Los hombres que no amaban a sus hijos e hijas es una espeluznante y recomendable lectura de feminicidio.net sobre cómo afecta con demasiada frecuencia la violencia de género niños y niñas. Y también a otras personas relacionadas con las mujeres víctimas de monstruos a dos patas: hermanos, padres, nuevas parejas, amigos que las defendieron. En total, entre el 1 de enero de 2010 y el 30 de noviembre de 2012, al menos 20 niños (entre los que se encuentran los tristemente célebres Ruth y José), 2 adolescentes y 10 adultos
El trabajo de Feminicidio es largo y detallado, yo os voy a dejar únicamente un cuadro y unos fragmentos.
Un hombre llamó a su expareja de la que se había separado recientemente y la amenazó con hacer volar el coche en el que se encontraba su propio hijo, de 14 meses, junto a una bombona de gas abierta; luego prendió fuego el vehículo y el bebé murió quemado. Un cazador mató a su hijo de cuatro años con una de sus escopetas y se pegó un tiro, en medio de un proceso de divorcio. Después de una discusión en la calle frente al río, el hombre agarró a la bebé de cinco meses, hija de su pareja, se metió al río y la ahogó. Otro decapitó a su hija de dos años “porque el diablo se lo había ordenado” en su casa. Acuchilló a su hijo de 10 años, incendió su coche con el niño muerto dentro y se estrelló contra una rotonda frente a la casa de su exmujer para que pudiera ver el crimen.
Un crimen que merece especial atención es el filicidio asociado a la violencia de género: el padre, un hombre maltratador, que mata a su hijo o hija y a su pareja o sólo al hijo como venganza hacia la mujer. Este crimen en particular suele ser contemplado con una mirada velada por la criminología, la sociología y la ciencia jurídica clásica. Como señala Miguel Llorente, médico forense, especialista en violencia de género, en los casos en los que el hombre violenta a su pareja, el maltrato se utiliza para dominar y controlar pero en la siguiente fase, si la relación se ha terminado y el maltratador tiene hijos con la mujer maltratada, además de intentar dañar o matarla a ella, sus hijos pasarán a ser víctimas potenciales, expuestos en la línea de fuego del agresor.
El filicidio siempre ha estado presente en la especie humana. Habita en nuestros mitos antiguos y contemporáneos, religiones y en las civilizaciones. Cuando observamos una de las imágenes más populares de la cultura mediática, Saturno devorando a un hijo, mito que revitalizó Goya en una de sus Pinturas Negras y luego leemos algunas de las reseñas de filicidios que aparecen en las noticias de los periódicos -padres que matan a sus hijos e hijas-, la monstruosidad se vuelve real, una aberración que no acabamos de digerir, un crimen que espanta más que otros, pero: ¿por qué?
Os recomiendo su lectura. Está espléndidamente documentado y tiene información sobre cada caso.
Mi aportación, breve, obvia, simple comparada con el artículo de feminicidio.net: huye, ante la mínima señal de maltrato físico o psicológico, sal pitando. Da igual las circunstancias o consecuencias. Corre. Y si tienes hijos, corre aún más rápido. Por ti y por ellos.
Hay señales sutiles de maltrato que no debes obviar al principio de la relación. No permitas que te hagan de menos, que te hagan callar, que te digan que no puedes o no sabes, que controlen lo que haces o cómo vistes. No creas que los celos son una demostración del amor. No dejes que te falten al respeto ni un ápice, ni siquiera en medio de una acalorada discusión.
Hay muchos hombres que no son monstruos, huye de los que sí lo son. Hay hombres buenos que te mereces y que nunca te harían daño, tampoco a los tuyos.
Y recuerda que hay un número gratuito para denunciar malos tratos que no deja huella en la factura del teléfono: el 016.