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¿Estamos pervirtiendo el uso de las ecografías?

Leo en un artículo de El Mundo que me pasa un amigo, que a su vez recoge lo que cuenta otro de Le Figaro, lo siguiente:

El Colegio de Ginecólogos y Obstetras franceses (CNGOF en sus siglas en francés) está en contra de lo que ha denominado ‘ecografías espectáculo’. En un comunicado, los especialistas aseguran que usar técnicas de ultrasonido sin ninguna finalidad médica y simplemente para contemplar el aspecto de los futuros hijos podría no ser tan ‘inocuo’ como se pensaba.

«El riesgo real de una exposición prolongada a los ultrasonidos nunca se ha estudiado de forma precisa […], por lo que como medida de precaución, se recomienda limitar la exposición a únicamente el uso médico», ha señalado al diario Le Figaro, Bernard Broussin, miembro de la Comisión Nacional francesa de ecografía obstétrica y fetal.

Normalmente, las ecografías que se realizan en un centro médico son breves; sin embargo, estas pruebas ‘lúdicas’ pueden extenderse «durante más de media hora», un dato que preocupa especialmente a los especialistas franceses.

En estos casos, los «efectos térmicos y mecánicos de los ultrasonidos no son forzosamente anodinos», ha señalado Jacques Lansac, presidente de la Comisión nacional francesa de ecografía obstétrica y fetal.

Por otro lado, los especialistas galos también lamentan que gran parte de las personas que llevan a cabo estas ‘ecografías espectáculo’ carecen de los conocimientos necesarios. «Hay que reservar las ecografías para las personas que saben utilizarlas, es decir, los médicos y las comadronas», ha señalado Lansac.

Una ginecóloga española consultada por El Mundo dice: «Su valor se debe a que es útil para diagnosticar determinados problemas, no porque permita ver cómo es la cara del futuro bebé».

Y para dejar tranquilo al personal, que después de las declaraciones de los profesionales franceses (pelín alarmistas para mi gusto apelando a miedos sin concretar), deja claro que no hay datos que relaciones la exposición a los ultrasonidos con ningún riesto, que por todo lo que se sabe ahora son pruebas seguras.

A mí me ha recordado una recomendación que nos hizo la matrona cuando estaba embarazada de Jaime y nos tocaba la ecografía de las 20 semanas. Nos dijo «no preguntéis por el sexo del bebé, dejadle trabajar y buscar lo importante, que ya os lo dirá cuando considere oportuno, a muchos ginecólogos les sienta mal que mientras buscan cosas cruciales se les interrogue sobre el sexo del feto».

Tal vez sí, tal vez los padres futuros estamos malentendiendo el uso real de las ecografías, una prueba médica maravillosa. ¿Pero de verdad es para tanto?

El cálculo del peso intrauterino

Ayer por la tarde fuimos a ver a unos buenos amigos. Nos conocemos desde que éramos adolescentes, hemos viajado juntos, ido mucho al cine y ahora compartimos días de zoos y parques con nuestros peques.

Tienen un niño que en julio cumplirá dos años y ella ayer salía de cuentas. Ya había estado en monitores y dijeron que la niña pesaría en torno a tres kilos y medio.

Tuvimos una de esas tardes tranquilas, tan comunes entre padres recientes, con los niños jugando y comiendo galletas. Y sobre las 20:00 nos fuimos. Nada indicaba que esa noche tendrían que salir hacia el hospital.

De madrugada nos ha llegado un mensaje al móvil, el nuevo método de anunciación del siglo XXI. Su segunda hija ya ha nacido. Todo ha ido bien. Y pesa la friolera de cuatro kilos y trescientos gramos.

Además de para dar la bienvenida al mundo a la pequeña Nora, escribo por que es uno más de los muchos casos que conozco en los que las previsiones de peso de los ecógrafos se equivocan.

La verdad es que cuando a mí me controlaron al final del embarazo, ellos mismos advertían de que hay un margen de error de hasta medio kilo por arriba y por abajo.

Lo que siempre me hizo dudar de la utilidad de tener ese dato. ¿De qué sirve decirle a una futura madre reciente el peso del niño con semejante margen de error?

Podrías decir que al menos te sirve para saber si un niño va a ser grande o pequeño. Pero tampoco lo veo claro.

Si te dicen que pesará unos tres kilos igual puede pesar dos y medio y ser bien pequeñito que tres y medio y estar tirando a gordito.

Medio kilo en un recién nacido es un mundo.

En este caso han sido ochocientos gramos de error, un mundo para un bebé.

Y lo que me preocupa es que me consta de cesáreas llevadas a cabo precisamente con la excusa del elevado peso del bebé.

Que vale, que parir un bebé de más de cuatro kilos siempre cuesta más que uno de dos. Pero ahí está mi amiga para demostrar que es posible.

De hecho Julia casi pesó los cuatro, tuve una cesárea previa, y nació en un parto vaginal.

¿Con vuestros hijos acertaron con el peso intrauterino?

Ecografías 4D a domicilio, como las pizzas

Hace algo más de un año os contaba mi primera experiencia con las ecografías en tres y cuatro dimensiones.

Y os contaba cómo no fue del todo satisfactoria. Acudimos allí con las imágenes del famoso documental de National Geographic dentro de la cabeza (hacía poco que se había estrenado por aquel entonces) y la verdad es que apenas pudimos ver nada.

Afortunadamente cualquier ecografía, por poco que se vea, siempre es una experiencia mágica. Vislumbrar al hijo que llevas dentro es emocionante, sobre todo para aquellos que no lo notan moverse a diario constantemente.

Dado que se apenas se pudo ver nos hicieron una rebaja y el dóctor Miguel Ángel Herráiz hizo una revisión exhaustiva del estado de salud del peque y de la marcha del embarazo.

De hecho sí que tuvo que ser algo para recordar, porque ahora con Julia volvimos a plantearnos intentar una ecografía 4D.

Informándome por Internet lo primero que ví es que hay muchas más clínicas dedicadas a ello que en junio de 2006.

Pero lo que realmente me llamó la atención fue ver una empresa llamada Bebé 4D que realiza ecografías en tu casa por un precio incluso inferior a otros centros más convencionales.

¿Ecografías a domicilio? ¿Como las pizzas?

Pues efectivamente. Las ecografías ya te las sirven en tu casa, como las pizzas.

Yo recordaba los ecógrafos como unos cacharros bastante aparatosos.

Los ecógrafos ya son poco más que un ordenador portátil. Quién sabe si mi hija no podrá comprarse uno para uso particular cuando esté embarazada, igual que yo he comprado por muy poco dinero un doppler fetal, que era lo único que tenía el tocólogo (entonces los llamaban así) que atendió a mi madre.

Así que concerté una cita y ayer mismo pasé por la experiencia en compañía de mi santo y de mi suegra a las 28 semanas de embarazo, que es la edad gestacional que recomiendan.

A las 17:30 vino a casa Susana, encantadora y profesional, con su maletín ecográfico y estuvimos media hora viendo moverse a Julia cómodamente sentados (yo tumbada) en nuestro sofá, sin necesidad de desplazamientos o salas de espera.

Y esta vez vimos bastante mejor a la peque. Es menos tímida que su hermano.

Aunque no tuvimos un retrato perfecto de esos con los que todas las empresas que hacen ecografías 4D publicitan sus servicios. ¿Alguien ha tenido esa suerte? Nadie que yo conozca.

¿El único inconveniente? Pues que las ecografías en este caso son únicamente lúdicas. La persona que viene a casa es un técnico cualificado y muy amable, pero no un ginecólogo.

Así que nos llevarmos un recuerdo muy bonito de la vida intrauterina de nuestro bebé, pero ninguna apreciación médica.

¿Vosotros os habéis hecho ecografías 4D? ¿Cómo os fue?

Un feto de nueve semanas como el mío

Bueno, realmente el mío ya anda por las 10 semanas. Pero así era cuando el lunes pasado acudimos a una ecografía rutinaria en el ambulatorio.

Apenas vimos más que un corazón latiendo dentro de un manchurrón.

Aún así volvió a ser una experiencia emocionante.

Es curioso cómo en las primeras ecografías, pese a no distinguir apenas nada, pese ha haberlo vivido antes en otro embarazo, pese a que no de digan nada más que toda va bien (que ya es bastante), hagan tanta ilusión.

Sobre todo a los padres futuros. El mío al menos no se perdería una ecografía por nada del mundo.

Y la ecografía que más nos ilusionó la vez anterior tras la primera que confirma el embarazo fue la de las 20 semanas. En la que se distinguía perfectamente el cuerpecito del feto y supimos el sexo.

¿Y a tí?

¿Querrás saber el sexo?

Ya cuando estaba embarazada de mi peque me hicieron esa pregunta en varias ocasiones.

La primera vez que lo oí, incluso me sorprendió.

Una de esas veces fue el ginecólogo en la revisión de las 20 semanas en la que me comunicó que esperábamos un varón.

Y ahora ha vuelto a caer la pregunta.

Mi respuesta es siempre la misma: claro que sí.

No supone perder la sorpresa, sino adelantarla.

Además, tras mi anterior experiencia, desde el momento que conoces el sexo del bebé que llevas dentro, parece que éste gana personalidad.

Y si resulta ser de nuevo un niño, tendremos unos cuantos meses para ir pensando cómo llamarle. Si es niña, ya os conté que lo tenemos claro.

A los que les guste tirar del clásico rosa o azul, también les facilitará la vida.

La verdad es que no conozco a nadie que no haya querido saberlo hasta el momento del parto.

Claramente deben ser una minoría.

¿Por qué no querer saberlo?

Ecografías 3D, bebés en la niebla

Según mi experiencia, uno de los momentos del embarazo que más disfrutan los futuros padres recientes son las ecografías.

Las embarazadas somos conscientes las 24 horas del día de la existencia del bebé, sobre todo cuando comienzan a sentirse sus movimientos. Yo estaba tan acostumbrada a llevar mi tripa a cuestas que estaba convencida de que la echaría de menos tras parir.

Pero los padres no tienen esa experiencia de compartir el mismo cuerpo con un bebé. Por eso yo regalé a mi santo por su cumpleaños una carísima ecografía 3D y 4D (con movimiento).

Me informé por Internet para no acudir a cualquier clínica, y allí fuimos con mis casi 30 semanas de embarazo y un CD y un DVD virgen convencidos de que veríamos y grabaríamos al peque igual que en el espectacular documental dentro del útero de National Geographic.

Pues no. El cachorro insistió en mostrarse tímido: cuando no tenía las manos o los pies tapándole media cara, tenía el cordón umbilical enrollado por delante. Lo que se ve en la foto sobre la boca no es un bigote, es cordón.

Es la mejor imagen que obtuvimos. Fue misión imposible sacarle una decente. Cuando el ginecólogo le quiso empujar para ver si mostraba un perfil mejor, lo que hizo fue directamente darnos la espalda y acabar con la sesión.

Lo único que quedó claro es que venía con pelo, chato y mofletudo. Y así fue efectivamente.

Menos mal que nos hicieron una rebajita a la hora de pagar. Y que nos confirmaron recurriendo a la ecografía convencional que todo estaba estupendamente.

En la clínica nos dijeron que era bastante frecuente que no se consiguiera ver bien. Que había gente que tenía que ir hasta 3 o 4 veces hasta poder ver algo.

¿Te hiciste una ecografía 3D? ¿Conseguiste ver algo?

¿Cuanto valen tres semanas de angustia?

Caso real: una persona cercana está embarazada de 13 semanas. En una revisión ven cierto riesgo de alteración cromosómica y le recomiendan una amniocentesis.

Accede y le cuentan que los resultados tardarán 3 semanas a menos que esté dispuesta a pagar para que los análisis los efectúe otro laboratorio, en cuyo caso se tendrán en 48 horas.

¿Cuánto hay que pagar? pregunta. Entre 150 y 350 euros en función del laboratorio le dicen. Ahí queda eso.

Por supuesto, estamos hablando de una sociedad privada.

Por supuesto, esta persona pagará lo que le pidan para no tener que estar 3 semanas mordiéndose las uñas y enfrentándose a tener que valorar la opción de abortar estando ya de 17 o 18 semanas.

Sencillamente, una canallada.

¿Cuanto valen tres semanas de angustia?