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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¿Para quién trabaja Boyer?

Boyer, nuevo «Rasputín» de Zapatero, se cambia de chaqueta. Parece que salimos de dudas. Un artículo -muy revelador- publicado esta mañana en la página noble de El País, nos permite aventurar que el prestidigitador de los ajustes salvajes e ideólogo de la FAES de José María Aznar se está pasando al bando de Zapatero. ¡Válgame Dios!

La pagina 33 de El País de hoy no tiene desperdicio: es la segunda prueba del cambio. La primera prueba nos la dió el reciente nombramiento de Miguel Boyer Salvador como nuevo consejero de Red Eléctrica, desde el pasado 14 de abril. Suponemos que su flamante puesto no será hoy uno de los eliminados por el Consejo de Ministros, que analiza el recorte de cargos en las empresas públicas.

Esa fue la primera pista que llevó a Azarías, nuestro vecino del blog de aquí al lado, a aventurar, en exclusiva, que el ex superminitro socialista de Economía y Hacienda con Felipe González y mas tarde ideólogo y patrono de la fundación neoconservadora FAES, que preside José María Aznar, estaba cambiando de nuevo su piel de lobo por la de falso cordero.

Recomendamos hoy leer con lupa este artículo de El País así como el post de Azarías en Ecos de Sociedad Anónima titulado «Boyer, nuevo «Rasputín» de Zapatero». ¡Qué razón tenía! ¡Y qué miedo me da hoy comprobarlo!

“¿Lo ha entendido todo, señorita Salgado?”

El mal recibimiento que algunos dan a Elena Salgado puede ser augurio de futuros éxitos. No hay más que ver lo desacertados que estuvieron los españoles que apodaron “el Breve” al rey Juan Carlos, que lleva 34 años en el trono, o “el Deseado” nada menos que Fernando VII, el rey más turbio y felón de nuestra historia.

Los españoles no somos, desde luego, muy afortunados con los motes, apodos o adjetivos. Suelen fallar por prematuros. ¿Recuerdan aquellos alféreces “provisionales”? Duraron más de 40 años.

El Mundo se apresuró a titular ayer, a toda portada, que la economía (¿a quién se referiría con eso?) recibía con “estupor” el nombramiento de Elena Salgado como vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía.

Si Pedro Jota personificaba la “economía” en los agentes sociales y económicos, hoy mismo todos ellos han desmentido eso del “estupor”. Tanto los líderes sindicales como los empresariales le han quitado hoy la razón al director de El Mundo, pues han manifestando su satisfacción por el nombramiento de Salgado y le han ofrecido su leal colaboración.

En la mayoría de las crónicas y artículos de opinión que he podido leer, he percibido un cierto desdén hacia la “burócrata ideologizada”,disciplinada” o “rígidaElena Salgado debido –dicen- a su falta de prestigio, escaso peso, pocos conocimientos sobre la materia e inexperiencia en el mundo económico.

En lo único que, a mi juicio, aciertan es en lo de “escaso peso” pero en lo estrictamente físico –eso sí, porque la señora es menuda y flaca- y no en lo económico.

Durante años, he tenido el gusto de compartir mesa y club con la vicepresidenta económica. Y con cierta frecuencia: los primeros jueves de cada mes, hasta que ocupó la cartera de Sanidad. Los debates siempre fueron “off the record” por lo que no voy a romper esa regla. Pero sí recuerdo que, cuando me dirigía a los compañeros de mesa, solía hacerlo –no sin cierta ironía- con el saludo obligado de “señora y señores” o “lady and gentlemen. Es decir, sólo había una mujer sentada entre veinte o treinta hombres. Por tanto, Elena Salgado está acostumbrada a pelear, e incluso a triunfar, en las cumbres repletas de caballeros.

Más aún, hace muchos años, Elena me contó una anécdota que no le molestará que desvele hoy. Aunque es más joven que yo –y se nota-, cuando ella estudiaba Ingeniería Industrial era la única chica de la clase. Las niñas de entonces iban a Filosofía y Letras y muy pocas apostaban por las carreras técnicas.

Un profesor hueso, algo machista y claramente paternalista, de cuyo nombre no quiero acordarme, tenía la gentil costumbre de volverse hacia los alumnos, cuando resolvía alguna compleja ecuación en la pizarra, y, dirigiéndose exclusivamente a la única chica de la clase, le preguntaba persistentemente:

“¿Lo ha entendido todo, señorita Salgado?”

Así creció Elena Salgado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales. Luego se licenció en Ciencias Económicas (entonces, con más chicas a su lado), se casó, tuvo una hija, se divorció y fue abriéndose camino en un mundo económico, privado y público, claramente dominado –y hasta qué punto- por hombres.

Zapatero ha cometido muchos errores, pero yo considero que la paridad de género en el Gobierno ha sido su segundo mayor acierto. Sólo así ha podido una mujer ocupar la cartera de Economía y Hacienda, reservada desde hace siglos a los hombres.

Por fin, lo que es real en casi todas las familias españolas –que la mujer es quien mejor lleva las cuentas de la casa- va a ser oficial en la economía española.

No es, pues, de extrañar que nos produzca sorpresa (nunca estupor) imaginar el retrato de esta rubia menuda y flaca entre los de tan preclaros barbudos economistas y hacendistas españoles.

La llaman “burócrata” y, sin embargo, ella sabe lo que es ganarse la vida en la empresa privada tanto como el sector público. Una experiencia altamente recomendable para quien se dedique a la política. Recuerdo su entusiasmo por las nuevas tecnologías –entonces novísimas- cuando trabajaba en Vallehermoso Telecom en los años noventa.

Por entonces, Francisco Ros, Ignacio Santilla y yo habíamos publicado un librito de divulgación sobre “Las autopistas de la información” y estábamos interesados en todos los avances producidos por el cruce intersectorial e internacional entre la informática, las telecomunicaciones y el entretenimiento. Algunos lo llamaron entonces “compu-fono-visión”. Elena Salgado se ofreció a enseñarnos el funcionamiento de una “casa inteligente” que podía ser gobernada a distancia. Era un proyecto piloto muy avanzado y apasionante. En aquel tour “inteligente”, Elena mezclaba las explicaciones técnicas, con la precisión de una ingeniera industrial, con la racionalidad económica, o sea, con el análisis de costes y utilidad tan propio del economista.

Hay una cosa que nadie le niega a Elena Salgado: es eficaz en lo que se propone. ¡Qué más queremos!

Y otra cosa: es gallega (de Orense, como Manolo Saco) pero apenas ejerce. Cuando te la encuentras de frente en una escalera sabes muy bien si sube o baja. Y tiene buen gusto para la música y para la naturaleza. Le gustan la ópera y el Cabo de Gata.

Y no digo más. Solamente desearle muchísima suerte en su nuevo empleo. Por la cuenta que nos trae.

Las portadas de hoy hacen honor, como es costumbre, al sesgo ideológico de los feligreses de cada periódico.

Ambos diarios coinciden en el sujeto (Zapatero) y en el tamaño del titular (a toda página). Sin embargo, difieren claramente en el verbo:

«Zapatero descarta…», en El Mundo.

«Zapatero acomente…» en El País.

Perdón por la errata:

«Zapatero acomete…» en El País.

¿En qué diario hablan de «confrontación»?

¿Y en cual hablan de «cambio profundo para vencer a la crisis»?

No fallan: Caperucita y el lobo.