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Los errores de maquillaje que cometía de adolescente

Cada vez estoy más convencida de que crecer es aprender de los errores. ¿Recuerdas cuando salías con 18 años? Me apuesto lo que quieras a que cuando sales ahora no te pides lo mismo. También me apuesto lo que quieras a que no te atrae el mismo tipo de hombre. O de mujer.

La mayoría de las cosas las aprendemos después de cagarla de sobremanera, como es mi historia con el maquillaje.

Esto que os cuento viene a raíz de una iniciativa que he visto en Youtube en la que bloggers de belleza recrean los maquillajes que se hacían en el instituto.

Lo primero que debéis saber es que mi madre era (y es) la persona menos partidaria del maquillaje (y especialmente a edades tempranas) por lo que tenía terminantemente prohibido hacerme lo que era la última moda en mi colegio cuando se tenían 16 años: la raya negra del ojo.

Como buena adolescente, las prohibiciones me entraban por un oído y me salían por el otro, por lo que lo hacía a escondidas en casa de alguna amiga. Mantenía la vista en el techo y ella trataba de dibujar el trazo negro dentro de lo poco que mi ojo se dejaba y siempre estaba pendiente de borrarlo antes de entrar por la puerta, no fuera a ser que mi madre se diera cuenta. Pero es madre, obviamente se daba cuenta.

Cuando ya tuve «permiso» para llevar maquillaje no tuve precisamente a mi alcance la cantidad de vídeos tutoriales que hay ahora en los que puedes aprender hasta cómo hacer una lámpara con botellas de plástico. Me limitaba a maquillarme intuitivamente, lo que hacía que, por ejemplo, llegara a clase con todo el corrector (que ya me diréis qué necesidad tienes a los 17 de usar corrector) sin extender.

Mis mejores amigos eran la raya negra en la línea del agua y el gloss con más purpurina de toda la droguería, ese que hacía que si algún noviete me fuera a dar un beso se resbalara en los labios y acabara besando el suelo. Luego estaban los del chino, que le dejaban pegado.

Era una época en la que, no sé por qué, no respetaba mis cejas y las depilaba dejándolas casi en una línea de pelitos en fila, como las hormigas cuando van buscando comida por tu baño cuando te vas de vacaciones.

Con los años (y más que nada viéndome reflejada en el espejo) empecé a tomar nota de mis errores y a corregirlos. Aprendí que las cejas, cuidadas sí, pero mejor al natural. Y que si las rellenas con un lápiz de tu color o un poquito más oscuro, haces que resalten los ojos.

Aprendí a extenderme el corrector y a ponerlo en los lugares donde verdaderamente se necesitaba. Corté también con las bases de maquillaje y los polvs bronceadores de raíz porque prefiero llevar la piel al natural aún con granitos e imperfecciones.

Tiré los glosses (todos) y los sustituí por barras de pintalabios buenas. No cinco mil sino dos o tres buenas, de esas que ya puedes pasarte el día entero sin retocarlo y el color apenas lo pierdes.

La lección más importante era que no se trataba de hacer resaltar todo: los labios, los ojos, el cutis… sino de elegir una parte a recalcar y que la otra simplemente compensara de manera más discreta.

Me hice amiga del eyeliner y aprendí a usarlo sin que casi me tiemble el pulso después de años de práctica.

Para acabar, os dejo una foto en la que podéis comparar cómo era mi maquillaje de hace 6 años y mi maquillaje de ahora. ¿Vosotras qué habéis cambiado a la hora de maquillaros?

Atención a mi combinación de flequillo+mechones de rabino. MARA MARIÑO

Atención a mi combinación de flequillo+mechones ondulados de rabino. MARA MARIÑO

Estos son los errores (que no sabías) que cometes al maquillarte

1. Sabemos que siempre vas con prisas, entre que el novio te espera abajo o que pierdes el autobús, no tienes tiempo de pararte frente al espejo. Pero es importante que antes de maquillarte prepares tu piel. Un lavado de cara y una crema hidratante conseguirán que el maquillaje quede uniforme.

2. El corrector, aunque solemos ponerlo antes que la base, en realidad se debe utilizar después ya que su efecto será más duradero. Es importante elegir el tono que tape nuestra ojera de manera natural. Un tono más oscuro nos hace parecer más cansadas y un tono más claro provoca el efecto mapache.

3. La base, esa gran enemiga. Cuando es verano siempre se nos queda demasiado clara y en invierno queda demasiado oscura. Lo ideal sería tener nuestros dos tonos (a no ser que te guste lo de que parezca que te has maquillado con Cola Cao). La base de nuestro tono es aquella que, al extenderla en el dorso de la mano, no se nota que se lleva.

4. Echarte colorete como si estuvieras pintando la pared de tu cocina . No es tanto la cantidad como aplicarlo en la zona adecuada. Debemos echarlo sobre las ‘manzanitas’ (las manzanitas son esos mofletes tan achuchables que se te ponen cuando sonríes sin enseñar los dientes) y extender el trazo con la brocha siguiendo la línea del pómulo.

5. Frotar un labio contra otro después de pintarlos los labios. Vale que es como llevamos haciéndolo toda la vida, pero si está mal hecho, está mal hecho. Para retirar el exceso, debemos meter el dedo por la zona central y sacarlo arrastrando el pintalabios que sobre.

6. Maquillarse la línea de agua cuando buscamos unos ojos más grandes. Esa línea disminuye el tamaño de nuestro ojo, por lo que debemos evitarla si el efecto que buscamos es el de ampliar la mirada. Maquillar el párpado móvil y, muy ligeramente, el extremo de fuera del inferior, será nuestro aliado.

7. El menos es más también se puede aplicar al maquillaje. Debemos elegir si queremos resaltar la mirada o la boca. Unos ojos cargados deberían ir acompañados de una boca discreta, al igual que unos labios de un color llamativo, deberían llevar un maquillaje de ojos sencillo, más acorde. Nunca destaques ambas.

8. Rizarte las pestañas con la máscara ya aplicada. Aquí, mis pestañas tamaño pelo de mosca y yo, somos las primeras en cometer este error. Para utilizar el rizador, la pestañas debe estar limpia, ya que sino corremos el riesgo de partirla. Aplicarnos varias capas de máscara es otra equivocación muy frecuente, ya que en vez de hacerlas pareces más largas, quedan apelmazadas y llenas de grumos.

9. Aunque te mueras de sueño porque has llegado a casa a las 6 am o de cansancio porque has bailado hasta en el metro de camino a casa NO PUEDES IRTE A DORMIR SIN DESMAQUILLARTE. Además de que el maquillaje tapa los poros de la cara, si no te limpias antes de dormir, cuando te despiertes, corres el riesgo de parecerte a esto: