De todo corazón

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Todos los hombres del alcalde

Fue en la sala Teatriz, en los Premios Telón Chivas, presentados por María Esteve y Fernando Albizu. Las estrellas de la fiesta fueron los seis guardaespaldas que acompañaban a Ruiz Gallardón. Como en las películas de Hollywood…”Y a éstos seis habrá que darles también de cenar”, comentó una de las organizadoras. Semejantes Kevincostners precisaban de mucho alimento. Algunos de ellos, a juicio de los/las asistentes, eran incluso más guapos y lucidos que los que lleva Jaime de Marichalar. Porque su marido está fuera de toda duda, pero, si no fuera así, Mar Utrera tendría motivos sobrados para ponerse celosa. Dos de ellos concretamente, podían hacerle perfectamente la competencia al polaco de Anita Obregón .

La visita al baño .Y qué difícil es ir a la toilette a echar un pipí cuando se es político. !Terrible! Los guardaespaldas no admiten vecinos de chorrito para sus protegidos. Que ahora, con lo de los móviles, lo mismo te cuelgan una foto en Interviú y te comparan con Lequio , y resulta que encima sales ganando y todo. Los hombres de Gallardón no cesaron de echar carreritas para asegurarse de que no había meones en la costa . Pero cuando el baño estaba despejado entraban más sospechosos. Sólo al final de la noche Gallardón pudo hacer pis tranquilo..

Spanish glamour’ a bordo del AVE

Lo de tener amigos en el AVE da para mucho. Una de las estrellas más fulgurantes del recorrido entre Madrid y Andalucía es nada más y nada menos que Norberto Ortiz Osborne, o sea, Bertín, el de Ankawa. El caso es que a don Norberto le molesta muchísimo que los empleados del check in de la estación de Atocha, en Madrid, y de la de Santa Justa, en Sevilla, no se dirijan a él como «señor Osborne». El cantante, como Fidel (el novio de Rociito), no puede concebir que exista alguien en el mundo que no lo conozca y, según cuentan, monta unos pollos de cuidado por un quítame allá esas pajas.

Algo parecido le pasa a Gema Ruiz, pero con mucha más clase. A la ex de Álvarez Cascos le encanta también el reconocimiento público. Los viajeros de primera clase se saben al dedillo todas las interioridades de los programas de televisión, los secretos de Gema y hasta si me apuran sus problemas estomacales gracias a los berridos que suelta cuando habla por el móvil. Alguno ha estado tentado de pedirle que pulse el altavoz del teléfono, de forma que todos puedan participar en la conversación.