Soy muy de hacer fotos con el móvil, lo confieso, me gusta registrar en imágenes los momentos importantes. Hice una foto de la sala de dilatación en la que entré para la cesárea programada de Jaime y para el parto, también programado, de Julia. Con Jaime no había opciones de foto. Y durante las muchas horas que duró la aventura con Julia ni se me ocurrió. Pero sí que tengo una fotografía aún en el paritorio, con cables alrededor y una Julia que acababa de venir al mundo con los ojos abiertos y buscando mi pecho. Una foto casera, con el móvil, que recuerdo con cariño.
Pero aún siendo una foto especial que no se me olvidará nunca, no se me ocurriría contratar a un fotógrafo profesional para que registrara ese momento. Simplemente yo no soy así. Y no porque me importe salir guapa o fea en esos momentos.
Eso sí, precisamente porque ahora sé que es una foto especial que no se me olvidará nunca, entiendo perfectamente que haya personas que quieran imágenes en ese momento, siempre y cuando estén hechas con sensibilidad, habiendo hablado y pensado bien lo que se quiere previamente y con consentimiento del equipo médico.
No sé qué opinaréis vosotros. No sé si sería algo que os plantearíais hacer encantados o si ni aunque os pagaran dinero os prestaríais a ello. Lo que está claro es que las fotos resultantes son emocionantes, distintas y transmiten mucho.
Esas tres imágenes que ilustran el post son de la fotógrafa Eva Gascón (en su página web podéis ver muchas más), una madre reciente que también es una de las pioneras en captar las emociones que se crean antes, durante y después del parto: «Creo en el amor incondicional entre padres e hijos. Con mi cámara intento captar las conexiones únicas que se crean entre ellos con un estilo fotoperiodístico ya que, al fin y al cabo, se trata de contar una historia; en este caso, en blanco y negro. Son reportajes que buscan la intimidad, con un estilo realista, sencillo y profundo a la vez. En el paritario intento ser invisible para no molestar al personal sanitario ni tampoco invadir la intimidad de los padres y nunca trabajo con flash para preservar la naturalidad del momento», explica Eva.
Captar el primer momento de vida de un ser humano y las emociones que genera a su alrededor: su primera respiración, su primer llanto, las lágrimas de la madre, la primera mirada a su padre… Este es el objetivo de la fotografía de parto, que recoge todos estos instantes mágicos en el paritario de un hospital o en casa de los padres. Es una fotografía de emociones, por lo que no se centra en los profesionales que ayudan a la mujer en el parto ni en las técnicas que utilizan, sino en los sentimientos compartidos entre los padres al ver nacer a su hijo/a y en todos los acontecimientos que se desarrollan en esas primeras horas de vida.
Según datos de la Asociación Internacional de Fotógrafos de Nacimiento (IAPBP), hay registrados 760 fotógrafos en Estados Unidos, donde nació esta disciplina hace una década. En Canadá están inscritos 56 fotógrafos de parto; en el Reino Unido, 12 y en Holanda, 10. Otros países como Italia, Alemania o Portugal también cuentan con profesionales especializados en fotografía de nacimiento, aunque en menor volumen.
En España, en la mayor parte de los hospitales rige una política de un solo acompañante por habitación. Sin embargo, desde hace unos años estos centros son cada vez más flexibles a la fotografía de parto si la sugerencia parte de la madre y se entiende que la fotógrafa no interferirá en los procesos médicos, como la Fundación Jiménez Díaz o el Hospital Quirón San José.