Un colega, que no creo que ande precisamente preocupado por educar niños en estos momentos, me ha descubierto un entretenimiento en forma de App (no me atrevo a llamarlo videojuego ni él tampoco) que le llamó la atención y que decidí probar en cuanto me habló de él.
Se llama Hope, lo ha desarrollado Mr.Roboto y tiene su enjundia pese a su humildad. En Hope, con una estética que gustará a todos los nostálgicos de los videojuegos de píxel visto, muestran la tradicional historia de un héroe que tiene que salvar a una princesa matando miles de malos, pasando pruebas y avanzando por un mapa. Su originalidad es que no manejamos a ese héroe dando espadazos, sino que contemplamos a la pobre princesa secuestrada. Vemos como llora, suspira, espera y desespera. Y pasan más cosas sí, lógicas en esa situación de princesa retenida por un malvado pero en las que los juegos no suelen entrar. Cosas que no lo hacen recomendable para niños.
Esa es su gracia más allá del guión, que puede gustar más o menos, lo interesante es que nos hace darnos cuenta de (como dice el amigo que me lo recomendó) «la mierda de personajes femeninos que suele haber en los videojuegos, son los trofeos del protagonista y poco más».
Hay excepciones sí, pero tiene razón. La figura femenina en esas aventuras es tirando a patética. Tras jugar a Hope, me está dando por imaginar lo que pueden estar pasando, lo que les están haciendo a todas esas pseudoprotagonistas. No son precisamente modelos femeninos atractivos para que las niñas se sientan identificadas con ellos. Mejor de hecho si no se sienten identificadas con ellos.
No sé si esa será una de las razones por las que las niñas se sienten mucho menos inclinadas a dedicar su tiempo de ocio a los videojuegos. Es probable que sí. Tal vez la industria del videojuego tenga que hacer un esfuerzo real por atraer a las niñas y a adolescentes con juegos de calidad, más allá de Nintendogs, Sims o juegos horrorosos en los que adiestras ponys o cuidas bebés. Estereotipos sin parar.
Pero deberían planteárselo. Niñas como mi Julia, con sus cuatro años, padres que tienen la casa llena de consolas y saben de juegos y que disfrutan de ratos de ocio con sus propios juegos en el iPad y en la consola, pueden marcar una diferencia importante, una generación de niñas predispuestas favorablemente hacia los videojuegos. Si al crecer les ofrecen títulos de calidad, claro.
Tal vez sea difícil ese cambio de foco de la industria, teniendo en cuenta el porcentaje de testosterona reinante entre desarrolladores y distribuidores y la creencia establecida de que se trata de un tipo de ocio que (también con excepciones, como las protagonistas-trofeo) interesa eminentemente a los varones. Productos hechos eminentemente por varones para varones. Claro que, de seguir así, será una profecía perennemente autocumplida.
Y es cierto que las cosas ya están cambiando. En mi generación apenas había unas pocas niñas interesadas por los juegos, en generaciones posteriores el número ha ido subiendo, pese a ese mercado que sigue enfocado en el cromosoma Y y que cuando pone una protagonista femenina fuerte y con carisma, como la emblemática Lara Croft, la diseñan pensando en que sea imposible dejar de mirarla el culo (otra observación de mi amigo).
Bueno, que divago… Volviendo a Hope, creo que tiene dos posibles finales. Yo he visto uno y me parece que me animaré a intentar el otro.
No importa si tenéis poco tiempo o no os gustan los juegos, si tenéis curiosidad podéis zambulliros en Hope sin miedo. Apenas roba unos pocos minutos cada noche (mejor ponerse con él cuando se esté tranquilo, yo lo hacía en la cama antes de dormir) y en menos de una semana lo habréis liquidado.
Y da que pensar. Me da que a todos nos surgen reflexiones diferentes, aunque relacionadas.
Mi colega, ese que me lo ha descubierto, ha escrito mucho más y mejor que yo en Yorokubu sobre Hope. Os dejo con el enlace a su pieza Esperar y suspirar: el juego de ser princesa y con algunos fragmentos inconexos (os recomiendo leerlo entero).
La divulgadora feminista Anita Sarkeesian ha dedicado ya dos episodios de su estupenda y polémica serie de vídeos Tropes vs. Women in Video Games a señalar cómo los videojuegos recurren constantemente a la figura de la damisela en apuros y colocan a mujeres y niñas como trofeos o motivaciones para los personajes masculinos. A veces el análisis de la Sarkeesian dispara al bulto y hace trampa con ciertos títulos por pasar detalles por alto, pero atina en lo importante: hay muchos protagonistas masculinos y muchos personajes femeninos que no son más que zanahorias atadas a palos. Todo cáscara.
La protagonista de Hope es una damisela en apuros de manual. Sí, la escuchamos más que a la Peach de Super Mario y más que a la princesa Zelda, pero está encerrada, está indefensa y es el trofeo de un personaje masculino. Lo que ha hecho Mr. Roboto al mover el foco y enseñarnos esta parte de la historia, nos sirve para señalar de una forma todavía más clara las flaquezas que esconden estos personajes. Es cierto que en la historia de Hope la princesa lleva carga dramática y acapara la mayor parte del texto del guion, pero sigue siendo un personaje de videojuego cuyas únicas habilidades son caminar, llorar y suspirar y sigue dependiendo de otro para salvarse.
¿Y por qué no se cuenta nunca el otro lado de la aventura? ¿Es un coñazo? “No creo que sea aburrido”, responde Ricardo (el creador), “simplemente no es tan épico ni emocionante para el jugador. Sin embargo es más trágico, o así nos lo imaginamos nosotros. Cada punto de la historia tiene su gracia, ¡cuántos millones de personas querrían saber más del punto de vista del Imperio en La Guerra de las Galaxias!”.