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Que pediatras o maestros se dirijan a las madres y obvien a los padres, es micromachismo

No es nada nuevo. Me he encontrado con relativa frecuencia la misma queja en padres recientes desde hace años. Cuando acuden a una reunión o charla en un terreno eminentemente infantil, de crianza,se sienten ninguneados. Si las madres están presentes, los profesionales se dirigen (consciente e inconscientemente) a ellas y ellos son, en gran medida ignorados. A veces incluso sobrevuela la impresión de que su opinión en estos temas vale menos, que sus aportaciones tienen menos peso, sobre todo cuando chocan con las de las madres.

Pueden ser revisiones con el pediatra, tutorías con maestros, visitas a guarderías, apuntes cotidianos de los educadores infantiles a las puertas del centro, cursos de preparación al parto, corrillo de recomendaciones de abuelas, vacunaciones con personal de enfermería… Hay muchos escenarios posibles y podría apostar a que todos hemos sido testigos de ese obviar a los padres, de ese llamar a la pluralidad en femenino.

Es tan frecuente, son tantos, que podrían embarcarse perfectamente en su particular ‘me too’ de la paternidad.  

Lo recordaba hace poco tras el tuit de Raul Gay, padre reciente y combativo en el buen sentido:

Lo llama micromachismos y estoy de acuerdo.

Cierto es que aún hoy, en todos esos momentos y lugares, la presencia femenina es mayoritaria. Un buen lugar para hacer un ejercicio estadístico son las reuniones en las que los centros escolares convocan a padres y tutores de toda la clase. Siempre hay una mayoría (más o menos abrumadora) de mujeres. Pero ese es otro tema. Y no es excusa.

Afortunadamente cada vez más padres se implican activamente, por igual o en mayor medida incluso, en la crianza de sus hijos. Cada vez son más los que entienden lo que significa la corresponsabilidad. 

Y no merecen ser pagados de semejante manera.

Imagen de los protagonistas del delicioso manga ‘Padre e hijo’.

 

Feliz día a los #PadresIgualitarios, que hacen bandera de la corresponsabilidad

¿Qué es #padresigualitarios? Dejo que lo expliquen los papás blogueros que han impulsado esta iniciativa que me encanta:

Un año más los hombres por la igualdad queremos visibilizar las nuevas paternidades y las masculinidades cuidadoras. Se trata de un cambio incipiente pero imparable de los hombres a favor de la igualdad. Por eso el 19 de marzo celebramos el Día del Padre Igualitario para promover y reivindicar que nosotros también podemos ejercer cuidados de otras personas.

Por ello, si te sientes identificado con nuestra propuesta te pedimos un gesto muy sencillo: hazte una foto o un vídeo con un cartel con algunos de estos lemas:

  • Por una paternidad igualitaria.
  • Por una paternidad responsable.
  • Por unas masculinidades cuidadoras.
  • Soy papá y cuido a mis hijos

Luego podéis compartirla en redes sociales con el hashtag #PadresIgualitarios, también en otras redes sociales y en tu blog o página web si la tienes.
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Hoy, que es el día del padre, todos esos padres que entienden la corresponsabilidad, que reivindican su función de cuidadores, que saben que no ayudan sino que participan por igual y que dan la cara de esta manera por hacerlo visible nos ayudan a todos, empezando por nuestros hijos.

Os animo a sumaros a esta visibilizacion maravillosa, una campaña que, si se extiende or redes sociales, puede aportar muchos pequeños granitos de arena para lograr un mundo más igualitario, en el que ellos tampoco encuentren impedimentos sociales o laborales por hacer bandera  de su calidad de padrazos.

Termino dejándoos algunos tuits, tras el hashtag #PadresIgualitarios tenéis muchos más:

«Por eso nunca les digas ¡ah, cuando venga tu padre!»

Héctor Francisco Gagliardi (1909-1984) apenas es conocido en España. En La Argentina en cambio es el poeta que más libros ha vendido por detrás de Martín Fierro de José Hernández. Fue además recitador y letrista de tango. Os dejo un poema de Gagliardi, para leer con sentido del humor y tomar nota (que aún muchos usan al padre como ogro), para felicitar el Día del Padre a todos los que os lo merecéis, que sois mayoría.

Oye negra, ¿Te puedo hablar?
ya los chicos se han dormido
Así que, así que deja el tejido que después te equivocas

Hoy te quiero preguntar
Por qué motivo las madres amenazan a sus hijos
Con ese estribillo fijo de ¡Ah, cuando venga tu padre!

Y con tu padre de aquí y con tu padre de allá
Resulta de que al final al verme llegar a mí
Lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados
Y yo, que vengo cansado de trabajar todo el día
recibo de bienvenida una lista de acusados

Tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme
Igual que hacía mi padre al escuchar a su vieja
Entraba a fruncir la ceja apoyando a ese fiscal
Que en medio del temporal se erigía en defensora
Lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal

Si los perdono, ¡que ejemplo! ¡es así como los educas!
Si los castigo, ¡no tienes sentimientos!

A mí, a mí que llegué contento y no tuve más remedio
que poner cara de serio
Y escuchar tu letanía

A mí, a mí que me paso el día
pensando en jugar con ellos
yo sueño en llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo
de la gente y de todo lo que pasa

Los hijos son la esperanza
y el porqué de nuestras vidas

Por eso nunca les digas ¡ah, cuando venga tu padre!

No quiero encontrar culpables
quiero encontrar alegría
que no me pongas de escudo como lo hacía mi madre
que consiguió que a mi padre lo imaginara un verdugo

Él llegaba y te aseguro que se acababan las risas
Y en lugar de una caricia o hablarle como a un amigo
lo miraba compungido presintiendo una paliza
y el pobre que me entendía, sacudiendo la cabeza
escuchaba con tristeza lo que mi madre decía
Y que él, y que él de sobra sabía

Que con éste no se puede, que me pinta las paredes que trajo las suelas rotas, que la calle, la pelota
que me saca canas verdes
¡a la cama sin cenar! Aburrido me ordenaba
mi madre me consolaba y yo, yo lo culpaba a él
a él que había llegado recién de trabajar, cansado
y ya lo había yo amargado con todas mis travesuras
los hijos nunca analizan el sentimiento del padre
porque el brillo de la madre es tan fuerte que lo eclipsa
sólo le hacemos justicia cuando nos toca vivir
a nosotros su problema

ay, si mi padre viviera ¡que recién lo comprendo!
Y por qué nunca me dijo lo mucho que me quería
Si hoy yo sé cuanto sufría al ver enfermo a su hijo
Por qué me miraba fijo el primer pantalón largo
Y sé que, hasta me habrá besado cuando yo
estaba dormido

Hoy que todo lo comprendo
Por qué no estás a mi lado
Por qué no estás ahora para besarte bien fuerte
Viejo lindo
Y ofrecerte mi cariño a todas horas
Ves a tu hijo que llora, pero llora con razón
Porque te pide perdón pensando en aquellos días
En que ciego no veía que eras puro corazón
Déjame negra que llore, es tan lindo desahogarse

En fin, veamos, veamos que hacen nuestros
Futuros señores. Mira esos pantalones
Tápale un poco a la nena
Si, si ya sé, no me lo digas
Hoy se fue a la calle sola
Acuéstate rezongona, mañana, mañana será otro día.

Héctor Gagliardi

Museo virtual de viejas fotos.

Museo virtual de viejas fotos.

Por si queréis escuchar el poema con el acento argentino del autor. Gana mucho:

Se merecen ser padres, se merecen ser madres

Mamaslesbianasybebe-3DLa semana pasada mi compañera Miren Mariño publicó un recomendable reportaje, con testimonios, sobre las familias homoparentales en España. Es decir, aquellas en las que hay dos papás o dos mamás. Se titula  «Cuando hablo de mi mujer no reivindico nada, lo hago igual que otras hablan de sus maridos».

Hablan mujeres, hablan de sus retos, de sus desafíos, pero reconocen que entre sus retos no se encuentra el acceso a la maternidad. Una pareja de mujeres son dos personas capaces de gestar. Capaces de sacar adelante uno o varios embarazos mediante inseminación artificial con relativa facilidad.

Pero hablan también hombres. Las parejas de hombres lo tienen mucho más difícil. Como cuenta Miren:

Las parejas de hombres tienen un obstáculo insalvable a la hora de tener hijos: no pueden gestar. Así que les quedan tres opciones principales, la gestación subrogada, la adopción nacional o internacional y el acogimiento. La primera no es legal en España, aunque en la práctica hay niños nacidos, por ejemplo, en Estados Unidos, que son inscritos después en el registro civil español. Respecto a la adopción internacional, «solo se puede hacer en Brasil», dice Raúl; a nivel interno, recuerda, «en la Comunidad de Madrid se cerró el plazo en 2008 para futuras familias adoptantes». Aunque también existen otras vías, como los acuerdos privados o las adopciones como soltero, añade. «Con el Gobierno actual no es posible en ningún caso» que la legalización de la gestación subrogada salga adelante, dice categórico.

No es justo. No lo es se mire como se mire. Hay muchas parejas de homosexuales en este país que serían unos padres excelentes, igual o mejores que muchas parejas heterosexuales. Muchos hombres homosexuales, aún sin pareja, serían unos padres ejemplares, igual o mejores  que muchas mujeres que se quedan embarazadas y llevan a término ese embarazo.

No suelo ser categórica. Soy una persona que ve muchos grises, que tiende a meterse en el pellejo de los demás y que por tanto  duda de casi todo. Pero este es un tema en el que lo tengo claro. Ellos tienen todo el derecho a ser padres. El mismo a priori que cualquier otro.  La subrogación de la gestación bien legislada debería ser una manera viable de acceder a la paternidad, las adopciones deberían ser viables para ellos como para cualquier heterosexual.

Cualquier otra cosa es una discriminación flagrante.

Artículo 14 de la Constitución Española: “los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

El punto de vista de los padres recientes

"Reconozco a un buen padre cuando lo veo"

«Reconozco a un buen padre cuando lo veo»

En mi penúltimo post os hablaba de la gran cantidad de madres que somos activas en Internet, ya sea en blogs o redes sociales. Hemos creado el equivalente digital a esos corrillos de mujeres que, en los pueblos, hablaban y debatían sobre todas las facetas de su maternidad creando de paso lazos de amistad.

Pero también hay muchos papás blogueros y tuiteros por ahí a los que merece la pena seguir. Esto de la crianza de los hijos, de contar concepciones, embarazos, desarrollo infantil y anécdotas relacionadas ha dejado de ser patrimonio femenino. Por suerte. Me encanta encontrarme con papás recientes en formato digital.

Se acerca el día del padre, así que me ha parecido buena idea traer aquí (con su permiso) un post de uno de mis últimos descubrimientos para de paso recomendaroslo: El papá de Teo. Me gustan especialmente cuando leemos lo que la paternidad les hace sentir, como en este posts:

Para un niño no hay territorio más prohibido que la noche. Éramos “bebés buenos” si dejábamos dormir a nuestros padres. Éramos niños obedientes si nos íbamos a la cama sin protestar, cuando empezaban las películas con rombos y las conversaciones de adultos.

Nos quedaba un as en la manga: fingir dormir y permanecer despiertos. Ocultos en la oscuridad de nuestro cuarto, activábamos el oído para cazar una frase de nuestros padres o un extraño sonido en el pasillo, con el que construíamos dulces sueños o espantosas pesadillas.

Casi siempre me dormía pronto, pero alguna vez logré aguantar hasta tarde. El premio era mayúsculo: oír los últimos sonidos de la familia. El clic de la calefacción apagada. El interruptor del baño. Mis padres entrando en su destartalada cama.

Ahí ya podía dormir y construir el día siguiente: el partido del recreo, las respuestas al examen o qué le diría (luego nunca lo decía) a una chica de mi clase. Para mis padres, el resto: discusiones sobre el trabajo, la preocupación por llegar a fin de mes o la incertidumbre de cómo crecería su hijo.

La vida lo ha cambiado todo. Soy yo el que apaga la calefacción, visita por última vez el baño y se arroja a la cama agotado. Pero algunas veces, insomne, cierro los ojos y trato de prestar atención: confío en que otros hagan ruido en el salón y apaguen la tele. Porque ellos dictarán que la noche ha empezado, los que vendrán a besarme y quienes resolverán los problemas.

No siempre, pero mi santo suele ser también el responsable de la ronda nocturna apagando luces, comprobando temperatura. ¿Esa ronda de seguridad será algo ancestral del animal masculino humano?

Por último, os dejo una lista con los papás tuiteros que sigo, muchos de ellos con blog o página web propia. Tengo pendiente ir ampliándola:


La falta de deseo frente a la insatisfacción, una situación de la que hay que salir

Ayer os hacía una pregunta en mi último post: ¿Cambian las relaciones sexuales tras tener hijos? ¿Son mejores? ¿peores? ¿diferentes?

Curiosamente fue uno de los posts que más porcentaje de respuestas masculinas ha tenido. ¡Algo que agradezco, eh! Es frecuente que cuando escribo sólo contesten madres.

Me han llamado la atención varias cosas.

Una: que para nadie parecen haber mejorado. Alguien hay que dice que sí, que son mejores, pero añade que son mucho menos frecuentes.

Otra: que la mayoría de las madres se quejan de estrés, cansancio, obligaciones y diversas ocupaciones que las dejan derrotadas y sin apenas deseo mientras que los padres se quejan de que se ha pedido calidad y cantidad hasta el punto de que el sexo es casi inexistente, unos cuantos incluso lo asumen como algo lógico y natural.

Probablemente el que mejor exprese esa perspectiva masculina que parece tan común es «en el otro lado».

Aquí un chico.

La respuesta es sí: ¿Por qué? Porque de repente para tu pareja el sexo se queda en la cola de una larga lista de prioridades inventadas y llega a la conclusión “de que no es tan importante” y de que “el niño es lo primero” y esas cosas que solo escudan que simplemente tu metabolismo ha cambiado y no te apetece.

Y no es un ataque, que conste, es una situación real que no es culpa de la mujer, supongo que algo químico dentro ya tiene lo que necesita (no hablo de niños) y por tanto no necesita para nada tener una pareja, sino un padre para su hijo, igual que deja de ser mujer para ser madre.

Alguno dice tiempo: pero el tiempo es el que buscas, y yo como padre encuentro tiempo para un millón de cosas, y por supuesto también para mi pareja (además de mi hijo que es el centro de todo). Pero el tiempo para hacer cosas juntos (y no hablo de sexo exclusivamente) han de buscarlo dos, y si uno no quiere…

Esto no es general, pero estoy segurisimo de que más de uno (porque las unas lo reconocen menos) se sentirá identificado con la situación.

Por cierto, mi comentario anterior igual lo leen los que no son padres, pero no pasa nada, la memoria racial tiene una cualidad impresionante para obviar cosas que no quiere saber.

Igual que una madre después de un parto horrible ni se acuerda del dolor y quiere tener otro, solo se da cuenta uno de lo que ha perdido teniendo hijos cuando lo ha perdido.

Un aspirante a padre/madre puede tener un manual con testimonios de 4.000 personas y en el peor de los casos cuando todos señalen con el dedo dirán: “no, pero a nosotros no nos va a pasar eso”.

Despertad, lo que veis alrededor es lo que hay.

Y que conste: mi hijo es lo mejor del mundo, no lo cambio por nada, pero sé perfectamente que si no lo hubiera tenido tampoco hubiera echado de menos tener niños.

Y me pregunto si es esa la realidad de la mayoría de las familias con niños pequeños: la falta de deseo frente a la insatisfacción.

Y de ser así me pregunto si pasa lo mismo en la mayoría parejas sin hijos que llevan juntas bastante tiempo y van cumpliendo años.

Desde luego mi experiencia personal no vale en este caso. Obviamente los primeros meses de vida del niño, aunque haya sexo, es esporádico, tienes la antena puesta por si llora, no acabas de desconectar y si te pilla al final del día estás cansada.

Pero luego no es así. El menos en mi caso el deseo se recupera pronto con tantas o más ganas que antes de ser padres. Claro que en mi relación siempre estuvimos igualados en ese aspecto. De hecho, de inclinarse la balanza de la iniciativa hacia algún lado, con toda seguridad sería más hacia el mío.

Sólo en una ocasión, hace ya años y antes de ser padres, pasamos por eso que contáis de no tener yo ganas. Y me preocupó, no nos hacía bien como pareja, no me gustaba la sensación de no sentir deseo, así que busqué explicaciones y la culpa la tuvo la píldora anticonceptiva. Fue dejar de tomarla y todo volvió a su cauce. Nunca volveré a tomar métodos anticonceptivos hormonales.

Desde luego el deseo de las mujeres está mucho más influenciado por nuestras fluctuaciones hormonales que por los hombres, que en ese aspecto son bastante estables.

Es difícil dar consejos. Pero imagino que mientras dure el amor a los padres recientes insatisfechos no les queda más remedio que ser pacientes sin dejar de buscar ocasiones y a las madres cansadas intentar motivarse para encontrar esas ganas. A veces hay que hacer un esfuerzo por reencontrar el deseo, procurando mirar a su marido con los ojos de los primeros días, cuando cualquier portal oscuro era una invitación para explorar su cuerpo y sólo con pensar en verle olvidaban los problemas del día.

Por que lo que sí creo es que, al menos cuando somos jóvenes (tal vez también después, ya lo iré averiguando) el sexo es parte fundamental de una relación de pareja feliz y completa. Y una relación de pareja feliz y completa nos beneficia a nosotros mismos y también a nuestros hijos.

Hay un libro éxito de ventas en Estados Unidos que se llama Is There Sex After Kids? (¿Hay sexo después de los niños?) de la doctora Ellen Kreidmansays que dice «Una de las mejores formas de enseñar a tu hijo a amar es teniendo una relación de amor con tu pareja».

Esta doctora recomienda no dejar que se pierdan pequeños detalles: ese beso cariñoso (con el cerebro puesto en ello) al llegar a casa de trabajar, esa llamada telefónica diaria, seguir llamándose por el nombre o el epíteto cariñoso y nunca llamar al otro «mamá» o «papá», buscar tiempo (tal vez pagar dos horas a la semana para que alguien planche suponga un mundo de diferencia), proponer citas sospresa a tu pareja (cines, teatros, paseos por lugares especiales, musicales, restaurantes nuevos…), procurar que el sexo no sea rutinario con cosas tan sencillas como cambiar de habitación, de postura, ponerse ropa interior especial o crear expectación con una llamada desde el trabajo.

Se puede ser padres recientes y seguir teniendo una vida en común plena. De verdad que sí.

Hoy va por ti

Hoy va por ti. Y va porque sí, porque me da la gana. Porque ambos sabemos que no hay por qué esperar a que sea una fecha especial para decirnos lo mucho que nos queremos.

Parece que nunca estás en este blog. Y eso no es verdad. Estás en todos y cada uno de mis posts. En todas las palabras que escribo.

No concibo la vida sin ti, igual que no la concibo sin mis hijos.

Hay muchos que dicen que el amor es difícil.

Y tienen razón.

El amor consiste en encontrar un equilibrio imposible entre satisfacción y deseo, seguridad y aventura, independencia y necesidad.

Algo mágico.

Hay muchos que dicen que el amor no puede durar para siempre.

Se equivocan. El amor puede durar toda una vida. El primer paso para lograrlo es quererlo.

Y despido el post con una canción que sé que te encanta (más que a mí) desde antes de que nos conociéramos (sí, parece increíble pero hubo un tiempo en el que no nos conocíamos) y que ahora yo también canto a nuestros hijos.

Uno quiere, otro no

¡Qué difícil es! ¡Qué complicadas se le pueden poner las cosas a una pareja cuando ambos no tienen los mismos deseos de ser padres!

Uno quiere hijos y el otro no. O uno no lo tiene claro y el otro sí sabe con toda seguridad que los desea o que se opone frontalmente.

Tal vez haya sido algo que se ha regateado durante bastante tiempo. El trabajo, los viajes, las hipotecas, los paros, las salidas, las entradas… entretienen los días hasta que llega un momento en el que la decisión no se puede sortear por más tiempo.

Suele ser la mujer la que llega un punto que se ve en el precipicio decisorio. Somos más conscientes de ese tipo de límites temporales. Somos más esclavas de ellos.

A veces se alcanza un acuerdo: se decide no tenerlo o sí hacerlo forzando la renuncia o el cambio de postura de uno de los dos miembros de la pareja.

Y en unas ocasiones funciona, sale bien. A fin de cuentas no han tomado la decisión a la ligera. Pero en muchas otras no.

¿Y qué hacer cuando las posturas son irreconciliables? ¿Qué hacer cuando ninguno da su brazo a torcer? ¿Un hijo no nacido puede romper una pareja?

Peores motivos hay…. en algunos casos probablemente lo mejor sea que un hijo no nacido rompa esa pareja, antes de que se acabe llenando de pequeñas fracturas.

¿Y a cuento de qué viene ésto hoy?

Pues por un comentario de hace un par de semanas firmado por «Bloodymery» que me ha recordado algunas parejas que conozco:

Si en una pareja uno quiere niños y el otro no, no sé qué hacen siendo pareja. Ni se puede imponer críos a nadie ni se puede “dejar” que se tengan con la excusa “bueno, es lo que toca” y luego no hacerse cargo y a la mínima reprochar un “es que yo no quería niños”.

«Todo lo que tú quieras», la película de Achero Mañas


Primero vi el cartel: la foto de una niña preciosa, como de porcelana, pero que parecía sacada del pueblo de los malditos. Me pareció el cartel de una peli de terror y me llamó la atención la frase promocional. Sin recordarla exactamente, me quedé con que decía algo así como «¿Qué no haría un padre por su hijo?».

Unos días más tarde leí una sinopsis bastante escueta que le daba pinta de dramón:

Leo y Alicia son un matrimonio feliz. Viven en Madrid tranquilamente con su pequeña hija Dafne. Todo cambia cuando Alicia muere de forma inesperada. Entonces Leo tendrá que ocuparse solo de su hija, haciendo a la vez del papel de padre y de madre. Esto provocará que el hombre termine por perder su propia identidad, su único objetivo en la vida es hacerle todo más fácil a la pequeña Dafne.

Así que intrigada acudí a Youtube en busca del tráiler.

¿Alguien la ha visto? ¿Qué tal está? ¿De qué va realmente?

Tengo mucha curiosidad, pero dudo sinceramente tener ocasión de ir al cine a saciarla.

¿Hay hombres que activan nuestro deseo de ser madres?

Martola, lectora y comentarista habitual de este blog, hizo un comentario en el post sobre el deseo de ser madre que me resultó interesante. Decía lo siguiente:

Creo que el reloj biológico, más que con la edad (a algunas mujeres les entra el pánico de última hora), está más relacionado con la pareja adecuada que tienes al lado. Unos activan esa bomba de relojería y otros no. Eso es lo que yo creo.

Al darle vueltas me ha dado la impresión de que el tema tiene más enjundia de la que parece.

Es cierto que no es el detonante clave: hay muchas mujeres en las que aparece el deseo de ser madres sin tener a su lado la persona indicada. Algunas esperan hasta encontrarlo, otras lo son tal vez con una persona no del todo indicada para ello, las menos se arrojan a la aventura de la maternidad sin compañía.

Hay muchos factores que despiertan ese deseo en las mujeres. La edad es determinante, las circunstancias personales también, el deseo consciente e inconsciente por tener hijos, el pulso incontestable de la naturaleza, incluso simplemente el no pensar demasiado en las alternativas y recorrer el camino prescrito (noviazgo, matrimonio, maternidad…).

Pero sí que me da la impresión de que tiene razón en muchos casos: para muchas mujeres tener a su lado un compañero idóneo es el catalizador .

Y voy un paso más allá: también creo que hay un tipo de hombres que activan nuestro deseo de ser madre. Un hombre al que amemos, en quien se puede confiar, que también desee hijos, al que imaginemos como un buen padre…

Desde luego en mi caso tener alguien así a mi lado contó mucho para que deseara ser madre a los 30 años. Yo que nunca he sido niñera y que nunca supe a ciencia cierta si deseaba hijos. Probablemente si no hubiera sido así, si hubiera estado sola o con un hombre diferente, ese deseo hubiera estado soterrado más tiempo.

Pero también estoy convencida que antes o después hubiera aparecido. Probablemente para complicarme la vida si hubiera estado sola o acompañada de un hombre que no deseara hijos.