa. Pero el objetivo es obtener beneficios en la producción y el intercambio de bienes y servicios, con el mínimo control posible por parte de Gobiernos y sindicatos. El mercado no se preocupa por el destino de los individuos, salvo en sus funciones de trabajadores y consumidores.

Entre los años treinta y alrededor de 1970, la izquierda democrática del Primer Mundo logró, con bastante éxito, añadir al capitalismo de mercado el complemento de grandes inversiones públicas en calidad de vida: educación, sanidad, vacaciones remuneradas y seguridad social. Asimismo, en la época de Franklin Roosevelt, el Gobierno de Estados Unidos, consciente de que el mercado era amoral, aprobó diversas leyes que exigían transparencia y libertad de información en las actividades de banca e inversiones, e impuestos progresivos sobre la renta y las plusvalías para sufragar los servicios sociales y limitar hasta qué punto los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres bajo el capitalismo descontrolado.

La derecha democrática, por su parte, criticó el «Estado del bienestar» por considerarlo demasiado caro y se opuso prácticamente a cualquier regulación de los mercados capitalistas diciendo que era poner obstáculos a la «libertad de empresa» o al funcionamiento del «libre mercado».

Durante las presidencias de Ronald Reagan y los dos Bush, la derecha estadounidense consiguió recortar cada vez más los servicios sociales y evadir los controles de la banca y la Bolsa establecidos en los decenios anteriores. Una manera frecuente de no cumplir las normas existentes era llenar las comisiones federales supervisoras de conservadores que no creían en la legitimidad de las normas.

La actual crisis económica de Estados Unidos, que ahora está extendiéndose (esperemos que con menos gravedad) a Europa y los países de la costa del Pacífico, es en gran parte resultado de la desregulación llevada a cabo desde 1970. El colapso multimillonario más espectacular -aunque en absoluto el único- causado por las recientes políticas de desregulación es la crisis de las hipotecas basura. Como la desregulación permitió que una serie de «instituciones financieras» rebautizadas y vagamente definidas, no sujetas a las leyes bancarias, entrasen en el mercado de la vivienda, éstas se dedicaron a ofrecer con libertad hipotecas basura, documentos que no tienen que cumplir los criterios bancarios tradicionales. Además, transforman esas hipotecas en «valores» que pueden vender como si fueran inversiones legítimas, pero en las que el comprador (y a menudo el vendedor) no saben exactamente qué hipotecas, ni por cuántos dólares, entran en cada paquete como «valores». Muchos banqueros, y muchos empleados de firmas que negocian tradicionalmente en valores para grandes inversores privados, han reconocido que no sabían con exactitud qué «valor» estaba detrás de una hipoteca basura «valorada».

Esa ignorancia, no obstante, no les impidió compartir el entusiasmo mientras la burbuja crecía ni ser responsables de las pérdidas de miles de millones de dólares y de las numerosas bancarrotas de las empresas a las que están o estaban asociados.

Para mencionar un efecto de onda expansiva relativamente suave de la caída de las hipotecas basura: en el segundo trimestre de este año, la caja de ahorros y préstamos Washington Mutual perdió casi el triple de dinero que en el segundo trimestre de 2007. Nadie ha explicado por qué los responsables de la mayor caja de ahorros del país invirtieron tanto dinero en hipotecas basura, pero las pérdidas acumuladas han puesto en peligro la existencia del equipo directivo actual. Para sofocar la revuelta de los accionistas, los directores han recurrido a una gran empresa privada de renta variable, de la que recibirán miles de millones en capital nuevo y a la que venderán acciones del banco a un precio un 26% inferior al precio de mercado el día del acuerdo. Mientras tanto, sin consultar a sus accionistas actuales, han rechazado una oferta de compra de JPMorgan Chase que habría pagado un precio más favorable a los titulares. Todo ello es perfectamente «legal» en el mercado desregulado e incluso puede considerarse una operación del «libre mercado».

La crisis de las hipotecas basura es un ejemplo perfecto de la amoralidad del mercado. Los que vendieron esos «valores», en su mayoría, no intentaban robar a nadie. En general, no dijeron mentiras deliberadas. Su trabajo consiste en vender y obtener un beneficio. Si el cliente no protege sus propios intereses, es problema suyo. Los únicos que serán castigados seguramente por esta conducta son aquellos de quienes se puede demostrar que se deshicieron de manera consciente de sus propios «valores» al mismo tiempo que los recomendaban ardientemente a sus clientes. Si se les habla de su responsabilidad profesional respecto al público, cuentan lo mucho que han contribuido a obras benéficas, o lo importante que fue para ellos crear un negocio inmobiliario en una ciudad que no tenía ninguno, o que esos grandes beneficios y esas primas anuales fueron fundamentales para conseguir el mejor tratamiento médico posible para su madre o su tía.

Toda prosperidad y justicia social en el mundo depende, a la hora de la verdad, de la honestidad y la transparencia de las actividades económicas. Es cuestión de leyes y de moral. Tiene que haber leyes que protejan a los que no son especialistas, los que no son ricos y los profesionales de las finanzas que desean actuar con decencia y necesitan tener la seguridad de que sus competidores van a atenerse a unas normas justas y claras.

Pero las leyes, para ser viables en una sociedad compleja, deben ser lo bastante flexibles como para dejar margen a esa complejidad, y dicha flexibilidad significa también que quienes desean eludir las normas, muchas veces, se las arreglan para hacerlo «legalmente». Por consiguiente, no es posible defender un sistema amoral como el «mejor» sistema para la sociedad en general. Es preciso que exista un sentido de la responsabilidad personal y profesional. Y es preciso que se responda ante las autoridades de un sistema político democrático.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Gabriel Jackson es historiador estadounidense.

Resurge la España negra (como sus sotanas)

Cada día estoy más de acuerdo con Alfonso Guerra en lo que se refiere a las relaciones Iglesia-Estado. El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso dijo ayer que «antes o después no va a haber otro camino» que la denuncia de los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede, ya que los obispos españoles «están apretando tanto» que «aunque no se quiera reconocer, no hay otra» opción.

Gaspar Llamazares fue un poco más lejos cuando, hace unos días, nos advirtió:

«Cría obispos y te sacarán los ojos»

¿No se darán cuenta estos obispos, salidos de una España tan negra como sus sotanas, que cuanto más aprietan en su campaña electoral, a favor del PP y en contra del PSOE, más están perjudicando al pobre Rajoy?

Hasta el perpicaz y desinteresado Pedro Jota se ha dado cuenta. Ayer lo adviritó en su editorial a los obispos. Estos reverendísimos sepulcros blanqueados de la ultra derecha no se enteran del daño que están haciendo al PP.

Muchos jóvenes e indecisos acudieron cabreados a las urnas, el 14 de marzo del 2004, para votar en contra las mentiras miserables del trío Pinocho (Aznar-Acebes-Zaplana) sobre ETA en el 11-M.

Desmontada por la Justicia la teoría conspiratoria de Aznar, Pedro Jota y la radio COPE de los obispos ultras, aquellos cientos de miles de votantes airados estaban un poco apáticos, dormidos o desmovilizados en esta campaña electoral. Ahora no había un elemento tan fuerte como aquellas mentiras despiadadas de Aznar para movilizarles hacia las urnas.

Sin embargo, la amenaza del resurgir de la España negra de los obispos ultras les está despertando…

Zapatero debe estar dando saltos de alegría y poniéndole velas y misas al cardenal ultra Rouco Varela para siga metiendo cizaña inquisitorial contra el PP en la campaña electoral. Cuanto más se acerque al PP, más daño le hace.

Así se las ponían a Fernando VII.

¡Qué potra tiene este Zapatero!

Y el pobre Rajoy ya no sabe donde esconderse de las sotanas que, en tan mala hora, le persiguen…

El Estado se somete a la Iglesia. ¡Nunca más!

Las relaciones entre la Iglesia católica y el Gobierno español parecen ir de maravilla (para la Iglesia, claro).

Así se desprende del besamanos y la posición genuflexa y solícita del ministro de Asuntos Exteriores ante su colega el cardenal Bertone, ministro de Exteriores vaticano, y que publica hoy El Mundo (pág. 14)sobre este titular:

Moratinos busca el apoyo del Vaticano

La postura del besamanos no puede más ridícula, tratándose de un miembro de un gobierno que presume de laico.

Y de las sonrisas complacientes de ambos, mejor no hablar.

Esta imagen tan obsequiosa de un ministro español ante un colega del gobierno de otro Estado (minúsculo, por cierto, y lógicamente el de menor tasa de natalidad del mundo) me ha recordado un vieja polémica repetida en Boston por mi familia política.

El debate nacional debió ser extraordinario, en vísperas de la primera visita del flamante presidente John F. Kennedy al Vaticano.

Kennedy, por su origen irlandés, era católico, pero presidía un Gobierno laico y representaba a un país con católicos, protestantes, judíos, musulmanes, ateos, etc.

¿Besaría Kennedy, el presidente del país más poderoso del mundo, la mano (o el anillo) del Papa, jefe de otro Estado?

¿Se presentaría Kennedy inclinado, genuflexo o sometido ante el Papa , como católico, o le saludaría de pie, estrechando su mano, como a cualquier otro colega jefe de Estado?

Hubo gran expectación. Kennedy se mantuvo firme (impasible el ademán) al estrechar la mano de su colega el Papa y no genuflexo ante su líder religioso.

Nuestro pobre Moratinos no debió conocer o recordar aquella gran polémica que sacudió a los Estados Unidos al rendirse, como lo ha hecho, ante su satisfechísmo colega vaticano.

¡Qué pasada!

¿Cómo no van a estar contentos los obispos de la COPE si el Gobierno de Zapatero les reconoce públicamente dinero y santidad?

Esta información de El Mundo sobre las enmiendas del Consejo Escolar al proyecto de real decreto del Gobierno sobre enseñanzas mínimas en la ESO, completa la imagen entregada y vencida de Moratinos ante la Iglesia .

Las enmiendas quieren sacar la religión fuera de clase y ampliar la asignatura «Educación para la Ciudadanía», pendiente en España desde hace siglos.

El periodista de El Mundo, muy en la línea de su director, que mezcla información con opinión, sin pudor ni distinción, nos dice que las propuestas del Consejo Escolar «tienen visos de caer en saco roto».

El titular, con tipografía propia de una información sobre hechos, tiene en cambio un contenido bastante opinativo y hasta en latín:

«Vade retro», Religión

Los datos quedan para el sumario:

El Consejo Escolar pide que la materia se dé fuera de clase y que Educación para la Ciudadanía cite a la familia homosexual

«Con la Iglesia hemos topado», amigo Zapatero. Ya estás fallando…

Atentos, porque la religión (cualquier religión) lleva más veneno dentro que la guerra de Irak.

Salir de Irak fue una broma comparado con salir del Vaticano.

Ahora estamos hablando de sacar la religión católica fuera del aula escolar, como hacen en otros países más avanzados en democracia y tolerancia que el nuestro. Dentro de muy poco tiempo el conlficto se agravará con la enseñanza en clase -de igual a igual en derechos- de la religión islámica, protestante, judía, etc. Esas demandas de trato igual ya están proliferando -y con razón- en estos momentos.