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Los hombres y su ropa interior, esa complicada relación

Llegado el momento clave, ese en el que nos pueden las prisas y la urgencia, no nos fijamos en la canción que suena, en el pelo del cuerpo o en la ropa interior. Al final todo acaba por el suelo (incluidas las vergüenzas).

Calzoncillos viejos de Elvis a subasta (también subastan pelos de sus pectorales para los más fanáticos). YOUTUBE

Momentos después, cuando empezamos a recoger las prendas por la habitación, como si de una recolección de la uva se tratara, topamos con algo que no es nuestro y lo alzamos. «Creo que estos son tuyos» dices mirando aquella prenda gris difícilmente comparable a tu lencería fina (que puede ser de dos euros del chino, pero cuenta como ‘fina’) y justo cuando estas pasando la pieza de algodón de tu mano a la suya, algo te sorprende.

Aquellos calzoncillos no es que sean de color gris, es que hace 10 años eran mas negros que el pelo de una geisha solo que después de haber pasado lo que parecen dos guerras, una crisis textil de ropa interior mundial o de haber sido entregados en herencia por parte de su tatarabuelo, se han quedado de ese color.

Esta es la cara que pongo (interiormente) cuando me topo con algún calzoncillo ‘añejo’

Otro ejemplo: estas ayudándole a tender la ropa porque eres una novia/amante/amiga enrollada que no vas solo a su casa a gorronearle el Netflix y…sorpresa, un agujero. Pero no un agujerito minusculo de esos que casi tienes que usar espejo con aumento para dar con ellos, no, un pedazo agujero que te cabe la mano, el codo, el brazo y las dos piernas.

Si estas situaciones te resultan ajenas o extrañas es porque los hombres con los que te has topado no forman parte del 45% que llevan la ropa interior desgastada o con agujeros según el estudio de Zeeman junto a MWM2Research. Las explicaciones que dieron al respecto los participantes fueron que los consideran muy cómodos (29% de los encuestados) o que le tienen cariño a su ropa vieja (17%).

Después de sacar el tema en mi entorno femenino, todas coincidíamos en que, en nuestro caso, a la mínima señal de envejecimiento de la prenda, (y ya ni os cuento si llega a haber agujero), asumimos que es el momento de jubilarla. No las reciclamos ni para el gimnasio (como pueden hacer ellos) para estar por casa o para estudiar en la biblioteca. Las tiramos sin miramientos, a no ser que sean bragazas que nos puedan servir para cuando tenemos la regla, que es cuando ya han pasado sus años dorados y pasa a una vida mejor como soporte de compresas.

Lo curioso es que con la variedad de tiendas que ofrecen ropa interior con sus respectiva diversidad de precios, es decir, que no podemos decir que solo exista Armani vendiendo calzoncillos a 50 euros, esta situación se repita entre tantos hombres. Así que, desde aquí, me gustaría hacer un llamamiento por parte del colectivo femenino: RENOVAD DE VEZ EN CUANDO LA ROPA INTERIOR. Es tan sencillo como ahorrar lo que os gastáis en un fin de semana de fiesta, en las entradas de un partido de fútbol, en un juego de la Xbox, o, para la mayoría, es tan sencillo como decírselo a vuestra madre.

De nada.