Al paso que va ésto, se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que hoy no se compran exclusivas, se pagan fianzas. Me juego los dedos que me han quedado sanos a que Mayte Zaldivar, quien el otro día salió de casa con las mechas despeluchadas sin decir ni buenas noches a los periodistas, ha pactado ya con un programa su presencia en un programa de televisión de la a cambio de un adelanto de los 90.000 euros que exigía el juez por su puesta en libertad. Como las televisiones padecen de eso tan feo que se llama auditorías, se recurre a una productora, una práctica esta completamente habitual, y santas pascuas. La cantidad es una auténtica miseria, si se tiene en cuenta que su caché, por una aparición puntual y jugosa, fuera de contrato, sin haber entrado en el trullo, estaba estimado por los expertos en 36.OOO EUROS.
Y hay algo que sigo sin explicarme. No me creo que Isabel Pantoja desconociera que su pareja había tenido un detalle con Mayte Zaldivar. No una pensión compensatoria, sino un hostal de cinco estrellas. Se llegó a hablar en San Martín de Valdeiglesias de seis millones de euros, o sea, mil millones de las antiguas pesetas. Ya se contaba en el pueblo que se reunieron en casa de una de las hermanas de Julián para pactar unas condiciones por escalas, si se separaban tanto, si se divorciaban tanto, y si se callaba, que no se calló, tanto. Como Nicole Kidman y Tom Cruise, pero a lo rústico. Y si lo sabían los vecinos del pueblo, cómo no iba a saberlo Isabel Pantoja, que ya se hacía entonces la tonta.