Fue un fin de semana de fin de ciclo. Se constituyeron los ayuntamientos salidos de las urnas de las últimas elecciones, y se acabó la liga de fútbol. Y cada uno lo celebra como puede.
La euforia de los dirigentes del PP, después de la paliza abrumadora de Madrid que les hizo proclamar desde el escenario de la balconada de Génova 13 que habían ganado las elecciones, ha sido finalmente atemperada por los datos fríos: el PSOE gobernará en 23 capitales de provincias, más dos grandes ciudades como Mérida y Santiago de Compostela, y el PP deberá conformarse con 21. Visto con perspectiva, pintan bastos para los populares porque el liderazgo de Mariano Rajoy, aquel que gritaba en la noche electoral “hemos ganado las elecciones”, se salda con 11 capitales menos que en las anteriores elecciones de 2003. Curiosa forma de ganar.
Visto así, y que me perdone este buen señor, no sé muy bien si Mariano Rajoy tiene un próspero pasado por delante o un espléndido futuro por detrás. Y sin embargo…
Y sin embargo debo reconocer una virtud en la maquinaria de ese partido: su gabinete de imagen funciona mucho mejor que su maquinaria electoral. Al cabo de unas horas de saberse que el Partido Popular había perdido unas elecciones de signo local, pues eso era lo que se jugaba en esos momentos y no otra cosa, supo presentarlo como una victoria universal, como una antesala, como un ensayo de las elecciones generales, pues el granero de votos de Madrid y Valencia le había reportado muy buenos frutos en el cómputo total del Estado español. Sobre todo Madrid, el escaparate de todas las españas.
Cada vez está más claro que los políticos del siglo XXI concentrarán más esfuerzos en vender un estado de ánimo que un programa electoral. La imagen virtual de la realidad como sucedáneo de la realidad. Gabinetes milagrosos capaces de elevar a presidente de los Estados Unidos, mediante técnicas de ilusión óptica, a un deficiente como George W. Bush, o hacer pasar por estadista, insufrible, pero estadista, al león de las Azores, al sagaz profesor de Georgetown. Maquinarias expertas en vender humo, aunque sea tóxico o adictivo.
En ese afán anda Mariano, haciendo de la necesidad virtud, que lo mismo vende una derrota como victoria, que ensaya la nueva tanda de profecías catastrofistas para la nueva temporada 2007/2008, aunque jamás se haya cumplido ni una sola de sus tenebrosas predicciones. Ya se encargará su maquinaria mediática de crear el estado de desasosiego oportuno, porque, como en el caso de las religiones del libro sagrado, su ideario es mantener a toda costa el sentimiento de culpa entre la feligresía, el estado de zozobra generalizado, la sensación de pecado, de amargura, de fin del mundo inminente, el caldo de cultivo preciso para que los curas y salvapatrias de turno cuenten con la coartada que buscan desesperadamente para salvarnos a la fuerza.
La última de sus profecías es ¡cómo no!, que si el PSOE pacta el gobierno de Navarra con Nafarroa Bai, esa acción traerá “consecuencias nefastas para Navarra y para España”. De Europa todavía no dijo nada. Y así, de profecía en profecía hasta la derrota final.
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Meditación para hoy: Mientras esto os escribo, pasada la medianoche, oigo el rumor de la calle, gritos y cláxones de coches de seguidores en estado de euforia desatada por la conquista del campeonato de Liga por parte del Real Madrid. Por la televisión llegan imágenes de las cercanías de la plaza de Cibeles, una diosa pagana, a la que la afición ha tomado como amuleto de la buena suerte, y a donde llegan los jugadores del Real Madrid en autobús engalanado a ofrecerle sacrificios por los dones recibidos. Hay más gente que en una manifestación de la derecha. El capitán, Raúl, subido a una grúa gigantesca, en una imagen inenarrable que no me atrevería a calificar por no herir susceptibilidades, le puso de babero a la diosa una nueva versión de la bandera española con el escudo del Real Madrid donde suele estar el escudo de España, y una bufanda con los colores del club. En ese momento estalló el delirio entre la multitud.
Los jugadores del Betis, más loperamente piadosos, supongo que habrán acudido en acción de gracias, por haber evitado el descenso a segunda división, a rendir sus respetos a la Virgen de no me acuerdo qué pero a la que tienen una gran devoción cuando ganan. Sé tanto de fútbol como de asuntos divinos, pero quiero pensar que donde esté una Virgen que se quite una diosa.