Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Ha muerto Pilo, nuestro gato más anciano

Un día triste. De niño, apedreábamos a los gatos callejeros de Almería y hoy, casi jubilado, echo unas lágrimas al dar sepultura a nuestro gato más anciano. Así ha cambiado España y así hemos cambiado nosotros. Para bien.

Pilo, en sus buenos tiempos, posando junto a un amarilis rojo.

Pilo, en sus buenos tiempos, posando junto a un amarilis rojo.

Más de uno dirá –y no le faltará razón- que la muerte de un gato no es nada si lo comparamos, por ejemplo, con la muerte de cientos de personas presuntamente gaseadas por el tirano de Siria. He visto en el telediario las imágenes terribles –y lejanas- de esos cadáveres envueltos en sábanas y me han impresionado.

Durante años, he trabajado en cientos de telediarios y he recibido imágenes bélicas terroríficas, que no dudábamos en censurar por su crudeza. Esas noticias gráficas, fruto de la crueldad humana, siempre me impresionaron, sí, y me perturbaron. Pero no me han hecho llorar como cuando, hace un rato, eché unas palas de tierra sobre el cadáver de nuestro gato.

¿Debo sentirme culpable por afectarme y entristecerme más la muerte de un gato, tan próximo, que la muerte diaria y trágica de tantos seres humanos, tan lejanos?

Quizás sólo pueda compartir mi duelo con quienes hayan cuidado y mimado durante años a sus mascotas –gatos, perros, etc.- y hayan sufrido su pérdida. Son paradojas y/o contradicciones del ser humano.

Con apenas dos años y sin identificación alguna, en el verano de 1996, Pilo se coló en nuestro jardín cuando fue abandonado en la calle o en el campo. No encontramos a su dueño.

Pilo, antes de enfermar.

Pilo, antes de enfermar.

Acabábamos de regresar de Nueva York, tras mi despido improcedente como corresponsal de TVE en EE.UU.

No hubo forma de echar al joven siamés de nuestro lado. Los niños nos obligaron a recogerlo, vacunarlo y cuidarlo. Su historia es también parte de la vida de nuestros tres hijos. Pilo era un animal singular. Mi hija Andy decía que nuestro nuevo gato era «una persona, no humana». Pacífico, cariñoso y muy sociable. Se comportaba más como perro que como gato. Todo lo contrario que su jefa, la ya vieja Gatis, una gata callejera tricolor que. algunos años después, recogimos en Almería.  Gatis es muy mandona y gruñona, incluso arisca.

El siamés, en cambio, era como un osito de peluche que parecía darnos permanentemente las gracias por haberle dado cobijo. Padecía el síndrome de inmunodeficiencia (el sida de los gatos) y, por su avanzada edad, tenía el riñón destrozado.

Este verano, apenas podía comer, beber y caminar. Se refugió y acurrucó en la chimenea, casi inmóvil, hasta que hoy, aconsejados por Lidia, su veterinaria, decidimos aplicarle la eutanasia y darle sepultura en un rincón umbrío del jardín donde le gustaba esconderse últimamente.

Como digo, hoy es un día triste para toda la familia.

No dejo de pensar en el gato que acabo de enterrar. Ya se que no es noticia. Y que, para muchos, la imagen de Pilo les resultará más lejana e indiferente que la de los muertos de Siria. Por supuesto. Lo entiendo.

Pilo junto a Truso (diminutivo de Intruso), otro gato callejero recién  adoptado.

Pilo junto a Truso (diminutivo de Intruso), otro gato callejero recién adoptado.

Ya se que solo era un gato. Sí. De acuerdo. «Una persona, no humana».

Quizás va a ser verdad eso de que quieres a quien cuidas mucho más que a quien te cuida. Incluso podría ser cierto que, cuando muere algún ser querido (humano o no), lo que muere también es una parte de nosotros mismos, un anticipo de nuestra propia muerte y que, lo queramos o no, se aproxima inexorablemente. Quien sabe.

Ahora ya no se si hoy lloré por la muerte de mi gato o lo hice por mi. Con la desaparición del viejo y querido Pilo se ha ido también un trozo de mi mismo y de toda mi familia.

Lástima.

 

 

 

Pilo quedó inmortalizado por Ana Westley en este óleo que cuelga en una pared de nuestra casa. Buena imagen para el recuerdo.

Pilo junto a un varios ejemplares del diario 20 minutos. Óleo de Ana Westley, la cuidadora principal de Pilo.

Pilo junto a un varios ejemplares del diario 20 minutos. Óleo de Ana Westley, la cuidadora principal de Pilo.

 

10 comentarios

  1. Dice ser Erik

    Buena y larga vida. Era un amor de animal.

    26 agosto 2013 | 19:18

  2. Dice ser yomisma

    Un gran, gran abrazo.

    Como te entiendo, desde mi experiencia, siendo joven, y habiendo tenido pérdidas durísimas por enfermedad de mis seres queridos, todas en primer grado, e incluyendo a una hija y hermano pequeño, tiemblo de pensar en que mis dos gatos empiezan a ser ya viejitos. Uno de ellos, es aún más especial, simbólicamente hablando, pues es nuestra primera mascota, que nos ha acompañado, justo, desde nuestra boda. Además que es un gato genial: noblote y cariñoso.
    De hecho, estoy llorando viendo a Pilo, pues es como mi otra gata.

    Por cierto, no considero que haya que compararles con los perros, no es un gato mejor por parecerse a ellos. Mi experiencia con muchísimos de amigos y familiares, es que son muy cariñosos a su manera.
    Como se dice: «ellos nos permiten vivir en su casa», así como también ellos suelen elegir con quien quieren vivir. Ocurre mucho.
    Tienen una personalidad fascinante, y no son nada traicioneros, como contrariamente cree quienes no los conocen, pues siempre avisan si se sienten incómodos o algo les molesta.

    Lo importante, es que ha tenido una vida larga y feliz a vuestro lado: eso es lo que queda.

    26 agosto 2013 | 20:06

  3. Dice ser Carmen

    Yo tengo gatos y perros y ya algunos se están haciendo muy ancianos. Tiemblo pensando en el dia que comiencen a abandonarme. Lo voy a pasar fatal. Te entiendo perfectamente.

    26 agosto 2013 | 22:51

  4. Dice ser Julian Martinez

    Pues yo el único perro que veo es al Rajoy, que esta de vuelta y dice que no dimite, porque tiene mas cara que un elefante con paperas. El gato es Rubalcaba, que anda escondido detrás la rueda del choche vigilando muy desconfiado porque sabe que hoy no engaña a nadie con el moderno socialismo del siglo XXI. Otro listillo.
    Menudos dos animales, fingen ser opuestos pero son íntimos amigos.

    26 agosto 2013 | 23:48

  5. Es muy triste
    debemos de aceptar de que algun dia aunque no queramos se nos van a ir
    muchas gracias por la informacion
    saludos!!

    27 agosto 2013 | 04:47

  6. Dice ser Ester

    Cómo le entiendo, han sido muchos animales los que han pasado por mi vida, y aunque todavía soy joven, aunque bueno rondando la treintena, no hay ni uno solo que no me haya marcado y que no me haya dolido su ausencia, incluso aquellos que no se dejaban tocar, con paciencia y con cariño, al final terminaban por ceder para que le dieras una buena friega de caricias. Como bien dices, la sensación de que una parte de ti también muere, es como lo siento yo, pero con una salvedad, es como si el corazón, con cada ausencia, se marcase con un agujerito del tamaño de una aguja, que duele, y que nunca cierra, a veces siento como si tuviera un colador bombeante, que duele con cada bombeo del recuerdo del que no volveré a ver más.
    Es increíble, como unos bichitos tan adorables nos proporcionan la tranquilidad y el desasosiego de que alguien nos quiere, seamos como seamos, sus arrumacos y sus payasadas, nos hacen felices y nos duele verlos decaidos cuando enferman, y más aún cuando tienes que tomar la decisión de darle la paz eterna, para que dejen de sufrir.
    Com bien dices las noticias nos bombardean diariamente con muertes y más muertes, guerras, asesinatos, pero siempre me hago la misma pregunta y siempre me respondo igual, ¿Por qué el mundo está tan enfermo? y mi respuesta es, que es el ser humano quien las provoca, mata por matar, por intereses políticos, por dinero, por envidia, «por religión».
    No lo veras de mis gatos.
    Un beso muy fuerte desde Almeria.

    27 agosto 2013 | 09:56

  7. Dice ser Srya

    No sé por qué Pilo decidió adoptaros. No sé por qué entre todas las casas eligió la vuestra. Pero uno no puede rechazar este tipo de regalos. No le déis más importancia a estos últimos momentos que a todos esos años que ha compartido con vosotros.
    No es contradictorio. Son dos planos diferentes. Unas imágenes (desgraciadamente también nos estamos acostumbrando a imágenes de horror a la hora de comer) que impacta y un gato que forma parte de vuestra vida.
    Uno puedo sentir dolor y angustia por muchas cosas, uno puede querer y amar a muchas otras. ¿Por qué poner una cuota?.
    He llorado por alguno de mis gatos tanto como por alguno de mis familiares y no me arrepiento de ninguna de las lágrimas, ni me averguenzo de ellas. Tanto unos como otros tenían y tienen un lugar en mi corazón.
    Hay una frase que me gusta mucho, es de un escritor francés Anatole France (reconozco que no he leído nada de él) que dice «Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida».
    Y realmente en eso creo… quienes amamos a los animales, no dejamos de amar a los humanos. Tal vez sólo tengamos el alma «ampliada» (y supongo que para muchos se tratará de una estupidez, ñoñería o inutilidad, pero yo creo que a mi me enriquece como persona).

    27 agosto 2013 | 10:12

  8. Dan sin recibir nada, por eso queremos tanto a los animales.

    27 agosto 2013 | 11:20

  9. Dice ser Melisa Tuya

    Un abrazo JAMS. Son uno más de la familia y se les quiere como a tal.

    29 agosto 2013 | 15:26

  10. Dice ser Conchi

    Antetodo me gustaría decirte que sé de que estás hablando, que sé lo que implica ese dolor y la añoranza de volver a verlos alrededor tuyo y empiezas a llorar porque no va a ocurrir.

    Llevo años trabajando con animales y ya he dejado de sentirme culpable por sentir por ellos lo que siento. ¿Que eligiría a mi madre y hermanos o a mis animales, a mi vecina o a mis perros, al mendigo de la esquina o a mis animales, a mis hijos o a mis animales?. Yo tengo claro que me guiará los sentimientos a la hora de elegir, no me siento culpable por sentir algo por un animal, pero que nadie se atreba a juzgarme en mis decisiones. Me hace humana el sentir y colaborar, me es más fácil ayudar a una persona está tirada en la calle y preguntarla si está bien , que quedarme mirando porque no me atrevo a acercarme por si acaso me hace algo, me es más fácil mandar al 3º munndo dinero para que puedan seguir trabajando allí que decir ¡¡¡pobre gente!!!. Pero no me sentiré culpable de sentir por los animales lo que siento.

    Cuando era pequeña y emitian en TVE los sábados, Informe Semanal, de todos los reportajes que vi me impresionaron dos en particular:

    Uno era del trato que recibian las niñas huérfanas en una casa cuna en China, aún lloro por esos niños y el otro un reportaje de cámara oculta de la perrera de Mataró, como mataban a los perros de esa perrera, aún lloro por ellos. Me duele la violencia que ejercemos los humanos hacia cualquier ser vivo que se le provoca sufrimiento.

    Espero haberme explicado de lo que quiero decir, porque no es una justificación. No me siento culpable de lo que siento ahora, de cuando voy a casa o lo que veo en la tele. Si siento es porque estoy viva y así quiero seguir.

    Un fuerte abrazo. Me ha gustado tu artículo.

    23 septiembre 2013 | 10:11

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