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Guerra al sujetador: ¿la tendencia ‘braless’ viene para quedarse?

Mientras se nos ha vendido por activa y pasiva el push up como si fuera una prenda más definitiva que el Lékué para los que nos independizamos (pechos turgentes y redondeados a la altura del gaznate…) cada vez más mujeres nos quedamos con el pecho «suelto».

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Para muchas ir sin sujetador es una protesta, no tan llamativa como la de prenderle fuego a la prenda pero con el mismo mensaje, para otras una mera cuestión de comodidad (no os hacéis una idea del calor que da eso en verano) y para otras, simplemente, algo estético porque les parece que les sienta mejor la ropa.

El cambio se lo tenemos que agradecer, en parte, a Kendall Jenner, Demi Lovato, Jennifer Lawrence o Rihanna que han salido a la calle marcando orgullosas los pezones con sus slip dress o crop tops y no ha pasada nada. No ha aparecido una grieta en el suelo ni se han liberado los Jinetes del Apocalipsis.

Independientemente de lo que nos motive a las que sigamos esto, es importante que rompamos la imagen sexualizada que se nos vende de los pezones y empecemos a verlos como una cosa cotidiana.

Además, como os comenté anteriormente en este post, ir sin sujetador ayuda a trabajar la musculatura del pecho (y por tanto evita hasta cierto punto la caída)

Pero si tienes pensado apuntarte al club y quieres familiarizar progresivamente a tus pezones a la nueva sensación de libertad, empieza con prendas con un tejido algo más grueso, tops de volantes o estampados que disimulan los volúmenes.

Recuerda que lo más importante es que te sientas a gusto contigo misma lleves lo que lleves.

Cuando mis pezones sufrieron ‘bullying’

[En otros posts he hablado de que, en más de una ocasión, opto por salir sin sujetador. Lo veo algo cómodo para ocasiones e incomodísimo para todas las restantes, por lo que asumo que se me pueden notar en algún momento.]

Los sujetadores deportivos, que simplemente sirven para sujetar el pecho sin ningún tipo de relleno, suelen marcarlos a la perfección. Es por eso que en algunas fotos haciendo ejercicio estoy acostumbrada a leer el comentario del listillo de turno (que el listillo de turno suele ser un amigo para molestar) preguntándome que si tenía frío. No, no tenía frío, soy un ser humano con glándulas mamarias (al igual que él, por cierto).

La naturalidad con la que pienso en el asunto viene a ser una particular reivindicación feminista en la que me niego a cubrirlos. Son algo natural y si ellos pueden marcarlos con camisetas (sí, queridos, vosotros también vais a veces con los pezones como para rayar diamantes) quiero el mismo derecho sin escuchar los consabidos comentarios.

En una de estas, uno de estos ‘iluminados’ del Señor, me hizo notar en una foto que se me notaba el pezón. Vaya, ¿no me digas? Quizás es porque TENGO pezones.

La cosa es que le contesté que si tenía algún problema, a lo que respondió «Enseñalo!!». Sí, sin acento, estaba demasiado emocionado asumiendo que mi pezón estaba únicamente para uso y disfrute que se le olvidó añadirlo. Muy amablemente (es decir, sin mandarle a la mierda, idea que estuve acariciando) le comenté que con mi cuerpo hacía lo que me salía del gatete: «Lo enseño a quien yo quiero 😉 y no estás en la lista». Elegancia pura. La reina Elizabeth II aplaudía mi flema desde Buckingham.

Lo que mi interlocutor contestó fue lo siguiente: «Mejor, porque son muy pequeñas jajaja«. Pues bien que querías vérmelas gorrioncillo. No solo me cosifica sino que ataca a mi autoestima utilizando una red social.

En ese momento, sin pensar, puse una denuncia en Instagram a este usuario (denuncia que por cierto, les ha entrado por una pestaña y les ha salido por la otra. ¿Quién narices regula las quejas? ¿Monos?).

Sé que ese tipo de comentario a otra mujer, o incluso a mí misma en otro momento de mi vida, más joven en plena adolescencia, me habría hecho daño. Son estos ataques los que hacen que luego la gente desarrolle inseguridades y sea incapaz de aceptarse tal cual es, por lo que deben ser denunciados sin excepción.

El acoso no tiene límites y con las redes sociales es mucho más sencillo ya que no hay que dar la cara. Utilizando el teclado podemos dañar a personas que se encuentran a kilómetros de distancia. Pero lo realmente grave es que sin conocer a alguien (o aún conociéndolo) algunos se sientan con el derecho de criticar o juzgar por el físico cuando NADIE ES PERFECTO y somos mucho más que eso.

Tetas sí, pezones no

Cuando te haces un tatuaje, una de las primeras cosas a cumplir es que no debes llevar ropa apretada en torno a él. Estrenando uno en el costado, iba a ser complicado el tema del sujetador, así que opté por pasar aquella primera semana sin llevarlo.

FEMEN

FEMEN

Las mujeres bien sabéis de qué os hablo, pero, queridos hombres, ¿cómo explicaros la gloriosa sensación de ir con el pecho suelto? Permitidme que os la describa como mejor se me ocurre: es como cuando después de un día nadando en la piscina te metes en la cama y aún sientes como si te mantuvieras en suspensión dentro del agua, como cuando haces algo muy bien en el trabajo y te felicitan por ello, como cuando conocéis a una chica con la que compartís aficiones.

He trabajado, he salido de fiesta y he quedado con amigos siempre sin sujetador durante una semana. Sin él me sentía ligera, libre, hasta el punto de que casi caminaba más recta al no encorvar la espalda por inercia de la presión del sujetador.

Y en uno de estos benditos momentos, en uno de mis instantes de felicidad corporal, de comodidad máxima, recibo críticas porque en una de esas ocasiones se me notaban los pezones.

Haciendo memoria, recuerdo que he recibido algún que otro comentario al respecto, de manera privada, porque en ciertas fotos de Instagram, en las que salgo con tops deportivos, sucedía lo mismo.

No sé si debería haberme sentido avergonzada pero la verdad es que no sentí pudor alguno. Las tetas tienen pezones y el sujetador es un invento que, además de colocarlas en posiciones antinaturales, da una forma irreal de seno perfectamente redondo cuando la realidad es que todos, absolutamente todos, están coronados por esas glándulas.

Y aunque entiendo que no todas tenemos la suerte que tengo yo de poder ir sin sujetador sin que me resulte incómodo o molesto (de las pocas ventajas de tener pecho pequeño), si en algún momento decidimos hacerlo, que sea sin agobios por nuestro cuerpo.

Sí, se me transparentan los pezones, llevo las largas puestas, los llevo como los timbres de un castillo y no quiero ocultarlo, porque por mucho que nos digan que es feo, obsceno o de mal gusto por provocativo, la realidad es que se trata de otra manera de desigualdad.

Mientras que nadie se va a quedar mirando a un hombre al que se le marcan con la camiseta, las mujeres no podemos mostrar los pezones porque no debemos tener sexualidad. Socialmente el pezón femenino no existe, ya que, una vez más, el cuerpo no es nuestro, sino que es algo que debemos ocultar por si puede causar excitación o malestar por si transmite que somos nosotras las que la estamos sintiendo.

Así que a todas aquellas rebeldes con causa o a aquellas, que como yo, vais más cómodas por la vida sin él, no os avergoncéis, porque es lo natural. Y a quien no le guste, que no mire.