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¿Cómo debemos limpiar el interior del bolso sin estropearlo?

Ah, pero ¿hay que limpiarlo?

Al igual que las brochas que usamos de maquillaje tienen que pasar por un ‘servicio de lavado’ cada cierto tiempo, el bolso, nuestro accesorio más idolatrado también necesita ciertos cuidados.

PIXABAY

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El bolso es un elemento de nuestra vida que va evolucionando con nosotras y, como nosotras, se mancha y coge gérmenes (con la diferencia de que no lo puedes arreglar con una ducha).

Entre que lo usamos para llevar una versión reducida de nuestra casa a cuestas y que lo utilizamos como contenedor, termina siendo una especie de criatura con vida propia que puede llegar incluso a arañarte cuando metes la mano a buscar un pañuelo de papel (historia real, tenía un imperdible abierto).

Es por eso que de vez en cuando, en serio, de vez en cuando, hay que sacar un ratito para hacer una limpieza a fondo y así evitar sorpresas desagradables, como cuando guardaste la chaqueta blanca porque te asabas de calor en el metro y salió medio azul porque te habías olvidado un bolígrafo abierto.

En primer lugar, vacía todo lo que lleves dentro. No hagas la de darle la vuelta que caiga el contenido en la cama (más que nada porque a todas se nos ha roto alguna vez una sombra de ojos/colorete/polvos de sol dejando todo el forro pringado).

Mucho mejor si, poniéndolo sobre una mesa, sacas las cosas una por una. Después retira el forro (si se pie) y acláralo con una esponja humedecida en agua con jabón.

Ojo si el bolso es de cuero que si humedeces demasiado la tela puede ser perjudicial. Para bolsos de cuero tienes sprays de limpieza específicos.

Si hay algún producto que haya explotado dentro, intenta quitar todo lo que puedas con papel de cocina. Repito, PAPEL DE COCINA, no pienses que humedeciéndolo saldrá porque es un grave error.

Después usa toallitas húmedas para terminar de quitar los restos (ojalá haber sabido esto cuando tuve que tirar un bolso porque se me abrió un gloss).

Para terminar, dale una pasada al interior con un paño del polvo (limpio), de esos que dan como grima por la textura.

Una vez consigas que te quede el interior inmaculado, deja que el forro se seque poniéndolo cerca del radiador o, si tienes mucha prisa porque solo querías quitar los restos de frutos secos (también me ha pasado) puedes darle con el secador.

Y hala, ya puedes seguir utilizando tu bolso. Aunque esta vez procura llevar los cosméticos dentro de un neceser para evitar disgustos.

Cambiando el champú por vinagre de manzana

Dice mi madre que los experimentos están bien siempre y cuando se hagan con gaseosa, pero como los hijos somos expertos en eso de desobedecer a los progenitores, me puse a experimentar con el vinagre.

No recuerdo cuando fue la primera vez que leí que el vinagre de manzana era un sustituto perfecto del champú. Mis únicas experiencias con el aliño habían sido en ensaladas.

Después de consultar en foros que no iba a quedarme calva por usar el truco, decidí tirarme a la piscina (de vinagre).

Mi segunda motivación para probarlo es que el vinagre sale mucho más barato, y como dentro de poco seré la encargada de mi propia intendencia, tengo que estar atenta a este tipo de cosas ya que pretendo vivir de manera más austera que un monje ermitaño.

(Os dejo la comparativa para que veáis que no os miento)

CARREFOUR

CARREFOUR

Para lavarme el pelo llené de vinagre de manzana hasta la mitad un botecito de 100 ml (de los típicos de aeropuerto) que tenía restos de champú. Soy de melena muy larga y con los 50 ml me pude lavar todo el pelo perfectamente. Aunque agité bien el bote por si conseguía lograr una mezcla, el líquido se quedó tal cual.

Después de mojarme todo el pelo repartí el vinagre por mi cabeza rezando por que no me cayera en los ojos. Todos sabemos lo que escuece un champú, y por el blog no estaba dispuesta a averiguar lo que puede llega a escocer el vinagre.

La aplicación fue igual que la de un lavado convencional, es decir, haciendo círculos con los dedos a lo largo de mi cuerpo cabelludo y frotando entre las palmas de mis manos las puntas. Aquello no soltaba ni un ápice de espuma, lógicamente.

Medio mareada por los efluvios, aclaré el pelo durante bastante tiempo con agua templada y lo primero que me sorprendió fue lo liso que quedaba tras el aclarado. Me llamó la atención porque yo soy la típica que no concibe un lavado de pelo sin suavizante/mascarilla/desenredante y al ver cómo quedaba tras quitarle el vinagre decidí no echarle nada más.

No os voy a engañar, a mi pelo recién lavado le podría haber restregado un par de hojas de lechuga y un tomate para hacerme una ensalada. Pero una vez se quedó seco del todo el olor había desaparecido por completo.

Tras mi experimento, a favor del vinagre tengo que decir que deja el pelo liso sin necesidad de productos que nos lo desenreden, que queda mucho menos apelmazado una vez está seco y que incluso al día siguiente de lavarlo el aspecto y el tacto es de recién lavado.

¿En contra? Para una ducha romántica yo seguiría usando el champú convencional.