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Paralímpicos para pasarelas

Un fashion show es la presentación que se hace públicamente de la nueva colección de una marca, costumbre que, por moderna que nos pueda parecer, se remonta al siglo XIX, concretamente a Charles Worth, el primer diseñador en realizar este tipo de muestras.

Lo que me resulta inaceptable es que mantengamos hoy en día la misma fórmula que hace 200 años, que estaba bien para una sociedad que solo concebía a la mujer si era delgada y entraba en un corsé.

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«Diversidad» parece gritar la sociedad, aunque la industria de la moda todavía haga oídos sordos. Diversidad étnica, modelos que formen un tapiz multicolor como un desfile de Kanye West; tallas variadas, que si no uso una 34 también pueda imaginarme con una 38, 40, 42 o 50 cómo podría quedarme la ropa de la pasarela y variedad en cuanto a diversidad de capacidades.

Os pondré un ejemplo que pudimos ver este martes en el marco de la Mercedes-Benz Fashion Week. EGO, la plataforma que apoya a jóvenes diseñadores, realizó el primer fashion show inclusivo, de la firma Existence Research Program, en la presentación de las colecciones otoño/invierno 2017-2018.

La marca contó con la presencia de dos deportistas como maniquíes: Sara Andrés, atleta que compitió en los Juegos Paralímpicos de Río consiguiendo un diploma en los 400 metros lisos y Alberto Ávila, campeón Europeo Sub-20.

El reto social que supone cambiar nuestra visión de los desfiles, que no son otra cosa que una potente herramienta de comunicación, introduciendo nuevos modelos, no solo va a permitir que la industria sea más abierta y pueda contratar a otros profesionales, sino que, a nosotros mismos, los, en primer lugar, espectadores, y en segundo lugar consumidores, abramos un poco la mente y además de aceptar empecemos a pensar más en términos de inclusividad. Bellezas hay muchas, solo nos queda aprender a apreciarlas.

«No hay modelos con discapacidad porque se nos considera imperfectas y no puedes vender al mercado algo roto»

Ir de compras es esa experiencia más o menos satisfactoria pero necesaria que realizamos de vez en cuando: entrar a la tienda, elegir la que será en un futuro próximo nuestra ropa, probárnosla si tenemos el tiempo, quedarnos con ella si nos gusta cómo nos queda, pagar y marcharnos.

Qué fácil es todo cuando tienes dos ojos que ven, dos piernas que te llevan por las escaleras de la tienda o una espalda recta que te permite que la prenda te siente más o menos bien.

Jamás me había planteado que no pudiera ser igual de fácil para otras personas. También es verdad que jamás había conocido a personas a las que ir de compras supusiera un problema más allá de alguna peleílla en rebajas que se salda con un forcejeo.

Y creo que nunca me lo había planteado porque no he sido educada en la inclusión (de hecho me falta tanta educación en ese aspecto que no sé cómo abordar este tema de manera correcta así que disculpadme si en algún momento algo resulta ofensivo porque no es mi idea).

Empezaré por el principio, por una cafetería madrileña un domingo lluvioso de noviembre a las cinco y media de la tarde. Sumamos en total siete personas (tres de ellas periodistas, dicho sea de paso) y una perra guía que ocupan seis sillas de patas metálicas y una de ruedas. Lo que tenemos en común es que a todas nos interesa la moda y la imagen de una manera o de otra.

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Parece el principio de una novela de Agatha Christie pero es un meet-up (en castellano, una quedada) organizada por Being Inclusive, que se definen como «una empresa social de moda inclusiva» que busca que la industria de la vestimenta englobe no solo diversidad corporal sino funcional.

Algo bastante lógico ya que la moda es uno de esos sectores que prácticamente (algo también extraño, por cierto) apenas ha cambiado en los últimos 50 años, por lo que «es donde más barreras se pueden romper» opina una de las participantes.

Que la pasarela se convierta en una plataforma de difusión de la diversidad humana me parece aún un destino lejano de un camino largo, pero aquella reunión fue lo más parecido a un primer paso que puedo imaginar.

Todo se reduce a pensar un poco en los demás. En que no solo podemos ser tallados por una altura o un peso, sino a que también hay personas invidentes, con un pie dos tallas más pequeño que otro o con una ostomía, como es el caso de Encarna, que también tiene derecho a lucir ropa interior bonita. Todas somos reales porque esto no es una guerra de quién más o quién menos ya que todas tenemos la suerte de existir.

Pero sí hay mucho de aceptación personal y de aceptación por parte de los demás en esto: «Tenemos que comprender que hay gente que nace para vivir de pie y gente que nace para vivir sentado en una silla de ruedas» dice Ana.

«Nunca se van a atrever a hacer cambios porque es un reto social«, dice la periodista, que, además de deportista paralímpica acude a la cita con parálisis cerebral como «compañera de viaje» según nos comenta.

Quiere que se muestre un abanico en la pasarela: «He llamado dos veces a la Fashion Week y a la 080 de Barcelona y en cuanto me reconocían, me colgaban directamente». Su idea sería un desfile inclusivo pero «que no sea solidario de esos que salga la modelo de la mano con el discapacitado, que se profesionalicen las modelos con discapacidad«.

Potenciar que las empresas del sector se involucren e introduzcan más diversidad en las propias campañas, talleres de automaquillaje que también pueden servir de rehabilitación porque son actividades motoras, adaptar la ropa a los diversos cuerpos, que los medios de comunicación ofrezcan información accesible, campañas fotográficas que celebren las cicatrices o diseño de ropa «hazlo tú mismo» son algunas de las ideas que sugieren como pasos en el camino a la inclusión.

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Además de las perchas altas, las tiendas con escalones, la ausencia de rampas o los probadores para personas con discapacidad, que aunque existen por ley se acaban usando de almacén, hay otras barreras a las que las «in-girls» (el término ideado por Olga y Nerea, las fundadoras de Being Inclusive) se enfrentan: «Se nos considera imperfectas y no puedes vender al mercado algo roto» dice Ana, cuando «mi discapacidad me ha hecho ser quien soy».

«Hay chicas coquetas a las que les gusta cuidarse y si no pueden acceder a ello afecta a su imagen y autoestima» comenta Olga haciendo hincapié en la aceptación personal. «Debemos potenciar lo bueno, no esconder lo malo» dice Eva, la creadora de Moda a la vista, el primer blog adaptado para las personas con discapacidad visual.

Además de que «hay mucho miedo al desconocimiento» muchas veces no sabemos cómo usar el lenguaje, como puede haber sido mi caso.

Me despido con una frase de Raquel, que ideó un proyecto para que las personas que, como en su caso, tienen una diferencia de dos números entre un pie y otro, no gastaran una fortuna en zapatos sino que pudieran comprar uno de cada pie de los que iban para stock: «Somos unas luchadoras, unas valientes y no queremos que nos trate con lástima«.

Ni lástima ni mantenernos ajenos a esto, sino salir un poco de nosotros mismos y mostrarnos abiertos a, en primer lugar aceptar, y, en segundo lugar, apoyar, en la medida que podamos, lo diverso.

#RunwayForAll, ¿una pasarela para todo tipo de modelos o un lavado de cara de Instagram?

Admitámoslo, últimamente con todas las modas extrañas de colores de pelo en tonos pastel y fotos para probar la delgadez, Instagram no se estaba haciendo de querer. De hecho le estaba cogiendo mucha manía.

Sin embargo, no solo de hastags raros vive la red, y a la iniciativa de Alicia Keys #NoMakeUp se ha sumado otro del que me resulta interesante hablar: #RunwayForAll.

La etiqueta, que viene a significa «Pasarela para todos» defiende la diversidad en los desfiles de moda con la integración de modelos con todo tipo de cuerpos, una iniciativa positiva que empezó la red social hace dos semanas con la siguiente publicación:

“#RunwayForAll means any teenager feels represented when they open a magazine or watch a fashion show,” says Mama Cax (@caxmee). Mama grew up in Haiti, lives in New York City and never aspired to be a model — “not only because there were very few dark models on magazine covers but also because I grew up with very little knowledge of the fashion industry,” she says. “Eight years ago, after getting my leg amputated, the idea of being a model was even more far-fetched.” Today, Mama is modeling and doing other things that she was told there was no audience for, like sharing tips for traveling as a black female amputee. “The majority of humans do not look like the mainstream idea of beauty,” she says. “One of the greatest barriers is not belonging. Through modeling I hope to show that beauty does not always wear a size zero and beauty does not always walk on two limbs.” Every day this week, we’ll be sharing the story of a model who is redefining industry standards and making sure there’s room on the #RunwayForAll. Photo of @caxmee by @simonhuemaen

A photo posted by Instagram (@instagram) on

«Cada día de esta semana compartiremos la historia de una modelo que está redefiniendo los estándares de la industria y asegurándose de que hay espacio en una pasarela para todos» escribió Instagram como pie de foto de una imagen de Mama Cax, una bloguera a la que le amputaron la pierna a los 18 años.

Si ponemos el hastag, podremos ver imágenes de personas que se unen a la iniciativa con vitíligo, en sillas de ruedas, con muletas, de talla XL  o sin un brazo o una pierna.

La red social invita a todo el mundo a participar para que el movimiento logre que un desfile como el que se vio en Nueva York durante la Semana de la Moda de febrero del año pasado, se convierta en algo normal.

Sin embargo, por muy bien que me parezca que se apueste por la integración, le veo un fallo enorme a la iniciativa y es que no creo que realmente abogue por una pasarela «para todos» si englobamos en el «todos» a todos los que somos parte de la especie humana en realidad.

Kelly Knox, una modelo que nació con medio brazo y es de las que más ha defendido el movimiento, comenta que #RunwayForAll «trata sobre enseñar al mundo que en la diversidad hay fuerza y belleza«.

Pero ¿qué pasa con la fuerza y la belleza de una persona normal? A mi parecer, la elección del nombre es un poco engañosa, porque por lo que he visto, da visibilidad únicamente a personas con alguna particularidad física.

Pasarela para muchos, pero no para todos. ¿Hay lugar para la normalidad en la diversidad? Un hombre o una mujer normales y corrientes sin ser talla grande, de altura media, con dos brazos y dos piernas ¿van a tener también un hueco en estos desfiles? Te dejo que imagines la respuesta.