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Mascarillas de tejido: Miin vs Garnier, la batalla de las pieles (hidratadas)

Cuando salieron las máscaras de tejido pensé que por supuesto quería unirme a la experiencia beauty de ayudar a mi piel pareciendo el asesino de La matanza de Texas, que es a quien te asemejas en cuanto las pruebas.

Mi spa casero.

(Nota mental: si la vuelvo a probar por la noche, hacerlo cuando esté sola para no provocarle un infarto a mis compañeros de piso)

La cosa es que llegaron a mis manos dos mascarillas hidratantes de tejido de celulosa, la Hidra Bomb de Garnier y la Deep Hydratating de Skin Lounge distribuida por Miin, por lo que decidí tomar nota mientras mi piel tomaba hidratación de los tratamientos para poder compartir mi opinión.

Ambas son para pieles secas que necesitan un «chute», además cuentan con ácido hialurónico, que nunca viene mal teniendo en cuenta que dejamos de producirlo según pasa el tiempo. Pero vamos a la chicha, que es lo que realmente os interesa.

Esta es la cara que se os va a quedar de guapxs.

La primera que probé fue la de Garnier, que tiene una de las caras con un plástico azul que tienes que dejar por fuera. Al sacarla del envoltorio aquello goteaba más que los sobaos cuando los mojas en el café del desayuno, de hecho dejé un poco del parqué en modo post ducha.

Tras colocarla sobre la piel tienes que quitar el plástico azul, lo que hace que se te vuelva a poner la apertura de la boca en Parla y la del ojo en la oreja, pero se pone todo en su sitio otra vez y fuera.

La de Miin, en cambio, se adapta más, o al menos me dio la sensación de que los recortes para los ojos y la boca iban mejor con la forma de mi rostro (y no es que yo sea de belleza «picassiana» precisamente). La única diferencia es que no sabía bien qué lado era para dentro y cuál para fuera, pero imagino que daría igual.

Lo suyo con cualquiera de ellas es usarla tres veces por semana (aunque va a ser difícil que saques tanto tiempo) y respecto a precio andan bastante igualadas (la diferencia es 1 euro más aproximadamente en el caso de Miin).

Tras quitarme las mascarillas, las dos dejaban la piel muy húmeda después del tratamiento, para lo que debes masajearte el producto hasta que reabsorba del todo (y ya no parezcas una rana recién salida de la charca). Sé inteligente, como los de Media Markt, y échate también el producto en el cuello, que más de una ya lo llevamos con más arrugas que una tortuga.

Siendo mi piel mixta, y aprovechando que puedo usar un poco de todo, mi conclusión es que este tipo de mascarillas te dejan la piel radiante, pero radiante en plan bien, a lo hidratada de manera natural, no como si hubieras estado vigilando el churrasco en la barbacoa y tuvieras la piel llena de grasa y sudor.

De todas formas, y como siempre, os invito a compartir vuestras experiencias (ya sean buenas o malas) con este tipo de máscaras para que todas lo tengamos en cuenta cuando vayamos de maratón de compras de belleza.

Tenemos que hablar de la confesión de Laura Escanes

Madre mía el revuelo que se ha organizado con los stories de Laura Escanes en los que habla de su tratamiento labial con ácido hialurónico. Vamos, que la echas en el siglo XVII en las Tierras Altas de Escocia, declarando que es jacobita en medio de un batallón inglés y no se lía tan parda.

Laura Escanes (no sé si simpatizaba con la causa jacobita) en su último vídeo. YOUTUBE

La cosa es que la modelo/creadora de contenido/escritora/etc (en serio Laura, tienes más trabajos que una mujer renacentista) subió unos stories, que para los que no entendáis el término, y para mi madre, que la buena mujer lee muchas veces mis artículos sin saber de qué diantres hablo, son fotos o vídeos con una duración de 24 horas que luego desaparecen.

En esos stories Laura hablaba de sus labios, sobre todo del de arriba, que es el que ha recibido un repaso de ácido hialurónico, algo que deben de regalar con los cereales, ya que últimamente parece que no hay una mujer con labios naturales.

Estoy empezando a asumir que llegará un día en el que iré yo sola por la calle de Milán, como Will Smith en Soy Leyenda, rodeada de cientos de mujeres con la boca voluptuosa que se girarán al ver mis labios finos como el papel.

Los stories de la discordia. INSTAGRAM

Antes que nada, Escanes empieza diciendo que es su caso, que no recomienda que la imitemos ya que cada persona es un mundo. Esto se agradece, porque aunque se debería dar por sentado, puede haber alguien que lea esto y ya dé por hecho que nos está animando a que nos unamos al club del ácido hialurónico (por mucho que le gustaría a las clínicas de estética).

«Siempre he tenido el labio de abajo muy gordito en comparación con el labio superior y no es que tuviera complejo… Ahora los tengo igualados y en mi opinión muy naturales» dice Escanes.

Aunque a mi parecer, que se ponga, se rellene o se quite la ropa para una foto es lo de menos, me quedo con el final de su mensaje: «Os lo he contado porque creo que escondiéndolo hago que sea un tema tabú cuando no debería serlo… Me lo preguntabais pero yo me quedaba callada e intentaba no contestar. Pero ya está, sin miedo».

Esta reflexión es la que realmente agradezco de todo este asunto. Sabemos que las famosas se hacen retoques continuamente (Nicole Kidman no ha obtenido esa cara por arte de magia) pero creo que es importante que lo admitan sin ningún tipo de reparo.

En primer lugar porque no es nada de lo que deban avergonzarse. Yo misma me pongo el esmalte de las uñas dejando los laterales sin pintar para que parezcan más largas. Todas podemos hacer lo que nos dé la real gana sobre nuestros cuerpos, que para eso los tenemos.

Pero, el hecho de poder decirlo hace que podamos tratar del tema con normalidad y abandonemos el secretismo alrededor de los temas de jeringuilla y quirófano. Así somos conscientes de lo que hay detrás, (aunque lo que haya detrás sea artificial, claro).

Lo que siempre quisiste saber de los puntos negros (pero no tuviste a quién preguntar)

(Quien nunca haya encontrado a esos pequeños bastardos en alguna parte de su cuerpo que levante la mano. Nadie, lo que imaginaba.)

Y es que según Josefa López, esteticista y formadora en estética de Tu Maxwapa, «los puntos negros se forman a partir de la suciedad que se va acumulando por el sudor y el sebo que desprende la propia piel». Delicioso. Aunque me hace saber que la contaminación por el CO2 y las bacterias que se encuentran en el aire (y más ahora que estamos en plena temporada de resfriados y gripes) también ayudan a la expansión de los puntos negros.

«Se concentran más en la zona de la nariz, frente, mejillas y barbilla» dice mientras examino la colonia de puntos negros que floreció en mi nariz prácticamente el mismo día en que nací. La genética, como me hace saber la profesional, juega en mi contra. Gracias, papá, por tus genes de nariz puntillista.

Por mucho que me esfuerzo en asesinarlos entre uña y uña, la esteticista me aclara que la mayoría de las veces que los quitamos en casa lo hacemos mal ya que no quitamos toda ‘la roña’: «Tiene que salir del todo ya que si se rompe los encontramos al día siguiente el doble de grandes».

Tras frotarme con un cepillo un gel limpiador, colocarme un exfoliante de oliva y aplicar un poco de tónico de pomelo para calmar la piel me coloca encima de la cara una máquina de vapor que me recuerda a las veces que he puesto la cabeza sobre una cazuela de agua hirviendo para hacer vahos: «Con el vapor se abre el poro y sale mejor el punto negro. Duele un poco, pero como dicen las abuelas para estar guapa hay que ver estrellas«.

Y veo estrellas, planetas, cometas, asteroides, meteoritos y algún satélite perdido cuando, con una especie de palito metálico, procede a quitarme el ramo de puntos negros de mi nariz. Confieso que una lagrimita de dolor me cae (y es que los muy infames se resisten a dejar mi nariz).

«Vaya, tienes algunos de hace mucho tiempo». «¿Cuánto tiempo?» le pregunto curiosa. «Estos de aquí (noto que hurga bajo la aleta de mi nariz) son de hace más de un año». Tengo puntos negros con los que he estado más tiempo que con la mayoría de mis novios. Interesante.

«El problema de hacer esto en casa es que se queda el poro abierto y hay que cerrarlo bien, para lo que utilizamos tónicos astringentes» dice Josefa mientras me aplica el líquido. Pero lo que más me impacta es la máquina de alta frecuencia que utiliza seguidamente, una especie de, vibrador transparente gigante que suena como un aparato del dentista. Nada más oír el zumbido me puse más tensa que cuando llevo ropa blanca y me baja la regla. Casi infarto cuando noté la mini descarga en la piel. También es cierto que yo soy muy dramática y me impresiono enseguida.

Tras cerrarme los poros aplica una crema hidratante y me extiende una mascarilla para pieles mixtas por toda la cara. Tras dejarla unos 10 minutos la retira y me aplica tónico otra vez y crema hidratante. Con los poros cerrados y la cara roja como si hubiera salido de la clase de spinning, damos fin al tratamiento.

¿Y ahora qué? ¿Cómo puedo mantener esta piel jugosa como el culito de un bebé? «Debes corregir el exceso de sebo con una crema para pieles grasas, una no-comedogénica (‘comedones’ son los puntos negros). Cremas que contengan menta o que lleven cítricos son muy buenas para contrarrestar la grasa».

Cuando ya me iba tan feliz pensando que con una cremita salía del paso la esteticista me pregunta por mi alimentación, algo que por lo visto también le pasa factura a la piel: «Somos lo que comemos, por lo que si comes grasa se refleja en la piel. Es el reflejo de nuestro interior, por lo que infusiones de hierbas como té o menta, alimentos antioxidantes o depurativos van a eliminar toxinas». Me recuerda que no sirve de nada el tratamiento de eliminación de puntos negros si no cuido la alimentación en casa. Adiós chocolate Milka, adiós.

¿Y qué pasa si un mes voy algo más apurada y no tengo para pasarme por un centro de estética y dejarme los 24 euros que cuesta la limpieza? «Hay mascarillas de arcilla negra que se pegan totalmente a la piel y sacan el punto negro». Vale, y también las hay que necesitas aceite de un templo budista de Bangkok, por lo que le pido una que se pueda hacer con lo que tenemos por casa: «Otra más sencilla es una que me hago yo con un yogur natural o de limón, una clara de huevo, unas gotitas de zumo de limón y un poco de miel. La dejo unos 20 o 25 minutos y seguidamente la aclaro. Limpia los poros e hidrata la piel».

Me voy del centro como del 2016, prometiéndome que llevaría a cabo hábitos saludables, solo que esta vez, en vez de prometérmelo a mí misma, se lo aseguro a la esteticista: lavaré bien mi cara cada día y la hidrataré antes de irme a dormir, que según ella, es cuando la piel se renueva.

Así es cómo afecta el siglo XXI a tu piel

Está de moda cuidarse por dentro y por fuera. El esplendor del deporte, de la comida sana, de los tratamientos de belleza o de los ‘superalimentos’ favorecen a que nos sintamos dentro de una especie de ‘Era de Bienestar’. Sin embargo nuestra piel está más amenazada que nunca ya que, debido al agujero de la capa de ozono, el sol nunca había sido tan dañino; se llevan bronceados imposibles (ya sean naturales o de cabina); maquillajes muy cargados o imitar a las famosas poniendo ‘morritos’ en las fotos.

Hombre mirándose en el espejo. GTRES

Hombre mirándose en el espejo. GTRES

Es decir, tenemos a nuestro alcance todas las herramientas para cuidarnos en un mundo en el que nos descuidamos. Y es que en el siglo XXI las amenazas para nuestra piel se han multiplicado, sin embargo, lo que sigue siendo más dañino es el mismo agente que hace años, el sol.

Según el Dr. Miguel Sánchez Viera, director del Instituto de Dermatología Integral, «lo que más daña a la piel, además del inexorable paso del tiempo, es el sol. Sin olvidarnos de que es el principal causante del cáncer de piel, es también es el causante más importante del envejecimiento prematuro, deshidratación, flacidez y de la aparición de arrugas y manchas».

Pero no es el único culpable, ya que en palabras del doctor la falta de higiene y cuidados también perjudican al mayor órgano de nuestro cuerpo: «A lo largo de día se van acumulando sobre la piel distintos microorganismos de tipo bacteriano y levaduras, además de restos de grasa cutánea, contaminantes ambientales -especialmente en las ciudades-, así como productos cosméticos y maquillajes».

Y es que la contaminación también tiene efectos en nuestra piel: «Afecta de forma muy negativa. Los ambientes con polución tienen muchas partículas en suspensión que se posan en la piel obstruyendo los poros, por lo que recibe menos oxígeno. Esto hace que la piel se vuelva menos elástica, se deshidrate más fácilmente, se torne apagada y sea más proclive a sufrir reacciones alérgicas. Por otra parte, la contaminación incrementa la producción de radicales libres, los principales causantes del envejecimiento prematuro de la piel».

Esto no significa que tengas que salir de casa con escafandra (algo que igual debemos empezar a hacer en unos años) porque lo podemos mitigar con una buena limpieza facial ya que «si no limpiamos, hidratamos y nutrimos el rostro por lo menos una vez al día el envejecimiento prematuro está servido, ya que el nivel de protección de la capa hidrolipídica y protectora de la piel es limitado».

A diferencia de lo que podamos pensar, estar expuestos al brillo de aparatos electrónicos «no tiene por qué afectar a la salud de nuestra piel. El potencial problema lo tienes nuestros ojos que no están preparados para pasar horas mirando una pantalla» dice el doctor Sánchez Viera.

Hola, arrugas de expresión. TUMBLR

Hola, arrugas de expresión. TUMBLR

Quizás las pantallas no nos afectan con el brillo, pero sí con lo que vemos en ellas como las famosas duck faces (posar poniendo morritos) en el Instagram de la celebrity de turno. La repetición de ciertos gestos a la hora de posar pasa factura a nuestra piel: «Cualquier gesto repetido favorece la aparición de arrugas. De hecho, las arrugas gestuales son las que primero aparecen en nuestro rostro, pudiendo aparecer incluso a los 20 años» declara el doctor. Moraleja: deja de poner caras raras y procura salir en las fotos lo más natural que puedas.

Otro agente que amenaza el cutis es el estrés, la epidemia del siglo XXI. Podemos saber si estamos sometidos a él por la aparición de granitos y puntos negros, algo que según el doctor Sánchez Viera «se debe a que el estrés hace que el cerebro segregue grandes cantidades de una hormona llamada corticotropina, que hace que las glándulas sebáceas puedan llegar a producir hasta un 60% más de grasa de lo normal«.

No se queda solo ahí, sino que también «el flujo sanguíneo se ralentiza lo que provoca deshidratación y flacidez. El motivo es que el cerebro manda una orden a determinados nutrientes naturalmente presentes en nuestra piel para que se trasladen a los músculos por si tienen que actuar de una forma rápida en respuesta a la situación de estrés. La piel también se vuelve más sensible a las agresiones externas ya que la capa protectora natural se vuelve más débil y frágil».

Pero que no cunda el pánico, puede que nuestra piel esté muy amenazada pero nunca habíamos tenido tantas ayudas a la hora de cuidarla: «Para que la piel se vea afectada lo menos posible tanto por el paso del tiempo como por agentes externos es fundamental recurrir a productos cosméticos que la ayuden a tener unos niveles de hidratación y nutrición adecuados. Si queremos que además se vea libre de manchas es básico recurrir a fotoprotectores con índices altos (superiores a 30) o a cremas que los lleven incorporados».

No basta con echársela, «para que estos productos puedan penetrar más fácilmente en capas más profundas de nuestra piel es necesaria que se haga una exfoliación periódica para eliminar células muertas y grasa alojada en los poros. Si la exfoliación se hace en casa recomendamos utilizar productos de scrub una vez a la semana. Si es un peeling profesional en el que se utilizan principios activos como el ácido glicólico, alfa-hidroxiácidos o tricloroacético pueden ser suficientes con una o dos veces al mes«.

Debemos concienciarnos de que la piel necesita cuidados, además de que, según el doctor «se podría empezar por algo tan sencillo como llevar una alimentación sana y equilibrada en la que primen frutas, verduras, pescado y carnes magras y no abusar del sol. Sólo 10 minutos al día de exposición sol son suficientes para poder metabolizar la vitamina D necesaria para ayudarnos a fijar el calcio y tener unos huesos más fuertes y sanos. Todo el tiempo que se está de más al sol y, sobre todo, sin fotoprotección solo va a contribuir a que nuestra piel envejezca más rápido».

Alimentación sana, un sol justo y necesario, «una adecuada higiene (que incluye desmaquillarse antes de irse a dormir) y el uso de productos cosméticos que ayuden a mantener la piel hidratada, elástica y nutrida» parecen ser las claves para que «el paso del tiempo se vea reflejado más tarde en nuestra piel».