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Probando el fango para el cuerpo: un remedio contra la celulitis

Hoy, en este episodio de «Productos que he comprado una vez y que no volveré a comprar como me llamo Mara» os traigo mi aventura con el fango corporal.

WIKIMEDIA

Nuestra historia empezó en el supermercado cuando lo vi rebajado en uno de los estantes del Lidl (más o menos el motivo por el que suelo animarme a probar algo de belleza) y por 1 euro con 50 céntimos me dije «Para dentro».

El packaging apuntaba maneras. Aquel sobre prometía luchar contra las imperfecciones de la celulitis literalmente: «Tratamiento que combina la acción drenante y desintoxicante de la arcilla con la acción estimulante de los exclusivos extractos de algas».

Yo he de decir que desde que he dejado de comer alimentos procesados (además del ejercicio) me ha desaparecido mucha celulitis, pero sí que tengo una poca (herencia genética de mi madre) en la que por curiosidad más que por estética (vivo tranquilamente en paz y armonía con ella), me decidí a probar el producto.

Para empezar, si eres del club de las que tenemos los muslos de buen año, el sobrecito te va a dar para la mitad, lo que hizo que colocara el fango en los lugares más estratégicos (el lateral de la pierna). Así que si tienes mucha piel de naranja, o haces como yo o te olvidas de comprar solo uno.

Yo conocía olores desagradables como un contenedor de compresas lleno, el baño masculino de una discoteca, el cuarto de la basura después de Nochevieja… Pero ninguno como el de la arcilla corporal.

Era una mezcla entre animal marino muerto, alga secada al sol durante horas, plástico descomponiéndose y fábrica de papel de Pontevedra. Yo no sé dónde quedaban el resto de olores que debería tener según los ingredientes como lavanda, menta o extracto de hoja de centella asiática, pero en mi arcilla no venían.

De hecho no solo me dieron arcadas mientras me lo echaba sino que tuve que salirme a la terraza con el invento puesto porque me subían los olores de mi celulitis cociéndose bajo la masa y eso no había quién lo aguantara.

Pues parece que la celulitis sigue ahí. @MEETINGMARA

Durante los primeros diez minutos la sensación es de frescor, algo que te choca de primeras. Pero a partir de ahi empiezas a notar un calorcillo en la pantorrila que da gusto.

Y digo que da gusto porque después de leer cómo funcionaba el barro y que daba sensación de calor, estaba yo acongojada pensando que aquello iba a quemarme como cuando metes un dedo en salsa de tomate que tienes al fuego, pero la verdad es que era un calorcito agradable, como cuando estás tomando el sol en la playa y te da el solete en las piernas.

Al rato verás que el barro empieza a secarse y por tanto a cambiar de color. Es el peor momento para moverte a no ser que te guste andar como un potro recién nacido. A la media hora de habérmelo echado fui a aclarármelo con agua templada y casi tuve que emplear otros 30 minutos en sacarlo. Aquello solo se iba frotando con los nudillos y enfocando el chorro a presión de la ducha.

Lo importante es que ya había terminado y podía evaluar los resultados. Sí que es verdad que mis piernas se veían más tersas y uniformes, pero no sabría decir si fue gracias al fango o al masaje drenante de los nudillos. A la hora de la verdad, la celulitis del lateral de mis piernas, que como os decía, es la que realmente tengo a la vista, seguía igual. Algo más sonrosada pero igual.

Para la próxima compraré con ese 1,50€ una buena crema corporal y me dedicaré a masajearme el muslo con la fuerza del gran tifón y la energía del fuego ardiente, que es como hacían las cosas en Mulán (y no le iba tan mal a la guerrera).

Por cierto, no os olvidéis de cotillearme en Instagram (@meetingmara) y pasar por mi página de Facebook si os ha gustado (y si no os ha gustado, también podéis ponerme verde).

Un «like» a la celulitis de Demi Lovato

Si nosotras tenemos al típico seguidor de turno que hace un comentario hiriente de «en esa foto se te ve la celulitis/se te marca un pezón/has cogido peso», imaginad si multiplicáramos a esa persona por mil.

INSTAGRAM DEMI LOVATO

Las celebrities, esas con las que tanto nos gusta sentirnos identificadas en nuestras vidas, también se enfrentan a estos comentarios.

No hace falta cruzar el charco y llegar a Anne Hathaway y su publicación, cubriéndose las espaldas de los haters, de este viernes declarando que estaba ganando peso para un papel.

«A toda esa gente que va a intentar avergonzarme por mi peso en los próximos meses, no soy yo, sois vosotros».

Dulceida, Tania Llasera, Alexandra Pereira de Lovely Pepa o Laura Escanes son otras mujeres que han alzado la voz (vía internet, ya que es la que más parecemos atender ahora) para decir «¿Perdona? ¿Que vas a venir tú a hablar de mi cuerpo con esa cara cemento que me llevas?»

No así, obviamente (el contraataque es de mi cosecha) pero sí dejando claro que nadie está en la posición de juzgar el físico de otra persona porque una persona no debe ser valorada por su cuerpo (y porque no deberíamos sentirnos tan poco humildes como para hacerlo).

Este jueves (¿o miércoles? Me pierdo con las diferencias horarias) Demi Lovato hizo una poderosa declaración a través de sus historias de Instagram (la foto que os he puesto arriba):

«Estrías y grasa extra… Y aun así me quiero. Celulitis y aun así me quiero. No tengo thigh gap y aun así me quiero».

No ya solo que se animara a compartir públicamente con sus casi 67.000 seguidores lo que la sociedad le dice que es «incorrecto» en el cuerpo de una mujer desde que se levanta hasta que se acuesta, sino que terminó con este mensaje contundente que, si ya me caía bien, hace que quiera invitarla a mi casa a ponernos mascarillas mientras vemos una película de Marvel:

INSTAGRAM DEMI LOVATO

«El boomerang suavizó mis piernas. El caso es que tengo celulitis, justo como el otro 93% de mujeres. Lo que veis en Instagram no es siempre lo que parece. Aceptémonos a nosotros mismos. #Mequiero».

Querernos, aceptarnos, entender que el cuerpo es algo que cambia y respetarnos unos a otros en lugar de fomentar el odio y el sentirnos avergonzados parece algo tan poderoso como suena. Solo queda que los críticos capten el mensaje. Y, si no lo captan, que no cambie que nos queramos igualmente.

Desigual a favor de la naturalidad en su última campaña

Parece que la época en la que la celulitis sencillamente no existía empieza a llegar a su fin. Corrientes body positive reclaman la aceptación personal y el amor por uno mismo tal cual es, pero, especialmente, la naturalidad.

Ese depósito de grasa era vendido como un enemigo al que debíamos vencer a base de anticelulíticos milagrosos o masajeadores que parecen ideados por los torturadores de la Inquisición.

Desigual ha querido dar un paso más en el camino que inició Dove con los cuerpos naturales y contar con una modelo con celulitis para su última campaña.

''Beauty doesn’t only come in size zero. Diversity is the key to changing that”.@charlihoward

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Charli Howard decidió dejar el régimen estricto e insano que le exigían para trabajar como modelo, vivir una vida más saludable y contarlo en sus redes sociales.

El hecho de que Desigual cuente con ella como imagen para su nueva campaña prueba que estamos empezando a aceptar socialmente algo que antes estaba estigmatizado. Y no solo eso, sino que las empresas empiezan a darse cuenta de que apostar por un cuerpo más natural también les produce beneficios.

Look how far I've come!! 💪🏼💪🏼💪🏼 I may be heavier than I was, but I'm happier than I've ever been, and I never, EVER want to go back to that miserable and lonely time. 💔 I'm proof that being thin does not make your life better. I know the idea of thinness can often feel like a gateway towards a more fabulous, exotic and fulfilled life (that's how it's sold in magazines and in the media), but the reality is very different. You're just masking underlying insecurities or problems. Being thin does not miraculously make you: ✖️ Happy ✖️ Pretty ✖️ Popular (with girls or boys) … or solve any other problem. The only way you will achieve these things is IF and WHEN you choose to love yourself and who you're meant to be! 💕 Trust who you are and realise you're good enough. Always remember that there is so much more to life than looks and weight. It's a big world out there and you have so much more to offer it 🌏 (P.S Thank you @letayna for tagging me in this before & after photo! It really showed me how much better my life is now! 💖) #iamallwoman #curves

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Un anticelulítico llamado Deseo

Faltan dos meses para el verano, lo que significa que aún nos queda bombardeo de la ‘operación bikini’ para rato. Si a la vuelta de navidades vivimos el repunte de suscripciones a gimnasios, la vuelta de Semana Santa viene a ser la peña de los rezagados, esos que ya le están viendo las orejas al lobo y con un par de meses machacándose a correr y a comer ensalada ya se ven con el cuerpo de Beyoncé.

Harry Potter y el misterio de ¿por qué no funciona el anti celulítico?. TUMBLR

Harry Potter y el misterio de ¿por qué no funciona el anti celulítico? TUMBLR

Hay dos tipos de empresas que hacen negocio de esto: los gimnasios y las que venden cremas anticelulíticas.

La crema anticelulítica es esa criatura mitológica que toda mujer ha usado esperando que se obrara el milagro de que, de la noche a la mañana, la piel de naranja desapareciera de sus muslos o nalgas.

¿Ves que haya desaparecido? Yo tampoco.

Hace años me dio el venazo de las cremas anticelulíticas, porque sí, me salió casi al tiempo al que entraba por primera vez en una discoteca, a los 18 años. «¿Que tú te quejas de celulitis?? Pero si estás delgada». Cierto, pero la celulitis, al igual que la ropa cuando eres el pequeño de varios hermanos, se hereda. En mi caso la herencia vino acompañada de la dismenorrea (pero eso es para un post aparte).

La cosa es que por aquel entonces quise probar suerte. Usé uno que supuestamente era «buenísimo» (y también algo caro) el Rafa Nadal de los anticelulíticos, te quitaba la piel de naranja y encima te dejaba la piel más brillante, así, de un raquetazo.

Pues ni se llevó la celulitis ni se llevó nada más que mis ganas de vivir, eso sí, el pringue que se me quedaba en los muslos y en las manos después de echármelo me hacía sentir igual que cuando mojas los jamoncitos de pollo asados en la salsa.

Y eso por no hablar del olor, porque ¿quién elige el olor de esas cremas? He olido cuatro o cinco y todas huelen igual. A desesperanza.

Pero no desfallecí. «Mara, no decaigas. Si Britney sobrevivió al 2003 tú puedes vencer a la celulitis» pobre e inocente de mí a los 18. Qué fácil parecía todo.

Un usb de 20 Minutos a quien encuentre celulitis. GTRES

Un pendrive de 20minutos a quien encuentre celulitis. GTRES

Como buena creyente de los anticelulíticos le eché la culpa a la crema, no a que cada dos por tres estuviera con las amigas en el Vips bebiendo los batidos de Oreo como si fueran agua. Así que probé con los de marca blanca (los anticelulíticos, no los batidos de Oreo). Fue en aquella época en la que decían que todo lo de marca blanca era infinitamente mejor que las cosas de marca, ¿os acordáis?

Anticelulítico, vamos a llevarnos bien. Joder, ¡si hasta me compré un peine de esos de madera para que la crema penetrara bien en la pierna! Porque encima esa es otra, que necesitas el peine, el rodillo, la paleta… Acabas con un set de herramientas que casi parece que en vez de echarte crema vas a pintar Las lanzas de Velázquez en la parte de atrás de una fábrica de coches.

Pero nada, no había manera. Yo veía que por mucho que frotara la crema con el peine, no se iba ni dándole con el secador. Vamos que para mí que ni chutándome el anticelulítico en vena habría llegado a mi grasa focalizada.

Así que pasé. Tiré el peine (al que se le cayeron la mitad de las cerdas de madera) y guardé el bote de anticelulítico, que aún le queda la mitad, en un cajón (si alguien lo quiere que me mande una carta a la redacción de 20 Minutos, promoción limitada a 1 unidad).

Me di cuenta de que, en realidad, esa manía de querer quitarme la celulitis era una tontería. ¡Si estábamos bien! Llevábamos tanto tiempo juntas que hasta le había cogido cariño.

No fue hasta este año que, sin buscarlo, empezó a desaparecer. Me di cuenta a los pocos meses de hacer spinning hablándolo con una amiga.

-Tía desde que hago spinning tengo menos ‘celu’.

-Ay tía, ¡yo también!

La bicicleta estática: la pesadilla de los lípidos, la Terminator de la grasa, el terror de los líquidos retenidos.

No sé si fue solo cosa de la bici, si cambiar mi alimentación ayudó (rompí con las grasas totalmente) o si fue porque empecé a beber los dos litros de agua que recomiendan las famosas, las modelos, las madres, las abuelas, los doctores y Manuel Torreiglesias en Saber Vivir, la cosa es que fueron alguno de esos, y no las cremas, los mejores anticelulíticos.