Hubo un día en concreto de mi embarazo que hubiera agradecido tener este chisme.
Fue un día en el tercer trimestre , cuando llevaba mucho tiempo ya acostumbrada a notar cada poco los movimientos de mi peque.
Ese sábado no noté nada. No dije nada a nadie, pero me fui algo preocupada a la cama pensando en ir el lunes a la matrona si seguían así las cosas para que buscara sus latidos con el doppler.
No hizo falta. El domingo se hizo notar a base de bien para compensar la tranquilidad del día anterior.
Pero si hubiera tenido este cacharro, otro gallo me hubiera cantado.
Lo he visto a la venta por 50 dólares en Amazon y es un doppler, como los que usan matronas y ginecólogos, pero casero con el que escuchar los latidos del bebé cuando apetezca.
Puede ser una gozada, una manera más de ser consciente y hacer conscientes a los que te rodean del bebé que está creciendo dentro de tí.
Pero también puede ser un agobio.
¿Qué opinas?