No pudo ser. Acaba de ser noticia que Álvaro ha ido a reunirse con su madre, o a no sufrir más al menos. Dos vidas frustradas, segadas, arrebatadas. Una que aún estaba esperando unos pocos días más para empezar. No existe la justicia divina, las ventanas abiertas cuando se cierran las puertas, ni el karma. Hay días en los que sencillamente parece que todo es una mierda.
Hicieron muy bien en intentar salvarlo cuando su madre ya había muerto asesinada hace cuatro días en la para siempre tristemente célebre iglesia de Ciudad Lineal. Pero es también cierto que sufrió mucho, que su pequeño corazón se había parado, que con toda seguridad de haber sobrevivido había sufrido graves daños irreversibles. Aún así, de haberlo logrado habría sido un ser humano digno y merecedor de felicidad y amor. Pero quién sabe, tal vez sea mejor así. Tal vez sea mejor que haya ido a reunirse con su madre, o a no sufrir al menos.
Ahora lo único que deseo es que su padre de Álvaro, el marido de Rocío, que tenía a penas un año más que yo, sea capaz de reponerse. Si no del todo, que parece imposible, al menos sí lo suficiente para rehacer su vida y ser feliz, que está claro que lo merece.