Cuando mi santo no era mi santo sino mi novio y aún quedaban muchos años para que viviéramos juntos y nos planteáramos en serio tener hijos, alguna vez me dió por fantasear sobre cómo serían nuestros vástagos, de llegar a tenerlos.
Y eso que no tenía aún claro si deseaba ser madre, ya os he contado alguna vez que no es algo que supiera desde el principio.
Creo que todos nos lo hemos planteado en alguna ocasión, en uno u otro momento y en mayor o menor medida. ¿Cómo serían nuestros hijos?
strong>Parece que es un imperativo biológico. Los seres humanos somos más complejos que cualquier otro animal, pero no dejamos de ser animales a fin de cuentas. Y el fin último de elegir pareja es la procreación, la transmisión de nuestros genes.
Así que es inevitable plantearse de forma más o menos consciente cómo será esa persona como padre o madre y qué características transmitirá a la prole.
Pero eso no significa que acertemos en nuestras ensoñaciones. A la viñeta me remito.
—————————
Por cierto, hace poco este blog cumplió un año. Se estrenó exactamente el día 27 de noviembre de 2007 con el post Ser madre es vivir con miedo.
En aquel entonces mi peque era mucho más peque: no llegaba al año y medio. Y yo aún no estaba embarazada, de hecho quedaban bastantes meses para estarlo.
Espero que sigáis acompañándome muchos años más.