Archivo de agosto, 2016

Las 6 prendas que serán los básicos de la nueva temporada

Sí, tú también la has visto. No disimules que en rebajas has caído y terminaste comprando alguna cosita de los percheros de la nueva colección.

A mediados de agosto no podemos negar lo evidente. Ya nos lo decía Jon Snow: «Winter is coming» y por mucho que disfrutemos en la playa o en la piscina debemos empezar a pensar en lo que viene. Y lo que viene es una temporada otoñal cargada.

Si bien es verdad que no trae muchas novedades, viviremos un otoño 2016 en el que Harry Potter y las prendas icónicas vuelven y tendencias que aparecieron el año pasado se reafirman, lo cual es una buena noticia ya que casi todas guardamos alguna de estas en el armario:

El body no se queda en el buen tiempo sino que viene con nosotros, con manga, eso sí, para no morirnos de frío y dispuesto a aderezar faldas y vaqueros.

TALLY WEIJL

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La línea de cortar las camisetas al cuello sigue a lo largo del año y lo veremos este invierno alto y de forma redonda.

TALLY WEIJL

TALLY WEIJL

Las perneras de los petos crecen y serán otra prenda que continuará con nosotras una vez finalizado el estío. Para sacarlo en los días más fríos, un jersey de manga larga será la mejor alternativa a las camisetas.

JENNYFER

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El retorno más triunfal es, sin duda alguna, el de la bomber. Los cambios que trae son complementos como las pegatinas, flores o bordados que le dan un toque más informal.

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En 2015 llegó el lurex y no terminó de convencernos. ¿Me lo pongo con zapatillas y sudadera? ¿Es para llevar con tacones? Este año tendrá otra oportunidad y será uno de los tejidos estrella para el día y la noche.

La novedad del año es la apuesta por otro tejido que puede darnos más de un quebradero de cabeza: el tul. Sí, ese de las faldas de bailarina de cuando eras pequeña. 

Lo veremos como aplique en camisetas, faldas e incluso como protagonista de la prenda.

It's time for tulle! This is #newin #aw16 #trf Ref: 0881/282

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Mi consejo es que antes de que te líes a comprar, rebusques bien en el armario (o en el de tu madre o abuela en su defecto) porque seguro que alguna prenda reutilizable encuentras.

Las deportistas olímpicas no pueden estar gordas

(Porque, por lo visto, ser gorda es lo peor que te puede pasar en la vida)

¡Qué bien que han empezado los Juegos Olímpicos! No paro de ver como todos mis amigos de Facebook (muchos que nunca antes habían manifestado un interés especial por el deporte) comparten hasta el hastío noticias, fotos, vídeos, memes de los Juegos y, por supuesto, se felicitan cada vez que cae una medalla como si fueran ellos mismos los que hubieran pasado cuatro años de su vida trabajando para conseguirla.

Alexa Moreno. TWITTER

Alexa Moreno. TWITTER

No me malinterpretéis, me encanta que la mayor competición deportiva despierte en nosotros estos sentimientos de orgullo y que ahora, de repente, todos seamos Mireia Belmonte.

La pena es que ese objetivo olímpico que aboga por la paz y la unión entre todas las naciones del mundo no cale en todos los ámbitos y me encuentre titulares como Critican a una gimnasta mexicana por considerarla «gorda».

Otro ejemplo es el caso del periodista italiano Giuseppe Tassi, director del diario QS Quotidiano Sportivo, que tituló Il trio delle cicciotelle sfiora il miracolo olimpico a la noticia de la derrota del equipo italiano de Tiro con arco.

«El trío de las gorditas roza el milagro olímpico» se atrevió (porque sí, hay que atreverse para poner un titular de este estilo) a colocar Tassi en el diario. Aunque tras las críticas se disculpó diciendo que no pretendía herir a nadie ni discriminar, («Queríamos ser afectuosos» declaró), ha sido cesado de su puesto de director.

Porque las sensibilidades se hieren. Con todo la evolución que llevamos detrás que se siga utilizando la palabra «gorda» como peyorativo es algo vergonzoso.

Pero aún más preocupante es que nos encontremos en la pantalla a deportistas que han sacrificado tanto de su vida, que han luchado con uñas y dientes, que sueñan con esa oportunidad de hacer historia y solo veamos un cuerpo gordo, delgado, alto, bajo, o, en el caso de los rankings de «buenorros» de Rio 2016, guapos y feos.

Que yo sepa, y corregidme si me equivoco, los Juegos no son un certamen de belleza, sino que miden quién es el mejor en una modalidad deportiva.

A ver si el espíritu olímpico, y no hablo del de sentirse orgulloso de los logros, hablo de la superación personal, del deporte como virtud, del espíritu de equipo, de sacar lo mejor de uno mismo, se nos contagia un poquito y vemos con otros ojos a estos deportistas, que no hacen otra cosa más que perseguir su sueño.

El accesorio del verano que pasará de moda en septiembre

Recuerdo cuando hace años se llevaba el collar de la concha. Esa redonda de nácar que se puso tan de moda en los 2000 y que hacía juego con nuestras camisetas de El Niño.

Cuanto más grande fuera la concha mejor. Además, cuando nos cansábamos, lo alternábamos con el collar del elefante de marfil, otro que también vivió sus años mozos.

L E S I R E N E U S E. The most magical place I've ever seen. #VsVivaItaly #positano

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Ambas se colgaban en una gargantilla que llevábamos las 24 horas del día. Y los pendientes de bolitas tampoco podían faltar.

Y es que en verano hay un accesorio que se convierte en el básico imprescindible. Lo fueron estos collares o las pulseras de Sara Carbonero, esas de tela que se llevaban de 15 en 15 en cada brazo.

Este verano, si aún no estamos seguros de si el hit musical lo conseguirá Enrique Iglesias o Álvaro Soler, del accesorio podemos estar seguros: el collar de media luna invertida.

A lo largo y ancho del globo famosas, famosillas y famosetas han sucumbido al encanto boho chic del collar de media luna en marfil o en metalizados.

Puede que te parezca bonito, pero si quieres sumarte a la tendencia recuerda que, como los otros accesorios, tiene fecha de caducidad. Y no está muy lejos.

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Los botines también son para el verano

No, no me he vuelto loca con las temperaturas. Los botines se han convertido en un calzado veraniego más junto a nuestras sandalias.

Sé que es una locura hablar de botines en agosto, sobre todo teniendo en cuenta que un día cualquiera en Madrid a las 6 de la tarde nos da calor hasta la suela de las chanclas.

Los botines llegaron al estío inocentemente como quien no quiere la cosa. «No, no, nosotros solo pasamos por aquí, no hemos venido a quedarnos» decían para disimular. Luego nos hicieron la de Napoleón y se han instalado toda la temporada.

Vale que dan un aire bohemio a cualquier conjunto, pero dado que van a hacer sudar más los pies que unas botas de lluvia, lo mejor es que los dejemos para las tardes/noches.

Si quieres apuntarte a la tendencia pero no acabas de ver claro esto de llevar tus botines de invierno en el estío veraniego, puedes optar por los botines abiertos.

Los botines abiertos son esa criatura híbrida que solo puedes ponerte cuando no hace tanto frío como para resfriarte yendo con el pie al aire pero tampoco tanto calor como para que se derrita el pie por llevar parte cubierto.

De todas formas, con la inmensa variedad que tenemos de chanclas, sandalias, sneakers, bailarinas, etc, ¿a quién se le ocurre esto de rescata las botas? Las mías os puedo asegurar que seguirán esperando el frío en mi armario.

#MiVelloMisNormas

Me faltaban huevos. Lo admito sin ningún tipo de problema porque es la verdad, me faltaban huevos.

Llevo depilándome desde secundaria haciéndome la cera facial, las axilas y las piernas a lo que, más adelante, se unieron las ingles y la zona del pubis. Y con cera.

Cada banda que arrancaba dolía muchas veces hasta el punto de hacerme llorar, pero, tonta de mí, siempre prefería eso al tontaina de turno diciéndome que me depilara.

Porque casi siempre son los tontainas de turno (que muchas veces son los tontainas más peludos) los que nos recriminan el vello que llevamos sobre el cuerpo.

Ya no solo os hablo de amigos o novios, recuerdo el caso concreto de un primo mío más mayor que, una vez en la piscina, me llamó la atención de la fina hilerita de pelos que subían hasta mi ombligo.

«En verano que son rubitos pase, pero eso luego hay que depilarlo«.

Hay. Que. Depilarlo. Como si estuviéramos obligadas. Pero así me sentía siempre hasta que decidí darme un tiempo con la cera.

Porque, aquí entre tú y yo, depilarse es una JODIENDA. Duele, es caro y tienes que dedicarle un tiempo precioso para que luego vuelvan a salir pelos igual.

Ninguna mujer se depila por placer o por lo divertido que le resulta. Se depilará por otras cosas, pero para pasar un buen rato ya te digo yo que no.

Por eso, el colectivo feminista Amatista ha lanzado una campaña con el hastag #MiVelloMisNormas reivindicando que cada mujer haga con el suyo propio lo que le de la santa gana, desde eliminar y erradicar con láser cada folículo piloso hasta vivir cubierta por una capa de pelo a lo nutria marina, considerando la depilación una elección y no una obligación.

Como era de esperar, además de una gran respuesta positiva por parte de mujeres que se han unido a la causa y han roto relación con las cuchillas mientras abrazaban el vello, un sinfín de (en su mayoría) hombres han saltado diciendo que aquello de la depilación era una cuestión de higiene y que así no nos iban a tocar ni con un palo.

Pues bien, diré dos cosas: el pelo ES higiénico, lo que no es higiénico es no ducharse, pero es igual que el de la cabeza. Y en segundo lugar JAMÁS en la vida me ha pasado de quedarme en bragas y que me dijeran «Ah no, si tienes pelo yo paso«.

Así que siéntete libre de hacer lo que quieras. Déjalo, córtalo, dale forma, alísalo, tíñelo o elimínalo de manera definitiva, pero que, hagas lo que hagas, lo decidas siempre TÚ.

Lo que las españolas deberíamos aprender de las italianas

Tetas operadas, implantes en el culo, pestañas postizas, extensiones… No, no estoy definiendo a las bailarinas de un club de striptease sino a las protagonistas de un reality show español, Gandía Shore (o Super Shore que es el Gandía Shore 2.0), uno de los tantos de la saga de «Shores» de MTV.

SAGA SHORE #JerseyShore #GeordieShore #GandiaShore #AcaShore #SuperShore #SHORE4ever

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Y me diréis «Pero Mara, es la tele. Las mujeres en la vida real no son así«. Queridos incrédulos os reto a que vayáis una noche a una discoteca madrileña como Opium o Gabana, hay chicas que llevan más silicona que toda la sección de moldes de cocina de Ikea.

Que entiendo que este tipo de formatos beben de la estética del éxito del primero, en este caso Jersey Shore, el primer programa en el que comprendimos que una mujer era totalmente diferente con y sin maquillaje.

El caso es que una de las concursantes de Super Shore, Elettra Lamborghini, la italiana, era la única que no solo mantenía sus atributos naturales (y no solo os hablo de curvas, también me refiero a que tenía tripita y estaba tan contenta) sino que no precisaba de complementos como maquillaje, pelo postizo y demás.

Quizás era una excepción, pensaba. Pero este verano comencé a ver otro reality (este en italiano, para aprender el idioma), Temptation Island en el que seis parejas italianas comprometidas desde hacía tiempo vivían separadas durante 21 días en una villa llena de solteros y solteras tentadores.

Las seis novias italianas, a lo máximo, llevaban uñas de gel, por lo demás se pasaron el programa con el moño de estudiar y, como mucho, acudían a las galas con vestidos algo más elegantes pero siempre con sandalias o botines de verano (a los que debo dedicarles un post aparte).

Es decir, eran chicas normales, como tú que lees esto o como yo.

Después de un mes aquí, viviendo el día y viéndolas tanto de tarde como saliendo por la noche diría que las italianas se maquillan menos, pero es mucho más que eso. Las italianas se esconden menos, no necesitan ocultarse detrás de postizos y complementos. Vale que son las primeras que sacan el vestidazo a paseo, pero lo hacen luciendo un escote natural y, si eso, un poco de colorete a juego.

Ser siempre una misma ya sea en el día a día como saliendo de fiesta como en una gala de la tele parece siempre la prioridad de nuestras vecinas mediterráneas. Y digo yo que podríamos aprender un poquito de ellas.

De iglesias, turistas, ropa y respeto

En verano soy guiri como la que más y dejo que la comodidad, al tener que pasar varias horas andando, sea lo que prime en mis estilismos.

Es por eso que la mochila de mi fin de semana veneciano veraniego estaba compuesta de los tres conjuntos de ropa más corta y fresca del armario.

Venecia, en esta época del año, es como cuando dejas el agua caliente de la ducha abierta y esperas un rato fuera. Una ciudad de vapor que se recorre a través del calor asfixiante (y humano) que te hace sudar como un pollo.

Por eso cada vez que entraba a una iglesia miraba de un lado a otro esperando que me llamaran la atención teniendo en cuenta mi experiencia de hace unos años en el Vaticano.

Mis temores se confirmaron en la Basílica de San Marcos. El hombre de la entrada me dijo que sería mejor si me tapaba con una bufanda.

Le dejé claro que no llevaba nada con lo que cubrirme y menos una bufanda a día 31 de julio. Así que iba dispuesta a entrar cuando un señor veneciano me increpó a voces en la misma puerta de la Basílica que me tapara mis impudorosos hombros y piernas con dos especies de manteles marrones de fibra que vendía al precio de un euro cada uno, que sino no podía entrar.

Mientras la mayoría de las mujeres (y algún hombre) lo llevaban a modo de fular o capa, yo me hice una especie de conjunto para poder entrar.

Morir de calor, definición gráfica.

Morir de calor (pero con estilo), definición gráfica.

No solo moría de calor por la dichosa fibra a cada paso que daba, sino que muchas personas dentro de la Basílica llevaban las mismas partes del cuerpo sin tapar y nadie les decía nada.

De aquello saqué dos conclusiones: en primer lugar, los venecianos son unos mercaderes natos y hasta de algo como taparse los hombros en un lugar religioso hacen negocio ya que, en mi opinión, si tan importante fuera que todo el mundo se cubriera, facilitarían esos manteles plásticos de manera gratuita.

En segundo lugar, de lo curioso que me resulta que enseñar piel (piel de los hombros y las piernas, no piel de otras zonas) sea considerado una falta de respeto pero que, en cambio, personas con el móvil jugando con aplicaciones sentadas en los bancos, haciéndose selfies formando el símbolo de la victoria o incluso personas tocando las tallas de madera centenarias, no sean recriminadas.

No creo que sea porque no son consideradas faltas de respeto sino porque todavía no han encontrado forma de monetizarlas. Pero tiempo al tiempo.

Por detrás tampoco quedaba mal

Por detrás tampoco quedaba mal.