Existen los monstruos y caminan entre nosotros. Más temibles que la bruja que hizo morder la manzana a Blancanieves o aquella otra que quería devorar a Hansel y Gretel. Monstruos porque en lugar de proteger y asegurar la felicidad de sus niños, lo que hacen es utilizarlos para satisfacerse sin preocuparse de si están rompiendo por dentro para siempre a ese pequeño.
Los abusos sexuales a menores son demasiado frecuentes. Aún se esconden demasiados en el seno de la familia, aún demasiados quedan enquistados en niños que no hablan o en padres que lo solucionan a su manera, dejando de hablar y apartando al tío, primo o padre que lo hizo, pero sin denunciar. Y hay que denunciar, no se puede dejar ese comportamiento impune. Puede haber nuevas víctimas.
Las cifras son escalofriantes, según informa Prodeni, únicamente se llega a detectar entre un 10 y un 20% de casos de maltrato, y menos de un 5% en abusos sexuales. En esta asociacion hicieron un cálculo basado en el estudio de Félix López, de la Universidad de Salamanca (1996) sobre abusos sexuales a niños y niñas en España, cuyos porcentajes del 15,2% en niños, y 22,7% en niñas; porcentajes que son similares a otras investigaciones y de los que se pude extrapolar que más de un millón de niños en España sufren.
Julia sabe que existen monstruos semejantes desde que era muy pequeña. Es una conversación que debemos tener, sin insuflar miedos innecesarios, sin alarmismos. Ojalá no fuera así, pero no queda otro remedio. De hecho con mi otro hijo es una charla que lamento no poder tener porque su autismo lo impide.
Mi hija sabe que nadie debe tocarla sin su consentimiento. Sabe también que puede contarme cualquier cosa y que si alguna vez encuentra a alguien que le dice que si me cuenta algo que hayan hecho me enfadaré, debe desconfiar de esa persona, porque no es verdad; sabe que no hay secreto que no pueda compartir conmigo, por oscuro que crea que es. Yo siempre la ayudaré, defenderé y protegeré.
Y no sólo a ella, porque todos somos los guardianes de nuestros niños.
Pero… ¿Qué hacer si esos abusos se producen? ¿Qué hacer si llega un día y nos cuenta que ha sucedido?
Lo explica José Carlos Avenaño es abogado de Le Morne Brabant y experto en estas situaciones.
Lo primero es acudir a un centro médico de manera inmediata, ante la mínima sospecha de abuso, sin dejarse influenciar por cuestiones de ningún tipo. El tiempo, explica, es fundamental en estos casos para que un médico pueda detectar el mínimo signo de agresión.
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