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Los niños pequeños y las olas de calor

¿Habéis visto los parques infantiles madrileños estos días de verano intenso? Ni un alma. Creo que en el desierto de Almería hay más gente. Lógico por supuesto, a ver quién aguanta con niños pequeños y más de treinta grados. Y a ver quien está tan loco como para permitir que sus hijos pequeños están tirándose por el tobogán y corriendo del columpio al balancín con semejante chicharrera.

En cambio en lo más crudo del invierno sí que pueden verse niños en los parques. Yo misma he tenido a mis peques, bien abrigados eso sí, en los parques en supuestas olas de frío. Y si llueve, pero no diluvia, también se lo puede pasar uno bien en el columpio cantando aquello de que llueva, que llueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan…

Por la calle paseando, montando en bici, patines o patinetes veréis unos pocos, sí. Muy pocos comparados con cualquier otra época del año.

¿Dónde están los niños pequeños (y los bebés)
en las grandes ciudades que están en alerta amarilla y naranja? Muy fácil: paseándose por los centros comerciales, en los parques de bolas, en el cine (no es casualidad que estrenen bastantes películas infantiles en verano), en las piscinas, en las playas (los afortunados que pueden) y en casita con el aire acondicionado tirando de juguetes, tele, consolas, juegos de mesa, pinturas… o de visita en casa de otros amigos con o sin niños. Con los bebés puede ser una buena oportunidad de recorrer museos.

¿Qué hacéis vosotros con vuestros niños con estos calores?

Ir a la playa con niños pequeños, no es lo mismo

Mi santo y yo nunca hemos sido muy playeros, somos de los de un par de bañitos, secarse e irse. Tomar el sol durante largo rato no nos motiva, leer en la playa nos ha resultado siempre incómodo y lo de comer allí ni nos lo planteamos. Teniendo eso en cuenta, siempre hemos ido con lo mínimo a la playa: un par de toallas, la crema protectora y listo. ¡Quién nos ha visto, y quién nos ve ahora que vamos con niños!

Nuestros peques, como ya os he contado en anteriores posts, nos salieron también poco playeros, al menos hasta ahora. Jaime, siempre ha estado peleado con la arena, no le gustaba estar rebozado, ni siquiera cuando era bebé. Julia igual. El año pasado solo intentamos en una ocasión bajar a la playa y duramos quince minutos en los que no salieron de la toalla. Ni quisieron entrar en el mar ni pisar la arena. Tengo amigos con niños a los que tampoco les gusta, pero la mayoría la verdad es que tienen hijos que en la playa disfrutan como locos jugando a disfrazarse de croquetas, acaban con arena masticada, hasta en los ojos… y tan contentos.

Este año parece que la cosa ha cambiado. Siguen siendo piscineros, pero Julia ya puede pasárselo bien en la playa, construyendo castillos y muros al borde del mar y bañándose en nuestros brazos. A Jaime no le gusta tanto, pero la soporta.

Este año hemos estado siete tardes en la playa, a partir de las 18:00 que es cuando mas suave está el sol y más tranquilos estamos. Y es interesante ver como hemos ido evolucionando día a día nuestras estrategias para sobrevivir a la arena con niños pequeños. El primer día, como buenos novatos, fue un desastre de arena, toallas rebozadas y niños crocantes. Poco a poco fuimos elaborando pequeñas estrategias en forma de más adminículos, distintas bolsas (esta para toallas limpias y mudas, esta de plástico para cacharros de arena…) y al final incluso sillas de playa.

Aún estamos lejos de esas familias (sabiamente, seguro) equipadas con sombrillas, neveras tumbonas, tiburones, tablas y colchonetas e incluso pequeñas piscinas inflables que llenar de agua de mar.

Lo que está claro es que, con niños pequeños, lo de ir con un par de toallas colgadas al hombro es imposible. Igual que es imposible lo de los dos baños y salir de la playa impolutos. Fabricar murallas, hacer dibujos con piedras y bañarse en la orilla lo impide.

Pero que queréis que os diga, pese a archiperres y pringamientos, la playa es mucho más divertida con niños.

¿Te sentías a gusto con tu cuerpo cuando estabas embarazada?

Yo sí, he de confesarlo. No me importaba un pimiento parecer un zepelín al final del embarazo ni extrañamente gorda al principio. Y no creáis que fui de esas que parecen la serpiente que se comió el elefante de El Principito, yo engordé por todas partes, no solo de barriga: muslos, cara de pan (las que tenemos cara redondita estando delgadas, estamos condenadas a eso cuando engordamos), brazos… Y estaba feliz y contenta. Estaba gestando a mis hijos, mi gigantesco abdomen alojaba a mis niños y mi cuerpo tendía a acumular grasa que luego liberaría en forma de leche. Sentía todo tan natural, tan lógico, que disfruté de los cambios que se producían en mi cuerpo y no tenía ningún complejo a la hora de mostrarlo, incluso menos que al no estarlo.

Pero sé que no es siempre así, lo sé bien. En mi entorno hay mujeres que me han contado que se rechazaban ante el espejo, que vivieron el embarazo preocupadas por si luego lograrían recuperar su figura, que entendían engordar de tripa pero no de todo lo demás, que perdieron las ganas de ir a la piscina o a la playa e incluso de tener sexo con sus parejas por sentirse poco atractivas.

Lo sé y puedo meterme en su pellejo, pero no sé cómo podría convencerlas para que luchen contra ello, hacerlas entender que el cuerpo de una mujer embarazada es hermoso por mucho que opine cualquier descerebrado delante de ellas, que las transformaciones que se producen tienen sentido, que la opción siempre debería ser gustarnos, querernos… que los patrones estéticos imposibles que nos venden a las mujeres, incluso en una situación como el embarazo, no son más que corsés invisibles que nos hacen infelices.

Creedme, vuestros cuerpos gestantes son preciosos. Disfrutad este verano sin complejos. Miraos, maravillaos. Un milagro así lo merece.

Alterados por el calor

Con Julia no lo noto tanto, de hecho no lo noto en absoluto, pero con Jaime sí. El calor le altera muchísimo. Comienza a despertarse por las noches, está más nervioso, le molesta salir a la calle a las horas a las que caen los pájaros (que son las horas de salir del cole sin ir más lejos).

Le lleva pasando desde los dos años. Luego se acostumbra, pero la llegada del calor siempre trae algo de caos. Lo peor fue cuando tenía tres años. Durante más de un mes fue prácticamente imposible dormir.

No sé si esta hipersensibilidad al calor es característica de los niños con autismo u otras discapacidades o si depende más del individuo. Probablemente sea lo segundo y haya niños que, sin ningún problema, también achacan mucho los cambios de temperatura.

En cualquier caso, para el domingo nos toca una bajada casi de un día para otro de diez grados en el centro de la península. No sé si alegrarme o no la verdad, nos tocará doble proceso de adaptación….

¿A vuestros peques también les cuesta adaptarse a la llegada del calor?

«Las olas son malas, no me gustan las olas»

Cuando hace un par de días os hablaba de nuestras vacaciones podíais leer mucho sobre piscinas y paseos y muy poco sobre mar y arena.

A ninguno de mis hijos les gusta jugar con la arena. Ni en la playa ni en el parque. Es así para ambos desde la primera vez que les sentamos en la arena.

Cuando les hemos llevado a la playa han insistido en atrincherarse en la toalla, como si fuera la alfombra mágica de Aladino y poner un pie fuera supusiera precipitarse al vacío.

Y a ninguno de los dos les gusta el mar. Son muy acuáticos, la piscina les chifla. Pero el mar está salado, tiene olas imprevisibles que te salpican, cosas raras que flotan y a veces está un tanto frío.

Todos los años lo intentamos dos o tres veces y todos los años nos retiramos con ellos camino de la piscina.

Pero es que de padres poco playeros, tal vez niños poco playeros.

Tampoco Sergio y yo somos de mucha playa. No lo hemos sido nunca. Un ratito vale, para darse un buen baño, secarse agradecido al sol y listo para irse a un lugar más cómodo. En total como mucho una hora u hora y media.

Menos mal.

Como nos gusta la playa es para pasear cuando avanza la tarde y cae la noche, para pasear disfrutando de la puesta de sol y de la visión del mar. Eso sí que lo hemos hecho mucho y lo seguiremos haciendo.

Nos parece más agradable que cargar con sombrillas, tumbonas, palas, cubos, toallas y crema solar para después estar sacudiendo arena de todas partes durante días.

¿Seremos unos bichos raros?

Crónica de nuestras vacaciones almerienses

Imagino que nos sucede a todos. Una vez has regresado a tus escenarios habituales parece que las vacaciones fueron un sueño de pocos días. Nosotros estamos ahora en esa situación. Pero los quince días que pasamos al pie de las playas de Vera, en Almería, fueron muy reales y los disfrutamos enormemente. Han sido con toda seguridad las vacaciones familiares que mejor nos han sentado.

La zona a la que fuimos es muy tranquila incluso en agosto. Es fácil circular y aparcar cerca de dónde vas, no hay tiempos de espera ni colas, nada está masificado. Y la pequeñas urbanización a la que fuimos, en la que apenas media docena de sus treinta viviendas estaban ocupadas, era nuestro oasis de paz particular. El piso, de dos habitaciones, era acogedor y no le faltaba de nada. Y teníamos bajando unas pocas escaleras dos piscinas de agua caldeadita a nuestra disposición, una infantil y otra para adultos. Pocas veces coincidimos con alguien en la piscina.

Esa tranquilidad es algo que nos facilita la vida mucho con niños pequeños, pero sobre todo cuando un niño tiene autismo.

Nuestras jornadas han transcurrido de la siguiente manera:
desayuno, piscina, pequeña excursión para hacer la compra (salvo en dos días, siempre hemos comido y cenado en casa) o tomar una clarita en el chiringuito, regreso a casa para comer (si se volvía pronto, con piscina previa), megasiesta conjunta, merienda, piscina, excursión/paseo a algún pueblo próximo (Bédar, Garrucha, Mojácar, Vera, Níjar..) o paseo por la playa, vuelta a casa para cenar, niños dormidos y un rato para que mi santo y yo jugásemos una partida a algún eurogame y nos viésemos antes de dormir un episodio de Boardwalk Empire o Los Tudor.

El tiempo nos ha acompañado. El día que más calor hizo fueron 30 grados. En Madrid ha hecho mucho más calor.

Ha habido tres salidas de la norma que a los niños les encantaron.

Una fue una excursión al poblado del oeste, el minihollywood, parque temático Oasys o como quiera llamarse. El parque que mi santo recordaba de su propia infancia ha cambiado mucho y ahora es un lugar estupendo para los niños. Además de la parte del lejano oeste (Julia ha vuelto fascinada por las «princesas del cancán»), tiene una piscina enorme y con poco fondo en la que Jaime fue realmente feliz y una reserva de animales de un tamaño muy razonable. Ni siquiera allí había agobios de gente. Francamente recondable.

La segunda fue el concierto de Cantajuego en Vera. Fuimos Julia y yo, para Jaime hubiera sido mucho agobio. Además, son 20 euros la entrada sin distinción de edad. Lo pasó teta. Cuando aparecieron sus héroes televisivos no daba crédito, se le veía en la cara, y luego bailó y cantó como una loca.

La última actividad fue un paseo en pony por el paseo marítimo de Vera.

En fin, que hemos descansado y disfrutado todos, como véis.

¿Me contáis vuestras vacaciones?

Tras las vacaciones

He vuelto. Hemos estado de vacaciones y creía que contaría con Internet para poder actualizar el blog, por desgracia (o por suerte tal vez) he estado casi completamente desconectada.

Ayer regresamos después de un largo viaje en coche desde las playas de Vera, en Almería. Ya os contaré más despacio mañana cómo nos fue, prometido. Hoy estamos de zafarrancho. Seguro que os suena: vaciado de maletas, lavadoras, plancha, recoger la casa, hacer recuento de víctimas entre las plantas de la terraza, hacer la compra…

Y con los peques alborotados por el cambio de rutina y la vuelta a casa. En vacaciones los horarios no tenían nada que ver: nos levantábamos a las 10:30, comíamos a las 14:30 o 15:00, nos acostábamos pasadas las 23:00. Nunca habían trasnochado tanto. Y además las normas se flexibilizan: se consiente que se levanten de la mesa mientras comemos, más tele de la cuenta…

Ahora tendrán que adaptarse de nuevo a los viejos horarios y normas. Igual que nosotros.

En verano y con niños, la vida es bella

No me gusta hacer caso a publicidad ni a notas de prensa, bien lo sabéis los que me seguís. Pero La Vida es Bella me ha mandado una propuesta con diez actividades para el verano con niños.

La mayoría me parecen la mar de interesante. Por si a alguno os cuadran geográfica o monetariamente. O simplemente por si os sirven de inspiración para idear alternativas, he decidido ponerlas aquí.

En el apartado de su web dedicado a actividades con niños hay bastantes más.

– 1. Baño con leones marinos (Alicante y Málaga) Es el nombre de una experiencia que consiste en nadar, durante media hora con estos simpáticos y juguetones animales y apreciar sus cualidades acrobáticas. Los niños podrán descubrir que pueden cantar, que su piel es suave, que tienen pestañas y comprobar además su gran inteligencia a través de múltiples juegos. En todo momento estarán acompañados por un cuidador especializado. El precio de esta experiencia es de 35€ por persona y es apta tanto para niños como para padres.

– 2. La Ruta Fría en Burro (Madrid). Es un recorrido por la Sierra Norte de Madrid de una forma diferente pasando por la Dehesa y después de cruzar tres arroyuelos, llegar hasta la Fuente Fría para descansar y refrescarse. Su precio, 35€ por persona para una ruta de 2h.

– 3. Avistamiento de Orcas (Cádiz). Esta es una experiencia educativa y de divulgación medioambiental que pretende promover el respeto y cuidado del medio ambiente. Los barcos son tripulados por profesionales del mar, y las excursiones guiadas por especialistas en cetáceos, que ayudan a los pasajeros a encontrar los animales y a interpretar su comportamiento. Las salidas en barco se hacen desde el puerto de Tarifa. Su precio, 35€ por persona con una duración de 3 horas.

– 4. Aventura acuática en banana (Valencia). La banana acuática es un neumático arrastrado por una embarcación a motor en el que se va sentado y que provoca sensaciones parecidas a ir en una montaña rusa pero encima del agua. Su precio son 35€ por persona y da derecho a cuatro viajes de 10 minutos.

– 5. Fin de semana de juegos de la infancia (Asturias) Es la experiencia perfecta para vivir en familia. Durante un fin de semana en una casa rural de Asturias se organizarán juegos conocidos por padres para mostrar a los niños: Diábolo, Hula-hop, Saltador, Escondite, Sillas, Zapatilla por detrás, La Comba, Palmitas con palmitas, “Churro, mediamanga, mangotero”, Futbolín (de los de antes, de madera), carreras de Chapas, campeonato de Canicas y muchos otros. Esta experiencia tiene un precio de 375€ para dos personas e incluye dos noches de alojamiento y desayuno, la cena del sábado y todas las actividades.

– 6. Ruta en velero por el litoral murciano. Esta experiencia está pensada para todos aquellos que quieran disfrutar de paisajes naturales, nadar, tomar el sol, fondear en calas solitarias, practicar submarinismo, etc. En todo momento un skipper acompañará a los pasajeros. El precio del alquiler del barco son 1215€ para un máximo de 6 personas durante 3 días y dos noches. El precio incluye patrón, combustible, limpieza, amarres y alojamiento y no incluye la comida. Las rutas se pueden hacer por Formentera, Ibiza y Cabo de Gata.

– 7. Búsqueda del tesoro (Alicante) Tras realizar una travesía en barco hasta la isla de Tabarca y recibir una breve introducción, se da paso a la aventura. A los participantes se les proporcionarán mapas y pistas para que encuentren un tesoro escondido. Se trata de una manera original y divertida de conocer la isla. Al finalizar el día podrán además deleitarse con el plato típico del lugar, el caldero tabarquí. Para realizar esta experiencia se necesita un grupo mínimo de 12 personas. Su precio es de 85€ por persona.

– 8. Vuelo en globo (Madrid, Barcelona, Sevilla) Todo es diferente visto desde arriba. El vuelo en globo es una de las experiencias más demandadas por familias por las sensaciones que provoca: la altura, las vistas, la calma, el viento. Está disponible en varias ciudades y su precio es de 200€ por persona.

– 9. Ruta en piragüa (Segovia). Los padres que quieran realizar una actividad acuática con sus hijos sin ningún riesgo, pueden realizar un paseo en piragüa por el río Duratón desde el área recreativa de Los Nogales en Segovia. Durante el recorrido, tendrán la posibilidad de ver buitres leonados así como poblaciones de águilas reales. El precio de esta experiencia es de 45€ para dos personas e incluye el paseo de 3 horas y un kit compuesto de una bolsa estanca, cámara fotográfica acuática y gafas de buceo.

– 10. Fiesta temática en casa. Una fiesta pirata, una de indios y vaqueros, una fiesta mágica o una divertida con payasos. Si lo que se desea es entretener a los más pequeños durante unas horas y que además no lo olviden, La Vida es Bella propone varias opciones de fiestas temáticas. Su precio, alrededor de 250€ a la hora por animador.

Los niños al sol

Los peques me han salido tirando a doraditos. No son de ese color blanco nuclear que nos hace a las madres recientes salir corriendo en busca de la crema protectora de más protección del mercado en cuanto aprieta el sol.

Que por cierto, anda que no son caras.

Afortunadamente han salido a su madre, que es bastante resistente al sol.

Aún así soy perfectamente consciente de que no hay que bajar la guardia, que el verano en estas tierras pega duro.

Y andaba pensando en escribir un post con las recomendaciones para afrontar el verano con los peques cuando la doctora Amalia se me adelantó.

¿Así que quién mejor que una mamá pediatra para recomendarnos cómo protegerlos?

Aquí os dejo con ello:

Durante el primer año de vida, hay que evitar la exposición solar al sol, aunque esté nublado. En lactantes menores de 6 meses, la crema fotoprotectora no es una forma segura de protección para la delicada y sensible piel del bebé. Con estas edades no tendrían que ir a la playa ni a la piscina….

Con los bebés hay que buscar sombras y utilizar las sombrillas (tan cómodas y tan irrompibles…) de los cochecitos.

En niños más mayorcitos hay que utilizar al ir a la playa o a la piscina, e incluso para salir al parque o a la calle en momentos de sol cremas con factores de protección altos, evitando las horas de mayor intensidad del sol. En la playa y en la piscina, el agua y la arena reflejan y aumentan la radiación solar, así que hay que aplicar la crema de forma frecuente (y la primera vez antes de salir de casa).

Otras medidas importantes: las gafas de sol, las gorras y la ingesta de agua y líquidos. Y como ya he comentado, evitar la exposición solar prolongada entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde.

El calor, que a los peques altera

No sé si también sucede en vuestras casas, pero en la mía es llegar el calor y que el peque se me altere.

Y el calor de verano ya está instalado en Madrid desde hace unos días. ¿En qué se traduce?

Sobre todo en que come muchísimo menos: pasa de ser una lima a dejarse la mitad en el plato y querer saltar directamente a las cosas fresquitas como yogures, fruta, natillas…

También duerme algo menos, se despierta antes como un pollito sudado (es tremendo lo que sudan los peques cuando duermen). El año pasado llegaba a irse de su cama y ponerse a dormir en el suelo fresquito de la cocina. Ya os lo conté en su momento.

Y bebe cantidades industriales de agua. Imposible salir con él de casa sin una botella de agua en el bolso.

Pero también a nosotros nos afecta el calor. Así que no pienso contradecirle: si quiere comer menos, ya comerá más.

¿A los vuestros también les afectan estas temperaturas?