A punto de cumplir los 27 años con una carrera musical histórica a sus espaldas, Taylor Swift acumula cientos de premios, ha sido co-anfitriona de la Gala Met de este año y está considerada una de las personas más influyentes del mundo (y sino que le pregunten a Katy Perry).
Pero es que además de eso, además de talentosa, de emotiva, de haberle puesto melodía a mis dramas de adolescente (y no tan adolescente), de haberme sacado lágrimas en los momentos de desesperación cuando fulanito no me contestaba a los sms; además de alta y guapísima y de tener un grupo de amigas por el que daríamos un dedo del pie por entrar, la cantante estadounidense tiene ESTILO.
Lo tiene en mayúsculas porque cosa que se pone, cosa que 1. no solo le queda bien sino que 2. acapara flashes de todo fotógrafo que se encuentra lo que hace que 3. cada semana aparezca en revistas de moda.
Aquí tenéis a Taylor saliendo a la calle rollo casual del tipo he-cogido-lo-primero-que-he-pillado. Mi rollo casual queda tan mal combinado que es más parecido a me-he-vestido-escogiendo-la-ropa-a-oscuras-del-armario:
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Cuando te llamas Juana o Isabel, eres más española que los botijos y te quieres poner un poco mona porque has quedado, te pintas un poco, igual le metes tacones a lo máximo y fuera. Pero cuando eres Taylor Swift lo mismo encajas para tomar un té con la Reina de Inglaterra que para el brunch del Ritz de los domingos:
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Dando un concierto sin sudar una gota ni con un pelo fuera de sitio:
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Sí, todas pensábamos que la sudadera con capucha y las mallas del chándal eran algo que no tenían ningún glamour hasta que llegó Tayor Swift. Igualita que cuando voy yo al gimnasio con mis pantalones cortos de hombre y mi camiseta de la Caja Rural.
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De alfombra roja, la cantante aprovecha que tiene más pata que una bandada de flamencos:
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Por último, los conjuntos que elige para salir con amigas y novios (vamos, voy yo a una cita con las botas de lluvia y el anorak y parezco un extra salido de uno de los anuncios de Capitán Pescanova):
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