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Cuidado con los zumos

El día que está a punto de acabar es el día mundial del zumo (ahora hay días para todo). Y no puedo evitar al leer algún que otro artículo sobre los bondades de estas bebidas recordar sus peligros.

Es cierto que muchos niños llevan muy mal lo de tomar fruta y que beber un zumito es mucho más fácil. He visto con frecuencia a madres y abuelas felices y orgullosas viendo al niño pequeño a su cargo beber un vaso enorme con el zumo de varias frutas.

¡Tres naranjas naturales exprimidas! ¿Quieres que te eche un poco de azúcar para que esté más rico? ¡Qué mayor te vas a hacer!”

El gran problema es que en términos nutricionales sería mucho mejor que se comiera una naranja o media si no le entra más, antes que tres naranjas exprimidas. En ese zumo va el azúcar que llevan las tres piezas de fruta y nada o muy poco de la saludable fibra que tienen.

Además, al beber en lugar de comer la sensación de saciedad es menor. Y eso no tiene porqué ser bueno.

Sobra recordar que la obesidad infantil y juvenil es una epidemia en los países desarrollados.

Os dejo con un artículo «cuidado con los zumos envasados» de El laboratorio gastronómico y con un fragmento de una noticia de hace un año de 20minutos.es titulada «Cuidado con los zumos, abusar del azúcar procedente de la fruta produce obesidad» que demuestra que además de la cantidad e azúcar de los zumos el abuso de la fructosa aumenta triglicéridos y hace al organismo resistente a la leptina, hormona que regula el nivel de lípidos en sangre.

Es cierto que tomar zumos siempre es mejor que tomar bebidas azucaradas de cola u otro tipo de refrescos. Pero tampoco es la mejor opción ya que las rutas son ricas en un tipo de azúcar llamado fructosa.

La investigación reveló que la ingesta de líquido azucarado en cantidades abundantes durante un período de tiempo prolongado desarrolla una resistencia del organismo a la leptina, hormona que regula el nivel de lípidos en sangre.

En niños y adolescentes resulta preocupante esta alteración metabólica que, además, es más acusada cuando se utiliza para azucarar líquidos que sólidos, según revelan las investigaciones del CIBERobn.

Los alimentos contienen dos variedades de azúcares, los monosacáridos (unidades básicas de azúcar como la fructosa y la glucosa) y los disacáridos (unión de dos monosacáridos, como la sucrosa, también conocida como azúcar blanco, el extraído de la caña de azúcar).

A juicio de los científicos del CIBERobn, «pese a que ambos proporcionan la misma cantidad de calorías, el cuerpo las metaboliza de distinta manera, tendiendo, en el caso de la fructosa, a elevar los niveles de triglicéridos sanguíneos, un exceso de energía que el metabolismo es incapaz de quemar cuando se consume en grandes dosis», señala el doctor Martínez Olmos.

Según los resultados de las investigaciones del CIBERobn, la fructosa provocaría una alteración metabólica mayor cuando se utiliza en su versión líquida (como edulcorante presente en refrescos y zumos envasados) que en la sólida (productos de repostería, jarabe de maíz y fruta).

Es decir, por muchos motivos mejor una naranja masticada que un zumo de varias.

Y mejor un plátano que una papilla con un plátano, una naranja, y tres galletas.