Archivo de abril, 2016

Mamá, voy a hacerme un nuevo tatuaje

Sí, sé que sería el tercero. Pero no me voy a arrepentir.

(Casualidades del aleatorio, suena Ink de Coldplay mientras escribo esto. Para quienes les guste leer con música.)

TUMBLR

Tatuarse es solo una forma dérmica de expresión. TUMBLR

Ya sé que te gusta mi espalda con la piel «limpia» como dices tú. Pero créeme, marcarla con un poco de tinta no va a convertirla en algo sucio.

Ya sé que te da miedo que no me contraten por tener tatuajes. No tienes que preocuparte. Hoy en día, llevar tatuajes no convierte al portador en delincuente ni en mala persona. Hoy en día, vas por la oficina, y tu propia jefa te sorprende con una filigrana de tinta en la muñeca. Acuérdate sino de aquel desfile en el que las modelos llevaban desde una mariposa en el pie hasta una cruz en la espalda.

Mamá, no espero que compartas algo que nunca has probado en ti misma porque no conoces la sensación previa a tatuarse. A esperar. A saber que tienes algo en un papel que te va a acompañar siempre. No espero que comprendas los nervios en la boca del estómago poco antes de que te llegue el turno por primera vez. El tatuador pone una nueva aguja humedeciéndola en tinta y el pulso te retumba en las orejas. Cuando te alcanza la punta, la sensación es indescriptible. Dolorosa y placentera a partes iguales. Desde ese momento te declaras sadomasoquista de la tinta y del zumbido mecánico que lo acompaña.

No creo que entiendas que yo, que amo la palabra escrita, me convertí en el lienzo de algo que siempre iba a llevar puesto. Al igual que tampoco sabes lo que es deslizar los labios por un cuerpo que cuenta a través de ellos su historia y, en ocasiones, un tatuaje en el pecho (o en cualquier otro lugar que se vea), puede ser incluso más íntimo que lo que te espere bajo unos pantalones.

Mamá, sé que te da miedo que me canse. Que como dices tú, la vida da muchas vueltas, y lo que hoy nos encanta, mañana puede aburrirnos o incluso podemos llegar a despreciarlo (mi experiencia con la paella es una buena prueba de ello).

¿Cómo explicarte que un tatuaje no funciona así? ¿Cómo hacerte entender que en el momento en el que te pintan pasa de ser algo que solo existía en tu cabeza, que era una idea, a algo tan tuyo como un brazo o una pierna?

Bien es cierto que, al principio, si está en un sitio visible, los ojos se van a él. Ahí está. En ti. Pero pasa de ser una novedad a algo en lo que terminas por ni reparar.

Quiero hacerme un tatuaje porque cuando empiezas con la tinta es verdad que vivirás siempre con la sensación de querer más. Porque cada retazo es una historia. No me preguntes qué significa o a qué viene, es lo más indiscreto que puedes preguntarle a alguien que se ha tatuado. Lo lleva y punto. Las razones para tatuarse son inescrutables.

Es igual de válido el dibujo de aquella que lleva las fechas de nacimiento de sus hijos, la inicial de su abuela ya fallecida o quien se hizo un personaje de los Simpsons.

No importa el significado o el motivo, porque muchos ni lo necesitan. Se tiene y ya está, no hay nada más que cuestionarse. Puede gustarte más o menos, pero no puedes cambiarlo. Es como cuando conoces a una persona. Si te gusta lo suficiente, la aceptarás y querrás tal cual es, pero no podrás modificarla.

Hay algo que no te conté aquel día en la cocina, cuando hablamos de mi futura espalda tatuada. Los tatuajes enseñan. Me hacen saber que soy finita, que mi cuerpo es algo momentáneo que cambiará con el tiempo, pero que durante ese tiempo, es mío y puedo convertirlo en lo que quiera. Puedo expresarme a través de él con la sonrisa que tanto te gusta que ponga cuando salgo en las fotos, con la ropa que vive amontonada por el suelo de mi cuarto y con lo que cuenta en silencio una vez me la quito.

Al igual que se puede ver la cicatriz de cuando me caí hace dos veranos o las zonas donde el sol nunca ha aterrizado, mi cuerpo cuenta que creo en el azar positivo y en la conexión estelar que existe entre los miembros de mi familia. Espero que pronto cuente otras cosas y que quieras de la misma manera mi espalda, ya esté o no tatuada, por ser precisamente yo quien la carga.

Quizás. TUMBLR

TUMBLR

¿Te imaginas a una ‘fashion blogger’ comprando en el mercadillo?

Si tuviera que clasifica la ropa de mi armario según en qué sitio la he comprado, más del 50% pertenecería a Primark.

Pero ahí no acaba la cosa. Las prendas de marca, o que no provengan de tiendas low cost, en mi armario se pueden contar con los dedos de la mano (y la mayoría de ellas son heredadas).

Os preguntaréis a qué viene esta reflexión. Cuando me hice la cuenta de Instagram del blog (@maravisteycalza) uno de los consejos que leí para triunfar como instagramer de moda era etiquetar a las tiendas en las que hubieras comprado la ropa. De modo que pude comprobar como aquellas bloggers con miles y miles de seguidores etiquetaban hasta el más mínimo detalle de lo que vestían: desde sus pendientes de Aristocrazy hasta sus bragas de Calvin Klein. De locos.

Dos pijas peleando por ropa de Alexander Wang. GREGORYPUY.FR

Dos pijas peleando por ropa de Alexander Wang. GREGORYPUOY.FR

En esos momentos pensé que lo tenía bastante complicado con aquello de triunfar etiquetando marcas. Sin ir más lejos, lo que llevaba puesto ese día era del mercadillo.

Pero ojo, no de un mercadillo cualquiera, sino del mercadillo de Valença. Uno en el que, como buena clienta, voy religiosamente cada vez que subo a Galicia. Feria en la que encuentras puestos de zapatos al lado de otro en el que te venden gallinas. Lo mismo sales con pollos de corral que con un par de camisetas o un queso de tetilla.

Que yo sepa, la feriante portuguesa no tiene Instagram de su puesto, que si no, sería etiquetada en la mayoría de mis fotos.

Y aunque no os lo creáis, en ese mercadillo he visto cosas mil veces más bonitas (y de mejor calidad) que en gran parte de los estantes de cualquier Zara de Madrid. ¿Que por qué lo sé? Porque yo no revuelvo en los montones de ropa, yo saco la escafandra y buceo hasta dar con algo que me guste arrollando por delante a quién haga falta e incluso quitando alguna prenda de las manos de una clienta despistada. Soy pura maldad cuando estoy en un mercadillo o de rebajas.

Otra de mis tiendas básicas e imprescindibles es el chino de mi barrio, al que tampoco puedo etiquetar en Instagram (nota mental: proponerles que se creen cuenta).

Como lo leéis, la ropa que más me pongo para ir arreglada es posiblemente, la de ese chino (mi vestido para la Gala 20 Blogs es el último ejemplo). En primer lugar tiene anchuras que favorecen mi fisionomía. Porque me parece muy bien que se lleve ahora lo oversize, pero como tengas un poco de cadera ya te queda ajustado de aquí, suelto de allá y te acabas sintiendo como un guiñapo. En segundo lugar, y más importante, porque es barata.

Porque sí, ser fashion blogger sale muy caro. No para mí, que ya veis que gasto el mínimo imprescindible en renovar mi armario, pero pienso en todas aquellas que tienen que estar comprándose modelitos cada dos por tres (aunque luego los revendan en Chicfy o cualquiera de esas webs).

Afortunadamente, mi chino de confianza tiene unos precios no tirados, pero sí acordes al material con el que está hecho la prenda, es decir, la fibra típica que sabes que si te acercas un poco a un mechero vas a salir ardiendo. Esa.

Pero ojo, que no ya mi chino sino que, si os fijáis, todas las tiendas están haciendo lo mismo y reduciendo costes de los materiales para confeccionar prendas.

Espalda de una de mis últimas compras en el chino. MARA MARIÑO

Espalda de una de mis últimas compras en el chino. MARA MARIÑO

Yo me limito a comprarlas por lo que, a mi parecer, valen realmente aunque no tengan la etiqueta de ‘Zara’ o ‘Mango’ en ellas.

Me considero fashion blogger de segunda mano porque, como os comentaba al principio, otra parte de mi armario la forma ropa que no es mía, todas esas camisetas de ex novios que empezaba a ponerme en casa de ellos de vez en cuando y que de tanto usarla acababan por regalármela, jerséis gigantescos de mi padre que ya no usa (y que si usa, al formar parte de mi armario, para su pesar, deja de usar) y alguna que otra prenda aleatoria vintage que le expropio a mi madre según vengan las tendencias (la última un saltacamas que como corpiño, da el pego).

Habrá quien opine que todo esto me convierte en una bloguera de pacotilla, en una Chiara Feragni del cutrerío, pero ¿desde cuándo hay que dejarse tanto dinero para ir bien vestido? La moda, aunque muchos no lo conciban de la misma manera, no es una cuestión de poderío, sino de creatividad, de imaginación, de saber combinar y de tener nuestro propio estilo.

Así que Mara Viste y Calza…de mercadillo.

Madrid Beauty Days: la feria de la belleza antinatural

Este fin de semana tuvo lugar en el Centro de Convenciones Norte de Ifema los Madrid Beauty Days, una feria definida por el propio Ifema como «el parque temático de la belleza». Más de setenta firmas de cosmética dedicadas al cuidado y a la imagen personal.

Cirugía Plástica. DRSAADARTI.COM

Cirugía Plástica. DRSAADARTI.COM

Dicho así puede resultar hasta agobiante para personas que, como yo, le dedican a la imagen el tiempo mínimo imprescindible.

Más que una feria, Madrid Beauty Days parecía un centro estético gigante. En cualquier sitio y separadas por unos metros encontrabas mujeres haciéndose la manicura, poniéndose cejas, bronceándose…y todo en tiempo récord.

Con deciros que al poco de llegar ya me había tocado una sesión gratis de depilación láser de ingles o medias piernas en un sorteo, os lo digo todo.
«Si pasas a dónde está mi compañera, te damos cita» me dijo una de las azafatas de Pelostop. Aquello iba con una rapidez que no me habría sorprendido que se hubiera sacado una máquina de debajo del mostrador y me depilara ahí mismo.

En el siguiente puesto, de una clínica estética, podías entrar en un sorteo de aumento de labios, tratamiento de botox, de eliminación de manchas, cicatrices o estrías. La chica me preguntó cuál de aquellos maravillosos tratamientos quería ganar.

«¿Sinceramente? Ninguno» pensé en mis estrías, que no solo me gustan, sino que me encantan esas líneas de tigre que me surcan las caderas. Pensé en mis cicatrices de la pierna, fruto de intervenciones que me recordaban lo fuerte que me había sentido por pasar dos veces por quirófano con apenas 18 años. Y como no me interesaba ninguno de ellos marqué «manchas» por inercia, por si podía apañarle a alguna mujer de mi familia que ya había oído quejándose del tema.

El parque temático de la belleza no tenía montañas rusas, pero, si querías, podías ponerte cejas o doblar el tamaño de tus pestañas hasta convertirlas en algo más frondoso que una selva tropical. Además de tratamientos podías adquirir todo tipo de productos: desde un ‘cubrecanas’ que tenía la forma de una maquinilla de afeitar hasta un guante depilador con cristales de silicio.

Y si no comprabas, había cosas que podías llevarte puestas. Tras dos horas recorriendo el Centro de Convenciones Norte sin más luz que la de los halógenos, me fui con un tono más de moreno después de probar un autobronceador orgánico que me aplicaron en la cara y el cuello con un spray.

Al salir, mi acompañante, con los brazos depilados y yo, con la cara de un moreno que habría pasado por playero, comentó acertadamente: “¿Te das cuenta que lo llaman la feria de la belleza y todo lo que hacen es cambiarte?”

Moraleja de los Madrid Beauty Days: solo quitándote pelos, poniéndote pestañas, bronceándote, rellenándote los labios o cubriéndote las canas eres guapa. Señores de Ifema, la feria de aceptarse a una misma, ¿cuándo y dónde decís que era? Creo que el año que viene iré a esa.

Resiliencia. Capítulo 14: Madrid me mata

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas
Capítulo 13: Hacer sangre

Capítulo 14: Madrid me mata

Aunque las heridas de la mano no habían tardado en cicatrizarle, todavía le seguía tirando la piel cada vez que cerraba el puño. Sus manos, que siempre habían sido una de las partes favoritas de su anatomía, le recordaban  al chico cómo tenía que haberse puesto para lograr la atención de Mia. Si el único lenguaje que su novia entendía iba a ser ese, estaba dispuesto a llenarse de mil marcas más con tal de no perderla.

Había pasado una semana desde la conversación. Un intercambio de opiniones que se había saldado con su mano malherida, 250 euros para cambiar la ventanilla del coche y el acuerdo de ir todos los días a buscar a Mia en cuanto saliera del trabajo para dejarla en casa.

«Es por tu seguridad, a esas horas no me gusta que vuelvas sola. Además, así aprovecho y te veo» Andrés se lo había argumentado tan lógicamente que Mia no había encontrado nada que objetar. El chico la notaba mucho más dócil desde aquel día, algo que agradecía infinitamente. No solo había accedido a que fuera a buscarla sin poner una sola pega, sino que le había dado todas las contraseñas de sus redes sociales. «Si me las das me demostrarás que puedo confiar en ti» le aseguró él entonces. Andrés las llevaba conectadas en las aplicaciones de su propio móvil para enterarse al tiempo que ella, sino antes, de todas las notificaciones que le llegaran.

Fue así como descubrió que Fer intentaba contactar con Mia. Pese a haberle eliminado de Facebook, Twitter e Instagram, el chico le había mandado varios e-mails que Andrés, contínuamente pegado al móvil, solía borrar antes de que llegaran a los ojos de su novia.

Las palabras del último todavía rondaban su cabeza: «Nos unen años de amistad, de buenos y malos momentos. Siempre he estado ahí para ti y aunque no quieras nada conmigo, siempre voy a estar. Lo que no quiero es que por un beso me borres de tu vida, porque formas una parte importante de mí. Mañana, cuando salgas de la universidad, me acercaré a tu facultad para que hablemos de esto y, si no quieres verme, al menos, me lo dices a la cara. Si oigo de tu boca que nuestra amistad se ha terminado y que vas a ser más feliz sin tenerme cerca, ten por seguro que no vas a volver a saber nada de mí, pero lo haremos en persona como las personas adultas que somos.»

Andrés giraba sin parar el móvil entre sus dedos preguntándose cómo gestionar la situación. No dudaba que el chico hablara en serio en lo que a ver a Mia se refería, por lo que necesitaba hacerle cambiar de opinión al respecto.

Aunque su fecha de nacimiento y el de su novia formaban parte de la misma generación, algo separadas, eso sí, no lograba entender de dónde les venía a ella y a sus amigos la inquietud de dejar constancia en Internet en todo momento de lo que hacían o de dónde se encontraban. Precisamente, cuando él tenía su edad, que no había Internet en el móvil, sabían que cuando mejor se lo estaban pasando era cuando no estaban conectados en el Messenger, porque eso significaba que estaban haciendo algo más interesante que pasar el rato a la luz de una pantalla, que estaban viviendo. Definitivamente se le escapaba, pero había aprendido a sacar provecho de ello.

Apagó el motor de la moto y esperó en una de las callejuelas que cruzaban la calle de la Palma. Su pasión por la Movida Madrileña había hecho que se conociera aquel barrio como las líneas que cruzaban sus manos. Al ser jueves, y a esas horas de la madrugada, las calles se encontraban casi desiertas. Solo la música de un bar que soltaba el aforo tan de a pocos que parecían salir con gotero, daba algo de vida y movimiento a la calle. Los «juernes» universitarios le hacían el agosto a más de un pub en Malasaña cada semana.

Una hora después, la música cesaba definitivamente y los últimos rezagados abandonaban el local. Andrés pudo distinguir perfectamente a Fer junto a dos amigos, que eran los que le acompañaban en la foto que el chico había subido a su cuenta de Instagram añadiendo la etiqueta #Madridmemata, el nombre del local.

No, Madrid no iba a matarle. Al menos no aquella noche. Pero al día siguiente iba a desearlo, pensaba Andrés mientras les seguía a pie empujando la moto, procurando que nadie reparara en su presencia, y menos en la numeración de la matrícula.

Cuando los tres chicos subieron a un coche a Andrés le resultó más fácil continuar con la persecución. Por lo visto, Fer no era el propietario del vehículo, ya que fue el segundo en bajarse en un barrio residencial ocupado por gigantescas urbanizaciones. Aquello ponía las cosas mucho más fáciles.

Fer soltó una carcajada mientras cerraba la puerta del coche y se despedía alzando el brazo de su amigo, que abandonó la calle dejándola sin el abrigo de la luz de los faros. Andrés aparcó la moto y se bajo de un salto mientras corría silencioso tras el chico que buscaba las llaves. Sin pararse, se subió la braga que llevaba al cuello y soltó su brazo contra la cabeza de Fer que impactó contra el portal metálico. El chico emitió un gemido mientras las rodillas cedían bajo su propio peso. Andrés le agarró del cuello del jersey y empezó a propinarle puñetazos en la cara sistemáticamente sin pensar en nada. Aunque el ruido sordo de los golpes le reconfortaba no dejó que la rabia le pudiera y soltó al chico al rato. Fer se hizo una bola en el suelo magullado mientras su nariz emitía un sonido ronco al respirar sangre. Andrés le alzó una vez más. El chico rozaba casi la inconsciencia, por lo que no intentó apartar la cara. Tras un par de sacudidas logró que se espabilara y le prestara atención mientras escogía cuidadosamente sus palabras.

-Esto es solo una pequeña muestra de lo que te puede pasar si intentas volver a contactar con Mia. Vas a decir que te metiste en una pelea al llegar a tu casa tratando de separar a dos borrachos, porque como digas algo de esto, te mato.- susurró Andrés mientras notaba como el brillo de lucidez en los claros ojos de Fer se convertía en terror.

-Tio, son casi las 11. ¿No ibas a buscar a tu novia sobre estas horas?-Raúl le sacudía el hombro para despertarle. Su plan había sido el de acostarse un rato al llegar de trabajar antes de ir a por Mia y, entre el cansancio y la adrenalina de la paliza, había dormido más horas de las que se había propuesto.

-Buena fiesta debiste de pegarte ayer- Raúl le seguía hablando mientras Andrés se peinaba-. Has dormido como un bendito. Por cierto, gracias por llenarme el depósito.

-No estuvo mal la noche. Era lo menos que podía hacer. Me salvas el culo con tu moto-Andrés cogió las llaves del coche y se despidió de su amigo-. Te veo en un rato.

Mia estaba un poco más seria que de costumbre cuando se subió al coche.

-¿Ha pasado algo?- preguntó Andrés tras saludarla con un beso.

-Inés me ha dicho que Fer se metió ayer en una pelea y está bastante magullado. No sé si debería ir a verle.

Andrés se tensó.

-Acabamos de vernos después de todo el día separados y lo primero en lo que piensas es en perderme de vista. Increíble.

Mia saltó.

-¡Andrés no es eso! ¿Cómo puedes pensar así? ¡Estamos hablando de que a un amigo mío le han pegado!

-Sí, de un amigo tuyo que, por si te habías olvidado, quiere algo más que tu amistad.

Mia bufó mientras se cruzaba de brazos en el asiento. Andrés emprendió el camino a casa de su novia en silencio. Al menos el chico no se había ido de la lengua. Confiaba en que si cumplía esa parte cumpliera todo lo demás. Sabía lo traumática que podía ser una paliza y más con un mensaje como el que le había dejado. Cuando llegaron a la calle de la chica, Andrés pasó de largo.

-¿A dónde vas?

-Necesito que tengamos un rato a solas. Nos vamos a un sitio más tranquilo.

Mia, que sabía lo que aquello significaba, se mordió el labio inferior con fuerza intentando contener las ganas de llorar. El chico la miró largamente y aparcó en un descampado a unas cuantas manzanas de la casa de Mia. Tras soltarse el cinturón salió del coche y entró a los asientos traseros.

-¿Vienes o qué?

No se le escapó como, antes de seguirle, Mia se enjugaba los ojos intentando que él no la viera.

Cuando al rato la dejó enfrente de su casa, Mia por fin despegó los labios para hablar.

-Quiero decirte algo- parecía necesitar valor para empezar-. Desde que estoy contigo no veo casi a mis amigos. No tengo tiempo para mí. Solo estás tú.

Andrés la miró como si no comprendiera lo que su novia quería decirle.

-Lo sé, creo que es genial. Pero, ¿qué querías decirme?

Mia, estupefacta, bajó la cabeza mientras negaba. Le dio un beso rápido y se bajó del coche.

-Caramelo, ¿me quieres?

Ella se giró. Aunque tenía la cara apagada y los ojos algo hinchados, contestó segura.

-Como nunca y para siempre.

Cuando ella entró al portal Andrés sacó su móvil. Fer había subido una fotografía a Instagram en la que se encontraba con la cara amoratada sonriente rodeado de Inés, Judith y todos sus amigos del grupo. Todos menos uno.

Lágrimas. PDPICS.COM

Lágrimas. PDPICS.COM

El rosa-dorado es el nuevo color de moda que querrás (o no) llevar en tu pelo

Los colores de fantasía siguen siendo la tendencia más popular para llevar en el pelo. Hemos visto azul, verde, arcoíris, fluorescentes y rosas que podrían haber inspirado a Edith Piaf para su Vie en rose.

'Rosa dorado' el tinte que suena peor que como queda puesto. TUMBLR

‘Rosa dorado’ el tinte que suena a mala idea hasta que lo ves puesto. TUMBLR

Si quieres estar a la última, el rosa-dorado viene a ser al pelo los pantalones de campana al 2016. No puedes no llevarlo en algún momento.

Aunque he de confesar que yo no soy muy de tintes (solo me teñí una vez y el pelo me quedaba tan estropajoso que no volví a hacerlo) Yolanda Valencia, peluquera de Marco Aldany Francos Rodríguez me explicó cómo sumarnos a la tendencia del nuevo color.

«Lo primero que debemos tener en cuenta es que siempre que queramos ponernos un tono más claro que el nuestro vamos a tener que decolorar la base para que coja el color que queremos aplicar a no ser que se tenga el cabello muy claro» dice Valencia. Como castaña oscura que soy, el decolorado iba a ser algo por lo que tendría que pasar sí o sí.

Está empezando a gustarte y lo sabes. INSTAGRAM

Está empezando a gustarte y lo sabes. INSTAGRAM

Vale que el resultado es original y, según la piel, favorecedor, pero ¿merece la pena el esfuerzo? «El problema de este tipo de colores es que duran muy poco» dice Valencia, apenas un par de lavados como quién dice. «El pelo echa el pigmento y va quedando rubio, lo que se ve es lo que se ha decolorado».

«Si lo queremos mantener igual hay que poner el tono todos los meses para que quede el pigmento y no la decoloración» afirma Valencia. Vamos, que el mantenimiento de este tipo de colores te va a exigir más dedicación que la elaboración de una tesis doctoral. «Cada pelo lo pierde de una manera. Si es natural nos va aguantar algo más».

Pero como estamos en un país libre, cada uno decide si le compensa o no el esfuerzo…y el gasto, porque teñirnos de rosa dorado (decoloración más tinte) puede salirnos por unos 60 euros. Algo más barato si nos ponemos el tono en mechas californianas, que nos saldría por la mitad aproximadamente.

Y justo ahora que te he convencido o desencantado sobre el tinte, te recomiendo que le eches un vistazo a cómo queda puesto. Porque, incluso yo, que ahora reniego de los tintes, he de confesar que por una milésima de segundo, me he planteado hacérmelo.

(Luego me he acordado de lo que sufrió mi pobre pelo en su día y se me ha pasado).

http://lifeisarunwaysostrut.tumblr.com/post/143018643722

 

http://hairchalk.tumblr.com/post/137063788246/rose-gold-ombre-hair

 

http://diyandhairdye.tumblr.com/post/113709889418

 

http://dopedandclassy.tumblr.com/post/142736187203

 

http://pecanpiesandchocolatethighs.tumblr.com/post/143195038969/i-am-super-obsessed-with-rose-gold-and-stawberry

Mi carrera profesional antes que mi boda: la novia ‘millennial’

Empezaré confesándome: nací en la década de los 90 y tengo pensado casarme. Como tantas otras mujeres nacidas en mi generación, con la idea de pasar por el altar revoloteando por su mente, formamos parte de las llamadas «novias millennials« (futura novia milennial en mi caso).

Vestidos de novia de Hannibal Laguna. Ganas de casarse en 3...2... GTRES

Vestidos de novia de Hannibal Laguna. Ganas de casarse en 3…2… GTRES

Las novias millennial, según Susana Vela Covisa, promotora de Atelier Couture, la plataforma española especializada en ateliers de lujo que organizó esta semana la pasarela de moda nupcial en el Palacio Fernán Núñez, son aquellas cuya fecha de nacimiento «oscila entre 1980 y el año 2000 aproximadamente».

«Es una mujer que se casa más tarde porque su prioridad es consolidar su carrera profesional después de su larga formación. Cuando toma la decisión lo hace por convicción personal, tiene más posibilidades económicas y no le importa destinar más recursos económicos, pero sí quiere saber dónde y cómo destina su dinero, puesto que tiene opciones de informarse más y mejor gracias a internet».

Desde casa podemos acceder a todas las tiendas de vestidos de novia, podemos visitar restaurantes y hoteles para la celebración sin necesidad de pisarlos y además, no podemos olvidar la cantidad de webs que te planifican una boda en menos de lo que tarda Raffaella Carrà en echar la melena para atrás.

No, casarnos no es una de nuestras prioridades. La mayoría somos becarias, con otros gastos más importantes que afrontar o simplemente pensamos que «eso de casarse está muy caro».

Porque lógicamente, la crisis también ha llegado al sector bridal: «Una crisis como la que hemos vivido y seguimos viviendo, aunque parezca que poco a poco salimos de ella, afecta en todos los ámbitos de una sociedad. Hay bodas que se han pospuesto, pero antes o después se celebran igualmente«.

Para novias con zapaína que no quieran perder de vista sus zapatos. GTRES

Para novias con ‘zapaína’ que no quieran perder de vista sus zapatos. GTRES

Caro pero no dejamos de gastar en ello, según Susana Vela, una novia milennial «no tiene problemas en reducir partidas tradicionales para el día de su boda, como el número de invitados o el catering, pero a lo que no renuncia es a elegir el vestido que refleja lo que es ella».

Vamos, que si hace falta poner menos canapés y en vez de la tarta repartir helados Kalise entre los invitados, se hace. A lo que no vamos a renunciar es a llevar vestidazo ese día: «El vestido de novia es de lo que menos ha sufrido por la crisis, al final nos guste o no, la novia sigue siendo la estrella que más brilla en una celebración nupcial».

Cómo han cambiado los tiempos. Sí, y la elección del vestido no es la excepción, aunque no estamos muy lejos de nuestras abuelas o madres: «la novia milennial valora además otras cosas. Actualmente busca en su vestido además de la imagen que quiere proyectar, y evidentemente identificarse con el diseñador o marca, también la calidad. Quiere saber qué hay detrás de su producción, tiene inquietud por los tejidos, los acabados, el precio, es una mujer mucho más exigente«.

Ahora solo nos queda decidir si comprarlo dentro o fuera ‘de casa’. Atelier Couture y la Pasarela Costura España 2016 han servido como escaparate a los creadores españoles como Santos Costura o Hannibal Laguna entre muchos otros. La percepción del sector nupcial fuera del país «es uno de los que más visibilidad tiene internacionalmente. El producto español se caracteriza, por su ‘buen hacer’, es de calidad y tiene muy buen diseño«.

¿Por qué quedarnos con un diseñador ‘de casa’? «Casarse con un vestido con el sello Made in Spain es sinónimo de exquisitez, buen gusto y en muchos casos de exclusividad, característica que buscan muchas mujeres actuales.» Algo que saben las novias europeas y estadounidenses, donde los vestidos tienen mayor demanda.

Y si, además de millennial, te casas este año, ten en cuenta que, según Susana Vela, «las tendencias nupciales para 2017 no están sujetas a características únicamente del vestido en sí. Considero que estamos en un momento en el que las novias actuales buscan el vestido que se adapta a su personalidad, estilo, forma de vida o el tipo de boda que quiere celebrar y por supuesto a su fisonomía, algo esencial a la hora de elegir».

La clave para acertar, según Susana Vela es que «las novias de hoy en día quieren ser princesas actuales, donde vestirse de novias no implique un disfraz, sino una prolongación de su personalidad y de su forma de vida, que incluso les proporcione vivir una bonita experiencia en la elección o creación del vestido, donde se sientan implicadas en su decisión de compra y por supuesto que el precio se adecue a su presupuesto».

Mi conclusión es que la tendencia actual es, en realidad, llevar un vestido con el que podamos sentirnos favorecidas, co-protagonistas junto al novio, y, sobre todo, nosotras mismas.

Cuando das con EL ELEGIDO.

 

Las tendencias para ir de festival según Coachella 2016

Coachella, conocido como «Couchelah» o «el único festival de música en el que no importa los grupos que tocan sino como van vestidas las famosas» viene a ser una especie de Fashion Week Bohemia alternativa que no solo nos sirve como indicador de las tendencias veraniegas sino también una guía de estilo a la hora de elegir nuestro outfit para ir de festival.

Vayas a ir a un festival de un fin de semana, de una semana o de un día, la primera norma para ir vestida es siempre la misma: pase lo que pase, haga el tiempo que haga, lleva calzado cerrado. Este es el básico más básico de los festivales. Para que te hagas una idea es más fundamental que llevar la bebida y los hielos.

El calzado va a condicionar todo el festival. Aunque al hacer buen tiempo podemos sentirnos tentadas de llevar sandalias/cuñas/cualquier calzado con los dedillos al aire es algo que debemos evitar a toda costa a no ser que nos guste ser constantemente pisoteadas y acabar con los pies más negros que Frodo Bolsón después de subir al Monte del Destino.

La segunda norma es otra igual de simple pero fundamental, la que es sin duda la favorita de todas las madres: hay que llevar siempre algo de abrigo. Da igual si es una camisa de cuadros, una chaqueta roñosa o una sudadera. La cosa es que tengas algo que poder ponerte sobre los hombros en ese momento de la madrugada en el que aprieta un poco el frío. (Click sobre las imágenes para ir a la galería)

GTRES

Las faldas de Coachella. GTRES

Una vez cumplas con los dos básicos, puedes optar por llevar falda o pantalón. Aunque la falda sería algo que yo personalmente, nunca llevaría, ha sido la opción elegida por varias celebrities este año como Kendall Jenner, Phoebe Price, Paris Hilton, Ashley Greene o Devon Windsor. Por muy ‘festivalera’ que sea, en algún momento de la noche te vas a querer sentar, lo que resulta algo más complicado si has elegido esta prenda.

Aunque también hay que decir que, a la hora de hacer pis, la falda es mucho más práctica, yo soy más de pantalón, como Sara Sampaio, Emma Roberts, Cindy Crawford, Lea Michele y Alessandra Ambrosio. El pantalón te permite correr, saltar, sentarte y brincar sin dejarte nada al aire, además de que lo puedes llevar con cualquier cosa del armario (hasta la chaqueta de la abuela de Cindy Crawford le queda bien a un short vaquero).

GTRES

GTRES

Por tanto, en función de las normas de estilo para ir a un festival, la ganadora del mejor outfit Coachella 2016 es Alessandra Ambrosio con su conjunto del segundo día: unos botines con pantalón vaquero, top negro y sudadera atada a la cintura. Además, para darle un toque más bohemio le añadió un tatuaje temporal en la espalda, collares largos y el pelo recogido en boxer braids, las trenzas de la temporada (puedes aprender a hacerlas aquí).

GTRES

El outfit que querrás copiar este verano. GTRES

Resiliencia: una lucha convertida en novela

Cuando empecé a escribir Resiliencia, no era una novela; por ser, no era nada más que cuadernos llenos de letras manchadas de lágrimas. Era un conjunto de diarios que había escrito manteniendo mi buena (o mala) costumbre de dejar constancia de lo que vivo. No era más que una serie de retazos inconexos de una parte de mi vida que había sido intensa hasta llegar al punto de traumática. Esto no iba a ser un libro sobre la violencia de género. Esto iba a ser la mayor historia de amor jamás contada, pero no hay amor en el maltrato.

Hace falta mucho valor para salir de una relación dañina, sea del tipo que sea, con violencia emocional o física. Yo salí. Por los pelos. Pero salí. Y la persona que soy ahora se ha formado también a partir de esa vivencia.

Resiliencia empezó como terapia, como una psicóloga muda que me ayudara a poner cada cosa en su sitio. Después cambió y cobró vida. Empecé escribiendo una historia con tintes propios que al poco se transformó en algo independiente que ya no hablaba solo de mí, sino que hablaba de todas. Ahora la historia me utiliza a mí para que la escriba.

Resiliencia no es solamente el nombre de una novela. Resiliencia es mi día a día y el de tantas mujeres que han visto la luz más allá, y han decidido seguirla. Es mi forma de decirle al mundo que puede tocarle a cualquiera, que la edad, el entorno o el lugar en el que hayas nacido, no va a protegerte del maltrato. Es algo de lo que, si yo he aprendido, a otra le puede servir de ayuda. Ese es el objetivo de Resiliencia, convertir mi experiencia, y de la de tantas otras mujeres, en algo que puede lograr tu supervivencia.

La historia comienza con Mia, una chica joven. Quizás como tú. O quizás no. Mia tiene 20 años, una carrera empezada recientemente en la universidad y un novio algo distinto a ella. Empieza a trabajar de azafata de imagen para ganar un dinero extra y conoce a Andrés. Andrés, a sus 28 años parece que tiene la vida resuelta con un trabajo fijo en una empresa de repostería y una relación de más de cinco años.

Por un extraño azar, ambos dejan a sus parejas y deciden empezar algo juntos. Y todo cambia.

Resiliencia. Capítulo 13: Hacer sangre

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas

Capítulo 13: Hacer sangre

«Inspira». «Espira». «Inspira». «Espira».

Mia se repetía mentalmente las órdenes que le permitían llevar una respiración profunda, pero no había manera. Nada lograba calmar su ansiedad. Consultó una vez más el móvil pero Inés continuaba sin darle ninguna respuesta. Nunca la había necesitado tanto como en aquel momento en el que su estómago era un manojo de nervios. Pensó en llamar a Fer, pero desde la fiesta las cosas no estaban como para contar con su amigo para nada. Después de que se «arreglaran» las cosas con Andrés el chico le había cogido el móvil y, tras obligarla a darle su contraseña, la había convencido para borrar a todos sus amigos de las redes sociales y bloquearlos. «Pura prevención» le había dicho Andrés, pero Mia sabía que había mucho más detrás. Y pese a ello había accedido. El porqué todavía le resultaba un misterio. Quizás era el magnetismo que ejercía Andrés sobre ella. Una mezcla de fascinación, miedo y furor que le hacía sentir como en una montaña rusa constante. Le daba rabia admitirlo, pero estaba enganchada. Y más que nunca desde la discusión. Jamás había querido tanto tener a su lado a alguien. Andrés había jurado que, teniéndole a él, no necesitaría a nadie más. Pero entonces ¿por qué se sentía tan sola?

-Vamos, Inés, contesta.-Mia necesitaba desahogarse, hablar con alguien que la entendiera, que la escuchara sin juzgarla y sabía que Inés era la persona perfecta para ello. Estaba a escasos minutos de una de las entrevistas de trabajo más importantes de su vida y necesitaba el efecto tranquilizador que le producía la voz de su amiga en aquellos casos.

-¿Mia Martín?

La chica se levantó como un resorte y todas las preocupaciones desaparecieron de su cabeza excepto una. Necesitaba ese trabajo como fuera.

-Entraría a las tres de la tarde y saldría sobre las once. Son ocho horas pero tengo descanso para merendar, ¡además de que me hacen indefinida!- relataba Mia eufórica a su madre.

-Sí, si eso está muy bien, pero ¿qué vas a hacer con la universidad? ¿Cómo vas a compatibilizarlo? ¿Vas a poder con todo?

-Claro, voy a la universidad, como allí y directa al bufete. Además no es que sea un trabajo que me vaya a exigir mucho precisamente. Es como una mezcla entre azafata y secretaria, porque mi función, aunque es la de imagen, va a ser la de llevar las salas donde se realizan las reuniones.

-¿Y qué significa llevar las salas?

-Lo típico, ver que hay bolis y cuadernillos de sobra, estar pendientes por si necesitan un portátil o hacer una videollamada… Ese tipo de cosas.-Mia colgó en el armario el que sería su uniforme de todas las tardes a partir de ese día. Un traje de americana y pantalón azul marino que llevaría con una camisa blanca.

-¿Y para eso necesitan a alguien? ¿No pueden hacerlo ellos?

-Ay no mamá, ¿cómo van a hacerlo ellos? ¿No sabes que es una de las firmas de abogados más importantes de España? No te haces una idea del nivel que hay ahí.

-Bueno hija, si te permite llevar la carrera, ya sabes que por tu padre y por mí no hay problema.-Mia le dio un beso a su madre y echó la cartera a toda prisa en el móvil.

-Me voy, que he quedado con Andrés. Luego te veo.- Sin esperar a que su madre se despidiera, salió a la calle al sitio donde la esperaba su novio. Desde aquel día, Andés la esperaba religiosamente aparcado en la puerta de su edificio. La chica se apoyó junto a él en el coche y, nada más besarle, empezó a hablar.

-Tengo que contarte algo muy muy muy genial.

El chico la miró frunciendo el ceño. No sabía a qué venía tanta emoción.

-¿Te acuerdas de Aarón? ¿El de la agencia? Me llamó la semana pasada diciéndome que estaban buscando en un bufete de abogados a una azafata para trabajar por las tardes de manera indefinida. Le dije que estaba interesada y que contara conmigo para la entrevista. He ido después de la universidad a hablar con ellos y…¡me han cogido!

Andrés no le devolvió ninguna de las sonrisas, lo que hizo que a Mia no se le escapara que no se alegraba tanto como ella de las noticias.

-Así que con lo difícil que me resulta verte, ¿ahora se nos va a complicar más?

-No, Andrés, claro que no. Tendremos todos los fines de semana para nosotros y si quieres incluso podemos comer juntos algún día.- La chica trató de contener la tristeza que le producía que su novio no se hubiera alegrado lo más mínimo.

-No entiendo por qué no me has dicho nada de esto y por qué no has contado conmigo a la hora de tomar una decisión. Mierda, Mia, ¡se supone que somos una pareja! No puedes decidir estas cosas que nos afectan a los dos tú sola. ¿Qué hay de mi opinión?-Andrés empezó a alzar la voz alterado. Mia intentó acercarse a él pero el chico le pegó un empujón para que se apartara. Dolida, la chica trató de hacerle entrar en razón.

-Andrés, tengo 20 años y quiero trabajar. Quiero ganar dinero y poder hacer cosas con él. Quiero ahorrar e independizarme. ¡Quiero sentir que progreso en la vida!

-¿Y qué hay de nosotros? ¿De tu relación?-Andrés la cogió por los hombros y la zarandeó mientras le gritaba.- ¿Es que no te importa que vayamos a vernos menos?

Mia, aguantando las sacudidas, trató de zafarse inútilmente.

-Por supuesto que me importa, no vayas a pensar que no. Pero quiero hacerlo. Suéltame, por favor. Me estás haciendo daño.

El chico la soltó bruscamente contra la puerta del coche.

-¿Que yo te estoy haciendo daño a ti? Cada día me sorprende más lo egoísta que puedes llegar a ser.-soltó Andrés sin mirarla. Seguidamente se volvió alzando el puño y, de un golpe, reventó el cristal de la ventana pasando el brazo junto a la cara de Mia. La chica contuvo un grito y Andrés se arrodilló en el suelo gimiendo de dolor mientras se agarraba el puño con los nudillos ensangrentados.

-¡¿Te das cuenta de lo que me haces hacer?!-Mia se arrodilló a su lado tratando de aguantar las lágrimas. Mientras con la otra mano Andrés la apartaba de su lado.

-Me he destrozado la mano por tu culpa. No hay forma de que me pongas nunca por delante de nada, todo lo que quieres lo haces sin importar por encima de quién tengas que pasar o a quién le hagas daño. Lárgate de una vez.

Mia hizo caso omiso y le rodeó con los brazos mientras lloraba junto a él.

-Lo siento, Andrés. Perdóname por favor.

Unos metros más arriba, la madre de Mia les observaba por la ventana.

MARA MARIÑO.

MARA MARIÑO.

‘Vaginas ecológicas’ con la copa menstrual

(PRECAUCIÓN: este post puede ser calificado de escatológico y trata temas tan delicados para algunos, y tan naturales para otros, como es el sangrado durante la menstruación, así que, si eres sensible, retrocede. No digas que no te avisé.)

Cuando saqué el post de El negocio de tu menstruación más de una hablaba en los comentarios de la copa menstrual. A mí eso me sonaba pero tampoco me había generado mucho interés hasta el momento porque mi relación con los tampones siempre había sido buena.

La cosa es que me intrigó, sí, así que me puse en contacto con varias empresas que distribuían la copa y en cuanto me llegó la primera, me animé a probarla para contaros cómo había ido el asunto.

Alternativas para chuparte la sangre (vaginal). LACOPAMENSTRUAL.ES

Antes que nada deciros que la que probé fue la copa MeLuna porque 1. me llamaron por teléfono y me atendieron super bien a la hora de explicarme todos los entresijos de la copa y 2. fue la que llego primero. Pero vamos, que aunque cada casa tiene sus diferencias, lo que viene a ser la copa en sí, es igual.

Todo lo que yo sabía de la copa era por los comentarios de ese post en Facebook, que dividían a las mujeres en dos grupos: las que la habían probado y no la cambiarían ni por todo el chocolate Milka del mundo y las que la habían probado y, la experiencia había sido tan nefasta, que habían decidido quemar sus copas y tirar las cenizas a la Fosa de las Marianas.

Vamos que cuando llegó la copa yo estaba un poco acongojada porque más de una decía que sacársela era como vaciar el útero con un desatascador de goma. Sí, así de bien pintaba la cosa. Al llegar el paquetito lo abrí con más ganas que los regalos de Nochebuena y cuando saqué la copa me impresionó un poco. «Esto es más ancho que un tampón» fue lo primero que pensé. Y con más ancho me refiero a el doble o triple de su tamaño.

La asesora de MeLuna me animó a probarla antes de que me bajara la regla, pero como soy más bruta que un arao (y como veía aquello más ancho que la boca de un Bellsprout y tenía miedo de ‘desatascarme’) lo dejé para cuando llegara mi esperado periodo.

Ahí es dónde debéis poner la copa. Importante no confundir con el primer orificio que es el de la vejiga y la podéis liar muy gorda. WIKIPEDIA

Ahí es dónde debéis poner la copa. Importante no confundir con el primer orificio que es el de la vejiga y la podéis liar muy gorda. WIKIPEDIA

Una vez llegó, ya no hubo vuelta atrás. «Maraaaa, te he hervido la copa para que la uses cuando quieras». Gracias, mamá. Para una cosa que no tienes prisa, va tu madre y te la apaña. Ya no podía recular así que decidí darle una oportunidad.

Copa, vamos a llevarnos bien. Leí el folleto explicativo hasta sabérmelo de memoria y… valor y al toro. Para introducirla hay que doblarla por la mitad en V (tienes varios tipos de dobleces, pero a mi esa me molaba. ¡V de Vendetta!) y para dentro (tened en cuenta que cuanto más nerviosas estéis más se tensa esa zona y más doloroso es meterla, por lo que necesitaréis estar relajadas para que entre correctamente).

Pero claro, ¿hasta dónde? Pues a ver, no hace falta que la introduzcas hasta que toque un pulmón, sino que debe quedarse en la ‘primera zona’.

La cosa es que la metí y fue como: «Vale, todo bien. Ya está dentro». De hecho notaba incluso el émbolo para sacarla, como cuando te pones bajo un tampón y sientes que hay algo raro por ahí. Como que es aceptable porque no vas a manchar pero es un poco molesto.

Ocho horas después llegaba el momento de sacarla. Ahí si que se necesita algo más de técnica, porque, para entrar, como para bajar, todos los santos ayudan. Pero ¿y para salir? Amiga, salir es otro asunto. Además no dejaban de pasar por mi cabeza imágenes de la copa absorbiendo por su paso todo mi sistema reproductor como si fuera un agujero negro hambriento.

Para sacarla, basta con introducir un dedo y presionarla para que no haga vacío mientras tiramos de ella hacia abajo. Meter, presionar, tirar y sacar. Meter, presionar, tirar y sacar. Parece complicado hacerlo todo al tiempo, como la primera vez que conduces que tienes que estar pendiente de espejos, pedales y volante, pero cuando estás en ello es muy sencillo.

Y claro, hay que sacarla con cuidado, porque, como imaginaréis, sale llena de sangre (sí chicas, de sangre VUESTRA! Que luego más de una me escribe diciendo que que asco le da eso cuando sinceramente no entiendo que te dé tanto asco algo que produce tu cuerpo y que es igual que la sangre que te sale por la nariz).

Ojo al sacar la copa que como vaya cargada y no la cojamos con cuidado podemos acabar untadas.

Una vez fuera, vacié el contenido en el váter, limpié los excesos sanguíneos con papel y al agua patos (o al agua copas en este caso).

Al día siguiente no solo me fue más fácil ponerla sino que la puse un poco más arriba y aquello era como no llevar nada, una maravilla. Estuve toda mi jornada laboral de segundo día de regla, que para mí es el peor porque es como si Tarantino y Peter Jackson (en sus primeros años cuando hacía pelis gore no con El Señor de los Anillos) se pusieran de acuerdo para grabar en mi útero, con la copa puesta.

Pues no solo me duró como una campeona las seis horas sino que encima estaba tan segura y tan emocionada que me dejé el neceser de las compresas en casa y no me hizo falta (bye bye tampones y compresas). Y no solo eso, sino que por la tarde repetí de ponérmela y me metí en una clase de spinning de esas que sales más sudado que cuando tienes los exámenes de junio. Spinning, que es como el deporte que más afecta a la sensibilidad de esa zona. No tuve ningún problema y pedaleé con más ganas que Zulle compitiendo contra Indurain en el 95.

Una de las cosas que me daba miedo de la copa era que había leído que si se tenía dismenorrea (que la regla te duele que te mueres) la copa podía incrementarla. En mi caso no fue así. Mis dolores fueron los de siempre, aunque como cada cuerpo es un mundo no garantizo que mi experiencia sea la de todas.

En definitiva, mi experiencia no podría haber sido mejor (incluso con la torpeza de las primeras veces). Independientemente de la marca que se compre creo que es una alternativa que deberíamos tener en cuenta ya que:

  1. No contamina tanto como los tampones y compresas que no son sostenibles
  2. No lleva blanqueantes y es antialergénica
  3. Ahorras
  4. No necesitas ir pendiente de las compresas y tampones (ni de llevarlos ni de cambiarte)
  5. No produce TSS (Síndrome del Shock Tóxico)

Para gusto los colores y para menstruaciones las alternativas a la hora de decidir qué metes en las bragas. Yo, por mi parte, me apunto a la ‘vagina ecológica’ con esto de la copa.

http://creature-a.tumblr.com/post/129028625012/reblog-if-you-agree