Cada vez creo en menos cosas Un foro para pensar en lo divino y en lo humano

Archivo de junio, 2007

Un espléndido futuro por detrás

Fue un fin de semana de fin de ciclo. Se constituyeron los ayuntamientos salidos de las urnas de las últimas elecciones, y se acabó la liga de fútbol. Y cada uno lo celebra como puede.

La euforia de los dirigentes del PP, después de la paliza abrumadora de Madrid que les hizo proclamar desde el escenario de la balconada de Génova 13 que habían ganado las elecciones, ha sido finalmente atemperada por los datos fríos: el PSOE gobernará en 23 capitales de provincias, más dos grandes ciudades como Mérida y Santiago de Compostela, y el PP deberá conformarse con 21. Visto con perspectiva, pintan bastos para los populares porque el liderazgo de Mariano Rajoy, aquel que gritaba en la noche electoral “hemos ganado las elecciones”, se salda con 11 capitales menos que en las anteriores elecciones de 2003. Curiosa forma de ganar.

Visto así, y que me perdone este buen señor, no sé muy bien si Mariano Rajoy tiene un próspero pasado por delante o un espléndido futuro por detrás. Y sin embargo…

Y sin embargo debo reconocer una virtud en la maquinaria de ese partido: su gabinete de imagen funciona mucho mejor que su maquinaria electoral. Al cabo de unas horas de saberse que el Partido Popular había perdido unas elecciones de signo local, pues eso era lo que se jugaba en esos momentos y no otra cosa, supo presentarlo como una victoria universal, como una antesala, como un ensayo de las elecciones generales, pues el granero de votos de Madrid y Valencia le había reportado muy buenos frutos en el cómputo total del Estado español. Sobre todo Madrid, el escaparate de todas las españas.

Cada vez está más claro que los políticos del siglo XXI concentrarán más esfuerzos en vender un estado de ánimo que un programa electoral. La imagen virtual de la realidad como sucedáneo de la realidad. Gabinetes milagrosos capaces de elevar a presidente de los Estados Unidos, mediante técnicas de ilusión óptica, a un deficiente como George W. Bush, o hacer pasar por estadista, insufrible, pero estadista, al león de las Azores, al sagaz profesor de Georgetown. Maquinarias expertas en vender humo, aunque sea tóxico o adictivo.

En ese afán anda Mariano, haciendo de la necesidad virtud, que lo mismo vende una derrota como victoria, que ensaya la nueva tanda de profecías catastrofistas para la nueva temporada 2007/2008, aunque jamás se haya cumplido ni una sola de sus tenebrosas predicciones. Ya se encargará su maquinaria mediática de crear el estado de desasosiego oportuno, porque, como en el caso de las religiones del libro sagrado, su ideario es mantener a toda costa el sentimiento de culpa entre la feligresía, el estado de zozobra generalizado, la sensación de pecado, de amargura, de fin del mundo inminente, el caldo de cultivo preciso para que los curas y salvapatrias de turno cuenten con la coartada que buscan desesperadamente para salvarnos a la fuerza.

La última de sus profecías es ¡cómo no!, que si el PSOE pacta el gobierno de Navarra con Nafarroa Bai, esa acción traerá “consecuencias nefastas para Navarra y para España”. De Europa todavía no dijo nada. Y así, de profecía en profecía hasta la derrota final.

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Meditación para hoy: Mientras esto os escribo, pasada la medianoche, oigo el rumor de la calle, gritos y cláxones de coches de seguidores en estado de euforia desatada por la conquista del campeonato de Liga por parte del Real Madrid. Por la televisión llegan imágenes de las cercanías de la plaza de Cibeles, una diosa pagana, a la que la afición ha tomado como amuleto de la buena suerte, y a donde llegan los jugadores del Real Madrid en autobús engalanado a ofrecerle sacrificios por los dones recibidos. Hay más gente que en una manifestación de la derecha. El capitán, Raúl, subido a una grúa gigantesca, en una imagen inenarrable que no me atrevería a calificar por no herir susceptibilidades, le puso de babero a la diosa una nueva versión de la bandera española con el escudo del Real Madrid donde suele estar el escudo de España, y una bufanda con los colores del club. En ese momento estalló el delirio entre la multitud.

Los jugadores del Betis, más loperamente piadosos, supongo que habrán acudido en acción de gracias, por haber evitado el descenso a segunda división, a rendir sus respetos a la Virgen de no me acuerdo qué pero a la que tienen una gran devoción cuando ganan. Sé tanto de fútbol como de asuntos divinos, pero quiero pensar que donde esté una Virgen que se quite una diosa.

Por qué ya no se hacen películas como aquellas

Todos los medios de comunicación dedicaron ayer tiempo y espacio a rememorar el 30º aniversario de las primeras elecciones democráticas en España después de la guerra civil. Las imágenes de aquella transición a la normalización democrática, llevada a cabo en una sociedad sumamente inestable emocionalmente, todavía sueltos los fantasmas de todos los miedos, todavía intactas las fuerzas que habían apoyado y mantenido la pervivencia de la dictadura -la Iglesia católica, el ejército, el aparato policial, la judicatura- aquellas imágenes, digo, son la prueba de que los partidos y las convicciones políticas pueden hallar espacios de encuentro y entendimiento cuando sobre ellas se cierne la amenaza de un enemigo común. El enemigo entonces era la dictadura y su rastro de opresión, y el pegamento, el miedo a una vuelta al pasado, a una involución que acabaría enseñando la patita el 23 de febrero de 1981 con la asonada del coronel Tejero.

De la España de hoy ha desparecido todo aquel magma amenazante, y la higiene democrática ha permeado todos los estamentos de la sociedad, con mayor o menor intensidad y convicción. Y sin embargo, muchos tenemos la sensación de estar viviendo estos últimos años parecida zozobra política a la de entonces, cuando los problemas de hoy, vistos con perspectiva histórica, son apenas un constipado comparado con aquel cáncer que pudo haber acabado con la democracia recién estrenada.

La banda terrorista ETA lleva años cumpliendo el papel de relevo de amenaza involucionista, tan parecida en sus fines y en sus métodos al aparato opresor de la dictadura, que lo mismo te podía suicidar por una ventana en las dependencias de una comisaría que te hacía desaparecer en alguna fosa anónima. Debería bastar esta amenaza para que, como en una segunda transición, todas las fuerzas políticas fijasen una estrategia común contra el enemigo. Por eso, viendo ayer los programas monográficos emitidos por las radios y televisiones sobre nuestro paso a la democracia, tuve un ataque de nostalgia, y me pregunté por qué aquella izquierda y aquella derecha habían sabido renunciar a lo accesorio y unirse contra el enemigo común.

Los blogs de debate político, y no sólo éste, son la escenificación perfecta del cainismo español, esa enfermedad que se llevó tantas vidas en la guerra civil. Nuestro contertulio Alter K cavilaba ayer sobre las razones de que Caín tenga esa querencia enfermiza a entrar en los blogs de su hermano Abel, unas veces para debatir en buena lid, pero otras para hacer deposición de sus peores instintos, grosería y mala educación. Generalmente en estos últimos su “estilo literario”, digamos, ya habla por sí solo, algo así como un exquisito estilo kale borroka, o de graffiti urbano, o de terrorista de los retretes, de esos que prefieren cagar sin levantar la tapa.

Yo, como Alter K, también me he preguntado muchas veces cuál debe de ser la pasta de ese Caín, para quien el mayor disfrute es alardear de su grosería e incultura. Intentaba imaginarme a mí mismo entrando en misa de doce, un domingo cualquiera, borracho, y cagándome en dios mientras pisoteaba con saña la hostia que el cura me había dado de buena fe, ante el estupor de los feligreses. Yo, que no podría llevar bajo el brazo el diario La Razón o El Mundo, por vergüenza y por temor a que los vecinos supiesen de mis problemas mentales, como el que lleva escondido un video porno, no puedo concebir que alguien sea capaz de entrar a vomitar en casa o iglesia ajena por el puro placer de sembrar odio.

No tengo la respuesta. Pero creo que los miembros de esta kale borroka fascista no son más que el reflejo de la moral de sus mayores, sólo siguen pautas aprendidas, impulsados por esa derecha que tanto odia asignaturas como Educación para la ciudadanía, la misma que cree que desestabilizando la convivencia obtiene mayores réditos electorales, sin que le importe que el enemigo común –ETA, en esta segunda transición- esté nuevamente sitiando nuestro sistema democrático.

Cuando ayer veía las imágenes de aquellos padres de la Constitución, de aquellos herederos del franquismo haciéndose el hara kiri, paladines del consenso, en un ejercicio de suprema inteligencia y supervivencia política, me preguntaba, como en Hollywood, por qué ya no se hacen películas como aquellas.

Teatro, lo tuyo es puro teatro

Ayer conocimos una buena noticia y otra muy mala en torno a la eterna pregunta, o sea, la madre de todas las preguntas.

La buena es que a Bob Dylan, quien le puso música a mis primeros padecimientos amorosos de adolescencia y juventud, le han concedido el premio Príncipe de Asturias de las Artes. Él parecía estar en el secreto de la respuesta que toda mi generación buscaba afanosamente, y presumía de ello en su canción The answer is blowin’ in the wind, algo así como la respuesta está silbando en el viento. Con los años, hizo fortuna un chascarrillo en forma de otra pregunta: “si la respuesta está en el viento, ¿cuál era la pregunta?”

Justo la pregunta que nos desemboca en la mala noticia: que definitivamente Mariano Rajoy desprecia al Parlamento como institución y, por extensión, a los españoles que confiábamos en que allí, en tan noble institución, los diputados acudían a trabajar por nuestro bien común.

Ya me lo venía maliciando yo desde que comprobamos cómo le tomaba un gusto enfermizo a sacar la política a la calle, la antiterrorista, la autonómica, la de los derechos civiles, paseando banderas nacionales como pancartas, despreciando el debate que siempre le era adverso en la sede parlamentaria.

Ayer tocaba pregunta al presidente del gobierno en la sesión de control. Pero ya no era posible, tras la tregua-trampa anunciada a regañadientes, reiterar la madre de todas las preguntas repetida semana tras semana como una salmodia, la más estúpida, siniestra y malévola de todas las preguntas, como quedó demostrado después de que la banda terrorista anunciara el cese del alto el fuego porque era evidente que el gobierno se había negado a negociar ninguna concesión política.

Ahora que ya se sabía el papel de memoria, va y le cambian el escenario porque esa obra ya no se representaba. Y Mariano Rajoy, actor de un único personaje, se quedó desconcertado, sin guión y sin papeles. Perdió de tal manera los papeles que no sabía qué preguntar cuando su ETA adorada, esa que da el único sentido a su vida, no formaba parte del diálogo.

Así que poco antes de su intervención en el hemiciclo, a micrófono abierto, consolado por la sonrisa servil de Acebes a su derecha (siempre a su derecha, como buen legionario), confesaba entre dientes a Zaplana, a su izquierda (¿), con la vana intención de que los micrófonos no fueran testigos de su felonía, que todo lo que allí estaba a punto de escenificarse era puro teatro, la escenificación de una patraña parlamentaria, y que en realidad le importaba un bledo la pregunta, la respuesta del presidente del gobierno y la paciencia de todas sus señorías. En realidad lo que le confesó a Zaplana es: “Tengo una pregunta absurda”, mientras ambos reprimían una sonrisa cómplice por el calibre de la tomadura de pelo que estaban a punto de perpetrar.

Y es verdad, perdidos los papeles, los de su obra de teatro favorita y los de la cortesía parlamentaria, hizo no una, sino varias preguntas absurdas, fuera de contexto, apuntando a todas partes como el mal cazador que dispara con pólvora del rey. En su sobreactuación de líder de la oposición vigilante, preguntó hasta por el recibo de la luz.

Ya el día anterior, en un diálogo con periodistas de la radio de los talibanes cristianos, refiriéndose a la reunión con el presidente del gobierno, había confesado, creyendo que los micrófonos dormitaban, que Zapatero “no se creía que iba a hacer lo que hice, ni de coña, con lo cual se quedó así un poco… y luego salió la otra (por María Teresa Fernández de la Vega), que se veía que tenía otro rollo preparado y sobre la marcha tuvo que hacer una intervención un tanto extraña”. Es la prueba del algodón de que nos ha tomado el pelo a todos, de la falsedad de sus buenas intenciones. Ese es el sentido de la alta política, el perfil moral de un jefe de la oposición que pretende gobernar un día este país. ¿Es o no es una muy mala noticia?

Mientras Bob Dylan recibe una merecida respuesta y disfruta del reconocimiento de la inteligencia de este país, sólo deseo que el viento de las próximas elecciones traiga silbando las respuestas que corresponden en justicia a las preguntas absurdas de Mariano.

Cumpliendo su palabra, como un hombrecito

Creo que Rajoy es un hombre de honor a la hora de cumplir su palabra dada. Anteayer prometió apoyar “a Zapatero como hice siempre”, y ayer, cuando apenas habían pasado unas horas, ya lo había cumplido, advirtiéndonos desde la radio de los talibanes cristianos que su apoyo seguía condicionado a la ilegalización de ANV. O sea, “como hice siempre”.

(Inciso: Mariano Rajoy declaró un boicot de todo su partido contra los medios de Polanco, pero acude con una actitud servil, de esas que dan vergüenza ajena, a la emisora de la Iglesia donde todas las mañanas le llaman maricón-plejines y otras lindezas. ¿Por donde le tendrán pillado los pedrojotas y losantos, cómo será el tamaño del dossier, para verse obligado a rebajarse de esa manera, a prestarles sin rechistar su sonrisa como una alfombra?)

Y continúo. Ese profeta que llevo dentro ya os lo había advertido ayer: “Auguro que Rajoy y su muchachada volverán a las andadas según vayan transcurriendo los días sin muertos encima de una negociación que ya no existe”. Y como desastroso augur que soy, me he vuelto a equivocar, porque no pasaron días, sino tan sólo horas para amenazar con que si el sábado próximo los concejales de ANV toman posesión, sin que el gobierno lo impida (¿), él “volverá a las andadas” de reprochárselo a Zapatero una vez más.

Hasta el sábado, y no más allá, tenía como fecha de caducidad esta tregua-trampa del PP, como alguien la calificó acertadamente ayer. Ni una hora más.

Y mientras, en el escenario de la Audiencia Nacional de la Casa de Campo de Madrid, los fiscales continúan su dulce venganza contra los patrocinadores de la teoría de la conspiración en el 11-M, esa derecha que buscó desesperadamente desautorizar su labor, la de los jueces y la de los policías que colaboraron en desentrañar la trama islamista, por no acomodarse a sus intereses.

Anteayer, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, echaba mano de una cita de Cicerón para denunciar la utilización de la mentira masiva de esos medios en torno a este macro proceso. Ayer le tocó el turno a la fiscal de la instrucción del sumario, Olga Sánchez, arremetiendo contra la falta de ética y de profesionalidad de los sectores periodísticos que se han prestado a la elaboración y difusión de la patraña. El juez Bermúdez, muy profesional, le recordó (y creo que con razón) que ese no era el momento ni el lugar para el ajuste de cuentas. No falta a la verdad la fiscal, pero las normas procesales exigen guardar el corazón en la nevera mientras trabaja la cabeza serenamente.

Ya les ajustaremos las cuentas en su momento. Mientras, como decía el médico sabio, mantengamos los pies calientes y la cabeza fría.

¿Dónde estaba Zapatero?

Como no tengo alma de profeta del Apocalipsis, me encanta fracasar en mis predicciones catastróficas. O quizá la reunión de marras no salió tan mal como vaticinábamos los pesimistas gracias a que Mariano Rajoy es capaz de cualquier cosa con tal de llevarnos la contraria. Gracias, jefe de la oposición por llevarme la contraria. Que dios te guarde muchos años como jefe de la oposición.

Si la reunión entre Rajoy y Zapatero nacía con muy malos presagios bajo el brazo, reconozcamos que terminó de manera muy rara. Mariano Rajoy se largó a dar la rueda de prensa a su refugio madrileño de Génova 13, y no abrió la boca sin antes consultar con sus colaboradores lo que tenía que decir. Aunque el encuentro se desarrolló sin testigos, necesitó de sus asesores de imagen y estrategas en la sombra para conocer qué le había parecido la reunión a él mismo. Fantástico. ¿Y qué dijo al final? Pues se atuvo a un guión medido, escrito muchas horas antes, sin duda. “Ahora toca actuar” (…) “La prioridad es la derrota de ETA” (…) Así que “yo apoyo al gobierno para derrotar a ETA”. Esa ha sido la muletilla diseñada por el gabinete de imagen del PP, el apoyo para derrotar a ETA, que repitió media docena de veces, como dando a entender que al gobierno socialista no le interesó nunca derrotar a ETA.

Rodríguez Zapatero, el otro contertulio, estaba en paradero desconocido. En vez de salir a dar la cara y que todos pudiéramos leer entre líneas su lenguaje corporal, además del escrito por sus correspondientes asesores, envió para hacernos un resumen de sus impresiones, como hizo dios con Moisés (cito a dios por segunda vez, ¡voto a dios!), a su vicepresidenta primera, quien, al igual que los asesores de Rajoy, tampoco había estado en la reunión. ¿Cómo habrá sido este encuentro que ni ellos mismos se atreven a explicarlo en caliente, de forma espontánea, sin notas manuscritas, sin antes consultarlo y meditarlo con sus intermediarios y asesores?

El clima de la reunión, según los asesores de ambos bandos, todos ellos ausentes de la sala donde se vieron las caras sus jefes, ha mejorado. Lo que no es poco. En realidad tampoco había mucho margen para la disensión cuando probablemente la banda terrorista está diseminando por España sus comandos con coches cargados de explosivos o acondicionando el zulo donde va a malvivir el próximo secuestrado.

Como al parecer no hace falta haber asistido a la reunión para saber cómo discurrió (la reunión; ellos no sé si discurrieron), me creo en el derecho y el deber de expresar mi impresión. Y es ésta: la reunión ha servido únicamente para evitar que el próximo atentado pille a Rajoy con el pie cambiado, y que los ecos de esa imbecilidad cansina de que el gobierno ha pactado con ETA no retumben impúdicamente entre las paredes de la iglesia donde esté celebrándose el funeral por las víctimas. Y con el mayor deseo de convertirme en el profeta más inútil del reino, auguro que Rajoy y su muchachada volverán a las andadas según vayan transcurriendo los días sin muertos encima de una negociación que ya no existe.

Porque la palabra de Mariano Rajoy tiene el valor de la falsa moneda, después de tres años utilizando la lucha antiterrorista como argumento central de oposición, sin el menor aliento ni apoyo a los intentos de alcanzar la paz por parte de un gobierno que actuaba con el consenso de la mayoría parlamentaria y, por lo tanto, de la sociedad a la que representaba.

Por todo ello, unas palabras de Rajoy me dejaron sumido en un océano de dudas, y no sé si interpretarlas como una muestra más de su particular y sutil sentido del humor: «Apoyaré a Zapatero como hice siempre».

¿Como hizo siempre? Pues estamos jodidos.

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Primera meditación para hoy: cuando Zapatero se refirió inconscientemente al “accidente” de la T-4 de Barajas, en lugar del “atentado”, tuvimos que soportar todo tipo interpretaciones malévolas por parte de la derecha. Pero ya sabemos que el que bebe vodka se equivodka, como le ha ocurrido a Sarkozy en su reunión con Putin, medio piripi en la rueda de prensa posterior, como un Aznar cualquiera. Ahora pasará a la historia de los traspiés verbales una perla de Rajoy: “ETA es una gran nación… perdón, España es una gran nación”.

Segunda meditación para hoy: El fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, manifestó su malestar porque se haya “puesto en duda la imparcialidad en la investigación” de los atentados del 11-M, trasladando dudas a la opinión pública acerca de la autoría de la masacre en “un proceso paralelo al judicial”, una teoría conspiranoica capitaneada por el PP y sus siervos mediáticos, el diario inmundo y la radio inmoral de los talibanes de Cristo. Citó, para apoyar su reprimenda, una sentencia inmortal de Cicerón: “No hay nada más hermoso que buscar la verdad, pero no hay nada más indigno que buscar la mentira y tratar que esa mentira se convierta en la verdad”. Pero es que ni el gran Cicerón podía intuir hasta dónde alcanzaría el valor moral de la mentira como instrumento en manos de la derecha cristiana, siglos después.

Todo va mal, pero ya vienen a salvarnos

A la espera de la dichosa reunión (ojalá fuese dichosa) de primera hora de la mañana en la que Rajoy, contra todo pronóstico, inesperadamente, así, por sorpresa, comunique al pueblo atónito que, a pesar de todos sus esfuerzos de buena voluntad y cooperación en la búsqueda de la paz, ha salido “más preocupado de lo que entró”… a la espera, digo, he centrado mis turbaciones de ayer en las manifestaciones políticas de otros líderes de la extrema derecha, como el cardenal primado de España, Antonio Cañizares, y Monseñor Rouco Varela, siempre tan atentos a iluminar mi camino de salvación.

El cardenal-arzobispo de Toledo es una de las apuestas directas de un jefe de estado extranjero, del papa de Roma, y con él comparte su obsesión por la competencia, que ellos consideran desleal, del laicismo a su industria multinacional, la religión católica, al igual que los albarqueros, los aguadores, los barquilleros, los carreteros, las cigarreras, los buhoneros, las escofieteras, los faroleros, las lavanderas, los lecheros, los molineros, las planchadoras, los pregoneros, los paveros, los serenos… lamentaron un día que el progreso amenazase sus oficios obsoletos hasta hacerlos desaparecer.

Cuando un cardenal primado, la punta de lanza del Vaticano en tierra de infieles, habla, siempre tras sus palabras hay algún mensaje que va más allá del puramente doctrinal para adentrarse o inmiscuirse, según desde donde lo miremos, en la política nacional de ese país. Un discurso que, sorprendentemente, tenía dos niveles, uno para consumo interno de los empleados de su empresa (hay “tantos grupos y tendencias” en la Iglesia española que “parece como desgarrada o hecha jirones”) y otra en clave puramente política, en la que alerta sobre la división de la sociedad española, “sustancialmente católica en su mayoría”. Y no se refiere sólo a “la división mayor o menor de los pueblos de España”, sino también a “la división por tantos enfrentamientos actuales o por un reabrimiento de heridas y divisiones pasadas que nos conducen a la quiebra”.

Para un representante de una Iglesia que fue fundada (Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia) sobre las espaldas de un cobarde y mentiroso que, antes de que cantara el gallo del alba, negó por tres veces consecutivas ser discípulo de su dios para salvar el pellejo, para alguien de esa secta la mentira, lejos de ser un pecado, es un arma que, en algunos casos, como entre los jesuitas, llega a alcanzar la categoría de arte. Él sabe que la sociedad española ya no es “sustancialmente católica”, que sus iglesias son un lugar desolador al que a diario sólo acuden mayoritariamente sus más viejos y asustados miembros del antaño numeroso rebaño. Pero hay que mantener la mentira (¿piadosa?) porque parte de la subvención del Estado del que tan ricamente vive depende de ese falaz recuento de fieles.

Y como padre espiritual del otro representante de la extrema derecha que hoy sostiene la pantomima de reunirse en Moncloa con Zapatero, ayuda disciplinadamente a propagar la idea de la España que se rompe, la del enfrentamiento, la que reabre heridas, la parte de España, por supuesto, que nos gobierna, no esa otra a la que él administra la comunión. Y de paso, nos trajo el recado obsesivo del jefe del Estado vaticano de que “no podemos someternos a una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente (…) a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado”.

“Relegando la fe a la esfera de lo privado”. Más claro, el agua. Y lo dice este discípulo de Pedro, en la festividad del Corpus Christi, rodeado del presidente socialista de la Comunidad Autónoma, del alcalde de la ciudad, del delegado del Gobierno, con las calles cubiertas y perfumadas de romero y tomillo que habrían de pisar luego con sus recias botas los miembros del Ejército español en desfile disciplinado, como una prueba de respeto y pleitesía al cuerpo de Cristo que conmemoraba. Como se ve, una Iglesia perseguida.

Y casi simultáneamente a esa escena ignominiosa en que los representantes de las altas instituciones del estado se veían obligados a soportar en Toledo la falta de tacto y de la más elemental cortesía por parte del cardenal primado, en otro escenario el Cardenal Antonio María Rouco Varela, ex presidente de la Conferencia Episcopal Española, lanzaba un anatema contra los sacerdotes de la parroquia roja de Madrid que “ofenden a dios”.

Él sabe que no se ofende a quien no existe. Pero a él sólo le preocupa su industria, y se defiende aunque sea a costa de ofender, a ellos sí, a todo un colectivo que lleva hasta sus últimas consecuencias el espíritu evangélico de ayuda al prójimo y la lucha en favor de los desfavorecidos y marginados de la sociedad. Os recuerdo que habla de esos curas que ofenden a dios, por lo visto, por oficiar la misa en pantalones vaqueros, y dar cobijo a sus fieles indigentes, y esperanzadoras hostias de dulces rosquillas, y de anteponer la búsqueda del paraíso en la Tierra a las vagas promesas de una vida mejor tras la muerte.

Toda la derecha en sus trincheras, dispuesta a salvarnos de falsos profetas laicos y quiméricos dioses de dulce rosquilla. Hay que joderse.

Religión contra ciudadanía

Miembros de la Iglesia Católica están llamando a la rebeldía contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, una asignatura que pretende enseñar a los niños los derechos y deberes ciudadanos, educarlos para la convivencia desde lo que podríamos llamar una moral civil. El Cardenal Rouco Varela, lo más parecido a un talibán islámico en la Conferencia Episcopal Española, ya dijo días atrás que no se puede permitir que el Estado introduzca “a través de los presupuestos antropológicos explícitos e implícitos de dicha asignatura, una concepción del hombre, de la vida y del mundo que equivalga a una doctrina o ideología obligatoria que venga de hecho a competir con la formación religiosa elegida libremente o a suplantarla subrepticiamente”.

El cura de Villanueva de Bogas, un pueblo de Toledo, ha distribuido entre los padres de los niños que acuden a catequesis una carta en la que les previene que “las Parroquias se guardan el derecho de poder negar a alguien la catequesis si no se presenta objeción de conciencia” a la asignatura Educación para la Ciudadanía.

Unos padres de familia han hecho objetores a la mayoría de sus doce hijos (doce hijos, o sea, apesta a Opus Dei) por considerar que es “una intromisión” en el derecho a enseñar y educar a sus hijos. Ellos pueden, por ejemplo, contarles a sus retoños que la teoría de la evolución de las especies, de Darwin, no es “más que una teoría”, como dice George W. Bush, pero que en realidad ellos proceden de unos primeros padres que vivían en el Paraíso y que fueron expulsados y condenados a muerte por comer de una fruta prohibida; pueden perpetuar la teoría machista de que en principio dios hizo al hombre, y no a la mujer, “a su imagen y semejanza”, y que, en vista de que el hombre y él se aburrían, dijo en un momento de su tediosa eternidad: “no es bueno que el hombre esté sólo”, así que le arrancó una costilla mientras dormía y le fabricó una mujercita para entretener sus ratos de ocio y de paso para que se la follara por las noches; esos mismos padres están autorizados a aterrorizar a sus niños, sin que Asuntos Sociales pueda denunciarles en un juzgado de guardia por tortura psicológica, con las consecuencias del pecado mortal de masturbarse, con la amenaza de un infierno donde arderán eternamente como castigo por tocarse la pilila, en una tortura sin fin y sin rescate posible.

Es decir, cualquier padre, cualquier cura, cualquier talibán “tiene derecho” a llenar la cabeza de sus hijos y educandos (“sus” hijos, como una propiedad con la que pueden hacer cualquier cosa) con doctrinas que van desde el absurdo al atentado a los derechos humanos más elementales, pero el Estado no puede formar a los niños en valores ciudadanos mucho más útiles para su desarrollo y convivencia en sociedad.

Esos talibanes cristianos lo hacen en defensa de la familia, esa familia a la que sus sacerdotes renuncian sospechosamente como un escalón inferior en el camino de la santidad. Un extraño apego a los valores de la familia por parte de los seguidores de una religión cuyo fundador aseguraba en uno de sus célebres sermones: “Si algún hombre viene a mí y no rechaza a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, no puede ser mi discípulo”. Ese intento de cortar los vínculos con la realidad, de aislar de su familia a los nuevos discípulos como primer paso para el lavado de cerebro, ¿no es precisamente uno de los síntomas por los que los expertos clasificarían a esa religión como una secta destructiva, y por lo tanto, perseguible por ley?

Estoy hecho un lío.

¿Otra vez la escena del sillón?

Para el lunes está prevista la primera reunión entre Zapatero y Rajoy tras el anuncio de rotura de la tregua por parte de ETA. Está prevista, pero no las tengo todas conmigo de que no vaya a anularse a última hora. Para empezar, Mariano Rajoy, continuando con la táctica bien ensayada desde hace años, ante la posibilidad de que le hagan una oferta “de esas a las que no te puedes negar”, pone por delante condiciones que sabe de antemano que el gobierno no puede aceptar.

Así, hace unas horas ha vuelto a repetirse la misma canción. ¿Cómo negarse a la reactivación de un pacto antiterrorista, en momentos como estos en que puede estar siendo montada una bomba asesina, sin que se note demasiado su alergia a reforzar por ello al gobierno, que es quien dirige la lucha antiterrorista? Pues pidiendo de antemano lo imposible. A saber: que, primero, el gobierno de Zapatero ilegalice a ANV, un partido legal, inscrito muchos años antes de que siete magníficos colaboradores del terrorismo de estado del régimen franquista fundaran el embrión del hoy Partido Popular.

Por su parte, Zapatero, en su entrevista con Gabilondo en Cuatro TV, dio a entender que al fin se ha rendido a la evidencia: dijo estar convencido de que el PP de Rajoy, a pesar de todo, seguirá haciendo oposición con el terrorismo “hasta el último día de la legislatura”.

Esos son los ánimos con los que afrontan la reunión del lunes. Un presidente visiblemente tocado, que ya no tiene nada más que perder con ETA, una vez perdido el camino de la negociación de paz, y un líder de la derecha que está jugando con fuego, con el fuego de las bombas y las pistolas etarras que le pueden estallar en su propia cara.

Esa escena del sillón, repetida una y otra vez, como la de doña Inés y don Juan con la que todos los años nos torturaban en blanco y negro en la televisión española y de las jons, ya no tiene la menor emoción. Ya sabemos el desenlace. Mariano Rajoy dará una rueda de prensa en Génova 13 rue del percebe para decirnos a todos los españoles dos cosas, fundamentalmente: que somos todos unos gilipollas y que salió de la reunión con las mismas dudas con las que entró.

¿Es necesario que nos sometan una vez más a la tortura de esa pantomima? ¿La famosa razón de estado está obligada a pagar, a pesar de todo, esos peajes ante una oposición tan desleal, tan tramposa? Si Zapatero y el resto de los españoles tenemos claro que el Partido Popular no puede soportar el transitar por ningún camino que remotamente pudiera llevarnos a la paz, porque la paz es el infierno del guerrero, ¿por qué ese empeño en martirizarnos con otro amago de reunión inútil, en la que los interlocutores ni siquiera son capaces de sostenerse la mirada?

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Meditación para hoy, por si sirve para esa reunión del lunes: Como las diferencias entre los Estados Unidos y Europa sobre la hoja de ruta a seguir contra el cambio climático eran y siguen siendo tan abismales, los jefes de estado y de gobierno se han inventado en la cumbre del G-8 una curiosa modalidad de acuerdo, muy útil para cuando no se está de acuerdo, que consiste en pactar un acuerdo para negociar un futuro acuerdo. Parece un galimatías, pero si lo leéis un par de veces seguidas comprobaréis que es todo un hallazgo de la nada. Claro que eso les pasa porque en el G-8 no tienen a nadie con el sentido común de Mariano.

La decadencia de la raza

De Juana Chaos ya está en la nueva cárcel. Para la derecha, todos los problemas de este país, y quizá del mundo, han quedado solucionados. En este receso, mientras buscan a otro jinete del apocalipsis con que darnos la vara el resto de la semana, podemos relajarnos dedicándonos a analizar problemas mucho más graves, como, por ejemplo, el estado lamentable de la selección española de fútbol.

Y no os lo toméis a coña. La selección de España (con 44 millones de habitantes) sólo pudo meterle dos goles a Liechtenstein, un país de casa de muñecas (35.000 habitantes) que por no tener no tiene ni mar, que es lo menos que se le puede pedir a un país. Me he metido en la Wikipedia y no salgo de mi asombro. Liechtenstein es una nación de mentirijillas, tan minúscula como el Vaticano, como Mónaco, como San Marino, que superan la escasez demográfica, y por tanto de futbolistas, con su actividad pirata de tiburones de la economía global, unos como paraísos fiscales, y otros vendiendo a plazos paraísos celestiales falsos.

Liechtenstein tiene censadas en su suelo cerca de 74.000 empresas, más del doble que habitantes. Lo que me lleva a pensar que hay muchísima más gente que se dedica afanosamente a los negocios que a jugar al fútbol. Además, todos sus jugadores, los de fútbol, no los de la Bolsa, destinan al balón tan sólo sus ratos libres, una segunda profesión que supongo estará remunerada a nivel de becario.

Vaya por delante que de esto entiendo muy poco. Pero me digo yo, si España tiene 1.300 veces la población de Liechtenstein, o, dicho de otra manera, Liechtenstein tiene tan sólo el 0,08% de la población de España, y nuestra selección sólo pudo ganar por 2-0, me da la impresión de que tenemos un problema que deja en ridículo al de De Juana Chaos. O los chicos centroeuropeos son unos genios, no sólo de las finanzas, o los españoles son unas nenazas.

Así que hago esta pregunta a Mariano Rajoy, tan preocupado él por el deterioro de la raza (la familia, los homosexuales…): ¿no debería preocuparse más el PP por el estado testicular de nuestros muchachos, signo evidente de la decadencia de la antaño “furia española”, que más que furia parece hoy apenas una rabieta? ¿Qué nos está pasando, señor Rajoy, que mientras ustedes pierden el tiempo en buscar terroristas del 11-M por valles y montañas cercanas, a nuestros multimillonarios del fútbol se les caen las bragas a la segunda galopada por la banda?

Quede como meditación para hoy, si el tiempo y los etarras lo permiten. ¡Paña!

Ahora sólo queda esperar para saber de quién es el muerto

Lo más parecido a una maldición nos obliga a continuar con la conversación de ayer, a nosotros y al país entero, porque eso es lo que más desean ETA y el PP. ¡Qué coincidencia de anhelos más vergonzosa! Para ambas organizaciones, y por motivos distintos (quiero suponer), era un baldón intolerable que el miedo al terrorismo hubiese pasado al tercer o cuarto lugar de las preocupaciones de los españoles. Así que las aguas de la angustia han vuelto a su sitio.

De esta manera se diluyen de las portadas de los diarios los malos presagios para la teoría conspiranoica del 11-M auspiciada por Génova 13: si nadie encuentra etarras en el 11-M, que no se preocupe la feligresía, dejemos las minucias de mantener vivo el rescoldo de la conspiración a los criados del periodismo de talonario y a la caverna de la AVT de Alcaraz y a sus abogados en el macro juicio. Que nadie se preocupe, su valor está muy devaluado, porque de ahora en adelante nos vamos a coger un jartá de terroristas de carne y hueso, y no de los virtuales, de esos que sólo ponían bombas en la imaginación de los conspiradores.

En biología se conoce como “altruismo recíproco” la simbiosis de intereses formada por organismos de distintas especies, como ETA y el PP, como las flores que atraen con su néctar a las abejas para polinizar, como los búfalos y los tocos piquirrojos, comos las flores rojas tubulares y los colibríes, como los meros y los peces limpiadientes, como los tiburones y sus rémoras (esto último creo que ya lo había dicho)… Unos y otros se hacen el favor recíproco, aunque cada uno trabaje exclusivamente por su interés.

Y mientras la simbiosis procura bienestar y provecho tanto a los tiburones como a las rémoras de la política, el resto de los españoles nos sentamos a esperar a ver quién es el siguiente en la lista de los muertos. Y ese día se paralizarán todas las conversaciones, y nuevamente nos quedará el alma en suspenso, sin adjetivos nuevos para condenar los atentados. Cuarenta años de adjetivos gastados, de imaginación caduca en las frases de condena, de tristeza y de odio a partes iguales.

Y mientras llega la hora, os hago la gran pregunta. Os la sirvo cruda para que apreciéis en toda su extensión su textura repugnante, babosa, y su sabor amargo. Teniendo en cuenta que el Partido Popular cree a pies juntillas que perdió las elecciones del 14-M por culpa de los atentados de Atocha, ¿creerá, en consecuencia, que unos cuantos atentados de ETA serían la solución correcta para derribar a Zapatero y devolverles el poder? ¿Cuántos muertos creéis que necesita el PP para ganar las próximas elecciones? Es más, ¿con cuántos muertos se conformaría?

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Meditación para hoy: Tengo muy poca esperanza en el futuro. Hoy, por ejemplo, es el futuro de ayer, y ya veis qué mierda de futuro.