Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El PP se pone la tirita antes de la herida

Se necesita ser muy… muy… (…) pues eso (pongan dentro del paréntesis el adjetivo que quieran) para mandar en la portada de El Mundo de hoy con este cintillo que engloba toda la página:

Pedro Jeta, paladín mediático del PP, retrata en su portada el estado de ánimo («el clima emocional») de sus fuentes favoritas.

El asesinato vil de un ex concejal socialista «vuelve a perjudicar al PP ante las urnas».

A continuación, tal afirmación puede llevarnos a la siguiente pregunta (implícita en el titular inmundo):

¿A quién beneficia este crimen?

Ya tenemos, esbozada en esta portada, la segunda parte de la teoría conspiratoria que el PP, El Mundo y la COPE urdieron tras su mala gestión de la matanza islamista del 11-M y la pésima digestión de su derrota en el 14-M de 2004.

¿Se está poniendo el PP y sus órganos mediáticos la tirita conspiratoria antes de recibir la herida de una nueva derrota electoral en 2008, tan legítima como la del 2004?

¿Acaso están preparando ya su agenda antidemocrática, para los próximos cuatro años, con el fin de deslegitimar una eventual victoria socialista antes incluso de que se produzca?

¿Y si ganara el PP?

¡Dejen ya la sangre de nuestros muertos (de todos nuestros muertos) en paz!

La lengua radiofónica del otro paladín del PP, que hace poco honor a su apellido, Jiménez Losantos, es más venenosa que la pluma de Pedro Jota.

Público cita hoy algunas de sus frases, tras conocer el crimen de ETA:

«(ETA) mata porque es lo suyo, pero permite con su crimen que Zapatero se haga la víctima un fin de semana para ganar las elecciones y volver a negociar con la banda la semana que viene».

CRÓNICA: LA ZONA FANTASMA

Anímense

Javier Marías en El País semanal

09/03/2008

Sí, claro que dan ganas de no ir hoy a votar, o de hacerlo en blanco; de mostrar de alguna forma el rechazo global no al sistema democrático –el que aún prefiere la mayor parte de la población pese a sus imperfecciones y distorsiones y aun corrupciones–, sino a los políticos entre los que nos vemos obligados a elegir, que sirven mucho más a sus respectivos partidos que a los ciudadanos, a los que a menudo parecen considerar un mero y enojoso trámite por el que hay que pasar cada cuatro años, por suerte sólo hay que encandilarlos durante un par de meses, antes de cada cita electoral. Sí, dan ganas de abstenerse, sólo que abstenerse o depositar un voto en blanco es una estupidez todavía mayor que la estupidez innegable de acercarse a echar una papeleta en la urna, y entre dos estupideces, mejor siempre la menor. Quien se abstiene no es nunca computado como quizá desearía, ni quien vota en blanco: se considera que ambos se inhiben y se encogen de hombros, que dejan la elección a quienes sí se pronuncian y que no van a plantear, por tanto, ninguna objeción a los resultados; simplemente les son indiferentes, carecen de preferencias, no les importa quién gobierne, se limitan a acatar la decisión de los demás, es decir, de los convencidos, los entusiastas, los militantes y también los fanáticos.

Pero fíjense qué peligro, precisamente para quienes desdeñan a todos los partidos o están hartos de ellos: consentir en que uno u otro alcancen el poder, colmando así los deseos de los ciudadanos que están en las antípodas de su posición (es decir, los de los convencidos, entusiastas, militantes y también fanáticos). No me digan que no es la mayor estupidez de las dos.

«Vale la pena votar para que ‘no’ gobiernen los unos o los otros, tan sólo para impedírselo»

Así que qué remedio, más vale ir a votar. Todavía hay quienes censuran a los que van de este modo, a regañadientes y porque no ir es aún peor; a los que tan sólo optan por quienes les repugnan un poco menos que otros, o, como dije aquí hace cuatro años, por quienes, en vez de cien patadas, no nos dan más que noventa y ocho, o incluso noventa y nueve, que en ningún caso son pocas. Qué hacer, se pregunta así el reacio, y el perezoso, y el desilusionado, y el escéptico, y el que casi preferiría lavarse las manos y no tener nada que ver y poder decir luego: “Ah, a mí no me miren, yo no voté, o lo hice en blanco, este desastre fue cosa de ustedes”. Y no, lamentablemente es cosa de todos, también de los que se quedan en casa o arrojan una papeleta que no cuenta, justamente porque pudieron echar una que evitara este desastre o aquel o aquel. De modo que, contra la opinión de los más puristas, claro que vale la pena votar para que no gobiernen los unos o los otros, tan sólo para impedírselo.

El panorama es desalentador, lo reconozco, para los indecisos y los que sienten una general aversión. Quizá la única posibilidad resida en algo elemental: aunque todos me desagraden, voy a votar a los menos locos, a los menos incongruentes, a los que me parezcan menos aventados. Y, si nos ceñimos a eso, ¿qué sentido tiene dar poder, en unas elecciones generales españolas, a cualquier partido independentista o nacionalista, al que nada importa el conjunto de la nación, sino que más bien ansía su disolución? Si de verdad fueran consecuentes, ni el PNV, ni EA, ni ERC, ni el BNG, ni CiU, ni los aragonesistas, andalucistas, canaristas o navarristas deberían presentarse a estas elecciones. En realidad no se sabe qué pintan aquí, son pura esquizofrenia y contradicción. Claro que a locuras no gana nadie al PP.

Muchos de ustedes, extrañamente, ya no se acuerdan, pero sus dirigentes y acólitos se han pasado los últimos cuatro años soltando una tras otra (y haciéndolas en los cuatro anteriores, lo cual era aún más grave). Veamos. Los atentados del 11-M fueron obra de ETA, en colaboración con los servicios secretos españoles, franceses y marroquíes, y con policías, jueces y guardias civiles, todos al servicio del PSOE y de un golpe de Estado, pese a que nadie lo pudo prever. España se rompía, luego había que boicotear el cava catalán. Se vendía Navarra a ETA. Se amenazaba y pretendía destruir la familia. El matrimonio homosexual iba a ser poco menos que obligatorio. El Gobierno amparaba a los terroristas y vejaba a los muertos. Todo el suelo ha de ser edificable. Hay que privatizarlo todo para que los ciudadanos paguen de nuevo lo que ya pagaron con sus impuestos. El PP no dividía ni provocaba la menor crispación (mientras cada paso que daba era jaleado por ese manicomio benéfico llamado Cope en el que los obispos hacen millonarios a los chalados más furiosos a cambio de que se explayen durante horas llamando al enfrentamiento civil). ¿Qué queda? IU carece de sentido de la realidad. UPyD es una incógnita y su jefa de filas parece víctima de una sola obsesión. ICV vive en la permanente tontuna y el PSOE da la impresión de idiotizarse cada semana que pasa un poco más, con sus consejeros áulicos de tan cortas luces y su corrección política llevada a extremos ridículos. ¿Se me olvida alguien? En esencia creo que no. Este es el panorama, de acuerdo. Pues aun así, se lo ruego, por la cuenta que nos trae: vayan todos a votar a alguien, al que les dé menos rabia o les parezca menos chiflado. Recuerden el dictamen de Faulkner: “Entre la pena y la nada, elijo la pena”. Pues eso. Sobrepónganse, y anímense.

FIN

Fascismo

MANUEL VICENT en El País

Con una pistola de mierda y cinco balas, la mínima inversión posible, si se descarta la negra hiel, un terrorista de ETA ha irrumpido en el proceso electoral una vez más en el momento preciso y ha erigido a la muerte en protagonista de la política en medio de la fiesta de la democracia. Cinco tiros de un fanático han sido suficientes para que todas las cámaras y micrófonos dieran la espalda al fervor de los mítines, a las banderas de los partidos, a las promesas de sus líderes y se fueran en busca de un cadáver ensangrentado en medio de la calle. Se dice que matar así es muy fácil. No lo creo. Disparar a traición, contra un hombre confiado y desprotegido es, sin duda, una villanía, que no comporta riesgo alguno, pero no todo es tan sencillo.

Detrás de este crimen hay un idealismo ya podrido pero largamente alimentado, que asume la violencia como una parte de la gloria. Se necesita mucha dedicación para fabricar a un fanático de este tipo: además de hacerle creer que aprieta el gatillo en nombre de todo un pueblo hay que elegirlo con el cerebro cerrado para que no discierna su futuro carcelario a tres metros de su ceño y con el estómago preparado para que no vomite después de matar a un inocente. No es tan fácil encontrar a un iluminado que se sienta dueño de la vida y de la muerte. Ante el terrorismo todas las palabras están ya gastadas. El terror tiene una connotación telúrica, pseudo religiosa. En cambio, el miedo es un sentimiento muy humano, pero más paralizante y pestífero. Ante el terror se impone la huida. Frente al miedo solo cabe ser un héroe para vencerlo. Quienes no vivimos en el País Vasco lo tenemos muy fácil. Votar masivamente debería ser la respuesta natural contra el desafío de las pistolas. En cambio, si la ETA ha dado orden explícita de no votar, hay que ponerse en la piel de la gente corriente de los pueblos de Euskadi, donde todo el mundo se conoce, para admirar el heroísmo de los que hoy, sintiéndose vigilados desde las esquinas, crucen las calles, lleguen al pie de la urna, elijan libremente la papela y voten en secreto sin mirar a los lados. El miedo es la peste moderna. En ella arraiga siempre el fascismo. El miedo es el único enemigo en el País Vasco.

FIN

Las trampas del PP, en El País; las del PSOE, en El Mundo

Por infantil que nos resulte, y sin ningún disimulo, los diarios de pago de mayor difusión de España -que están hechos, sin duda, por gente madura- insisten en destacar en sus portadas las trampas electorales del partido contrario a sus intereses y en ocultar las del partido que protegen y apoyan.

Ocurre prácticamente durante toda la campaña, pero en los últimos días se acentúa de forma espectacular.

El País manda a cuatro columnas, arriba, con “la compra de votos en Melilla” a favor del PP.

El Mundo, con una gran foto centrada, a tres columnas, titula contra un alcalde socialista “denunciado por manipular el voto por correo”.

No menos infantil me parece el eslogan electoral que el PP repite de mil maneras (el Gobierno se rinde ante ETA) y que encuentra el mayor lujo tipográfico en El Mundo, a cuatro columnas:

El Gobierno pidió la semana pasada a ETA que no filtre sus conversaciones

Este gran titular sobre el presunto compadreo de ETA con el Gobierno socialista choca bastante por incongruente con este otro pequeño titular que lleva a una columna:

Colocan una bomba casera en el coche de un candidato del PSE de Guetaria

¿Cómo es posible que el Gobierno y ETA se den el pico, a cuatro columnas, y se pongan bombas, a una columna, en la misma portada?

Donde más se nos ve el plumero es cuando damos noticias sobre los presuntos éxitos propios y/o sobre los más presuntos aún fracasos de nuestros competidores.

Tal es el caso hoy en lo que se refiere a los datos de difusión de OJD (venta de ejemplares) de ambos diarios.

No me explico por qué seguimos pagando un euro por estos diarios tan inmaduros.

(La juventud se acaba, tarde o temprano; la inmadurez, en cambio, puede durar toda la vida).

Bueno, sí me lo explico. Pagamos el euro para que reafirmen nuestras posiciones y nos den nuevos argumentos para defenderlas frente a los lectores del diario competidor.

Sintonizamos nuestra conciencia con la emisora o con el diario favorito y, si no chirría demasiado, pagamos el euro de mil amores. Pero –eso sí- que no crean que nos engañan. Sabemos lo que compramos y por qué lo hacemos. La prensa política (generalmente de pago) es como la religión: lleva más carga de fe que de razón. ¡Qué le vamos a hacer!

La OJD, según El Mundo:

La OJD, según El País:

¿Por qué será que todos los diarios de pago borran de sus gráficos, cuadros o textos los datos de lectores de los diarios gratuitos, que se miden exactamente de la misma forma, con la misma metodología y por los mismos encuestadores y que muestran a los entrevistados las mismas pantallas con las cabeceras de todos los diarios de información general, tanto de pago como gratuitos?.

Antes me daba rabia. Ahora, sólo siento pena por ellos y por su declive imparable: se les mueren los lectores viejos y no les entran lectores jóvenes. ¿Hacia dónde se dirigen estos antiguos diarios con una tasa de reposición tan negativa?

Es gracioso ver cómo persistentemente nos borran de la foto, pese a que les ayudamos gratis: de lunes a viernes, les creamos potenciales lectores jóvenes que jamás se habían acercado a un diario de pago.

Viejo truco: cuando temes a alguien, lo borras de la foto. Lenin hacía lo mismo con Trotsky.

Hace un año y pico que adelantamos en número de lectores a El País y hace unos meses que adelantamos a Marca.

En 20 minutos le damos una vuelta a El País y casi dos vueltas a El Mundo. Pero esos datos oficales del EGM -¡ay!- no los veremos en los diarios de pago. Les dan repelús. Claro que los grandes y pequeños anunciantes lo saben. Y, desde luego, lo saben también nuestros lectores.

Es una lástima que los diarios de pago del siglo pasado se sigan peleando en su caída… en vez de cambiar y ponerse al día.