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Balmain cambia modelos de carne y hueso por modelos de animación

Imagínate una especie de cross over ficticio entre El diablo viste de Prada y Yo, Robot. ¿A que suena raro? ¿A que parecería una película incluso peor que Sharknado? Pues está pasando de verdad.

BALMAIN. TWITTER.

La firma francesa Balmain ha presentado a sus tres nuevas modelos, las de la foto. Esas que te tienen algo raro pero no sabrías decir qué es.

Lo que tienen en común es que no existen, son personajes creados por CGI que más que listas para protagonizar una campaña parecen avatares preparados para enfrentarse a sus contrincantes en el Street Fighter.

Y no son las primeras. Lil Miquela, una ‘modelo’ con flequillo a mitad de la frente, pecas y labios turgentes ya trabajó para Alison Lou y Alexander Wang, y, de hecho, la modelo de color de Balmain, Shudu, también fue imagen de Fenty Beauty, la marca de belleza de Rihanna.

She mad. New @openingceremony diary entry up. Link in my stories.

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Pero lo mejor de todo es el mensaje con el que, desde la maison de lujo, daban la bienvenida a las modelos: «La nueva tropa virtual refleja el mismo mix bello y diverso, con una gran confianza y ganas de explorar nuevos mundos» declaró la firma en Twitter.

El director creativo, Olivier Rousteing también expresó que «Eso es lo que estoy intentando hacer con el ejército de realidad virtual: diferentes bellezas, formas, edades y géneros. Esto es el principio de lo que debería significar presentar la diversidad en el mundo

¿Es esto el verdadero progreso?

Viendo el resultado con las tres modelos, el diseñador puede decir misa. La variedad se ve, sí, pero solo étnica. Lo cual por un lado es admirable ya que esto sigue siendo una lucha en la pasarela, recordemos que solo el 32,5% de las modelos que desfilan no son blancas.

Pero por otro lado, no se está utilizando como imagen aquel pequeño porcentaje con diversidad étnica que se dedica profesionalmente al modelaje, y, sobre todo, profesionales de verdad, esas que se alimentan de comida y no están formadas por programas informáticos, modelos que no cobrarán ese trabajo.

Si lo cobrarán en cambio quienes desarrollen y den vida a las modelos, en este caso el fotógrafo Cameron-James Wilson. Es una especie de «las gallinas que entran por las que van saliendo».

Todos los otros conceptos que menciona el director creativo, las formas o las edades, brillan por su ausencia. Lo que Balmain ha hecho ha sido seguir apostando por modelos con unos labios y unas pestañas tan irreales que, como decía al principio, solo pueden existir en la pantalla de un ordenador.

En el caso del objetivo tan loable pero imaginario del diseñador, hay que ser realistas. Se fomenta belleza, sí, pero inalcanzable de manera natural. Las modelos forman parte de la concepción de la mujer que recibimos y, desgraciadamente, por muy futurista que suene tener modelos virtuales en una marca de moda, la concepción, sigue siendo la de siempre.

En otras palabras: no hemos avanzado nada.

Sé joven, sé delgada, ten los labios gruesos, los ojos grandes, las pestañas largas, ten el cutis perfecto. Un ideal tan irreal como las figuras que han creado. Y lo que es peor: que este sea el concepto de diversidad absoluta para una marca del tamaño de Balmain, es lo verdaderamente alarmante.

En el siglo XVIII, en plena Revolución Industrial, nos preocupábamos de que las máquinas sustituyeran a los humanos, tres siglos más tarde lo siguen haciendo a través de los programas de animación.

Jon Kortajarena se mea (literalmente) en Balmain

Los publicistas son una especie de otra pasta. Cuando pensábamos que anuncios de humor absurdo como los que nos dejaba Mixta o Fanta serían los que definirían la publicidad de esta década, llega Balmain y se hace pis encima de la risa.

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La firma francesa, que desde el fichaje de Olivier Rousteing como director creativo está inmersa en una etapa dorada, no solo ha optado por la modernidad absoluta centrándose en modelos e influencers sobre las que todo el mundo tiene puestos los ojos, sino que quiere llamar aún más la atención. Quiere impactar tanto que, más que el impacto, busca el escándalo.

GIORNALE DI SICILIA

Conseguirlo siempre ha sido fácil. Pero el escándalo sexual ya estaba servido y lleva tiempo sin alterarnos. Puede que en los ochenta esa jovencísima Brooke Shields noqueara al mundo diciendo que entre ella y sus Calvins no había nada. O incluso en 1995 cuando Levi´s anunció sus 501 utilizando una trama basada en condones.

Aquello era nuevo. El sexo, la desnudez… todo prohibido. Pero con Kim Kardashian sacándose las tetas (ojo, que allá ella con su pechuga) cada dos por tres en Instagram como que ya nos llama menos la atención. De hecho tenemos el desnudo normalizado.

De ahí que la nueva campaña de Balmain con Jon Kortajarena tire a la escatología pura. Al «pis y caca» que tanta risa nos producían en preescolar pero que pueden llegar a desatar un ligero rubor en el adulto más plantado. Y es que, en el fondo, somos igual de predecibles, de asustables y de escandalizables.

La meada de Jon y los otros tres modelos más que meado hace sentir al espectador como la diana de un bukkake, viendo las caras de gozo del grupo y el plano escogido por Pascal Dangin (el director creativo de Stuido Dangin que se ha encargado de la realización del vídeo).

BALMAIN GENERATION by @olivier_rousteing @pascaldangin @balmain #Balmain #BalmainArmy #BalmainGeneration

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Las ventas hablarán por sí mismas sobre si los clientes de la marca se ven seducidos por esta imagen, más que rebelde, vandálica. Pero por lo pronto, Balmain vuelve a estar en la conversación. Y mejor que hablen mal de ti a que no hablen nada en absoluto. O algo así, ¿no?

Olivier Lapidus, el hijo del diseñador que vistió a John Lennon vestirá para Lanvin

La casa Lanvin en París muestra la fumata blanca. No Habemus Papam pero Habemus el sucesor de Bouchra Jarrar en la firma francesa, Olivier Lapidus. Pero ¿de qué nos suena ese nombre?

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Su padre, Ted Lapidus, no solo vistió a Brigitte Bardot sino que diseñó para John Lennon un maletín en cuero blanco, el conocido BAG ONE del cual salieron después 300 unidades con la firma del cantante en negro.

Además, también en blanco, reconoceréis este traje del cantante. Correcto, fue un modelo diseñado por Ted Lapidus para John Lennon. Y es que el diseñador francés llegó a renovar el armario del Beatle.

Además fue el primero apostar por el estilo unisex en la pasarela, en lanzar una colección inspirada en los safaris, en dejar las hombreras bajo la chaqueta y convirtió los vaqueros en una pieza trendy.

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Con esa trayectoria y amor por la moda, estaba claro que su hijo lo iba a llevar en las venas.

De hecho, Lapidus hijo dejó claro que nació «en el mundo de la moda por lo que las ideas de mi subconsciente derivan de mi pasado y mi presente».

Durante los 80 trabajó como director artístico de Balmain y de la firma de su padre, experiencias que le sirvieron de aprendizaje para luego diseñar para su propia marca. Estaba empeñado en innovar y fue de los pioneros en trabajar con fibra óptica en sus diseños. Algo que ahora no suena tan impresionante, pero su primer diseño del estilo se remonta a 1999.

Sin embargo, por azares del destino de la moda (y porque no consiguió mantener la popularidad que había construido su padre) se dedicó al interiorismo. De hecho, una de sus últimas obras más conocidas fue el diseño del interior del Hotel Felicien en París.

Será en la misma ciudad donde veremos este mes de septiembre su primera colección en el marco de la pasarela ready-to-wear de la Semana de la Moda francesa en versión cápsula.

Sea lo que sea, pase lo que pase, el desafío es grande y las expectativas altas (recuperar ese 32% que han caído las ventas de Lanvin en los primeros meses del año) pero el diseñador no puede contener las ganas: «Ya he empezado a trabajar esta misma mañana» declaró este martes al poco de firmar el contrato.

Cuando Balmain me comió el cerebro

Me han roto el corazón solo una vez en mi vida. Os puedo asegurar que lo pase casi tan mal como esperando a que Balmain sacara su colección exclusiva para H&M.

Durante dos noches, me acosaban sueños en los que la temática era la misma. No llegaba a tiempo a comprar nada, todo se agotaba. La segunda noche me desperté a las cuatro y lo primero que hice fue meterme en la web de la tienda para ver si la colección seguía ahí. Cuando vi que en la versión del móvil no la tenían era como si no hubiera salido de la pesadilla.

«Me han comido el cerebro» le dije a mi madre cuando se levantó. Ansiedad, estrés y náuseas constantes por los nervios. Lo único que podía pensar era en las ganas que tenía de que todo acabara, de que pasara de una vez el día de compra para recuperar mi vida y, sobre todo, mi sueño.

¿Cómo era posible que una marca de lujo se hubiera metido tanto en mi cabeza hasta el punto de ser lo único en lo que podía pensar? Porque si aún tuviera los medios para permitirme sus prendas, podría darse el caso, ¿no?

Marketing. Puro marketing. El lujo, a fin de cuentas, es otro negocio. Un negocio que te hace sentir mayor satisfacción que si compras algo que no pertenece a él.

De toda la colección solo había una prenda que me podía permitir, una camiseta blanca de algodón con el logo de la firma. Nada más. Una simple camiseta de algodón que podía equivaler a 10 horas de mi trabajo como becaria. Y no te haces una idea de cómo la quería, de lo desesperante que era pensar que podría no tenerla. Y ESTAMOS HABLANDO DE UNA JODIDA CAMISETA DE ALGODÓN.

Así que empecé a preguntarme qué podía tener que me hacía desearla tanto. Creo que es el hecho de tener algo de lujo en el armario, algo casi exclusivo. Y es que las grandes firmas juegan con el poder trascendental de sus prendas. A tus hijos no vas a poder pasarles orgullosa un jersey de Lefties, porque posiblemente, a los dos años de comprarlo, esté lleno de pelotillas. Pero ¿una camiseta de Balmain? Una camiseta de Balmain es atemporal. Es algo que si hoy en día tiene valor, en veinte años puede ser un clásico, un peso pesado de las prendas vintage. Ahí reside el juego de las firmas. No compras una camiseta de algodón, compras un billete exclusivo sin fecha de caducidad. Y, para ello, para sentirte exclusiva, tienes que pasar por el trámite de ser tratada como parte del rebaño más dócil.

Democratización del lujo que lo llaman, a mí me parece lo de siempre. Una excusa más para ponernos en nuestro sitio. Parte de una masa que va como borregos a hacer cola a los pocos templos elegidos, y, sino, que está dispuesta a pasarse horas actualizando un servidor. Desde personas haciendo noche dos días antes de que saliera a la venta, a gente perdiendo horas de clase por estar actualizando la página de la tienda para entrar.

Y qué colas…Ni los famosos en la fiesta de preventa pudieron escapar de ellas. Si me hubieran dicho que vería a Mario Vaquerizo cargado de prendas esperando más de 20 minutos para pagar en una tienda no me lo habría creído. Aquí toca hacer cola, nos da igual si estuviste en Eurovisión, si te han dado un Goya a mejor actriz revelación, si hiciste de malo en Pasión de Gavilanes o si eres el hermano de Aída que acabó casándose con Paz en Esperanza Sur.

La actriz Juana Acosta y Carmen Lomana como marujas en rebajas. GTRES

Cuando la cuenta atrás terminó y el primer grupo de famosos se abalanzó sobre las perchas, O Fortuna de Carmina Burana empezó a sonar en mi cabeza mientras me imaginaba a Carmen Lomana sacándole los dientes a Rossy de Palma mientras forcejeaban por un top de la firma francesa. Ni uñas, ni tirones, ni enfados. Eso sí, todos como marujas en rebajas. Y es que el aura de celebrity te dura hasta que ves prendas que podrían costar 3000 euros por 300.

 

Pero somos muchos, demasiados. Cuando solo hay una puerta y quinientas personas tratan de pasar al mismo tiempo por ella, la gente se atora. Así nos sentíamos todos. Atorados, angustiados, pensando que estábamos a una pantalla de la prenda de nuestros sueños sin poder acceder a ella.

¿Es necesaria tanta ansiedad? ¿Tanta presión? Porque, honestamente, una tienda multinacional que no se encuentra preparada para albergar semejante tráfico me huele raro. ¿Y si fuera parte del gran truco de magia, de la estrategia de venta, de generarte más ganas?

Soy consciente. No os penséis que no. Yo, que me considero crítica y sensata, me he dejado arrastrar por esto. De hecho quería dejarme arrastrar. Con esto, trato de redimirme ante mí misma pensando que, al igual que para una prenda, hay gente que hace cola para ver a un grupo mítico de los 70 o para tener el último modelo de iPhone. Porque a fin de cuentas, aunque sigamos siendo rebaño, podemos elegir para qué hacemos cola. Y, por triste que suene, ahí se encuentra nuestra pequeña libertad.

Balmain para H&M, una oda a los 80´s o un homenaje a Locomía

Si tú me dices Balmain yo te digo Kim Kardashian. O al menos hasta este jueves 5 de noviembre, porque la nueva colección del director creativo francés Olivier Rousteing ha venido para revolucionar nuestras vidas y nuestros H&M´s.

Rousteing (que no sabemos si quería homenajear la moda de los años 80 o si en una noche se puso todas las reposiciones de Locomía en Aplauso para inspirarse) no ha dejado tendencia ochentera fuera de la colección: hombreras, seda, pantalones cagados baggy, blusas ajustadas en la cintura, accesorios dorados gigantescos…

http://theofficialmodeldiet.tumblr.com/post/132580628454/tomorrow-is-the-launch-of-balmain-x-hm

Todo esto por un módico precio que va de los 29 a los 599 euros. La verdadera pregunta es ¿merece la pena aguantar las colas, el gentío, el estrés del servidor colapsado en la web de la tienda solo por una prenda de Balmain?

http://kristelphilippe.tumblr.com/post/130329305326/me-going-to-pop-cultcha-sales

Depende. Si tu sueño es tener algo firmado por el diseñador (independientemente de qué), tienes camisetas de algodón por 29.99 euros. Pero si lo que realmente te gusta son las tendencias que trae, te recomendamos que busques una blazer de terciopelo en otra parte. A no ser, claro, que estés dispuesta a dormir en la calle durante dos meses por no poder pagar el alquiler, que es lo que te cuestan algunas prendas (durmiendo dentro de un vestido de Balmain, eso sí).

Quedan cuatro días de que se desate la ‘Balmainitis’, una colección que supuestamente pretende acercar a todo el mundo el lujo de la firma francesa. Pero, ¿es realmente moda al alcance de cualquiera? Yo os puedo asegurar, que al menos, no al alcance de los becarios (el vestido bordado a mano de 560 dólares hace latir mi corazón y mi bolsillo vacío a partes iguales). Y, en segundo lugar, ¿es moda para todos? Relativamente. Las americanas y blusas que sí pueden servir a un público más general, contrastan con las partes de abajo, solo aptas para mujeres delgadas o con pocas curvas. Por lo visto, la #BalmainNation de la que tanto habla el diseñador, solo puede estar compuesta por mujeres con unas medidas muy concretas.

Para todos las demás, siempre nos quedarán las pulseras doradas de 4 kilos, que no solo nos servirán para ir a la moda y llevar algo firmado por Balmain, sino que, en una situación de peligro en la que nos veamos amenazadas, podemos usar como arma arrojadiza.