Entradas etiquetadas como ‘estereotipos’

¿Por qué por ser mujer tengo que saber cuidar flores?

«Las mujeres sabéis cómo cuidar flores» me dijo mi jefe el otro día.

PIXABAY

Me había pedido que bajara a por un ramo y que lo utilizara para hacer fotos para las redes sociales de las marcas de accesorios que lleva en la agencia de relaciones públicas.

Nunca he sido de flores, siempre me han gustado, pero no me convence lo de comprar seres vivos cortados solo para admirarlos un día o dos por su belleza y después dejar que mueran en un vaso.

Me considero más práctica, por lo que siempre he hecho saber a mis parejas que si querían tener detalles conmigo preferiría chocolate o, en su defecto, y por no salir del mundo vegetal, aguacates.

La cosa es que no he tenido flores en mi vida, igual el típico ramo que nos regalan nuestros padres al cumplir los 18 años, pero poco más. Además, siempre era mi madre la que, con su buena mano, se hacía cargo de meter las flores en un recipiente adecuado.

Cuando me vi en la oficina con aquel ramo desmembrado sobre el set que estaba montando para fotografiar los accesorios, cogía y soltaba las flores como los relojes o gafas de sol del showroom.

Al terminar, dejé las flores de nuevo en un florero improvisado con agua. Mi jefe, cuando vio el ramo, me hizo saber que le parecía increíble que yo, como mujer, no supiera hacerme cargo de unas flores. Lo dejé correr.

Al día siguiente me volvió a repetir que cómo era posible que una mujer no supiera cuidar unas flores. Y yo, que no me callo ni debajo del agua (aunque ahora estoy aprendiendo a hacerlo) le dije que aquello me parecía bastante machista por lo estereotipado del asunto.

Esto era aún más extraño teniendo en cuenta que él es gay y por ello, en mi opinión, cabría esperar que tuviera tener la mente un poco más abierta y ver más allá de lo que se asocia a cada género.

Pero independientemente de su sexualidad, es como si yo dijera que él, por ser hombre, tiene que saber de motores cuando, a lo mejor, lo más cerca que ha estado de una varilla de aceite ha sido poniéndole un mensaje a su mecánico.

Hay mujeres que no saben cuidar flores. Hay mujeres que saben de motores. Hay hombres que no les gusta el fútbol y hay hombres que cuidan las flores divinamente (sino no existirían los jardineros).

Dejemos de ver el mundo en rosa y azul y veamos a las personas como lo que son: individuos únicos independientemente de si les ha tocado una «Y» o una «X» después de la primera letra.

Más vikingas y menos princesas

Hace unos días, un post de Weloversize acerca de los vikingos me hizo reflexionar. El tema hablaba de lo atractivos que son los vikingos en general (aquellos nacidos en Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca…) y en concreto los actores de la serie Vikings. Coincido con la autora en que el reparto, además de talentoso, está para cogerlo y mojarlo en chocolate, pero no son los barbudos lo que más me gusta de la serie.

INSTAGRAM

En mi opinión lo mejor de Vikings son las vikingas, que desde el primer episodio tienen un papel relevante. No llegan a salir tanto como sus compañeros varones pero el peso en la trama es fundamental, lo que significa que no aprueban el test de Bechdel (medición de una obra evaluando si evita la brecha de género) pero tenemos voz y voto. Las vikingas van a la batalla, te meten un hachazo en la tripa, paren en casa y a los pocos minutos, nada más limpiarse la sangre, empuñan un escudo para defender a la prole (vale, esto quizás fue un poco exagerado).

Las vikingas no son reinas por ser «mujer de…», son reinas porque mataron al gobernante previo, son reinas por derecho, son valientes, son fieras, no necesitan un marido ni un amante y al final de cada episodio me hacen sentir fuerte y poderosa. Me hacen sentir que puedo conquistar lo que me proponga.

Las vikingas son mujeres libres, eligen con quién se casan, eligen que igual no se casan, tienen sexo con otros hombres estando casadas y aquí no pasa nada, te rechazan, te dicen que no les gustas, luego te dicen que les gustas y cuando estás en la cama dándole se sacan un cuchillo Odín sabe de dónde y te intentan asesinar de risas.

Quizás la única pega (sumándola al hecho de que las quiero más tiempo en la pantalla) es que, por supuesto, todas las actrices son guapísimas. Son tan perfectas que resulta irreal que ninguna salga con un solo pelo rubio de bigote, con un vestido de la talla 40 o que por mucho que nos pongan el cartel de «Cinco años después» el tiempo no parece pasar por ellas. Aún con todo me encanta verlas ensangrentadas y armadas hasta los dientes. Me encanta oírles gritar cuando pelean porque creo que necesitamos que las niñas crezcan con este tipo de modelos a seguir de fuerza e independencia y otras herramientas necesarias para desenvolverse en un mundo que, si se dejan, se las puede comer enteras.

Why raise your daughter to be a lady..

A photo posted by Katheryn Winnick (@katherynwinnick) on

Adiós a un Breaking Bad en el que le fallaba que no me sentía identificada con ningún papel femenino. ESTE, este es el camino que deben seguir las series y las películas. Un camino que se aleje de los estereotipos y refleje la sociedad más igualitaria en la que vivimos, una línea como la de Orange is the New Black, Juego de Tronos… La línea que ha seguido Disney desde el momento en el que Mulán cogió la espada de su padre, Mérida se negó a contraer matrimonio, y Vaiana salvó al mundo. Ya nos hemos cansado de ser princesas, queremos ser la heroína.

Los estereotipos que nos venden los anuncios de colonia

Si el mundo fuera como un anuncio de colonias, íbamos jodidos. Bueno, «íbamos» no, íbamos jodidas nosotras.

YOUTUBE

Ejemplo: Una pareja está a punto de besarse cuando el chico se detiene mientras se suceden flashbacks en los que se le ve conduciendo un deportivo marcha atrás en dirección contraria (algo muy irresponsable dicho sea de paso), asistiendo a un combate de boxeo o yendo en moto. Al mismo tiempo su voz en off ilustra las escenas: «Unas veces me amarás. Otras me odiarás. Nunca sabrás dónde estoy o dónde vivo. No seré un ángel. Ahora lo sabes». La chica, totalmente seducida por todo esto, porque claro, quién va a resistirse a un hombre que nos dice que no se va a portar bien y que va a hacer lo que le salga de los cojones, no puede resistirse y cae rendida a sus encantos fundiéndose en un beso.

Me viene a mí un tío que me gusta y suelta eso y «Chao pescao. Ahí tienes la puerta».

Pero claro, no es el mundo real. Es el mundo de las colonias. El mundo en el que los perfumes son sinónimo de cosas diferentes ya seas hombre o mujer.

Una colonia masculina se traduce en seducción. Pero no seducción romántica de esa de regalar rosas o una cena con velitas, seducción de llevar al huerto, de pasar por la piedra, de cepillar, chuscar, pillar cacho y luego irte a toda ostia en tu moto porque eres un indomable de la vida y a ti una noche de sexo no te ata habiendo más presas que cazar. Además con cualquier mujer, porque si algo venden estos anuncios es que literalmente toda fémina en un radio de cinco kilómetros a la redonda no va a poder resistirse a tus feromonas masculinas. No, ni siquiera un ángel de Victoria´s Secret como Gisele Bündchen o Lily Aldridge.

Según One Million chasqueas los dedos y tienes dinero en efectivo, un deportivo y las bragas de la chica que quieras en el suelo. La realidad es que, aunque sea la fantasía de muchos, solo tengo un conocido que encaje en esa utopía, porque, por mucho que os duela, no está al alcance de todos. Y (¡hola, espabila, wake up!) una colonia no va a cambiarlo.

Pero pasemos ahora a los perfumes femeninos. Siguiendo el ejemplo de One Million (es que es tan TAN sexista que le provoca urticaria a mi feminista interior) nosotras chasqueamos los dedos y tenemos millones de zapatos de tacón y un anillo de compromiso con un diamante absurdamente grande nivel «Vas a acabar necesitando una muñequera porque pesa tanto que a corto plazo se va a cargar tu túnel carpiano».

YOUTUBE

Porque lo que las colonias femeninas nos venden es seducción en cuanto a amor. Y no amor de una noche de ese que surge en Kapital con dos copas encima, no, amor del bueno del de toda la vida, del de ver gotas de pis en el suelo y seguir queriendo a la otra persona con todo tu corazón.

Entre tanta flor, nube, color pastel y música de violines nunca sé si me encuentro ante un anuncio de perfume o de compresas. Cuando veo que los protagonistas se besan, cogen a la mujer de la mano o le regalan flores ya me queda claro ante cuál estoy.

Entonces ¿a qué viene este arrebato contra los anuncios de colonias? Pues a que estoy saturada. Y no solo de esta publicidad de perfumes constante (¡que parece que no se puede regalar otra cosa!) sino de que a través de los anuncios se sigan perpetuando roles sexistas y nos sigan vendiendo una y otra y otra y otra vez que lo «normal» es que las mujeres quieran relaciones a largo plazo y los hombres solo mojar.

Más que nada porque formamos parte de una sociedad lo bastante variada como para que las estrategias de marketing se amplíen un poco de miras. Tengo amigas que después de los fuegos artificiales de la noche invitan a su acompañante a marcharse sin tan siguiera darle tiempo a ponerse los calzoncillos de nuevo y amigos que, al contrario, ya están agobiados pensando que como no tengan hijos pronto, no van a poder seguirles el ritmo cuando salgan a hacer running juntos.

Pero a fin de cuentas, quién me va a hacer caso a mí que compro las colonias por cómo huelen y no por la idea de feminidad y romanticismo con el que no me siento particularmente identificada que se empeñan en venderme.

¿Y si él es más bajito que tú?

En ocasiones me considero torpe, inapropiada, brusca, poco ortodoxa o políticamente incorrecta… pero nunca me había considerado una persona prejuiciosa. Con amigos de diversas orientaciones sexuales, de diferentes creencias y distintas procedencias pensaba que era una persona de mente abierta.

TWITTER

¿Qué es lo que tiene que tener imprescindiblemente un hombre para que me fije en él? En lo que concierne a su personalidad, nada concreto, pero sí había una cosa que debía cumplir, más de 173 cm de altura. Es decir, todo aquel que fuera más bajito que yo era descartado directamente. Sin vaselina ni nada.

Cuando la conversación daba pie (o sino, lo metía entre líneas) lanzaba la pregunta: «Oye, ¿pero tú cuánto mides? Que en las fotos pareces muy alto». Si la respuesta no pasaba «la criba» ya podía ser el chico más simpático del mundo que no cambiaba de idea. Hay que ser superficial, ¿eh? (Sé que en estos momentos os caigo muy mal).

Cuento esto medio avergonzada medio arrepentida de toda la gente especial a la que he podido «descartar» por este motivo. Creo que el tema de la altura es algo que hemos heredado de nuestras antecesoras, ya que la mayoría de las mujeres relacionamos los hombres altos con seguridad. Lo cual podía tener una justificación hace millones de años, cuando corrías el riesgo de que un animal salvaje te atacara (algo un poco más difícil en 2016) y necesitabas que defendieran a tus crías. Pero, a la hora de la verdad, he estado con chicos altos que no tenían «ni media ostia» así como tengo amigos más bajitos que, como les pilles de malas, te echan abajo una puerta.

«Es que si me pongo tacones no quedamos bien juntos» era otra de mis excusas. Si me quiero poner tacones me los voy a poner igual, porque en primer lugar, visto como quiero y no por los demás y, en segundo lugar, que yo sea más alta que mi acompañante no significa que quede mal. Hay hombres fantásticos con los que me he reído como en mi vida, con los que he encontrado cosas en común y además me han llegado a atraer físicamente. He caminado por primera vez siendo yo la que llevaba el brazo por encima de sus hombros y no han disminuido mis ganas de llevarle a la cama, otro de mis grandes miedos cuando de pensar en bajitos se trataba.

Lo que no sabía era que la cama no entiende de centímetros (o quizás sí, pero no precisamente de la altura), entiende de pieles, de feromonas, de química… y sobre todo que, cuando hablamos de placer, las barreras están en la cabeza de uno mismo y no en quién nos encontramos bajo las sábanas.

Así que si eres de esas o de esos (de esas que era yo hace un tiempo) déjate de tonterías y céntrate un poquito más en la persona que tienes delante, que más alta, baja, gorda o delgada, si te hace feliz, lo tiene todo. Y pobres de los que no sepan verlo.

«A las mujeres nos han lavado el cerebro con que tenemos que estar siempre delgadas, sexys, deseables o perfectas»

Así lo soltaba Alicia Keys en una carta que ha publicado en la web de Lena Dunham. La artista, que tiene repartidos por su casa más de 15 Grammys (la que canta esta canción si todavía no caes) ha dado un paso gigante en lo que a materia de belleza se refiere.

Mucho estoy leyendo a varias famosas saltar en sus redes sociales en cuanto ven sus imágenes retocadas con Photoshop. No quieren artificios, quieren ser «ellas mismas» y aunque lo veo muy respetable y las publicaciones enseguida se disculpan, no creo que se estén mostrando tan reales como pretenden en realidad.

Verte y no reconocerte, descubrir que tu imagen está en manos de personas que tienen un sentido de la belleza absolutamente irreal. Imagino que era necesario resaltar el azul cobalto del vestido, quitar algunos pliegues del mismo y subir los niveles de luz para hacer brillar más mi piel, pero no entiendo la necesidad de retocar mi cuerpo hasta dejarme casi en la mitad de lo que soy, alisar mi piel y alargar mi cuello hasta convertirme casi en una muñeca sin expresión. No es la primera vez que pasa, pero esto sobrepasa los límites de la realidad y me avergüenza. La foto de la derecha fue sacada con mi móvil directamente del ordenador en la sesión de fotos, yo al completo, sin trampa ni cartón, Inma entera, la de al lado es una invención, es eso que se supone que debería ser… los "cánones" de belleza que "deberíamos" seguir, no me acompleja, no lo entiendo como una señal de lo que lo debería ser, sencillamente me indigna como mujer y me hace reflexionar muy seriamente hacía dónde vamos y reivindicar con fuerza la necesidad de decidir y defender lo que somos, lo que queremos ser independientemente de modas, estereotipos o cánones de belleza.

A photo posted by Inma Cuesta (@inmakum) on

Sí, puede que no les quiten la celulitis del culo o que le dejen el brazo del grosor real, pero son sesiones de fotos en las que salen con un estilismo que han elegido para ellas, con un peinado elaborado por un profesional y un maquillaje que ya se encarga de tapar imperfecciones para que salgan con el cutis lo más perfecto posible.

¿De verdad por quitar el retoque digital se muestran auténticas? Permitidme que lo dude.

Pero lo entiendo, soy mujer y sé lo que es la presión social. Y eso que soy una mujer normal, no una celebrity. Desde pequeñas empezamos a recibir mensajes negativos sobre nosotras mismas «cambia esto, cambia lo otro, hazte la cera, ponte maquillaje, alísate el pelo…»

Como declara la cantante en su carta «todos llegamos a un punto en nuestras vidas (especialmente las mujeres) en el que intentamos ser perfectos. ¿Puede ser que empiece en algún momento de segundo grado después del día de hacerse la foto cuando llevas tu pelo rizado porque tu madre dice que es precioso pero todas tus ‘amigas’ se ríen de ti? Coges el cepillo y el gel y pones tu precioso pelo en la coleta más ajustada que puedes para contener tu único pelo en un recogido, escondiendo una parte de lo que eres para encajar en la imagen de lo que otros creen que debe ser la perfección.»

Antes y después del cambio. GTRES

Alicia Keys antes y después de romper con el maquillaje. GTRES

Si para mí fue brutal cuando un chico de mi colegio en primaria empezó a criticarme por tener vello facial, o en otras palabras bigote (¿recordáis ese post?), no puedo imaginarme el caso de Keys con todo lo que la fama implica: «Recuerdo cuando empecé a estar en el foco de atención. Oh Dios mío. Todo el mundo tenía algo que decir. Que si era muy bruta, que si me comportaba como un chico, que debía de ser lesbiana, que debería ser más femenina. Pero la verdad es que solo era de Nueva York, y todo el mundo que conozco se comporta así. En las calles de Nueva York tienes que ser fuerte, tienes que ser duro, la gente necesita saber que no tienes miedo de pelear».

No fue Nueva York sino el mundo del entretenimiento el que la llevó a un juicio constante. Para sobrevivir «empecé a convertirme en un camaleón. Nunca fui totalmente quien yo era sino cambiando continuamente para que ‘ellos’ me aceptaran».

«Antes de empezar mi nuevo álbum escribí una lista de todas las cosas de las que estaba harta. Una de ellas era como a las mujeres nos han lavado el cerebro con que tenemos que ser delgadas, sexys, deseables o perfectas. Una de las muchas cosas de las que estaba harta era del juicio a las mujeres. El estereotipo constante a través de todos los medios que nos hace sentir que tener una talla normal no es normal, y no hablemos si eres plus size. O el incesante mensaje de que ser sexy significa estar desnuda» declara Keys. «Todo esto es frustrante e insanamente imposible».

Singer Alicia Keys in New York City, New York on September 14, 2015.

Alicia Keys. GTRES

La cantante entró en una vorágine de inseguridades que se vio reflejada en sus canciones sobre máscaras y llenas de metáforas sobre esconderse. «Estaba destapando cuántoo me había censurado a mí misma y eso me asustaba. ¿Quién era yo? ¿Sabría cómo ser honesta otra vez? ¿Quién quería ser? No conocía las respuestas exactamente, pero desesperadamente quería. Empecé a sentir que, como yo era, no era lo suficientemente buena para que me viera el mundo».

Obsesión por la imagen, una preocupación fuera de lo normal… Si eres de las que no puede salir de casa sin estar maquillada, sufres algo parecido a lo de Keys: «Siempre que salía de casa estaba preocupada si no me había puesto maquillaje. ¿Y si alguien quería una foto? ¿Y si alguien la subía? Eran inseguridades, superficiales, pero pensamientos que tenía. Y todos ellos, de una forma u otra, estaban basados en lo que la gente pudiera pensar de mí«.

Sin embargo, llegó a un punto en el que la cantante se dio cuenta de esto y decidió combatirlo de la única manera posible, conociéndose a sí misma y «cultivando la fuerza y la convicción para aprender más de la verdadera yo. Me prometí que enfocaría las cosas de diferente manera respecto a mi imagen y permitiendo a mi verdadera yo, tal cual es, salir«.

El punto y a parte fue su primera sesión de fotos de su nuevo álbum: «Acababa de salir del gimnasio. Tenía una bufanda bajo mi gorra de béisbol y la maravillosa fotógrafa Paola me dijo ‘Tengo que fotografiarte ahora mismo. La música es cruda y real y estas fotos deben serlo también'».

Keys relata que quedó «en shock. De repente me sentí un poco nerviosa y algo incómoda. Mi cara estaba totalmente al natural. ¡Llevaba puesta una sudadera! Era mi conjunto de ir-corriendo-a-la-sesión-para-poder-prepararme, no el verdadero conjunto de la sesión. Así que le pregunté ‘¿Ahora? ¿En plan ahora mismo? Quiero ser real, pero quizás esto es demasiado real'» pero la fotógrafa empezó a disparar.

Un fondo blanco, la fotógrafa, la cantante y «un puñado de magia invisible circulando. Y juro que es la vez que más fuerte, más poderosa, más libre y más bella me he sentido» dice Keys.

Una vez las fotografías de la sesión salieron empezó el movimiento #nomakeup (sin maquillaje) por las redes sociales: «Empezaron a subir fotos sin maquillaje en respuesta a esa yo real, al natural. Espero que sea una revolución. Porque no quiero taparme más. Ni mi cara, ni mi mente, ni mis ideas,  ni mis sueños, ni mis luchas ni mi crecimiento emocional. Nada».

Revolución o no, la decisión de Alicia Keys invita por lo menos a reflexionar. Pensar hasta qué punto hacemos las cosas por nosotros mismos o por lo que vayan a pensar los demás. No creo que haya que declararle la guerra al maquillaje siempre y cuando no sea algo bajo lo que ocultarnos por no aceptar nuestra cara real, sino que se pueda usar con moderación en momentos determinados como un push up o un par de tacones para vernos más favorecidas.

La belleza está en el tamaño del paquete y de las tetas

(Si como lector no te has llevado las manos a la cabeza, algo estoy haciendo mal)

No, no lo digo yo. Es mi conclusión después de conocer un videojuego llamado Saints Row IV.

Normalmente cuando mi hermano me habla de videojuegos desconecto automáticamente. No es que no me interese, es que no entiendo ni papa cuando empieza a decir cosas como ‘blasters’, shooters’ y más términos bélicos en inglés.

Tetazas. YOUTUBE

Diferencias de ‘Sex Appeal’ al 50 y al 100. YOUTUBE

Cuando mencionó este videojuego en concreto dijo que le recordaba a los Sims. «Mmmm Sims» debió de pensar mi cerebro prestando atención mientras recordaba tantos buenos momentos cancelando acciones en el último momento solo para ver a mi personaje volverse loco.

La trama del videojuego (del Saints Row, no de los Sims) va sobre una lucha aliens-humanos entre dos dimensiones: la realidad y una simulación. Lo que tiene de parecido a los Sims es la modificación del personaje a tu antojo. Puedes cambiarle los rasgos, la constitución, la etnia, la complexión… Cada detalle es algo que te permiten elegir, hasta el punto de que tu personaje incluso puede ir con lágrimas en la cara.

Pero la diferencia que tiene con los Sims es el apartado de ‘Sex appeal‘ mediante el cual regulas el atractivo de tu personaje de 0 a 100.

Si en la vida real nos resulta complicado decidir cuáles son los factores que hacen atractiva a una persona (el sentido del humor, la personalidad en su conjunto, un rasgo físico distintivo…) los desarrolladores del juego simplificaron al máximo el dilema relacionando los valores del ‘Sex appeal‘ con el tamaño del pene y de las tetas.

Vale que el videojuego sea precisamente conocido por llevar las cosas al extremo (de hecho ha sido censurado en varios países por fomentar la violencia sexual) pero esta representación de atractivo me parece una sexualización gratuita y sin sentido.

El usuario mayoritario de la industria del videojuego es el hombre, lo que hace que (y si yo fuera hombre, me sentiría bastante ofendido por tanto simplismo) la mayoría de los videojuegos presenten personajes femeninos no solo muchas veces jóvenes hasta el extremo de casi rozar la ilegalidad, sino dotados de unos atributos cuyo tamaño es irreal además de que, mágicamente, desafían todas las leyes de la gravedad (ya os digo que cualquier pecho que llene una copa más allá de la B va a estar algo caído).

Los videojuegos llevan los estereotipos al máximo nivel: ellos tienen que estar musculados hasta el punto de parecer culturistas y ellas deben ser siempre sexys.

En mi opinión es una sexualización gratuita porque no afecta a la jugabilidad, es decir, si nuestra personaje fuera venciendo a los enemigos de un tetazo y de su tamaño dependiera su supervivencia, pase. Pero nos encontramos ante la elección de un rasgo que no afecta para nada al desarrollo del juego. Y lo mismo para ellos y el tamaño de su ‘paquete’.

Aunque el videojuego no está recomendado para menores de 18 años, ¿cuántos tiendas de videojuegos conocéis que lo respeten? Yo tampoco conozco ninguna. Y, en el caso de que no lo vendan, en ocasiones son los propios padres los que no ven el problema que supone que sus hijos jueguen con este tipo de videojuegos.

Creo que se nos olvida que no solo la violencia puede afectar la sensibilidad de los jugadores. Que este tipo de videojuegos, lo único que hace es fomentar la superficialidad, porque es como si cada vez que encendieran la consola dijeran a gritos: «Eh, chaval, si tu polla no mide 20 cms no eres atractivo«. Francamente, prefiero que, a las generaciones venideras, les transmitan cosas mejores. O que, si juegan a esto, los padres sepan transmitirles a tiempo que nuestra valía como personas no se encuentra en el relleno del sujetador o del calzoncillo.

 

Paqute de 0 a 100. YOUTUBE

Diferencia de paqute de 50 a 100. YOUTUBE

Los hombres, esos acomplejados de los que nadie habla

«El foco siempre se encuentra en cómo se sienten las mujeres mientras que nunca se tiene a los hombres en cuenta» nos comentaba hace unos meses Mikel Valdés, de Axe España, en la presentación de un producto. No podría estar más de acuerdo. Vivimos en una sociedad en la que en cuanto se ve a un hombre llorar o expresar emociones se le tacha de «nenaza» o de cosas aún más peyorativas, pero la verdad es que los hombres son también seres emocionales.

De hecho son tan emocionales como nosotras, y algunos, incluso más. He visto a amigos dándole más vueltas a la cabeza por una mujer que les gustaba que Nietzsche a la teoría del superhombre. Como nosotras, sufren y se quedan en casa comiendo si les deja la novia, dedican tiempo a arreglarse para mostrar lo mejor de sí mismos en la discoteca y les entran las inseguridades cuando se quitan la ropa o cuando su cuerpo es motivo de burla.

DUDEOIR

DUDEOIR

Es cierto que las mujeres vemos imágenes que nos hacen sentir presionadas desde antes de la pubertad (competir contra cuerpos esculturales de modelos de ropa interior es algo de lo que desiste cualquiera) pero es una imposición social que a ellos también les llega. De hecho, el estudio que realizó Axe para esa campaña, reveló que, de todo el mundo, los españoles son los que menos atractivos se sienten, especialmente los menores de 25 años.

Ricardo Castillejo, periodista y autor de ¡Hombres sin complejos!, que saldrá el 9 de mayo, sostiene que esto se debe a que «conforme pasa el tiempo tienes menos complejos porque aprendes a aceptarte. Es algo que se vive a partir de los 40 porque tienes un recorrido vital ya hecho. Aprendes a valorarte más, a quererte más«.

PortadaLibro¿Por qué a mis amigos de veintialgo todavía les quedan otros 20 años de complejos? «El hombre tiene una maduración psicológica mas tardía que la mujer. A partir de los 40 se asienta mentalmente. Es una barrera que libera de muchísimos complejos. Aprendes a centrarte en cosas verdaderamente importantes. El físico es importante pero no lo que más» afirma Castillejo.

Las orejas, unas manos pequeñas, la altura, estar demasiado delgado… pero principalmente «la grasa abdominal, en los flancos de la espalda y la barriga y la pérdida de pelo» dice Castillejo. Le pido remontarnos al pasado, a esas fotos de nuestros abuelos en los que de jóvenes ya se les veía de buen año o de recién casados veraneando en la playa de Torrevieja con una buena tripa a cuestas. Se me antoja extraño imaginarme a cualquiera de mis dos abuelos, ambos niños de posguerra, preocupados por si tenían algún kilo de más.

«Hoy en día el hombre tiene mas complejos que antes porque la exigencia física ha aumentado. Se ha quedado atrás lo de ‘El hombre como el oso, cuanto más peludo más hermoso’. Ahora debe cuidarse a veces incluso más que la mujer. Ha aumentado su nivel de exigencia no solo consigo mismo sino con la sociedad» afirma el escritor.

107 SELU OVIEDO 230216 IMG_0445-

RICARDO CASTILLEJO

Esa presión por encajar en unos estereotipos en vez de por celebrar la individualidad de cada hombre es lo que, para mí, está teniendo repercusiones en la confianza. Sin embargo, y exponiendo algunos resultados más de Axe, los rasgos que más atractivos nos parecen a las mujeres son el sentido del humor seguido de una personalidad única.

Castillejo, además de hablar en su libro de hábitos, tratamientos o productos para cuidarse, insiste capítulo tras capítulo en frases que fomentan la aceptación de uno mismo. Su favorita, y que si no la conocéis ojalá tengáis presente, es una de El Principito: «Solo se ve con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos«.

¿Cómo es #LaMujerPerfecta?

Lo que empezó la madrugada del viernes como una tendencia en Twitter por el reality show chileno de mega Volverías con tu ex, se convirtió siete horas más tarde en Trending Topic en España.

#LaMujerPerfecta hacía referencia a la que habían ‘diseñado’ los concursantes del programa, pero por la red social no tardaron en verse los requisitos que tenía que cumplir la mujer ideal, según cada uno.

Quitando el hecho de que nadie, absolutamente nadie en este mundo es perfecto, el hastag se convirtió en un espacio abierto para comentarios machistas que impunemente eran patada tras patada al significado de la palabra ‘igualdad’.

Y punto. Si no te gusta el fútbol ya puedes tener todas las virtudes del mundo que no sirves. ¿Y qué pasa si ama el baloncesto? ¿O si ama el bádminton? Reducir el valor de una persona en si ama o no el deporte me parece el simplismo llevado al extremo más radical.

Para mí esta afirmación tiene mucho peligro detrás porque apoya la idea de que es la mujer la que ‘por amor’ tiene que aguantar todo lo que le suceda independientemente de lo malo que sea para ella.

Por favor, que alguien le comunique a este usuario que estamos en 2016. Ya han pasado unos cuantos años desde los anuncios de 1940.

Canas y arrugas tenemos y tendremos absolutamente todos y no son los que determinan nuestra valía como individuos. Vete tú a decirle a ese niño al que sus abuelos le va a buscar, con un bocata de chorizo de Pamplona para la merienda más grande que la Virgen de la Macarena, que su abuela no es perfecta por tener canas y arrugas.

Quiero pensar que este tuit incendiario es simplemente para llamar la atención, porque si de verdad hay personas que piensan así, que paren el planeta que me bajo. Pero el tuit que más me llamó la atención fue el que me descubrió que existe un Wikihow (un proyecto público online de ¿Cómo se hace…?) sobre cómo ser la mujer perfecta.

Según esta página, la mujer perfecta debe mostrar siempre una actitud positiva, (sí, incluso cuando no nos apetece); debe ser prudente y detenerse antes de decir o pensar algo; debe controlar sus emociones (¿por qué? ¡No quiero controlar mis emociones! Si algo me pone de mala leche quiero gritar como una salvaje y si algo me hace gracia quiero reírme como una morsa histérica hasta que me salgan lágrimas); lleva un registro de los cumpleaños (¿y dejar sin trabajo a Facebook?); evita contar chismes (¡NO y no! No quiero evitar contar chismes. ¿Qué sería de nuestras vidas sin ese ratito con la amiga diseccionando cada detalle de la noche pasada?); mantén un equilibrio entre tu vida laboral y personal (ayyy Wikihow… Si fuera tan fácil).

No solo animan a reprimir totalmente cualquier reacción natural que podamos tener y a mecanizar cada comportamiento sino que no dejan de lado el aspecto físico. Para Wikihow la mujer perfecta se mantiene activa TODO el día (¿y cómo lo concilio con la vida laboral/personal); debe maquillarse y si no sabe, debe buscar tutoriales en Internet; tiene que seguir una rutina de cuidado de cara y piel (¿y si me apetece llevar el cutis con el relieve del Sistema Central?) y la mujer perfecta mejora su postura (ahí es dónde caemos todas, que siempre nos sentamos más torcidas que la espalda de Quasimodo). Menos mal que casi al final te anima a ‘aceptarte tal y cómo eres’ porque vamos… después de todos los puntos que hay que cumplir, me parece más fácil presentarme a presidenta de los Estados Unidos que tratar de ser una mujer perfecta.

Afortunadamente, no solo de trolls y de machistas está lleno el mundo, sino que las opiniones de las detractoras del hastag no tardaron en aparecer en el timeline.

No queremos ser perfectas, queremos ser nosotras mismas. Porque, tanto hombres como mujeres, somos únicos en nuestra especie, y eso nos hace maravillosos.