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No déis comida a los animales de los zoo

Los carteles no pueden ser más grandes ni más claros. Y abundan por todas las instalaciones. Unos se limitan a prohibir alimentar a los animales. Otros se toman la molestia de explicar que hacerlo puede desequilibrar su dieta y ocasionarles graves problemas de salud.

Da igual. Siempre hay alguien arrojando patatas fritas, gusanitos, trozos de pan.. Jirafas, chimpancés, elefantes, monos… y sobre todo los osos pardos, los payasos oficiales del zoo.

Me enferma. Me pone mala.

Y muchas veces lo hacen padres recientes en compañía de sus niños pequeños, sin importarles un bledo el nefasto ejemplo que están dando. Enseñándoles que más importante su mínima diversión al ver al oso ponerse en pie que el bienestar del animal.

Mira que hay algunas instalaciones en las que consienten alimentar a los animales. Con los flamencos o cabras por ejemplo, por 50 céntimos obtienes pienso específico para ellos que poder darles.

No parece ser suficiente para esos alimentadores obsesivo compulsivos de todo bicho viviente.

Recuerdo leer a Gerald Durrell, en sus libros de adulto como director de un zoo, quejarse amargamente de esta manía por lanzar comida a los animales que los enferma, engorda e incluso hiere (no sólo les lanzan comida, Durrell contaba que incluso en una ocasión dieron cuchillas de afeitar a los chimpancés).

El acuario también está repleto de carteles prohibiendo hacer fotos con flash. Incluso lo recuerdan constantemente por megafonía. Y siempre hay algún destello de algún idiota que además tendrá que tirar esas fotos a la basura. En un entorno casi sin luz y lleno de cristales, si hay alguna oportunidad de hacer una foto digna será precisamente sin flash y con muy buen pulso.

En fin, será que hoy tengo el domingo gruñón…

De paseo al zoo

Este año nos hemos sacado el abono de Parques Reunidos que permite ir tantas veces como quieras al zoo (entre otros sitios, pero este blog no es el lugar para hacerles publicidad explicando en qué consiste con pelos y señales).

Desde que lo tenemos hemos ido un buen montón de veces. En alguna ocasión para pasar el día con el bocata en la mochila. Pero la mayoría de las visitas han sido agradables paseos viendo algunos animales sin la obligación hacer todo el extenuante recorrido.

A mis peques les encanta. Y estoy segura de que cada año les va a gustar más. Y a nosotros también.

Es una alternativa placentera y educativa a pasear por un centro comercial, por el centro de la ciudad o estar en el parque. Cosas que tampoco hay que dejar de hacer por supuesto.

Hay gente muy contraria a los zoos. Gente que los ve como una especie de cárceles de animales que habría que erradicar.

En el caso de muchos zoos estoy de acuerdo. Pedir que los cierren es poco.

Pero en el mundo hay zoológicos muy bien gestionados, que realizan una importante labor de conservación y concienciación.

Claro que no estoy ciega. El hecho de que sean empresas privadas que busquen legítimamente el lucro hace que a veces no sean los animales lo que primen. Eso es un problema de base.

Y no hay zoo perfecto, eso está claro.

Pero en una gran ciudad no encuentro mejor sitio para transmitir a mis hijos mi fascinación por la diversidad existente, mi amor por los animales, la curiosidad por conocerlos mejor, comprenderlos y sobre todo respetarlos.