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El mini bolso, la historia de amor-odio de esta temporada

Yo soy muy comprensiva, soy tan comprensiva que incluso cuando llegué a Londres y vi el Big Ben tapado por obras, no me importó, pero hay cosas que, de verdad, me quitan la energía.

Una chica preocupada porque no le entraba la compresa con alas en el mini bolso. BERSHKA

Puedo entender que la moda necesite experimentar y que con el cambio de temporada se nos ofrezcan novedades constantemente que nos hagan estar pendientes de seguir las tendencias, pero me gustaba pensar que todo tenía un límite basado en el sentido común.

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Mientras que las zapatillas de deporte cada vez son más grandes, hasta el punto de volverse auténticos monstruos, entre la altura de las plataformas y las dimensiones que están adquiriendo, llegando incluso al punto de dificultar la locomoción, los bolsos se están encogiendo.

Pero no me refiero a un encogimiento como sinónimo de práctico, sino a que se están volviendo de pequeños, diminutos, como salidos de un set de juego de Playmobil.

El bolso XS es el accesorio de la pasarela de esta temporada y de mis pesadillas, un complemento tan minúsculo que no te permite llevar ni lo mínimo imprescindible para sobrevivir fuera de casa.

Si metes el móvil, despídete de llevar el cacao, los cascos o un paquete de pañuelos de papel. Es o una cosa u otra, lo que hace que te plantees qué necesidad vital es más importante, la necesidad de no llevar los labios cortados o la de poder sonarte los mocos ya que llevas toda la semana con un catarro digno de inicio de pandemia.

Y mejor no hablamos de si eres de las que va con la casa a cuestas.

Dicen que la moda es reflejo del momento socioeconómico, que se adapta a nuestra vida, a nuestras necesidades.

Por tanto me parece ilógico es que en una sociedad en la que las mujeres vamos con el portátil, la agenda, la crema solar, el tupper con la comida para la oficina o el paraguas por si llueve, la disponibilidad de espacio que te ofrecen estos accesorios equivale a los centímetros cuadrados de una funda de gafas de sol.

Modelos deprimidas preguntándose cómo hacía Mary Poppins para que le cupiera una lámpara. THE KOOPLES

«Pero es que son tan bonitos» me diréis algunas y, creedme, no podría estar más de acuerdo. De hecho, si estuviéramos en el siglo XVIII y lo único que necesitara llevar encima fuera un frasquito de esencia de lavanda, estaría feliz de poder disponer de un accesorio que me permitiera transportarlo con comodidad.

Lo único es que pasando tantas horas fuera de casa, ya sea por el trabajo o por si he quedado con una amiga, por si después voy al gimnasio o por si tengo que viajar y necesito llevar mi kit de supervivencia para el avión, con ese bolso no me apaño para nada.

Así que, como buena seguidora de tendencias pero como mayor seguidora de la funcionalidad, mi solución es, para cuando llevo este tipo de estuchitos, combinarlos con ropa que tenga bolsillos por todas partes: pantalones, chaquetas, abrigos…

Y, si no, para las noches de fiesta en las que la ropa con bolsillos no entra en el plan de nuestro outfit, siempre tenemos la opción de llevarlo todo en el bolso grande de una amiga e ir turnándolo entre todas.

¿Cómo debemos limpiar el interior del bolso sin estropearlo?

Ah, pero ¿hay que limpiarlo?

Al igual que las brochas que usamos de maquillaje tienen que pasar por un ‘servicio de lavado’ cada cierto tiempo, el bolso, nuestro accesorio más idolatrado también necesita ciertos cuidados.

PIXABAY

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El bolso es un elemento de nuestra vida que va evolucionando con nosotras y, como nosotras, se mancha y coge gérmenes (con la diferencia de que no lo puedes arreglar con una ducha).

Entre que lo usamos para llevar una versión reducida de nuestra casa a cuestas y que lo utilizamos como contenedor, termina siendo una especie de criatura con vida propia que puede llegar incluso a arañarte cuando metes la mano a buscar un pañuelo de papel (historia real, tenía un imperdible abierto).

Es por eso que de vez en cuando, en serio, de vez en cuando, hay que sacar un ratito para hacer una limpieza a fondo y así evitar sorpresas desagradables, como cuando guardaste la chaqueta blanca porque te asabas de calor en el metro y salió medio azul porque te habías olvidado un bolígrafo abierto.

En primer lugar, vacía todo lo que lleves dentro. No hagas la de darle la vuelta que caiga el contenido en la cama (más que nada porque a todas se nos ha roto alguna vez una sombra de ojos/colorete/polvos de sol dejando todo el forro pringado).

Mucho mejor si, poniéndolo sobre una mesa, sacas las cosas una por una. Después retira el forro (si se pie) y acláralo con una esponja humedecida en agua con jabón.

Ojo si el bolso es de cuero que si humedeces demasiado la tela puede ser perjudicial. Para bolsos de cuero tienes sprays de limpieza específicos.

Si hay algún producto que haya explotado dentro, intenta quitar todo lo que puedas con papel de cocina. Repito, PAPEL DE COCINA, no pienses que humedeciéndolo saldrá porque es un grave error.

Después usa toallitas húmedas para terminar de quitar los restos (ojalá haber sabido esto cuando tuve que tirar un bolso porque se me abrió un gloss).

Para terminar, dale una pasada al interior con un paño del polvo (limpio), de esos que dan como grima por la textura.

Una vez consigas que te quede el interior inmaculado, deja que el forro se seque poniéndolo cerca del radiador o, si tienes mucha prisa porque solo querías quitar los restos de frutos secos (también me ha pasado) puedes darle con el secador.

Y hala, ya puedes seguir utilizando tu bolso. Aunque esta vez procura llevar los cosméticos dentro de un neceser para evitar disgustos.

Adiós cesta, hola bolso de madera

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La moda baño 2018 ha hablado alto y claro y el mensaje es contundente: No, esta temporada tampoco tienes el accesorio de moda (¿qué sentido tendría que lo tuvieras? La gracia es, precisamente sacar algo nuevo que se convierta en objeto de deseo).

LEPETITSARDINE

El bolso de madera ha desbancado a la cesta de plástico que habías estado compartiendo el verano pasado con tu abuela. Y ya que la menciono, corre a darle un beso que tiene más paciencia que una santa con la cantidad de cosas que le coges del armario.

Al ser de dimensiones más bien tirando a reducidas y de un material rígido, es un accesorio que viene que ni pintado para esos días de vacaciones en los que no necesitas llevar mucha cosa encima (que no puedes liarte a echar cosas como si del bolso de Mary Poppins se tratara, vaya).

Solo tienes que preocuparte de llevar contigo la crema solar, las llaves de casa, un euro para comprarte un té helado y las gafas de sol (vale, sí, puedes meter también el móvil, pero despídete de llevar el portátil a todas partes para aprovechar cualquier rato de descanso para trabajar, este bolso es para desconectar).

Pero ojo, que como decía Alejandro Sanz «no solo de pan vive el hombre» y no solo en la playa vas a poder lucir el bolso.

Si no terminaba de convencerte la idea de llevártelo para pisar asfalto, toma nota de lo bien que acompaña a las camisas o tacones en estilismos más urbanos.

Puede que el límite de capacidad lo pongan sus pocos centímetros cuadrados, pero el límite en los estilismos lo pones tú donde quieras.

v. Parisian vibes 🐚🐚 #parisianlifestyle

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El bolso que compartirás con tu abuela

No nos gusta lo vintage. Gustar se nos queda corto. Lo vintage nos encanta, nos flipa, nos enamora, nos mola mil, nos chifla hartar. Vamos a un mercadillo y enloquecemos por un teléfono con forma de labios, un sofá huevo o una cuchara de hace décadas.

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Está comprobado que hoy en día, con la velocidad que le ha dado la tecnología e Internet a nuestras vidas, la instantaneidad y caducidad de todo lo que vemos, que solo con postearlo en Facebook ya nos da la sensación de que huele a antiguo, el pasado es el refugio.

Cocooning es como se llama este fenómeno de retirarnos a la seguridad del hogar que viene de cocoon, cáscara. A quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Lo mismo pasa con lo que sacamos de puestos callejeros o mercados de anticuarios. Nos sentimos a salvo en esa ‘casa’ hecha de reliquias que nos transportan a otros tiempos más seguros.

Últimamente oímos mucho eso de que en la moda todo vuelve, y el éxito de que lo haga es que inconscientemente queremos sentirnos protegidos.

Los dos últimos accesorios de deseo que nos transportan a los tiempos de cuando la abuela nos hacía el bocata en la merienda son los bolsos de malla y los de plástico rígido o sun jelly.

Si tienes uno por casa, este verano es el momento de sacarlo del baúl de los recuerdos.

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¿Qué tengo que meter en el bolso cuando salgo de fiesta?

Después de mi mayoría de edad, etapa universitaria y post-universitaria, que es en la que me encuentro ahora, he aprendido con el paso de los años cuáles son los básicos que debo llevar en el bolso para sobrevivir a una noche de fiesta con éxito.

La supervivencia fiestera cuando eres mujer depende de ese accesorio que llevas contigo. Puede parecer una tontería, pero elegir bien su contenido puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. O entre estar sana y un resfriado al menos.

Dejad que comparta con vosotros mi conocimiento sobre la materia fruto de un sinfín de malas experiencias que se resumen la frase de «Ojalá hubiera metido eso en el bolso«.

1.Pañuelos de papel: esenciales desde el minuto uno, ese en el que ya va más contento que los demás te derrama un poco de su copa. Los pañuelos son muy preciados en los baños de las discotecas ya que, como todo el mundo sabe, nunca tienen papel. Si quieres evitar la maniobra de ir sacudiéndote por los diferentes urinarios de tu ciudad, el pañuelo te hace el apaño. También es perfecto para secar las lágrimas de tu amiga cuando se acuerda de su ex o para que se limpie la boca si acaba vomitando.

2.Tampones/compresas: porque por muy regular que seas NUNCA sabes si la regla te va a sorprender a ti o a alguna amiga. Como mujer pro-copa que soy procuro siempre llevar una compresa encima por si las moscas. No solo en mi bolso de fiesta, sino en mi cartera en general.

3.Euros sueltos: a ciertas horas de la noche encontrar cambio puede ser más difícil que madrugar los lunes, por eso las monedas salvan de todo tipo de apuro: desde comprarte unos chicles en el chino hasta pagar el ropero.

4.Cosméticos básicos: que no, que no diga que metas tu neceser de maquillaje. Hay dos cosméticos que solucionan cualquier estropicio. Y es que todas sabemos que por muy bien maquilladas que salgamos de casa, es una ilusión efímera que se va desvaneciendo a lo largo de la noche. El corrector puede matizar esa raya del ojo medio borrada o esa ojera que vuelve a empezar a aparecer, mientras que el pintalabios repasa el color que ya nos hemos dejado en las copas e incluso nos apaña como colorete.

5.Bailarinas: esas que a los 18 ni se te pasaba por la cabeza meterlas en el bolso pero que ahora eres capaz de volver a casa desde el metro si por lo que sea se te ha ocurrido salir sin ellas. Lo ideal es que lleves un bolso lo bastante grande como para que te entren. Sino siempre puedes hacerte con unas de esas malillas que se enrollan sobre sí mismas. ¿Que es como ir descalza por la calle de lo finas que son? Sí. Que ya no andas como Bambi recién nacido y solo por ello merecen la pena? También.

6.Bolsa de tela mini: ya sabéis a qué bolsas me refiero, las de dos asitas que si las pliegas bien ocupan menos que un neutrino. Son las mismas que despliega tu madre en la caja del Alcampo cuando ya ha pagado la compra, esa en la que mete los cereales, la fruta, verduras, detergente, una planta, dos juegos de sábanas y una cafetera nueva. La bolsa mini es clave para el momento ropero, ya que puedes meter tu bolso/bufanda/guantes/paraguas etc sin preocuparte porque llevas un bolso pequeño y, sobre todo, te permite volver a casa dignamente sin ir con los tacones en la mano como un despojo social (sí, así me sentía yo cuando los traía de la mano volviendo a casa a las 7 de la mañana cruzándome con esos trabajadores tan pulcros y aseados).

7.Cartera pequeña: necesitas el abono, tu DNI y dinero. Tu carnet de la biblioteca, del gimnasio, de la universidad, de Carrefour, de socio del Betis, de Stradivarius o de la escuela de idiomas son totalmente prescindibles y lo único que hacen es ocuparte sitio.

8.Chaquetilla: la gran diferencia cuando sales a la calle después de que cierre la discoteca. Si Rose hubiera llevado una chaquetita cuando se hundió el Titanic, Jack no habría muerto congelado.

9.Comida: a no ser que seas de esas a las que no le entra hambre cuando sale, las demás volvemos a casa famélicas y atacamos la nevera con más furia que una horda vikinga conquistando nuevas tierras. Para ese momento de debilidad que es el viaje de vuelta, si no te pilla ningún kebap/pizzería/supermercado 24 horas abierto, puedes llevarte una barrita o, como hago yo, una manzana. Te mirarán raro, pero lo agradecerás.

¿Qué lleváis vosotras en el bolso cuando salís de fiesta?