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Los niños ante las picaduras de abejas y avispas

A00620302_005Solo una vez me picó una avispa. Fue hace apenas tres años en una piscina. Se quedó enganchada en las tiras con las que tenía atado el biquini al cuello, y en el cuello me picó. No me pareció que fuera para tanto, aunque tengo una tolerancia al dolor bastante alta. Y comprobé que no era alérgica a su veneno. Ahora sé que uno es alérgico tras varias exposiciones a esas picaduras.

A Jaime y a Julia nunca les han picado ni abejas ni avispas. Tocaré madera con patas para que sea así por mucho tiempo. Un amigo seisañero de la familia ya lleva varios picotazos por pura mala suerte. Ya sabéis lo que dicen de la estadística: si tú te comes un pollo y yo ninguno, ambos hemos comido medio pollo. Pues a este pobre niño le han picado abejas suficientes para cubrir estadísticamente a todo un buen puñado de amiguitos.

La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Asma y Alergia Pediátrica (SEICAP) ha elaborado un texto que me parece realmente interesante para informar sobre estas picaduras, cómo evitarlas, cómo actuar e incluso habla del tratamiento que se da a las personas alérgicas, todo enfocado en los niños.

Tan completo e interesante me ha parecido, que aquí os lo dejo íntegro:

“Es preferible evitar lugares con mucha vegetación y aguas estancadas, donde este tipo de insectos son más abundantes, sobre todo al atardecer, que es cuando tienen mayor actividad, y si es posible, no andar descalzos sobre el césped, no realizar comidas en el campo al aire libre y no utilizar ropas de colores llamativos, ni perfumes, para no atraer a los insectos”, indica el doctor Juan Carlos Cerdá, miembro del Grupo de Trabajo de Educación Sanitaria de la SEICAP. Además, advierte, “es importante acudir de inmediato a un pediatra alergólogo en caso de reacción generalizada”.

Una de las reacciones alérgicas a picaduras más habituales es al veneno de himenópteros (avispas o abejas). “Aparecen rápidamente, a los pocos minutos después de la picadura y pueden ser de dos tipos, locales y sistémicas o generalizadas”, comenta el doctor Cerdá. Las locales se manifiestan con enrojecimiento, hinchazón y dolor de la zona afectada. “Aunque pueden ser muy intensas, si la inflamación no sobrepasa dos articulaciones, no son peligrosas y lo único que requieren es limpieza de la zona con agua y jabón, se puede aplicar amoniaco y frío local, además de tomar por boca, antihistamínicos y corticoides”, añade. A veces estas reacciones locales intensas dependen de una gran sensibilidad de la piel del niño que se llama dermografismo y no de una reacción alérgica.

Por su parte, las reacciones sistémicas implican gravedad y síntomas más allá de la zona afectada con la aparición de urticaria generalizada con habones y mucho picor, con inflamación de los ojos y la boca, estornudos y mucosidad, lagrimeo, dificultad para tragar y respirar, mareos, bajada de tensión y pérdida de conocimiento. Esto es lo que se conoce como “reacción anafiláctica que puede ser muy peligrosa para la vida. Si un niño sufre esta reacción hay que administrarle rápidamente adrenalina intramuscular, si se dispone de ella, además de corticoides y antihistamínicos y se debe acudir de inmediato a urgencias para valoración por el equipo médico y completar el tratamiento si fuera necesario”, explica el doctor Cerdá. “Después debe ser remitido al Servicio de Alergia Pediátrica que le corresponda, para que pueda ser estudiado”, aconseja.

A00626809_027La alergia al veneno de los himenópteros se desarrolla con el tiempo, “es poco frecuente en los más pequeños ya que para que ocurra hace falta ser una persona atópica, genéticamente predispuesta, y haber recibido varias picaduras de abeja o avispa para quedar sensibilizado a su veneno”, afirma el doctor Cerdá. Así, una vez sensibilizado, en el siguiente mordisco “es cuando aparecerán los síntomas de la alergia por lo que es importante estar pendientes de los niños, ya que a veces en ellos una picadura de avispa o abeja puede pasar desapercibida”, asegura.

Un estudio reciente publicado en Immunology and Allergy clinics of North America afirma cómo la alergia al veneno de los himenópteros puede representar hasta el 34% de los casos de anafilaxia. Todos los niños con alergia al veneno de estos insectos “deben llevar un botiquín donde tengan adrenalina autoinyectable en pluma precargada, corticoides orales y antihistamínicos orales”, recomienda este especialista. Asimismo, “deben saber autoadministrase la adrenalina si su edad lo permite y sus padres tienen que estar adiestrados en el manejo de estos dispositivos, así como el personal de campamentos donde el niño pasa gran parte del verano”, añade.

Una vez que el pediatra alergólogo ha diagnosticado la alergia, “hay que reconocer que el mejor tratamiento es la inmunoterapia específica con el veneno de estos himenópteros”, asegura el doctor Cerdá. Sin embargo, durante la infancia “no es habitual salvo en casos de reacciones graves y en pacientes de mucho riesgo”, comenta.

El tratamiento, cuya duración es de entre 5 y 7 años, consigue una protección frente a nuevas picaduras durante más de 10 años. Un estudio publicado en la edición online de la revista Current Opinion in Allergy and Clinical Immunology concluye como la inmunoterapia con veneno de himenópteros “es el tratamiento estándar de oro para prevenir futuras reacciones alérgicas sistémicas tanto en niños como en adultos”.

En España, el 3% de la población tiene riesgo de padecer una reacción sistémica por una picadura de este tipo de insectos, según datos de la SEICAP. Por las consecuencias que esto puede tener, ya que puede suponer incluso la muerte, los pediatras alergólogos recomiendan una serie de consejos a tener en cuenta como:

  • No intentar espantar los insectos con la mano.
  • Sacudir ropa y zapatillas antes de ponérselas.
  • El uso de repelentes para la piel cuando se sale a la calle, en especial en sitios con vegetación.
  • No usar cremas ni colonias demasiado perfumadas, vestir ropas poco coloridas y a ser posible con manga larga y pantalón largo.
  • Evitar comidas al aire libre.

Existen varias especies de avispas. Entre las más comunes se encuentran “la polistes, que anida en pequeñas colmenas de varios miembros, situadas debajo de las tejas de la vivienda o sitios similares, y son las que se acercan cuando estamos comiendo al aire libre”, afirma el doctor Cerdá. Por otro lado, está la avispa véspula, que anida en nidos individuales de barro, cerca de sitios húmedos como piscinas y en el campo. “Estas tienen un aguijón muy afilado al final del abdomen y pueden picar varias veces y seguir viviendo”, comenta. Por su parte, las abejas tienen un aguijón en forma de arpón que se queda clavado en la piel junto con el saco del veneno y parte de los intestinos, por lo que mueren poco después de la picadura. “Es necesario quitar el aguijón de la piel para que no se siga inyectando veneno”, aconseja.

Y apunte sobre las picaduras de los mosquitos:

Alrededor del 3% de la población reacciona de forma exagerada frente a la picadura de un mosquito, según datos de SEICAP. “Aunque estas pueden provocar reacciones muy molestas e irritantes, se pueden tratar con antihistamínicos y no resultan graves, lo que sí puede ocurrir es que el niño se rasque demasiado y acabe extendiendo la infección”, asegura el doctor Cerdá.

Sin embargo, este especialista asegura que “la alergia al veneno tanto de mosquitos como de hormigas, tábanos y moscas suele ser excepcional y se encuentran muy pocos casos”. Un estudio francés publicado en la edición online de la revista Archives de Pédiatrie advierte de que las manifestaciones más frecuentes debidas a picaduras de mosquitos “se deben al contacto con la saliva”. Además, los signos clínicos varían “desde ronchas pruriginosas simples a reacciones alérgicas inmediatas y retardadas que suelen evolucionar a tolerancia”.