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Homeopatía y estimuladores del apetito en niños, no por favor

Entrada polémica la de hoy, me lo huelo. Y me lo estoy oliendo por lo visto en el blog de Juan Revenga: El nutricionista de la general cuando ha hablado de esos temas.

La semana pasada le conté a Juan la escena que acababa de presenciar en una farmacia, y hace pocos días lo recogió en un post. No voy a narrar de nuevo lo sucedido. Os dejo un par de párrafos del post de nuestro nutricionista:

El caso es que la semana pasada estaba ella haciendo cola en una farmacia esperando a que le atendieran. Delante, también como clienta, una mujer de mediana edad, estatura aproximada 1,60m y relativamente entrada en carnes, nada espacialmente llamativo, pero sí “rellenita” como se suele en ocasiones dulcificar, digamos que con unos 70kg a ojo de Madre reciente.

El caso es que cuando le tocó su turno, la mujer iba a tiro hecho:

Quiero Finslim 4.3.2.1 Forte, para adelgazar” pidió, así sin más (el nombre del producto es ficticio, pero en ningún caso ha de imaginarse que se trata de un fármaco como tal).

La farmacéutica, solícita, se metió unos segundos en la rebotica y volvió con una caja de Finslim 4.3.2.1 Forte y sin decir nada más se la entregó.

Acto seguido, la mujer confesó a la farmacéutica que además tenía un hijo de 5 años que pesaba 25kg (de la estatura no dijo nada, así que nos imaginamos que era la “normal” y tendré en cuenta que falta el dato, aunque sería interesante contar con él) Resulta que este año la mamá, es decir ella, había apuntado a su querubín de 5 años y 25kg a fútbol como actividad extraescolar y que… ¡fíjese usté! el chaval había perdido 3kg y además no comía igual que antes ni en cantidad ni en variedad… recetas que antes le gustaban ahora no y todas esas cosas que a muchas mamás les preocupan (con razón, pero muchas veces tambiénte sin ella) y que están tan bien tratadas en el libro del pediatra Carlos González “Mi niño no me come”. Por estas razones, y para sorpresa de… de cualquiera que tenga un poco de conocimiento sobre el tema la madre pidió en la farmacia algo, unas vitaminas, unos minerales, lo que fuera, algo, para que su niño siguiera comiendo como antes, recuperara su peso anterior y no le faltara de nada. Y va y la farmacéutica vuelve de la rebotica sin mediar tampoco palabra con una caja de gominolas vitaminadas y fortificadas especiales para niños. Ojiplática, Madre reciente se quedó ojiplática. Y con razón.

Juan, que es un profesional de la salud, se quedó sobre todo con la reacción de la farmaceútica y desarrollo el debate sobre la dicotomía existente respecto a las farmacias como dispensadoras de productos cuestionables para hacer caja o/y como agentes activos en el ámbito de la salud. Un debate interesantísimo que, si os interesa leer o aportar algo, podéis encontrar en su blog.

Reconozco que cuando yo vi la escena no me quedé con la lectura farmaceútica, sino con la maternal. Por algo soy madre reciente y no nutricionista de la general.

Conozco, sé de la existencia o he visto a muchas madres que usan día sí y día también productos homeopáticos y aumentadores del apetito. Reconozco que no puedo con ello.  Soy de letras, muy de letras, pero tengo tengo un espíritu crítico y escéptico. Es decir,  científico.

La homeopatía me parece un timo. Así, tal cual (por declaraciones como esa sé que el post va a ser polémico). Al menos parece ser inofensivo para nuestro organismo, aunque no para nuestra cartera. No voy a entrar en argumentaciones. Me remito a la información que podéis encontrar aquí y a este vídeo, que es largo pero merece la pena de principio a fin:

Y tampoco puedo con los estimuladores del apetito. Si un niño sano no come más, es por no lo necesita. No entiendo ese empeño por atiborrarles. Tal vez porque fui muy mala comedora de pequeña y recuerdo perfectamente las guerras para que tragase unas lentejas frías o que me castigaran sin el 1,2,3 por no acabar la cena, jamás insistiré para que mis hijos acaben lo que a mí me ha dado por ponerles en el plato.

En general, lo que me pasa es que creo que medicamos demasiado a los niños sin necesidad, que les damos potingues en exceso en esta sociedad obsesionada por lograrlo todo de manera fácil, tragando una pastilla, desde ser más listos hasta perder peso.

Y una cosa es que un adulto tome vete a saber qué productos por estar más flaco, más despierto, más tranquilo o dormir mejor, y otra muy diferente que ese adulto le suministre esos potingues a su hijo. Sobre todo porque muchos lo hacen sin informarse o asesorarse por alguien capacitado antes.

Por favor, no os perdáis el vídeo.