Resiliencia. Capítulo 15: Tú tienes la culpa

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas
Capítulo 13: Hacer sangre
Capítulo 14: Madrid me mata

Capítulo 15: Tú tienes la culpa

Desde que habían empezado a salir, Mia no había oído  al chico hablar apenas de su grupo de rock. Andrés argumentaba que aquello era algo que hacía con sus amigos por diversión y que, últimamente, no había ratos más llenos de ella que los que pasaba con la chica. Mia hacía como que se creía la excusa, cuando sabía que lo que no quería Andrés era un motivo para dejarla sola, fuera de su estrecha vigilancia.

Fue por eso por lo que le sorprendió que el chico la invitara aquel fin de semana a un concierto que iban a dar en un local de su antiguo barrio en Getafe. La petición de Andrés había sido urgente, «Necesito que estés ahí, caramelo», por lo que Mia aceptó a regañadientes pensando en la cercanía de sus exámenes de junio y en lo atrasada que iba con el temario desde que tenía que dedicarle las tardes al bufete de abogados.

No había entrado al local y ya se sentía fuera de lugar. Inés se había negado a acompañarla haciendo gala de una compromiso con sus estudios que le había faltado a ella, por lo que no le había quedado otra que ir sola. La mayoría de los asistentes se conocían entre ellos y habían formado un tapón en la entrada del local. Mia atravesó a la gente como pudo y se apresuró para coger sitio en un lateral apartado del escenario. El poder de convocatoria del grupo era algo incuestionable. El público estaba formado por gente de todas las edades, desde chicas con pinta de recién llegadas a los dieciocho hasta alguno rondando los cincuenta, que o bien era un amante del rock, o era padre de alguno de los integrantes.

La mirada de Mia vagaba recorriendo cada esquina del local hasta que se topó con unas chicas que la miraban fijamente. Una de ellas, la más bajita, la observaba con gesto hosco. No entendía a qué venía esa hostilidad cuando no la conocía de nada. Estaba a punto de escribir a Andrés cuando las luces se atenuaron y los primeros acordes de Sweet Child of Mine llenaron el poco espacio que quedaba en la sala. Andrés, en el centro del escenario, era el Axl Rose de su banda. Mia, que hasta ese momento no le había escuchado cantar, se quedó anonadada.

El chico escalaba por las notas con una facilidad innata mientras sus manos recorrían el mástil de la guitarra incansablemente, con una pasión que casi le hacía tener envidia de que fuera el instrumento y no su cuerpo lo que se encontrara entre sus manos. Después de Guns´n Roses llegaron Bon Jovi, Led Zeppelin, Kiss, Nirvana y hasta los Rolling Stones. Mia se dejó llevar por la música mientras sacudía la cabeza y se dejaba embriagar con los ojos cerrados. En aquel momento apenas recordaba que estaba sola, solo podía pensar en lo que le gustaba la música acompañada de la voz de Andrés. Cuando la banda se tomó unos minutos de descanso lamentó que el espectáculo parara.

-Eres la nueva novia de Andrés, ¿no?- La chica bajita que no le había quitado ojo al entrar se encontraba pegada a ella. Su tono de voz no le agradó lo más mínimo, además de que la consideraba una maleducada por hablarle así sin tan siquiera conocerse. Mia bajó la cabeza para mirarla a los ojos mientras le contestaba.

-¿Y a ti qué más te da?

-A mi me da igual, pero deberías saber que te la está pegando conmigo.

Mia se quedó muda mientras sentía que el suelo desaparecía bajo sus pies. Aquello le resultaba no difícil, sino prácticamente imposible de creer. Aún incrédula observó cómo la chica se sacaba un móvil del bolsillo y le enseñaba una foto de Andrés de espaldas cogiendo su cazadora del suelo. La fecha no engañaba, aquello había pasado hace dos días.

-No te preocupes. Os pasa a todas. Os dice que lo vuestro es algo especial que ha planeado el universo y después viene a verme por las tardes.

Mia la miró con repulsión mientras una parte de ella se negaba a creerla.

-Serás muy guapa y todo lo que tú quieras, pero de poco te sirve si busca en otras camas lo que no le das en la tuya. Y por cierto, disfruta de Across the Universe, es la canción que siempre os dedica a todas cuando el concierto va a acabar.

Dicho eso, se alejó con suficiencia dejando a su espalda el mismo resultado que si hubiera lanzado una bomba atómica. Mia se encontraba desencajada cuando Andrés salió del camerino para preguntarle si le estaba gustando el espectáculo.

-Todo genial hasta que esa enana ha venido a decirme que es la otra.- Andrés miró hacia donde Mia señalaba y se echó a reír a carcajadas.

-Mia, esa es Miriam, mi ex novia.

-¿Y qué hace aquí?

-La ha invitado el batería. Ha estado un rato en el camerino cotilleando lo que íbamos a cantar durante el concierto. No sé qué más te habrá dicho pero hazme caso, no puedes creer de ella una sola palabra. Miente más que habla. Apuesto a que te ha dicho que estamos juntos.

-Me ha enseñado una foto de hace dos días en la que sales vistiéndote.

-Fui a su casa a por las cosas que me faltaban, no te dije nada porque no quería preocuparte. Confía en mí, entre Miriam y yo no hay nada. Está rabiosa porque rompí con ella cuando tenía las miras puestas en el altar.

-¿Ya tenía en mente que os casarais? Pero, ¿cuántos años tiene?

-Los que yo, 28.

-Joder, pues es un poco mayorcita para hacer estas cosas.

-Miriam es capaz de hacer o decir lo que sea con tal de hacer daño. Es una amargada y de la gente amargada solo salen cosas malas.

-Ya decía yo que tenía cara de hija de puta- dijo Mia mientras se relajaba. Por un momento hasta sintió pena de que una mujer que casi rondaba la treintena se hubiera rebajado tanto. Pensó hasta en contestarla, pero le parecía degradarse y entrar en un juego en el que se veía demasiado madura como para formar parte. Andrés se despidió de ella y corrió de nuevo al escenario.

Su visita había servido para liberar tensiones y Mia se sintió hasta tentada de lanzarle una sonrisa a la ex novia de Andrés, que seguía mirándola fijamente. Pero, ¿para qué? Se encontraba disfrutando de algunas de sus canciones favoritas de la boca de su novio. No necesitaba más. Había aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas y a exprimirlas al máximo. Era feliz sin más. Y nadie, y menos una amargada con cara de mala uva, iba a cambiarlo.

Cuando ya se aproximaban al final del concierto, Andrés esperó a que terminaran los aplausos del último tema.

-Me gustaría dedicar la última canción a la persona más especial que he tenido la suerte de encontrar en mi vida. No decidimos de quién nos enamoramos, pero decidimos qué camino tomar para poder estar con esa persona. El nuestro no ha sido fácil, pero no cambiaría ni un solo paso. Por ti, Mia, que lo único que quiero, es que lo seas hasta el fin de mis días.

Andrés tomó asiento en una banqueta y rasgando con delicadeza las cuerdas de la guitarra empezó a cantar aquel tema que poco tiempo antes, había sido una excusa para dejar en manos del azar, si volvían o no a encontrarse. Mia notó cómo se le erizaba cada pelo de la piel según Andrés cantaba. No sabía si era su voz, el escenario o que todo el mundo parecía igual de ensimismado que ella, pero el chico le parecía mágico.

Un golpecito en el hombro le hizo volver a la realidad. Un chico más o menos de su edad se encontraba frente a ella sonriéndola.

-¿Qué tal? Soy…- el chico se presentó dándole dos besos mientras Mia trataba de ocultar su enfado porque la hubieran interrumpido en plena canción-. No quiero molestarte, solo quería dejarte mi número. Te llevo viendo un rato y bueno… Me gustaría conocerte algo más, así que si quieres háblame por ahí.

El chico parecía bastante cortado por lo que Mia cogió el número y lo tiró al suelo nada más ver que se giraba y volvía con sus amigos. Afortunadamente aún quedaba un poco de canción, por lo que pudo disfrutar por unos instantes más de la voz de Andrés. Cuando el chico acabó, aplaudió con ganas. Nada podría empañar aquella noche tan perfecta.

-¿Se puede saber qué hacías cogiendo el número de ese tío?

Andrés no había dejado ni que Mia le saludara para empezar a increparla en el propio escenario.

-Nada más cogerlo lo he tirado.- se justificó ella presintiendo que se avecinaba tormenta. Qué breve había sido la calma. El chico la agarró y la sacó a través del camerino por la puerta de atrás del local. Una vez fuera sin soltarla le sacudió del brazo

-No es que lo tires, es el hecho de que se lo cojas dando a entender que estás interesada.-Andrés empezaba a alzar la voz por momentos. Mia intentó soltarse, pero el chico no tenía intención de dejar de hacer fuerza.

-Lo he cogido para no hacerle sentir mal rechazándole. Era tan fácil como luego tirar el número.

-Pues yo no te he visto tirarlo. ¡De hecho me juego lo que quieras a que te lo has guardado para hablarle más tarde!

-Estás flipando. Te estoy diciendo que no me lo he guardado, lo he tirado al suelo.

-¿Ah sí? Pues venga, vamos a buscarlo, así me demostrarás que dices la verdad.

-¡No!- por primera vez Mia se negó enfrentándose a él- ¡Andrés, estás paranoico! Tienes que parar, me estás montando un numerazo por nada.

-¿Por nada? ¿Te meten fichas en mi cara, no haces nada para cortarlo y soy yo el que monta un número por nada?

El chico alzó el brazo y Mia se pegó contra la pared del local. Era imposible que Andrés fuera a golpearla. Aquello no podía estar pasando, pensó mientras cerraba los ojos con fuerza. Andrés pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo y bajó el brazo.

-No te voy a pegar, porque te quiero demasiado- Mia suspiró tranquila y volvió a abrirlos-. Pero me voy a pegar a mí, necesito sacarme esta rabia.

Mia incrédula vio como su novio empezaba a darse puñetazos en la cara sin parar. Le parecía una situación tan surrealista que casi se preguntó si no estaría en una pesadilla. Pidiéndole a gritos que parará observó impotente como Andrés seguía hundiendo sin cesar el puño en su mandíbula.

Mia se dejó resbalar por la pared y se abrazó las rodillas hundiendo la cara entre las piernas. Andrés paró y alzó la cara de la chica para que le mirara a los ojos. Por la boca le resbalaban varios hilos rojos que goteaban por su cuello manchando su camiseta. Andrés escupió algo al suelo. En medio de la sangre se encontraba una muela.

-Tú tienes la culpa de esto.

TUMBLR

MortsVivents. TUMBLR

 

 

 

 

1 comentario

  1. Dice ser rubenof

    ese tio esta muy mal de la cabeza!

    02 mayo 2016 | 03:14

Los comentarios están cerrados.