De todo corazón

Entradas etiquetadas como ‘falco’

Tamara Falcó no llega a final de mes

La vida es dura. A los bebés los sueltan en la guardería a las siete dela mañan. Los adultos permanecemos encarcelados en el trabajo y a los «vejetes» los recoge una furgoneta para llevarlos a la residencia asistencial de día. Mejor es no reflexionar demasiado. Corres el peligro de darte cuenta de que todo es una estafa monumental contra la que nadie puede luchar. Y esto me viene al pelo, y si no me viene da igual, para hablar de Tamara Falcó, la hija de Isabel Preysler. _La joven, según publica QMD, reflexiona sobre su existencia en París, donde la pobre no llega a fin de mes. Así lo cuenta: «Te das cuenta de lo caro que es todo, ¿sabes?… Te vas con un presupuesto y enseguida desaparece ese dinero… En casa de mi madre lo tenía todo solucionado». La frase, digna de un libro de citas, sorprende. Como leer a Ana Obregón en la misma revista cuando dice que lo que_hicieron con su hijo en Antena 3 era apología de la pederastia.

Tamara Falcó Preysler «toilettea»

Dicen que Tamara Falcó es la digna heredera de su mamá, que ayer cumplió 57 años. Aún tiene que aprender mucho de ella. Cubierta con una gorra como las que usa su hermano Enrique y vestida de negro de la cabeza a los pies, intentaba pasar inadvertida el pasado sábado en el VIPs de Serrano, donde no alunizó esta vez contra los cristales. Tamara, sin maquillaje, es una niña normal, tirando a mediocre. Y eso que se gasta auténticas fortunas en tratamientos de belleza para prevenir la flacidez de los tejidos y las arrugas mediante pinchazos. El ‘momento Tamara’ de la tarde se produjo a las 20:30, cuando la hija del marqués de Griñón le dijo a su amiga con absoluta naturalidad: «Voy a toilette»(sic), sin artículo, literal. Los allí presente aún no se han recuperado de la impresión.

El conocimiento del francés siempre ha sido una obsesión para mamá Preysler. Hace algún tiempo, cuando grababa un spot para Porcelanosa, Isabel dejó de lado su histórico clasismo para invitar a su roulotte a una costurera de origen francoargelino. Todo vale para ponerse las pilas con el idioma de Baudelaire y poder ir a toilettear con clase.

Foto: Korpa

Las niñas Preysler

Tamara y Ana ocupan esta semana la portada de la revista ¡Hola! Un nuevo relevo para su mamá, Isabel Preysler, a quien la marca de bombones Ferrero Rocher ha sustituído por Paloma Cuevas. Como ustedes habrán podido comprobar, la mujer de Enrique Ponce ha sido doblada, algo que siempre debió exigir Isabel, cuya fascinación de esfinge se vuelve humo cuando abre la boca.

En la entrevista que han concedido a ¡Hola!, ni a Ana ni a Tamara se les puede oír. Sólo lucen sus larguísimas piernas y un magnífico aspecto físico, herencia genética de mamá.

¿Y Boyer que opina de esto? Tamara ya ha presentado oficialmente en casa a su sufrido novio (el chico conduce con escayola en el pie para evitar que Tamara vuelva a dar la campanada alunizando un día de estos contra el Banco de España). Ana, por su parte, confiesa compatir con Miguel Boyer su pasión por el estudio y la lectura. El ex ministro de Economía y egiptólogo aficionado debe de haber comprendido que quien manda en casa es su mujer. No acabo de explicarme cómo Ana Boyer ha entrado con tantas ganas y con su consentimiento al trapo del las revistas del corazón. Aunque tampoco me explico que Julio José Iglesias, a quien le debe de sobrar el dinero, cobre por las entrevistas.

El ratoncito Pérez

Leo con asombro que Fran Perea ha puesto su voz al Ratoncito Pérez en la película Perez, el ratoncito de tus sueños, una producción con imágenes reales y dibujos animados. Y una se pregunta: ¿Qué necesidad hay de que los ‘actores’ de moda le quiten el pan a los magníficos dobladores que tenemos en nuestro país? Una película infantil recurre al gancho de un ídolo de las jovencitas para atraer público infantil a los cines. No sólo se está obligando a crecer a los niños antes de tiempo con series como Los Serrano. Lo de Fran Perea de Ratoncito Pérez es casi una broma de mal gusto. No pienso dejar nunca una muela más debajo de la almohada.