De todo corazón

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Ricas y con arrugas, una especie en extinción

Son una especie en extinción. Al cierre de estas líneas, Eunice Schriver Kennedy, la suegra de Schwarzenegger, estaba muy malita. Ninguna de las Kennedy fue dotada con un cutis graso, pero sin echar mano de liftings ni rellenos faciales lucieron con orgullo esas caras que parecían el mapa orográfico de Irlanda, la tierra de sus ancestros. Hasta María, la esposa de Arnold, tenía patas de gallo cuando se casó. Pero ahora ya no tiene ni una. Se ha planchado desde la raíz del pelo hasta el canalillo. Ser multimillonaria y tener arrugas es ya algo casi antihigiénico, como no llevar las blusas de seda natural y los pañuelos de Hermes al tinte. Y si no, echad un vistazo a los comentarios que tuvo esta noticia. Eunice simplemente es una señora que ha conseguido superar los ochenta con todos sus dientes.

Alicia Koplowitz, mito económico erótico de uno de mis compañeros, nació guapa, y como las Kennedy, dotada de una buena percha. Lo que sería una cincuentona de buen ver se ha visto condenada a dar de comer a generaciones de cirujanos plásticos. Esperanza Aguirre, al entregarle un premio la semana pasada en Madrid, estaba casi más guapa, o al menos, más fresca que ella.

El cambio de Chenoa

Quién habrá engañado a la ex de David Bisbal? El estilista que ha efectuado semejante desaguisado no será primo de Elena Tablada. Exactamente con el mismo peinado vi el otro día en un acto público a la reportera dicharachera de Sé lo que hicisteis la última semana, aquella que, en mi opinión, es igualita, igualita a Eva Sannum. Aunque Pilar Rubio –algo crecida y no sólo por el extraño peinado–, no me hizo esta vez ni puñetero caso, hay que decir que a ella esos pelos le sientan bastante mejor que a Chenoa.

La homenajeada no estuvo.

Esther Koplowitz era la invitada de honor en la cena organizada por la Cámara de Comercio de España en Nueva York. La marquesa de Cubas no asistió como en otras ocasiones, pese a haber sido elegida empresaria del año. Sí estuvo Joaquín Cortés, sin ninguna vergüenza, aunque debería estar escondido.

Apellidarse Koplowitz

Se está criticando a Esther Koplowitz en determinados círculos por haber celebrado este verano la boda de su hija Carmen con Juan Losada en su propio domicilio.

Si te apellidas Pérez o Ruiz tendrás que casarte en una iglesia consagrada, esperar lo preceptivo, colgar las correspondientes amonestaciones en la iglesia y hasta tragar con el fotógrafo de la parroquia. Si eres una Koplowitz te mandan, si es preciso, hasta a los monaguillos a casa. La marquesa de Cubas decidió celebrar la boda en el salón de su domicilio para que nadie pudiera comprobar lo que se sospechaba: que Alberto Alcocer, el padre de la novia, probablemente no estaba, y que fueron sus hermanos y primos los que acompañaron a la joven novia al altar. ¡Qué durísimas son las separaciones de los inmensamente ricos! Un amigo mío de la jet me dice que eso de casarse en casa o en la capilla del cortijo es ya una auténtica horterada. Ahora, por ejemplo, lo que está de moda son las bodas marítimas. Lo último, y lo más de lo más, es casarse en San Pedro del Pinatar (Murcia), invitar a los asistentes a un spa en el Thalasia, llevárselos por ahí de buceo y celebrar el banquete o el cóctel en el barco Isla Ebusitania, el pailebote más antiguo del mundo.

La foto, de Korpa, muestra a Carmen Alcocer vestida de enfermera durante una peregrinación a Lourdes. Es tradición familiar asistir a los enfermos en el tren. También lo hacía Gonzalo de Borbón.

El hijo de la duquesa de Alba y la multimillonaria

¿Como se besa a una princesa de las finanzas? Con muchísimo cuidado, sin que se despeinen. Como se dan el pico las tórtolas y las codornices que campean por las fincas de los terratenientes con títulos ducales. La revista Lecturas de esta semana nos muestra a Alicia Koplowitz y a su novio, el duque de Huescar, Carlos Fitz-James Stuart, entregados a sus tímidos arrebatos amorosos en medio del campo. !Dios le da pan a quien no tiene dientes!Con lo divertido que es jugar a Caperucita feroz y al lobo domesticado. El marido de Esther Koplowitz, el marqués de Cubas, es, al menos, muchísimo más divertido que su primo lejano. Matilde Solis, la que fuera recatada ex del duque-una mujer entonces de comunión diaria cuyo matrimonio cambió tanto-ha comenzado a disfrutar de la vida desde que se separó. Claro que Alicia siempre quiso ser Grande de España. Todo tiene un precio. Seguro que Ana Obregón, madre de un niño de estirpe borbónica, disfruta mucho más con Darek.

Alicia Koplowitz, por la puerta de atrás

Hace unos días se celebró en la Embajada de Francia una fiesta de altura con motivo del día nacional del país vecino. Entre los asistentes, Pilar Bardem, vestida con un impresionante traje negro que dejaba al descubierto una espalda muy lucida y bronceada para sus años.

La diva proletaria estaba hecha toda una marquesa. Mientras Pilar lucía palmito, Alicia Koplowitz Romero de Juseu, marquesa de Villavista, se escondía detrás de unos macetones para evitar que las cámaras la inmortalizaran.

Alicia ya no compra a las agencias las fotos que se le hacen cuando no está favorecida, como hacía hace años por medio de alguna revista amiga. De hecho hizo su entrada por la puerta de atrás. Todo parecía indicar, y alguno de los asistentes a la fiesta así lo comentaron, que acababa de someterse a un tratamiento de Thermacool, lo último en tratamientos estéticos sin bisturí, muy efectivo pero con algunos efectos secundarios nada favorecedores durante los primeros días.