Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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«Zapatero» manda en El Pais; «al menos seis etarras», el El Mundo

Muy mal acabamos el año pasado y no veo muchas razones para pensar que el nuevo año comienza mejor. El Roto me lo confirma hoy con su dibujo filosófico.

¡Qué uvas tan raras me tomé este fin de año! Ha sido una de las peores despedidas del año que recuerdo. ETA y Sadam se me atragantaban con cada uva y con cada trago de sidra.

Y hoy volvemos a comparar las portadas de los diarios como si nada hubiera ocurrido en la caja fuerte donde cada uno de ellos guarda sus intereses corporativos.

Predojota/Cope/PP/AVT siguen erre que erre, envalentonados por el más pueril y odioso «chincha-rabia-chincha-rabia» o el «I told you so»ya te lo dije«).

Sadam desaparece de la portada de El Mundo (no de la de El País) y es sustituido por el reportaje-ficción «Ante el juicio del 11-M» al que dedica cinco páginas interiores.

Copio y pego los editoriales de ambos diarios:

Interesante análisis de Ruiz Soroa en El País:

Ducha escocesa

JOSÉ MARÍA RUIZ SOROA

02/01/2007

Hay una hipocresía generalizada en quienes, desde la política gubernamental y sus aledaños, fingen sorpresa y conmoción por la bomba y los muertos de Barajas. Porque saben perfectamente que un proceso político para terminar con la violencia terrorista como el emprendido hace nueve meses es, precisamente, esto: un camino en el que hay momentos de terrorismo que, aunque al público le resulten salvajes, son absolutamente predecibles desde la lógica de la negociación. ¿O es que conocen ustedes algún género de negociación en el que las partes renuncien a usar sus bazas y jugar sus cartas? En este sentido, el primer reproche que debe dirigirse al Gobierno es el de no haber preparado adecuadamente a la opinión pública para momentos como éste, haber cedido a la tentación de rentabilizar a corto plazo el proceso propalando una visión optimista carente de todo fundamento («llevamos tres años sin muertos», «este nuevo año irá mejor todavía», etcétera) sin advertir claramente: habrá muertos y bombas, pasaremos momentos negros, se desesperarán ustedes, conciudadanos.

Y, como no ha preparado a la opinión, tampoco ha preparado la absorción de la noticia y su procesamiento simbólico. Si algo ha echado en falta el ciudadano español en este caso, estoy seguro, son los rituales sociales que desde hace años nos permitían hacer el duelo de los atentados, unos rituales que no por repetidos dejaban de cumplir su función: la de reasegurar la cohesión social ante ataques salvajes, la de hacer que la ciudadanía fuera visible ante sí misma. En este caso, desgraciadamente, tanto el discurso como las actuaciones públicas han transmitido desconcierto, desunión, vacío, frialdad, desorientación. Una sensación penosa de que no se dice con claridad lo que se quiere decir, o de que no se sabe qué decir.

Veamos, lo que están haciendo los terroristas es tantear los límites del proceso, están comprobando hasta dónde aguanta en la práctica. Si ETA no ha avisado previamente del fin del alto el fuego («como en un ejercicio de subliminal sometimiento a las reglas del contrario», exclamaba quejoso el ministro Pérez Rubalcaba) es porque no ha roto el alto el fuego desde su punto de vista. Casi con toda seguridad, el próximo comunicado nos dirá que mantienen el alto el fuego, que esto ha sido sólo un aviso, una llamada de atención a un Gobierno que no hace sus deberes. Que no se han levantado de la mesa, sino que sólo han dado un puñetazo en el tablero. Es su forma de ver las cosas, y es inútil lamentarse por ello. Si vieran el mundo como nosotros, no sería necesario proceso alguno para hacerlos desaparecer, ellos mismos se disolverían.

Lo que exige el tiempo presente es más análisis y menos aspavientos, así que pongámonos a ello. Lo primero el pasado, examinar qué se ha hecho tan mal como para conducirnos a este trance. Porque, desde luego, está muy bien eso de decir que sólo ETA es culpable de sus atentados y de la interrupción del alto el fuego, pero si nos creemos de verdad esa afirmación estaremos cegándonos para comprender lo sucedido. Es patente que no estaba previsto que el proceso llevara a un atentado mortal a los nueve meses de iniciado, luego algo se habrá hecho mal en su desarrollo para llegar a tan triste momento. ¿Qué? Cabe una primera explicación, la de que no se valoraran bien en un inicio las expectativas de los terroristas, la de que se aceptase sin suficiente fundamento la veracidad de la teoría de Anoeta, la de emprender sólo la vía política. Si así fuera, estaríamos ante una equivocación inicial de Eguiguren y compañía, que no parece muy probable, precisamente porque no explica nada: ¿qué ganaba ETA con engañar al Gobierno inicialmente? Más bien parece que ha sido durante el proceso cuando los terroristas han recrecido sus expectativas y han decidido forzar los límites iniciales del diseño, planteando demandas estrictamente políticas y apoyándolas con una violencia incremental. Ello puede deberse, sencillamente, a la tantas veces constatada inmadurez del conjunto de los etarras y la masa abertzale para salir de sus propios esquemas mentales, como señalaba Emilio Alfaro. Pero, en mi opinión, ha habido dos errores de bulto del Gobierno que han contribuido a generar la sensación de los terroristas de que podían dirigir el proceso. El primero y fundamental, el haber admitido en junio de 2006 un cambio de orden de agenda.

Por presión de Batasuna se admitió que el orden inicialmente establecido (primero la mesa de las armas, luego vendrá la política) se alterara para hacer simultáneas las dos mesas. Josu Jon Imaz, el gran descubrimiento para muchos en este proceso (y me incluyo), se lo advirtió, pero Zapatero no le escuchó y escenificó el cambio mediante la reunión más famosa del año. Ahora bien, lo peor del cambio no fue el aceptarlo por presión de la otra parte, que ya era serio, sino negarse a desarrollar sus consecuencias obvias. Porque era bastante evidente que si se ponían en paralelo las dos mesas era para conceder resultados políticos inmediatos a cambio del alto el fuego; pero el Gobierno se negó a ello. Simplificando: se cometió una contradicción de bulto al ceder por un lado, e intentar salvar los muebles por el otro, una contradicción que frustró a la otra parte, que comenzó a incrementar la presión violenta para obtener los avances políticos. Ante lo cual, el Gobierno incurrió en su segunda contradicción: se mantuvo firme en la negativa a dar pasos políticos, pero disimuló la existencia de violencia, miró para otro lado. Una contradicción frustrante para Batasuna y, sobre todo, desorientadora para los terroristas, a los que se proporcionaba al mismo tiempo signos de firmeza y de tolerancia. Aunque suene duro decirlo, el Gobierno ha desorientado a la contraparte con la que trataba, no ha emitido señales claras de su posición, y eso es fatal en todo proceso de negociación.

Sadam Husein se encontró con una guerra porque, entre otras razones, emitió señales confusas sobre si poseía o no armas de destrucción masiva. El Gobierno se ha encontrado con lo de Barajas porque, entre otras cosas, ha emitido mensajes contradictorios durante varios meses.

¿Y ahora, qué? El Gobierno está emitiendo, de nuevo, un doble mensaje que ETA va a captar probablemente distorsionado: no rompe el proceso, pero se reafirma en que con violencia no hay diálogo. Dicho en otros términos: no negocia, pero se declara en oferta permanente para seguir negociando en cuanto la otra parte abandone de nuevo la violencia. ¿Cómo leerán el mensaje, al que se suma el de otras fuerzas políticas (léase Ibarretxe, Errazti, etcétera) que, con un voluntarismo guiado sólo por su interés a corto plazo, preconizan «seguir con el proceso en todo caso»? El tiempo lo dirá, y lo dirá pronto, porque llegan momentos cargados de dilemas (elecciones, huelga de hambre de De Juana Chaos, etcétera). Pero parece que, en todo caso, persistirá la confusión, y ésta es siempre fuente de decisiones equivocadas. Lo decía Roger Bacon: es más fácil que la verdad surja del error que de la confusión.

¿Existía otro camino para el Gobierno? Probablemente no, a no ser que se estuviera dispuesto a entrar en un diálogo de futuro más que dudoso con una oposición popular muy arriscada. Aunque también es cierto que ello es fruto del virtuosismo solipsista de nuestro presidente, de su decisión de embarcarse solo en un proceso semejante. Lo que termina en una situación kafkiana, en la que los únicos aliados objetivos del Gobierno son sus contrincantes en el proceso, puesto que comparten con él un objetivo valioso, el de que salga bien. Es una victoria táctica importante para los terroristas; porque se ha creado una situación en la que el Gobierno sólo puede mantenella y no enmendalla, sencillamente porque está solo. Igual que nos sentimos los ciudadanos, solos. Si lo ven así, seguirán machacando a su contrincante con duchas escocesas, aunque lo hagan en la cara de todos los españoles.

FIN

Acabo de leer este comentario de nuestro Felipe Punto G. que copio y pego, especialmente porque aporta un enlace digno de recuerdo y reflexión:

«Buenos días y feliz año nuevo a todos.

En mi blog ofrezco una comparativa de lo que dijeron EL PAÍS, EL MUNDO y la oposición del PSOE al finalizar la tregua de 1998 con la situación actuál. El artículo es algo largo, pero creo que merece la pena.

El editorial de EL PAÍS era muy similar al del día 31. La posición del PSOE, inmaculada. Las manifestaciones se hacían contra ETA, no contra el gobierno (singularmente la de la AVT).

Las grandes diferencias aparecen al comparar lo que decía EL MUNDO antes y lo que dice ahora y lo que dice la actual oposición frente a lo que decía la oposición antes.

Un saludo.

Enlace:

lo dijo Felipe Punto G · 2 Enero 2007 | 10:02 AM

Gracias Felipe.

Y ya que vamos de recuerdos, El Mundo nos ofrece hoy uno muy oportuno, a través de la pluma de Tariq Alí, el pakistaní autor de «A la sombra del granado«.

Y para celebrar el año nuevo, me vuelven a llegar invitaciones para solicitar el «impeachment» del presidente Bush, seguramente el peor de la historia de los Estados Unidos

Ya llevamos dos escalones del 2007.

Ánimo para subir mañana el tercero.

Salí de Londres descalzo. Los malos nos van ganando

Al regresar a casa, he leído varias docenas de comentarios al último post que dejé aquí («A falta de votos, buenas son togas»), antes de volar el lunes hacia Londres. No es lo que yo llamaría un aterrizaje suave. ¡Cómo está el patio!

El conflicto sobre los peritos, los superiores de los peritos, los jueces, elmundobórico.es, ETA, el 11-M, Madina, víctima de ETA y víctima también de la Asociación de Víctimas de Alcaraz , y todo lo que aún nos queda de las dos españas, siguen enredándonos, erre que erre, por las páginas de nuestros diarios de papel y digitales.

Al deshacer la maleta, he tirado sobre la cama el Financial Times de ayer y, de pronto, he reparado en la gran foto de su portada. A tres columnas, el presidente George W. Bush y el ex presidente Bill Clinton aparecen medio abrazados y luciendo ambos su mejor sonrisa.

Ya se que son políticos, o sea, actores, y que pueden disimular sus sentimientos, en cuanto aparece una cámara en el horizonte. Pero, al menos por un instante, son capaces de fingir, de vencer lo que les separa, para abrazarse y reirse juntos a carcajada limpia.

¿Sería posible ver algún día, en nuestros diarios, una foto semejante con el presidente del Gobierno actual y el presidente anterior sonriendo juntos?

¿Podemos imaginar a Zapatero y a Aznar, tan juntos como aparecen Bush y Clinton en la portada del Financial Times de Londres?

¿Podemos imaginar la misma escena, incluso, con José María Aznar y su antecesor en el cargo Felipe González?

Hace años, en plena transición, fue posible esa foto con Adolfo Suárez y Felipe González.

¿Por qué no es posible ahora?

¿Qué hace tan diferentes a nuestros líderes políticos de los norteamericanos?

¿Hacia donde camina nuestra clase política?

¿Hacia dónde nos llevan?

¿Queremos ir con ellos a la basura de la crispación permanente, sin respiro?

Con esta reflexión he deshecho la maleta y, con cierta pena, me he sentado a escribir estas líneas y a envidiar a los norteamericanos por esa foto de Bush y Clinton. Y a envidiar también a los ingleses, porque la gran foto de sus portadas de ayer (en The Times, en The Daily Telegraph, etc.) era la de un hermoso caballo (Desert Orchid), campeón legendario de muechas carreras, que había muerto de viejo a sus 27 años. Y sus editoriales iban destinados a defender la calidad de la enseñanza y el futuro de la Universidad de Oxford.

En fin, un par de días en Londres -para dar una conferencia en la London School of Economic y debatir sobre el futuro de la prensa- sientan la mar de bien.

Refresca mucho tomar distancia de las portadas de nuestros diarios de trinchera y respirar un poco de democracia gran reserva.

Claro que tampoco en Londres atan los perros con longaniza. Da miedo ver a los taxis que vienen a por ti, sin conductor aparente, por el lado antieuropeo de sus calles, pitando para no atropellarte. Nunca me acostumbro a conducir por la izquierda. Estos ingleses…

He notado, sí, un cambio de atmósfera desde mi último viaje a Londres y tiene que ver con el terrorimo islamista, la seguridad y la libertad de los ciudadanos.

Desde que entras en el aeropuerto notas algo raro y distinto que yo no había notado al aterrizar en los últimos meses en París, Oslo, Estocolomo, Almería o Madrid.

Hay muchos policías con el dedo en el gatillo de sus metralletas. Te hacen entrar en rigurosa fila india, mientras los perros policías te van olisqueando y sus dueños te escudriñan de arriba abajo.

Al abandonar Londres tienes que llevar la crema de afeitar y los líquidos en una bolsa de plástico transparente, como en toda Europa, pero te tienes que quitar más ropa y tienes que pasar los zapatos por la cinta de control. Por eso pasé la frontera descalzo.

Nunca me había pasado. Ni siquiera en Estados Unidos, donde son tan fanáticos o más que los ingleses en cuestiones de seguridad.

Desde luego, de haberlo sabido hubiera llevado calcetines nuevos. Los que enseñé a mis compañeros de aduana, al cruzar el control, eran viejos y tenían dos hermosos agujeros en el talón de Aquiles. Pero -eso sí- estaban limpios. Los había lavado yo mismo la noche anterior en el lavabo del hotel.

«Un rico por cada millón de pobres» no es noticia para El País

El informe de la ONU sobre Desarrollo Humano en 2006 no ha merecido más que un sumario en la portada de El País dedicado a la falta de agua.

La ONU advierte que la falta de agua es el gran obstáculo para el desarrollo

Este es el titular de 20 minutos, a tres columnas, en su página 10:

Hay un hombre rico por cada millón de hombres pobres

El Mundo da un sumario sobre ricos y pobres en el cintillo superior de su portada:

Desarrollo Humano: 416 millones de pobres ganan lo mismo que los 500 más ricos del mundo

El País destaca el problema de la escasez de agua, pero ni siquiera recoge en su interior los datos de ricos y pobres en el mundo.

La brecha escandalosa que hay entre ambos grupos humanos se va agrandando, a medida que se extienden y prenden las ideas neoliberales (más mercado y menos Estado) de Thatcher, Reagan, Bush padre, Bush hijo, etc. Y así nos va.

El Mundo lo destaca en sus páginas de economía:

Las portadas de hoy no coinciden praticamente en nada.

El Mundo manda con el Pais Vasco y los jueces y El País lo hace con Zapatero y el pacto del agua.

En las ilustraciones gana también, a mi juicio, El Mundo, con una gran foto centrada, muy dramática, del entierro de las 17 personas muertas (¿asesinadas?) por las tropas israelíes en Gaza. Lleva este título a dos columnas:

Una multitud pide en Gaza que «millones de suicidas» tomen venganza contra Israel

El País dedica su foto a Bush tendiendo la mano a la líder demócrata Nancy Pelosi, sobre un titular un poco pueril (copiando lo que hace a menudo El Mundo), que repite precisamente lo que cualquiera puede ver en la foto:

Bush tiende la mano a los demócratas para redefinir la estrategia en Irak

Cuando yo trabajaba en Televisión Española, solíamos reirnos frecuentemente de los textos que nos repetían exactamente lo mismo que nos estaba diciendo la imagen que teniamos a la vista. A ese fenómeno lo llamabamos «patata, patata». Los pintores lo utilizan mucho: Pintan un gallo y le ponen como título «Gallo».

Me sorprende que El País de hoy no de ni una sóla línea en portada del entierro de los 17 palestinos.

Menos mal que Sol Gallego sale al rescate galante de la histórica profesionalidad, a veces tan diluida, de El País con un articulazo como éste:

También los geniales Gallego y Rey denuncian la hipocresía de la Iglesia católica en este asunto de los crímenes (¿por error?) en Palestina con esta tira tragi-cómica:

La derrota de Bush, ¿primera o segunda noticia?

Ya sabemos que la prensa escrita suele publicar las noticias de ayer, pero hay gente que valora la confirmación tipográfica de un acontecimiento.

Lo ha oído en la radio, lo ha visto en la tele e, incluso, lo ha leído en la pantalla de su ordenador o de su móvil. Y, aún así, quiere verlo impreso para creerlo. Esa es la fuerza de la escritura impresa, en papel o grabada en piedra.

A mí me ha gustado, por ejemplo, comprobar esta mañana, en letra impresa, la primera de El País con este gran titular, arriba, a toda página (5 columnas):

EE UU sentencia la era Bush

Y este antetítulo:

LA DERROTA DE LOS REPUBLICANOS FUERZA LA DIMISIÓN DE DONALD RUMSFELD

La foto pequeña es para el dimitido Rumsfeld, el Dart Vader de la guerra.

Por el contrario, me ha despistado un poco la portada de El Mundo, en la que no aparece por ningún titular el nombre de Bush, el amigo de Aznar. La “debacle de los republicanos” va como segunda noticia, abajo, a cuatro columnas:

Donald Rumsfeld dimite tras la debacle de los republicanos por la guerra de Irak

La foto es para los victoriosos demócratas y Bush sale al fondo de la portada en una fotito tipo sello junto al dimitido Rumsfeld.

Para El Mundo –que, pese a su nombre, suele dar habitualmente más importancia a los asuntos nacionales que a los mundiales- la noticia nº 1 es la huelga de hambre de De Juana con este titular de opinión, a cuatro columnas, en el que presta su altavoz a los “proetarras” como sujeto:

Los proetarras convierten la huelga de De Juana en un órdago al Gobierno

Sobre el proceso de paz, El País prefiere prestar su altavoz a Zapatero, como sujeto, y a una columna:

Zapatero asegura que no cometerá el error de Aznar de acercar a los presos antes del diálogo

El segundo asunto de El País es Oriente Medio, con este titular estremecedor, bajo una foto bastante dramática del bombardeo israelí sobre civiles palestinos:

“Mi primo recogió los pedazos de mi hija”

La corrupción urbanística del PP no es noticia de primera para El Mundo, pero sí lo es para El País, a una columna:

Anticorrupción pide tres años de cárcel para un ex consejero valenciano del PP

Sumario:

El juez impone una fianza de 80.000 euros al alcalde y dos concejales de Telde

Bush consigue licencia para torturar

Ayer fue un día triste para el mundo civilizado, o sea, para los seres humanos que respetan y quieren que se respeten los derechos humanos. Bush consiguió su propósito: licencia para torturar sin tener qeu dar cuentas a nadie. El gran inquisidor Torquemada se convierte ahora en una hermanita de la caridad si lo comparamos con el amigo de Aznar.

El País da una amplia información de este desastre legal, a cuatro columnas en la página 3, con este titular:

Bush logra el apoyo del Congreso a la Ley para juzgar a los presos de Guantánamo

Y este sumario:

Los sospechosos de terrorismo verán limitados sus derechos legales en Estados Unidos

El senador John Kerry declaró ayer:

«Esta ley permite la tortura. La única garantía que da de lo contrario es la palabra del presidente, y me gustaría decir que es suficiente, pero no lo es»

El demócrata Patrick Leahy dijo:

«Vamos a poner el borrón más oscuro en la conciencia de la nación. Es inconstitucional. Es antiamericano.»

El New York Times llamó ayer «irresponsable» al Congreso.

El Mundo, en cambio, reduce las vergüenzas morales y legales de Bush a una media columna en página 31, cn este titular:

El Senado de EE UU aprueba la ley de juicos para terroristas

Sol Gallego, sensible habitualmente a las patadas que le dan a la libertad y a la justicia, en cualquier parte del mundo, aunque sea en el imperio de Bush, centro mundial de la hipocresia, ha escrito un precioso y terrible artículo en El País sobre el paso atrás que acaba de dar el Imperio.

Para que no le falten inquilinos en el terrorífico campo de concentración de Guantánamo o en otras prisiones secretas de la CIA o el FBI, Bush se ha convertido en el pirómano-bombero.

Primero prende fuego a Irak y luego pide poder usar las mangueras crueles de Guantánamo para apagarlo.

Pide herramientas de tortura secreta (que sólo él conoce y autoriza) para acabar con los terroristas que él mismo ha generado con su invasión ilegal y criminal de Irak.

El País titula así su editorial:

«Escuela de terroristas»

Probado: «Bush mintió para invadir Irak» (¿Quién lo publica?)

Ya pueden buscar por todos los rincones de El Mundo (letra grande y letra pequeña, incluidos los breves y las cuñas para cerrar página). A menos que me haya dado un ataque de ceguera o de prejuicios, no encontrarán ni una sola línea sobre esta noticia en el diario que dedica cientos de páginas al mes a deshacer los entuertos del trío Aznar-Acebes-Zaplana.

No se trata de ninguna exclusiva. Ayer oí la noticia por la radio y la leí en los diarios on line. Hoy no la he podido leer el El Mundo porque ha sido considerada «no noticia», precisamente en vísperas del 5º aniversario de la masacre terrorista islamista del 11-S.

El País, en cambio, la da a tres columnas en página impar:

Desde luego, era un secreto a voces para medio mundo, excepto para el trío belicista de las Azores: Bush-Blair-Aznar. Los dos últimos ya han pagado su precio político por aquellas mentiras infames. El partido de Aznar perdió las elecciones y Blair se ha visto obligado por los suyos a dejar el poder en el plazo de un año.

Bush sigue en el poder pero lleva camino de salir en dos años de la Casa Blanca como el peor presidente de la historia de los Estados Unidos.

La hemeroteca perdura y nunca perdona a los embusteros.

El peor presidente de la historia de EEUU

Un amable lector y colaborador de este blog nos recomienda la lectura de este artículo que Juan Goytisolo publicó ayer en El País. Lo he leído y coincido con él. Copio y pego.

Pero antes, dejaré aquí un pellizco de esos que nos da, equidistante del corazón y del cerebro, el genial El Roto

La historia no les absolverá

JUAN GOYTISOLO

EL PAÍS – Opinión – 22-07-2006

Quienes imaginaban que la entrada triunfal del ejército norteamericano en Bagdad y el derrumbe de la tiranía de Sadam Husein abrían una nueva era, no sólo para Irak sino también para todo Oriente Próximo -era en la que florecían la paz, la democracia y la prosperidad-, vivían en otro planeta, probablemente en Marte: ignoraban la estructura tribal y clánica del país, sus confrontaciones étnicas y religiosas mantenidas a lo largo de los siglos de gobierno por dinastías extranjeras. Si los otomanos se mostraron capaces de aglutinar con pragmatismo aquel mosaico de piezas abigarradas, sus sucesores ingleses no se lucieron como creían en un brillante desfile militar y debieron recurrir al empleo de gases tóxicos para aplastar la rebelión de las tribus y contrarrestar la acción de unas fuerzas centrífugas reacias a aceptar las fronteras trazadas conforme a los acuerdos Sykes-Picot. Tras una dura «pacificación» de diez años, llevaron al trono a la dinastía Hachemí bajo la indisimulada tutela de las compañías petroleras de capital británico. En 1958, un feroz golpe de Estado acabó con los Hachemís (princesas y principitos incluidos) y, desde entonces, Irak fue gobernado con mano de hierro por militares y miembros del partido Baaz, pertenecientes todos ellos a la minoría suní. La ascensión y caída de Sadam Husein -su guerra de agresión contra Irán alentada y sostenida por Occidente, genocidio de la población kurda de Halabya, invasión de Kuwait, Guerra del Golfo, represión salvaje del levantamiento chií, etcétera- están en la mente de todos y no me demoraré en ello.

En primavera de 2003 oíamos hablar de la reconstrucción rápida del país, de un nuevo Plan Marshall, de fabulosos ingresos petrolíferos que enriquecerían a los miembros de la Coalición y contribuirían de paso a la causa del progreso y la libertad en el mundo árabe. Tres años después, comprobamos que ninguna de estas previsiones se han cumplido. Después de la desastrosa decisión del procónsul norteamericano Paul Bremer de disolver el ejército y la policía de Sadam, dejando en la calle a decenas de millares de sus miembros que no tardarían en unirse a la insurgencia, las milicias chiíes y suníes imponen su ley con brutalidad y campan a sus anchas, las decapitaciones y matanzas del grupo religioso rival por misteriosos escuadrones de la muerte aumentan a diario. La guerra civil es ya un hecho y las ingentes sumas destinadas a la reconstrucción de Irak se emplean en la dudosa protección del personal encargado de llevarlas a cabo. Los ocupantes permanecen atrincherados en sus bases y sus incursiones mortíferas contra la insurgencia, con los denominados eufemísticamente «daños colaterales» que acarrean, acrecen el odio de una población que les acogió como libertadores. Abu Ghraib y la multiplicación de «errores» admitidos por el Pentágono no arreglan las cosas. La behetría y el horror cotidiano reinantes en el llamado triángulo suní se extienden hoy al sur y a las instalaciones petrolíferas amenazadas por grupos incontrolados. La muerte de Abu Musab al Zarqaui -verdugo despiadado de rehenes y autor de una delirante fetua sobre el deber religioso de ejecutar a los «apóstatas» chiíes, esto es, el 60% de la población iraquí- no va a cambiar, al menos a medio plazo, el curso de la insurrección ni la limpieza étnica de las zonas y barrios mixtos ni la islamización forzada de una sociedad laica, de la que las mujeres son ya las primeras víctimas. Contrariamente al refrán, con la muerte del perro no acaba siempre la rabia.

La invasión ilegal de Irak, basada en mentiras e informes manipulados, es a estas alturas un desastre de dimensiones inabarcables. Enviscados en el atolladero que ellos mismos crearon, los ocupantes -¿quién puede llamarles aún liberadores?- se encuentran en el brete de decidir entre quedarse (no se sabe hasta cuándo) y partir (de forma escalonada a fin de salvar las apariencias). Abandonar la aventura militar, tras haber convertido a Irak en una almáciga de yihadistas fanáticos y terroristas suicidas, sería admitir una derrota más humillante e infinitamente más peligrosa que las del Líbano y Somalia. Prolongar la ocupación en espera de dejar en su lugar a un Gobierno capaz de imponer una difícil, pero no imposible, estabilidad les convierte en rehenes de la mayoría chií, cuyos vínculos con Teherán no puede ignorar nadie.En el tira y afloja con el régimen de los ayatolás sobre su acceso a la tecnología nuclear, el último dispone de mejores bazas. Empantanados en el valle del Éufrates, los norteamericanos no pueden permitirse abrir un nuevo frente. Como ha advertido Alí Yameini, Irán guarda la llave del estrecho de Ormuz por el que transita el crudo saudí, de los Emiratos Árabes, Kuwait, Irak y el suyo propio. Su cierre o un ataque a los cercanos yacimientos de oro negro de sus vecinos sería un golpe insoportable para la economía estadounidense y de los países dependientes del abastecimiento energético de Oriente Próximo.

Si a todo ello sumamos la situación intolerable de la población palestina, encerrada en guetos inviables por el monstruoso muro de cemento erigido por Israel a despecho de la legalidad internacional y de resoluciones de Naciones Unidas -situación agravada ahora con las mortíferas incursiones y ataques en Gaza y Líbano-, comprobaremos que el unilateralismo y la ideología ultraderechista de Bush y sus asesores han fomentado el yihadismo en el mundo islámico, convertido a Irak en un polvorín, condenado a la miseria de África subsahariana con las subvenciones proteccionistas a sus propios agricultores, substituido los programas de ayuda de Clinton por gigantescos presupuestos de Defensa, recortado los derechos civiles de la ciudadanía, cubierto infamias como la de Guantánamo y aumentando el endeudamiento nacional a cifras jamás vistas. La arrogancia e imprevisión del primer mandatario se vuelven como un bumerán contra él: su popularidad ha caído a mínimos y el efecto de su viaje relámpago a Bagdad no durará probablemente más que el escenificado hace tres años, en plena euforia guerrera. La combinación de autismo voluntario, groseros errores estratégicos y mesianismo religioso inspirado por predicadores de la especie de Pat Robertson le han consagrado ya como el peor presidente de la democracia norteamericana.

Si el sostén sin falla a las teocracias del Golfo y a los regímenes corruptos favorables a los intereses políticos y económicos estadounidenses no augura nada bueno para el porvenir democrático de los pueblos arabomusulmanes, la invasión de Irak, proyectada como sabemos hoy antes del 11-S, y la invención de unos vínculos inexistentes entre Sadam y Al Qaeda inician una deriva inquietante de la Casa Blanca hacia la guerra asimétrica contra el Mal, sin límites de tiempo ni fronteras, de la que todos somos rehenes. La lucha contra el terrorismo internacional ampara no sólo graves violaciones y atropellos de los derechos humanos, sino que equipara legítimos actos de resistencia a ocupaciones ilegales con carnicerías perpetradas contra civiles indefensos. Esto es: transforma la enorme complejidad de las situaciones políticas, económicas, religiosas y culturales que afrontamos en una cruzada maniquea como la predicada por el islamismo radical.

Resulta sorprendente que ningún político de peso del Partido Demócrata estadounidense, desplazado del poder por artimañas del gobernador de Florida, se haya planteado a estas alturas la necesidad de un proceso de incapacitación presidencial como el que condujo, por faltar asimismo a la verdad y obstruir la acción de la justicia, a la dimisión de Nixon. Los mecanismos de salvaguardia de la primera democracia del mundo, ¿se han enmohecido y perdido su fuerza? ¿No son Bush y sus asesores presuntos culpables de graves ilegalidades y encubrimientos? Magro consuelo nos queda: la historia no les absolverá.

Juan Goytisolo es escritor