Archivo de la categoría ‘accesorios’

Horquillas de los 90, el accesorio que (ya) deberías estar llevando

Tu yo de 10 años está de enhorabuena. Con el retorno de las tendencias de los años 90 han vuelto también unos accesorios que te gustan más que un mensaje de tu madre diciendo que te ha preparado un táper con croquetas, las horquillas.

VALET

[Un momento… ¿Aún no me sigues en Twitter o Facebook?]

¿Qué? ¿Cómo es posible? ¿Cómo ha pasado? Alexander Wang, Gucci o Chanel son los culpables de que hayan vuelto los accesorios de pelo que lucíamos con orgullo en el colegio. Tienes además, todas las variedades que se llevaban en aquella época.

Está, por un lado, la pinza con dientes que te sujetaba toda la melena las primeras semanas y que luego, inexplicablemente, empezaba a perder las púas hasta que tenías que tirarla. Bella Hadid es especialmente fan de este recogido estilo «me voy a poner a estudiar» y ya lo ha lucido en varias ocasiones por la calle.

Las horquillas de clip, por supuesto, no pueden faltar en el regreso de los accesorios para cabello. ¿Cuántos ratos pasabas entretenida en clase pellizcándote el dedo o las hojas del libro para distraerte en la clase de Física y Química? Qué buenos momentos.

Y por supuesto no nos podemos olvidar de los broches. Además los había de dos tipos, los buenos que te aguantaban todo el día aunque llevaras el pelo recién lavado y los malos que se te iban escurriendo hasta, en el mejor de los casos, caer haciendo bastante ruido, lo único que conseguía que no los perdieras por la calle.

Ahora puedes volver a lucirlos fuera del colegio aunque ya no estés cursando la primaria. ¿El común denominador que han seguido las firmas en recuperar estos complementos? Que contrasten con el pelo.

Nada de buscar el accesorio en color marrón o negro, no no, cuanto más grande, chillón y con apliques de perlas o brillantes formando palabras horteras como «Glam» o «Chic» demostrando que no eres ni una cosa ni la otra, mucho mejor.

MY KITSCH

Si te has levantado con el pelo rebelde, en uno de esos días en los que parece tener vida propia, pero tampoco te apetece llevarlo recogido, las pinzas y horquillas son el complemento perfecto. Además de que se llevan en todos los largos independientemente de si tienes melena o un corte pixie.

Si hay pelo, hay horquilla. Así que corre ya a por este accesorio a tu neceser más cercano. El rejuvenecedor más barato que vas a encontrar en el mercado y más efectivo que una crema de placenta, ya que será ponértelo y darte cuenta de que pareces, por lo menos, cinco años más joven.

Para las amantes de la moda, este accesorio ha venido como agua de mayo ya que nos resuelve muchos quebraderos de cabeza. No solo es la manera de contactar otra vez con nuestra versión adolescente sino una forma de customizar la ropa esta temporada y darle ese punto de tendencia tan deseado sin cambiar el armario.

Menos impacto al bolsillo y al medio ambiente, dos pájaros de un tiro. Además la mayoría solemos conservar los accesorios, así que no solo es probable que te los vuelvas a poner en algún momento de aquí a los próximos veinte años sino que rebuscando un poco, lo más seguro es que todavía conserves ese broche de madera de los 2000.

El mini bolso, la historia de amor-odio de esta temporada

Yo soy muy comprensiva, soy tan comprensiva que incluso cuando llegué a Londres y vi el Big Ben tapado por obras, no me importó, pero hay cosas que, de verdad, me quitan la energía.

Una chica preocupada porque no le entraba la compresa con alas en el mini bolso. BERSHKA

Puedo entender que la moda necesite experimentar y que con el cambio de temporada se nos ofrezcan novedades constantemente que nos hagan estar pendientes de seguir las tendencias, pero me gustaba pensar que todo tenía un límite basado en el sentido común.

[Un momento… ¿Aún no me sigues en Twitter o Facebook?]

Mientras que las zapatillas de deporte cada vez son más grandes, hasta el punto de volverse auténticos monstruos, entre la altura de las plataformas y las dimensiones que están adquiriendo, llegando incluso al punto de dificultar la locomoción, los bolsos se están encogiendo.

Pero no me refiero a un encogimiento como sinónimo de práctico, sino a que se están volviendo de pequeños, diminutos, como salidos de un set de juego de Playmobil.

El bolso XS es el accesorio de la pasarela de esta temporada y de mis pesadillas, un complemento tan minúsculo que no te permite llevar ni lo mínimo imprescindible para sobrevivir fuera de casa.

Si metes el móvil, despídete de llevar el cacao, los cascos o un paquete de pañuelos de papel. Es o una cosa u otra, lo que hace que te plantees qué necesidad vital es más importante, la necesidad de no llevar los labios cortados o la de poder sonarte los mocos ya que llevas toda la semana con un catarro digno de inicio de pandemia.

Y mejor no hablamos de si eres de las que va con la casa a cuestas.

Dicen que la moda es reflejo del momento socioeconómico, que se adapta a nuestra vida, a nuestras necesidades.

Por tanto me parece ilógico es que en una sociedad en la que las mujeres vamos con el portátil, la agenda, la crema solar, el tupper con la comida para la oficina o el paraguas por si llueve, la disponibilidad de espacio que te ofrecen estos accesorios equivale a los centímetros cuadrados de una funda de gafas de sol.

Modelos deprimidas preguntándose cómo hacía Mary Poppins para que le cupiera una lámpara. THE KOOPLES

«Pero es que son tan bonitos» me diréis algunas y, creedme, no podría estar más de acuerdo. De hecho, si estuviéramos en el siglo XVIII y lo único que necesitara llevar encima fuera un frasquito de esencia de lavanda, estaría feliz de poder disponer de un accesorio que me permitiera transportarlo con comodidad.

Lo único es que pasando tantas horas fuera de casa, ya sea por el trabajo o por si he quedado con una amiga, por si después voy al gimnasio o por si tengo que viajar y necesito llevar mi kit de supervivencia para el avión, con ese bolso no me apaño para nada.

Así que, como buena seguidora de tendencias pero como mayor seguidora de la funcionalidad, mi solución es, para cuando llevo este tipo de estuchitos, combinarlos con ropa que tenga bolsillos por todas partes: pantalones, chaquetas, abrigos…

Y, si no, para las noches de fiesta en las que la ropa con bolsillos no entra en el plan de nuestro outfit, siempre tenemos la opción de llevarlo todo en el bolso grande de una amiga e ir turnándolo entre todas.

Un arnés de BDSM como accesorio, mi último descubrimiento

Las personas nacemos con habilidades curiosas totalmente infravaloradas. Mi padre, por ejemplo, tiene el extraño talento de saber la hora que es sin necesidad de mirar ningún reloj y el raro arte de uno de mis mejores amigos, y perdonad que me ponga escatológica, es hacer caca sin olor, algo que su mujer agradece enormemente.

Intento posar natural pero no hay manera.

La mía es la de encontrarle a cualquier cosa un uso dentro de la vestimenta. Un saco de paracaidista como bolso, una gorra de marinero de un disfraz a modo de sombrero o ropa de pijama para salir a la calle son algunas cosas que uso diariamente.

De hecho incluso el cinturón de seguridad de los aviones fue una de mis fijaciones más recientes.

[Un momento… ¿Aún no me sigues en Twitter o Facebook?]

Pero mi última revelación vino de un mundo todavía más extraño que la aeronáutica, el erotismo. Una vez, observando páginas de BDSM por pura casualidad, surgió la loca idea de vestir los accesorios de la disciplina sexual.

Así que, como buena aficionada que soy a sacar las cosas de su contexto, me he decidido a coger las piezas hasta ahora exclusivas del BDSM y darles otro uso que también me atrae, como accesorios de moda para darle un toque cañero a mis estilismos.

Ya que Madonna inició hace cuarenta años la moda de llevar la lencería por fuera y que continua todavía vigente gracias a Moschino, por ejemplo, que para este otoño presentó en la pasarela masculina una propuesta ligada al látex, los arneses y las máscaras convirtiendo en alta moda de lujo el BDSM.

Y como está muy bien lo de utilizar complementos de cuero en la cama, pero está todavía mejor añadirlos al armario y poder llevarlos diariamente, no necesitas la camisa de 500 dólares de la firma italiana con los tirantes de cuero cosidos, ya que puedes encontrar arneses en tiendas como Bijoux Indiscrets, Artesanía BDSM o en tu sex shop de confianza.

Integrarlo con el resto de tu armario es tan sencillo como ponértelo por encima independientemente de lo que llevas puesto. Aunque a mí, personalmente, me encanta acompañando estilismos más naïf o inocentes, ya que rompen con la estética inocente y ponen el contrapunto rebelde y bizarro de Miley Cyrus después de dejar Disney Channel.

De hecho este fin de semana llevé un arnés superpuesto por encima de un vestido de cuadros para romper con el rollo colegiala. Sobre camisas XL a modo de vestido o por encima de un jersey o sudadera lisa le darás un toque rockero a la prenda, así que es un complemento perfecto para darle una segunda vida (una segunda vida con mucho más estilo, también hay que decirlo) a esos básicos que tienes en el armario.

Los gorros y sombreros para vestir con estilo (y sin pasar frío) los próximos meses

Los sombreros y gorras son al armario lo que la mermelada de fresa a una tarta Sacher. De hecho, si eres especialmente aficionada a este tipo de complementos, como yo, tendrás en tu habitación varios sombreros de ala ancha, que son los que se llevaban estos años.

[Un momento… ¿Aún no me sigues en Twitter o Facebook?]

Yo misma de paseo por Barcelona.

Pero la pasarela, más caprichosa que tu yo de ocho años en el Toys «R» Us, tienes otros planes y ya te adelanto que sus propuestas no coinciden con las que ya tienes en casa.

Para esta temporada, despídete de los fedora, esos sombreros maravillosos que conseguían que salieras a la calle en días de lluvia sin que se te borrara el eyeliner por el agua gracias a su ala.

Si no te ves preparada para hacer borrón y cuenta nueva y romper con tus accesorios del año pasado, que no cunda el pánico, puedes darle una segunda vida al clásico beanie, ese gorro de lana que se lleva ligeramente arrugados y que no ha faltado en las colecciones de Dolce & Gabbana o Michael Kors.

Aunque los diseños de sombreros han cambiado. Hemos pasado a modelos de corte masculino. De hecho, es probable que en algún momento de tus sesiones de scroll por Instagram, también te encuentres con gorros de estilo militar, que no se resisten algunas influencers del street style.

Mis estilismos de hacer turismo siempre incluyen zapatillas pero están libres de aceite de palma.

¿El mejor lugar para encontrarlos? Cualquier tienda de segunda mano en Inglaterra. Aunque si te pilla muy a desmano (por aquello de que todavía no llega la línea de metro), siempre puedes ir a Malasaña o a la Riera Baixa.

En la categoría de gorras con visera, hay un modelo que se ha impuesto por encima de los demás, las gorras baker boy que son el nuevo it hat. A la gorra marinera en color negro no se han resistido Chiara Ferragni, Dulceida, Aimee Song o yo misma, que aproveché el puente de Todos los Santos para hacer una escapada a Barcelona y estrenar mi gorra de Headict (la que llevo es la marinera).

Todas las amantes de la moda y las tendecias aprobamos el uso de este sombrero en todos tus estilismos independientemente de si llevas falda, pantalón, zapatillas de cordones o tacón, así que si buscas un modelo seguro, opta por el baker boy.

Prada, por otro lado, ha sido la responsable de hacer un sombrero que nadie imaginaba en otro de los diseños más buscados: el gorro de pescador. ¿Lo mejor? Tu madre, o por lo menos la mía, tiene uno para la lluvia exactamente igual al de la Linea Rossa de la firma italiana, con la diferencia de que no te cuesta cien euros y te protege igual de la lluvia.

¿Cómo debemos limpiar el interior del bolso sin estropearlo?

Ah, pero ¿hay que limpiarlo?

Al igual que las brochas que usamos de maquillaje tienen que pasar por un ‘servicio de lavado’ cada cierto tiempo, el bolso, nuestro accesorio más idolatrado también necesita ciertos cuidados.

PIXABAY

[Un momento… ¿Aún no me sigues en Instagram, Twitter o Facebook?]

El bolso es un elemento de nuestra vida que va evolucionando con nosotras y, como nosotras, se mancha y coge gérmenes (con la diferencia de que no lo puedes arreglar con una ducha).

Entre que lo usamos para llevar una versión reducida de nuestra casa a cuestas y que lo utilizamos como contenedor, termina siendo una especie de criatura con vida propia que puede llegar incluso a arañarte cuando metes la mano a buscar un pañuelo de papel (historia real, tenía un imperdible abierto).

Es por eso que de vez en cuando, en serio, de vez en cuando, hay que sacar un ratito para hacer una limpieza a fondo y así evitar sorpresas desagradables, como cuando guardaste la chaqueta blanca porque te asabas de calor en el metro y salió medio azul porque te habías olvidado un bolígrafo abierto.

En primer lugar, vacía todo lo que lleves dentro. No hagas la de darle la vuelta que caiga el contenido en la cama (más que nada porque a todas se nos ha roto alguna vez una sombra de ojos/colorete/polvos de sol dejando todo el forro pringado).

Mucho mejor si, poniéndolo sobre una mesa, sacas las cosas una por una. Después retira el forro (si se pie) y acláralo con una esponja humedecida en agua con jabón.

Ojo si el bolso es de cuero que si humedeces demasiado la tela puede ser perjudicial. Para bolsos de cuero tienes sprays de limpieza específicos.

Si hay algún producto que haya explotado dentro, intenta quitar todo lo que puedas con papel de cocina. Repito, PAPEL DE COCINA, no pienses que humedeciéndolo saldrá porque es un grave error.

Después usa toallitas húmedas para terminar de quitar los restos (ojalá haber sabido esto cuando tuve que tirar un bolso porque se me abrió un gloss).

Para terminar, dale una pasada al interior con un paño del polvo (limpio), de esos que dan como grima por la textura.

Una vez consigas que te quede el interior inmaculado, deja que el forro se seque poniéndolo cerca del radiador o, si tienes mucha prisa porque solo querías quitar los restos de frutos secos (también me ha pasado) puedes darle con el secador.

Y hala, ya puedes seguir utilizando tu bolso. Aunque esta vez procura llevar los cosméticos dentro de un neceser para evitar disgustos.

Este otoño necesitas una diadema

Las diademas tienen la magia de reducir a la nada todos nuestros problemas capilares de “es que no me da tiempo a peinarme el remolino/se me ha quedado el pelo con la forma de la almohada/no sé qué narices hacer para que no se me caiga continuamente el mechón por delante de los ojos mientras trabajo con el ordenador.

PIMKIE/GUCCI

[Un momento… ¿aún no me sigues en Instagram, Twitter o Facebook?]

De hecho es tan apañada que se trata de un accesorio al que también recurren los estilistas de las royals británicas cuando se sabe que van a pasar el día en un lugar con mucho viento (toma ya, truco de Kensington Palace directo a Chamberí).

Además de relajarnos de inmediato el estrés que pueda producir el cabello despeinado, es algo que rejuvenece gracias a ese aire juvenil que tiene, de cuando estábamos en Educación Primaria y nuestra madre nos plantaba la cinta para que no protestáramos porque nos molestaba el pelo.

Vamos, que ponerse una diadema es fácil, lo difícil es saber cómo combinarla.

Pero que no cunda el pánico que Phoebe Buffay llega al rescate mientras mentalmente, solo de leer su nombre, ya estás tarareando Smelly Cat.

Sus conjuntos de vestido con jersey de cuello cisne o chaqueta de punto con una diadema a juego son el ejemplo estilístico perfecto que debes seguir para ponerte el accesorio.

Pero, ¿y este furor tan repentino por las diademas como si estuviéramos en 2011? Culpa a la pasarela, ya que han aparecido en los desfiles de Miu Miu, Molly Goddard y Moncler Gamme Rouge.

Hasta Chrissy Teigen se ha unido muy fuertemente a la tendencia, tanto que ha creado el hashtag #Headbandoftheday para compartir las diademas que se pone cada día.

Eso sí, a diferencia de las tuyas que son de H&M o Lefties, las de la modelo son de firmas  como Jennifer Behr o Gucci. Pero vamos, que a la hora de llevarlas, quitando los cientos de euros de diferencia, es casi igual.

Así que ya te inspires en el personaje de la serie o en la musa de All of you, es el momento de ver las reposiciones de Friends y copiar la manera de llevar las diademas.

Gafas de ciclista: la nueva moda para protegerse del sol

Cuando una prenda sube a la pasarela es muy probable que se convierta en tendencia en un futuro cercano, aunque nunca es del todo seguro, y si no pensemos en las presentaciones de, por ejemplo, Comme des Garçons.

[Un momento… ¿aún no me sigues en Instagram, Twitter o Facebook?]

VETEMENTS/YOUTUBE

Pero cuando aparece en un desfile y al poco se lo ves a una celebrity, y luego a otra, y a otra y a otra, ya sabes que está pasando, se lleva.

Puede gustarte más o menos, pero es oficial, tiene la aprobación de las altas esferas estilísticas y es cuestión de tiempo que empieces a encontrarte en las tiendas versiones más asequibles.

Este ha sido el caso de las gafas de sol de ciclista. Sí, sí, esas de cristales inmensos de colores chillones irisados que tapan toda la zona de los ojos como si fueras parte de la patrulla de los X-Men y te apodaran «Cíclope».

Las gafas en cuestión han sido vistas cerca de Kim Kardashian (y su hija), Bella Hadid o Rita Ora. Te lo traduzco: ya no hay escapatoria de la moda.

Twinning

A post shared by Kim Kardashian West (@kimkardashian) on

❤️OMI ❤️Louis V ❤️

A post shared by 🦋 (@bellahadid) on

You better GO OFF! 💙

A post shared by RITA ORA (@ritaora) on

Aunque siendo sincera, no puedo decir que me pillara con sorpresa. Si el mundo del motor va a llegar la próxima temporada con las colecciones de Tommy Hilfiger o FentyxPuma de Rihanna, el ciclismo no estaba muy lejos como ya vaticinaban las mallas de Kim Kardashian.

Todo ello forma parte del retorno de las tendencias de los años 90 pero, este regreso, en concreto, no es santo de mi devoción.

Será que no tengo la cara angulosa a la que le favorece este tipo de montura o que simplemente no me veo con algo tan llamativo porque tiendo a llevar gafas de sol más sencillas. Pero por lo pronto, confieso, no voy a darme mucha prisa en hacerme con unas.

Adiós cesta, hola bolso de madera

[Un momento… ¿aún no me sigues en Instagram, Twitter o Facebook?]

La moda baño 2018 ha hablado alto y claro y el mensaje es contundente: No, esta temporada tampoco tienes el accesorio de moda (¿qué sentido tendría que lo tuvieras? La gracia es, precisamente sacar algo nuevo que se convierta en objeto de deseo).

LEPETITSARDINE

El bolso de madera ha desbancado a la cesta de plástico que habías estado compartiendo el verano pasado con tu abuela. Y ya que la menciono, corre a darle un beso que tiene más paciencia que una santa con la cantidad de cosas que le coges del armario.

Al ser de dimensiones más bien tirando a reducidas y de un material rígido, es un accesorio que viene que ni pintado para esos días de vacaciones en los que no necesitas llevar mucha cosa encima (que no puedes liarte a echar cosas como si del bolso de Mary Poppins se tratara, vaya).

Solo tienes que preocuparte de llevar contigo la crema solar, las llaves de casa, un euro para comprarte un té helado y las gafas de sol (vale, sí, puedes meter también el móvil, pero despídete de llevar el portátil a todas partes para aprovechar cualquier rato de descanso para trabajar, este bolso es para desconectar).

Pero ojo, que como decía Alejandro Sanz «no solo de pan vive el hombre» y no solo en la playa vas a poder lucir el bolso.

Si no terminaba de convencerte la idea de llevártelo para pisar asfalto, toma nota de lo bien que acompaña a las camisas o tacones en estilismos más urbanos.

Puede que el límite de capacidad lo pongan sus pocos centímetros cuadrados, pero el límite en los estilismos lo pones tú donde quieras.

v. Parisian vibes 🐚🐚 #parisianlifestyle

A post shared by Danielle Alexandra (@infashionflare) on

A ti, que eres una mujer con prisa

Soy una mujer con prisa. Creo que exceptuando el momento que nací, que llegué puntual como un reloj, he ido por la vida al galope.

EN FORMA, GUÍA DE ESTILO Y PIEL PERFECTA PARA CHICAS CON PRISAS. MIS HIJOS.

La prisa es algo que llevo tan dentro que incluso cuando voy por la calle con una amiga, me suelta la frase de «¿Pero por qué vas tan rápido? ¿Tenemos prisa?» ¿Yo? Siempre.

Soy la típica que se levanta a toda prisa, engulle el desayuno en pocos minutos, se pinta la raya del ojo más rápida que un Ferrari (también suelo dejar marca negra muchas veces en esa pista que es mi cara) y salgo corriendo a donde sea.

Es por eso que, cuando Laura Arcagni, de Zenith (Grupo Planeta) me escribió para proponerme escribir un libro de belleza para chicas con prisas, supe que había dado con la persona ideal.

Además el libro iba a estar ilustrado por la ilustre Georgina Gerónimo, a la que tuve el placer de entrevistar hace 10 millones de años, cuando los dinosaurios caminaban por la Tierra y no conocíamos los labiales mates.

Lo de Gina y yo fue como lo que pasa en las películas, solo que sin música de fondo y con 2.000 kilómetros entre una y otra (alguno menos que ella está en Barcelona).

Con ella en una punta de España y yo en la otra de Italia, nos pusimos de acuerdo para crear el primer espécimen. De hecho, el libro fue escrito aprisa y corriendo. Entre las clases de mi master y el blog de 20 Minutos, el texto fue formándose entre viajes en tranvía y momentos de cardio en la bici elíptica de mi gimnasio de Milán.

Cuando di a luz a ese bebé, como buena madre primeriza estaba agobiada, feliz e histérica, pero Laura me metió más prisa con otros dos libros: uno de estilo y otro de ponerse en forma que casi casi necesitaba para ayer.

Gina se convirtió en una hermana de batalla contra la prisa mientras que Laura era como esa tía soltera de la familia que siempre te da apoyo y te tranquiliza cuando las cosas se ponen feas.

Aún así nosotras nos sentíamos con el agua al cuello, porque como buenas chicas con prisa millennials, estábamos a los libros y a ochenta cosas más. Estábamos a los libros, a los trabajos, al verano, a los novios, a los amigos, a la familia, a las series, a dormir ocho horas, a comer sano… (vale, igual a las dos últimas no tanto).

No había nada más confortante que quedarme en casa un sábado escribiendo y mandarle un mensaje a Gina de «Estoy escribiendo. Soy una pringada» y recibir un «Yo también». Aquello era amor.

Sus dibujos, mi texto… La cosa funcionaba tocara el libro que tocara. Éramos el Pitbull y Enrique Iglesias de la Literatura (solo que las dos con pelazo).

Hemos escrito trucos para hacer la maleta (y que te sobre espacio), ideas para esos días de «No tengo nada que ponerme», recetas de mascarillas caseras (y baratas), ejercicios que puedes hacer mientras ves Sí quiero ese vestido… En definitiva, un montón de cositas interesantes que vale, no te van a solucionar la vida, pero te la van a hacer mucho más sencilla.

Así que, como salen hoy a la venta, he decidido hacer este post de «Yo he venido a hablar de mi(s) (tres) libro(s)» y a quedarme más ancha que larga.

Bueno, y a dar las gracias.

A Gina, que me ha cambiado la vida, no ya por los libros, sino por descubrirme una vida con sabor a helado de pistacho. Me siento afortunada de poder decir que cuento ahora con otra amiga (y que encima es famosa y me va a llevar a Hollywood cuando la inviten a los Oscars). A Laura, que ha sido nuestra maestra Jedi. A Ángel, que me ayudó a escribir el libro en el coche de ‘En forma para chicas con prisas’ mientras recorríamos Portugal en nuestro viaje de este verano. A mis padres y a mi hermano, que me han animado desde el minuto que les dije que iba a escribir un libro y que no sabía ni por dónde empezar a escribir mi nombre. Al resto de mi familia que van a comprar el libro aunque les haya dicho por activa y por pasiva que yo se lo regalo. A mis amigas Ale y Stanich, mis casi hermanas que me han aguantado los audios de cinco minutos de WhatsApp en mis momentos de estrés. A los amigos, Alfonso y Gonzalo, con los que he cancelado planes por estar escribiendo (os lo compensaré en vuestras bodas con un regalo bonito del Ikea). Y a mis profesoras de Primaria que me hacían ir por las clases de «los mayores» leyendo mis redacciones. Menuda habéis liado entre todos. ¡Esto es culpa vuestra!

Los cauríes son para el verano

Mi romance con los cauríes empezó en los 2000, cuando estábamos inmersos en el furor de los collares de elefante o de concha gigante que llevábamos a modo de gargantilla.

FREEPEOPLE

El origen de las conchas daba un poco igual, ya podía ser del puesto de la playa del lugar al que habías ido a veranear con tus padres o de la tienda del todo a cien del barrio. Lo importante era la actitud con la que lo llevaras.

En mi caso, actitud era equivalente a llevar el cuello del polo bien abierto para que se viera que yo también lo tenía (y además con abalorios, que estaba menos visto).

El collar de cauríes del momento llevaba las conchas en línea y los culpables fueron los Backstreet Boys y otras estrellas de la década que nos hacían copiar la idea del accesorio gracias al póster que traía la revista Bravo.

Con los años, la concha cayó en el olvido de las tendencias hasta que me la volví a encontrar en la universidad. Llevada por algún amigo para ir a clase a juego con su camiseta de equipo de fútbol.

El toque veraniego tan molón estaba muy bien cuando se llevaba en su día (es decir, 10 años antes). Pero entre que se lo ponían para ir a clase en Madrid (y el mar queda un poco lejos) y que por mucho que les gustara el aire surfero, la única tabla de madera que conocían era donde vienen apoyadas las tapas que te traen para acompañar el tinto de verano, ha sido un accesorio prohibido los últimos años.

Sin embargo colecciones veraniegas como la de Versace, han conseguido que vuelva la explosión de formas marinas no solo en ropa sino en complementos y accesorios.

Son también los culpables de que haya vuelto a mi joyero de la adolescencia (ese en el que guardo el collar de elefante y la concha gigante) y busque mis gargantillas de caoríes para darles una segunda vida esta temporada.

¿Y tú? ¿Vuelves a caer esta temporada en las conchas playeras?