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Somos las guardianas de nuestros hijos (feliz #díadelamadre)

Escuchad mis palabras. Sed testigos de mi juramento. El nacimiento de mi hijo se avecina. Hoy empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No poseeré nada más valioso que mis hijos. No llevaré nada que les dañe, no alcanzaré ninguna gloria que les hiera. Viviré y moriré siendo madre. Soy la canción que consuela. Soy el beso que sana. Soy el amor que perdura contra la adversidad, la sonrisa que trae seguridad, el abrazo que ahuyenta las pesadillas, el escudo que protege la felicidad de mis hijos. Entrego mi vida y mi honor a ser la guardiana de mis niños durante esta noche, este día, y todas las noches y días que estén por venir.

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Felicidades a todas las directoras de operaciones

Muchos ya habréis visto esta campaña, lleva ya en torno a una semana pululando por ahí con el hashtag #eltrabajomásdifícildelmundo (o #worldtoughestjob), pero no he podido resistirme a guardarlo para mostrarlo hoy aquí, Día de la Madre.

¡Felicidades a todas!

El día de las manualidades

floresn Ayer fue el día de la madre, bien lo sabéis. Un día en el que recibir besos, abrazos y manualidades, puede que también algún detallito o un desayuno en la cama, muchos restaurantes se llenas de madres que son invitadas para ahorrarse el cocinar y fregar y en no menos casas se reúne toda o parte de la familia para disfrutar de esos platos cocinados con el mimo y conocimiento que solo las madres tienen con nosotros, sus hijos.

A mí me tocó madrugón (Jaime tiene cogida la hora y se despertó a las 7 de la mañana), comida en casa de mi madre a la que también acudió mi abuela (sí, esa suerte que tengo, nos reunimos cuatro generaciones), un libro de Terry Pratchett que me vendrá muy bien para compensar mi actual lectura (Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy), un puñado de mimos y dos manualidades: la de Julia es un marco de fotos hecho con whasi tape en casa, ayudada por su padre y su tía, en su colegio ya os he contado en alguna ocasión que no se elaboran manualidades para el día del padre o de la madre. Jaime, en cuyo colegio sí que se lo curran y mucho, trajo una maceta con flores, un fragmento se ve en la imagen, y una foto en la que se le ve haciéndolo.

Ya he encontrado acomodo para el jarrón en la cocina. Y el marco de fotos, que es pequeñito y por tanto discreto, se vendrá conmigo al trabajo este mismo lunes. Me consta que no soy la única que llevará a su puesto de trabajo el regalo que le han elaborado.

A las abuelas (tres tienen Julia y Jaime, dos abuelas y una bisabuela) les hicimos también durante toda una tarde en buena compañía jarrones con flores de cartulina y washi tape.

No sé a vosotros, pero a mí me encantan esas manualidades. Me gusta ver cómo disfrutan creando algo especial para luego regalar y me encanta recibirlas, más que ningún otro regalo que pudieran hacerme. Y como tantas otras cosas, esa etapa de las manualidades dura poco, en unos años que pasarán volando ya no fabricarán nuestros regalos con sus manitas.

Habrá que disfrutarlo mientras se pueda…

Porque somos feroces, fuertes, más listas que el hambre, no damos nada por sentado y estamos llenas de amor

BI3n3UUCMAE8Pdc.jpg_largeNo siempre es así, no todos los días, no en todos los casos, no en todos los puntos. Ojalá. Pero en un día como hoy, primer domingo de mayo, me ha parecido hermoso recoger el escrito de Kymberly Grosso para las madres de niños con autismo en el Día de la Madre Autism in Real Life (traducido por Silvia I. Quiros).

Es un escrito además ampliable a las madres de niños con cualquier discapacidad o enfermedad crónica. Muchas tendremos durante toda nuestra vida a nuestros hijos a nuestro cargo, recibiremos ilusionadas y orgullosas las manualidades que nos traigan de sus colegios específicos o especiales sin pensar en que tal vez procede de las manos de un chaval de catorce años y parezca obra de uno de cuatro, celebraremos este día aunque nuestros hijos jamás sean capaces de entender lo que significa o felicitarnos, haremos planes especiales que incluirán pictos, agendas visuales o crónicas posteriores en cuadernos viajeros, agradeceremos los regalos y repartiremos besos y cuidados como cada día. El amor que nos tienen y que les tenemos está por encima de todo eso.

Y felicidades a todas, absolutamente a todas, las madres y abuelas. Estamos juntas en esto, contamos con vosotras, nuestros hijos cuentan con vosotras y con los valores que transmitáis a vuestros hijos para vivir en un mundo más inclusivo, respetuoso y tolerante.

Las palabras que te cambian la vida: «Tu hijo tiene autismo». Esas palabras vinculan a las madres de una forma que otras no pueden entender. Porque el autismo supera todas las barreras sociales, económicas y culturales, existen madres de niños con autismo en países de todo el mundo y abarcan cualquier clase social. He conocido madres de niños con autismo vía Facebook, en reuniones de apoyo para el autismo y hasta en el colegio. Algunas son conocidas, y a otras me siento orgullosa de poder considerarlas amigas íntimas. Me asombra su amor hacia sus hijos y familias, y me siento inspirada por ellas continuamente.

Desde organizar grupos de apoyo hasta defender los derechos en nombre de sus hijos, estas mujeres son apasionadas, intrépidas y una fuerza a tener en cuenta. Cuando miro a las madres de niños con autismo que conozco, es sencillo encontrar similitudes a pesar de sus diferencias. Así que, mis queridas madres de niños con autismo, aquí os presento mis 5 razones por las que podéis presumir:

Sois feroces

En la vida, no hay mujer más feroz que aquella que protege a sus hijos. Ya sea en temas de salud o educación, las madres de niños con autismo están muy al corriente de lo que les sucede a sus hijos, tanto malo como bueno. Son amantes de ayudar a sus hijos y apoyarse mutuamente. Estas «madres luchadoras», como a veces se las llama, pelean por servicios, el derecho de sus hijos a recibir una educación apropiada y la libertad de poder tomar decisiones relacionadas con la salud familiar. Buscan hechos, la verdad y a menudo ponen a prueba el status quo.

Sentaos en una mesa con las madres de niños con autismo y las escucharéis compartir historias de guerra. Puede que entremos solas al combate, pero siempre sabemos que hay otra madre en algún lugar que ya ha estado allí y puede ayudarnos. A través de sus voces y sus conversaciones, escucharéis la implacable devoción hacia sus hijos y familias. A estas insaciables madres no se les toma a la ligera cuando se trata del bienestar de sus hijos, ni deberían serlo.

Así que tanto si estoy de acuerdo con otra madre de un niño con autismo sobre un tema en particular, como si no lo estoy, les doy todo mi respeto. Ella lucha en su propia batalla. Vive su propia vida. Protege a sus hijos y su familia. Llámalo fiereza. Llámalo como quieras. Pero nunca subestimes a una madre de un niño con autismo. El autismo nunca deja nuestra familias, y nosotras nunca dejamos a nuestros hijos desprotegidos.

Tenéis fuerza interior

A pesar de que las madres de niños con autismo a menudo nos centramos en cómo el autismo ha cambiado nuestras vidas, fácilmente reconocemos y admitimos la fuerza que este camino nos ha proporcionado. Como bien expone el dicho, aunque no sé si estoy muy de acuerdo, «lo que no nos mata, nos hace más fuertes». Sí, algunas veces el autismo hace a las madres unas personas más fuertes. Pero también puede destrozarlas en lo más interno de su ser. El autismo tiene la propiedad de endurecer hasta la más suave de las almas. Vivimos la vida llena de estrés, normalmente en un estado de «lucha o huida». Pero, seas cuales sean las emociones que les ocupen, las madres de los niños con autismo aprenden a unirse y hacerse más fuertes, porque esa es la forma en que nuestros hijos nos necesitan.

Las madres de niños con autismo sabemos que aún quedan muchas batallas por delante: con colegios, médicos, compañías de seguros, el gobierno, la intolerancia, etc. Nunca sabremos quién, directa o indirectamente, atacará a nuestros hijos o intentará hacerles algún daño. Como soldados listos para la batalla, levantamos nuestros muros emocionales para protegernos del dolor. Vestimos nuestra armadura sin saber qué enemigo nos atacará cada día. Y aún cuando ganamos una pequeña batalla, como tener una reunión del Plan Educativo Individualizado con éxito, sabemos que la guerra no ha terminado. Por eso disfrutamos de nuestro tiempo con nuestra familia y amigos, pero las barreras que hemos construido a nuestro alrededor nunca se desvanecen por completo. Porque sabemos que en cualquier momento puede pasar lo inevitable y volveremos a estar batallando una vez más. Eso es por lo que las madres de niños con autismo somos, a menudo, de las mujeres más fuertes que conozco.

Sois más listas que el hambre

Una vez que obtienes un diagnóstico, pronto descubres que necesitas ser directora general, médico, abogada y profesora, todo a la vez. Aunque puede que esté exagerando un poco, hay algo de cierto en mi afirmación. Las madres de niños con autismo a menudo llevamos a cabo la coordinación del equipo del niño y tomamos decisiones importantes casi todos los días.

Muchas madres se ven forzadas no solo a aprender lo que autismo significa en el caso de su hijo, sino también a pasar horas leyendo sobre las últimas investigaciones en autismo. Si se pretende que estemos de acuerdo con las recomendaciones de los médicos, debemos ser educadas en esas materias que conciernen a nuestros hijos. Sentaos en un grupo de apoyo y escucharéis discusiones sobre tratamientos bio-médicos e intervenciones, medicaciones, problemas de sueño, dificultades de motricidad de precisión, sensibilidad, habilidades sociales curriculares, etc.

Una vez que tu hijo entra en el sistema educativo, las madres de niños con autismo comienzan a ser plenamente conscientes de que deben comenzar a aprenderse las leyes que rigen los sistemas escolares. Si los padres quieren asegurarse de que sus hijos reciben una educación pública adecuada y gratuita, es imprescindible que aprendan cuáles son las leyes básicas de la educación especial y cómo afecta a sus hijos. Algunas de estas madres defensoras que he conocido podrían enfrentarse de igual a igual con los mejores administradores de la educación especial y obtener la enseñanza que verdaderamente se merecen y es apropiada para sus hijos. Y cuando las madres de los niños con autismo no saben qué hacer, siempre conocen otra madre que estará encantada de ayudarlas y encontrar un abogado o defensor.

Educadas, insistentes, inteligentes. Las madres de niños con autismo no pueden permitirse el lujo de ser otra cosa. Y aún hoy, continúo impresionada por estas madres que lo hacen todo para ayudar a sus hijos.

Nunca dais nada por sentado

La habilidad para comunicarse, montar en bicicleta, mecerse en un columpio, nadar, comer lo que se quiera o tener una amistad. Todo esos son hechos significativos y actividades que muchos padres dan por sentado. En cambio, los padres de los niños con autismo no pueden permitirse estos privilegios. A lo mejor nuestros hijos llegan a montar en una bicicleta por sí mismos. O quizá no. Con ayuda, tal vez nuestros hijos aprendan a crear y mantener una amistad. O puede que nuestros hijos no tengan amigos y tengamos que luchar para ayudarles con las habilidades sociales y la amistad. Cualquiera que sea el objetivo a alcanzar, las madres de los niños con autismo no dan por sentado las pequeñas cosas.

Durante la vida de nuestros hijos, las metas conseguidas se convierten en un milagro a celebrar, no simplemente una nota en la lista de un médico. Las madres de los niños con autismo viven el presente y se alegran por los logros que para otros son más sencillos. Recuerdo decirle a mi propia madre: «Me gustaría que tan solo pudiera decir ‘Mamá’». Tan básica es la necesidad de comunicarse, pero a veces tan remota que sólo podemos ver un destello de la misma. Y ahora, que mi hijo puede decir Mamá, muchas veces al día, sé cuán agraciado es poder hacer algo todos los días que muchas personas dan por sentado.

Aprecio. Gratitud. Agradecimiento. Realmente ninguna de estas palabras puede expresar los sentimientos de alegría que sentimos cuando nuestros hijos alcanzan sus triunfos. Y probablemente es por esa razón por la que estas madres no necesitan que se les recuerde que se detengan para apreciar ciertas cosas. Viven el autismo y nunca olvidan el no dar las cosas por sentado, aprenden día tras día de sus hijos.

No conocéis fronteras cuando se trata de amor

Las madres de los niños con autismo aman a sus hijos más allá de las palabras. A menudo oiréis a madres decir que a pesar de que no les gusta el autismo, aman a sus hijos. Y es verdad. No importa cuál sea el comportamiento o las dificultades, estas mujeres expresan abiertamente su profundo amor de ser madre y cuánto quieren a sus hijos con autismo.

Las madres de niños con autismo suelen recorrer grandes distancias de sacrificio emocional, financiero y de otras índoles, para ayudar a sus hijos a progresar. Sabemos que no hay mucho margen para cometer errores. Nuestros hijos realmente comienzan con desventaja por lo que a menudo sentimos el deseo irresistible de conseguirlo todo a la primera.

Las madres de niños con autismo que conozco aceptan a sus hijos por lo que son y a pesar de ello nunca dejan de ayudarles a alcanzar sus objetivos. El amor verdadero es paciente y amable, y no existen fronteras ni condiciones.

Madres por una causa

Lo más curioso en este artículo es que estaba pensado para el Día de la Madre. Pero, habitualmente, el mes de mayo está lleno de actividades de fin de curso para mis hijos, por lo que no pude sacar tiempo para escribirlo. Y aunque este tributo a las madres de niños con autismo llega unos meses tarde, ellas han de saber que son especiales durante todo el año.

Muchas madres de niños con autismo afrontan retos cada mes con elegancia y se apoyan mutuamente de un modo que jamás había visto. Cuando una de nosotras cae, como ocurre a menudo, estas mujeres están siempre ahí para ayudar a levantarse, restar importancia a lo sucedido y ayudarnos a seguir nuestro camino. No hay palabras para describir esta hermandad de autismo pero siento que probablemente todas hemos cambiado a partir del diagnóstico. ¿Somos mejores? Quizá sí, quizá no… dependiendo del día o a quién le preguntes. A veces somos fuertes. A veces nos rompemos. Somos luchadoras y protectoras de nuestras familias e hijos.

Al final, las madres de niños con autismo me inspiran para ser una mejor persona, para tratar de hacer el mundo un lugar mejor para nuestros hijos. Para continuar la pelea. Para conseguir avanzar un día más, un mes, un año. Cuando me siento lo más mínimamente triste sobre algo, encuentro fácilmente otra madre con un hijo con autismo que me da fuerza. Puede enseñarme el camino para ayudarme a luchar en una nueva batalla. Puede subir mis ánimos y mostrar una comprensión que solamente las madres de niños con autismo dan. Sí, realmente, ¡son fantásticas!

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El día de todas las madres

Hoy es mi quinto día de la madre. Ha pasado un lustro ya desde que pasé de hija a madre. Parece mentira.

Hoy es el cuarto año que lo celebro con todos vosotros desde este blog.

Y hoy además es el tercer año que lo celebro sabiendo que mi hijo mayor, mi hermoso niño rubio, tiene autismo.

Os aseguro que hay un antes y un después del diagnóstico en la manera de vivir la maternidad. Incluso en la manera de vivirla con mi hija pequeña, mi hermosa niña rubia, que es neurotípica.

Felicidades a todas las madres. A las madres recientes y veteranas, a las madres futuras y a las abuelas.

Y hoy quiero acordarme sobre todo de las madres que han pasado por ese punto de inflexión, las que tienen hijos con alguna discapacidad o enfermedad crónica. Precisamente esta semana me han escrito dos lectoras cuyos hijos tal vez sean diagnósticados con un transtorno similar al del mío.

Muchas felicidades para todas vosotras. No estáis solas. Somos legión.

Y para terminar os dejo con un texto que leí hace tiempo en Internet. No es que me identifique completamente con el texto que hoy os voy a dejar, pero desde luego da en el clavo en muchos aspectos.

¿Qué tienen de especial las madres de niños especiales?

En primer lugar, tienen un poder de reacción que es envidiable. Todas han debido superar el trance del diagnóstico y sacar fuerzas de flaqueza. Pensemos que, después de recibir la noticia, nada es igual, ya no es igual ni el sol ni la lluvia, ni son iguales los bebés ni las mamás…todo cambia, es el antes y el después del diagnóstico. Y, ante este cambio, el ancla es la madre, es la que reacciona, devuelve la serenidad, tranquiliza, es la que busca la información, es la que aprende, es la que enseña.

De golpe y porrazo su rol de madre se ha visto complicado y ella nunca había considerado siquiera esa posibilidad. Esa madre, dispuesta a ser simplemente madre, ha debido aprender a cumplir tantos roles… médico, enfermera, terapeuta, maestra, al tiempo que cumple su papel de madre. Debe soportar que se desdibuje su rol y que a veces prive lo que no es pertinente al proyecto originario; debe aceptar de buen grado la intromisión de una persona «de afuera» que le enseña cómo relacionarse con su hijo, que le indique todo…cómo darle de comer, cómo hablarle, cómo cantarle, y además debe acudir animosa al examen semanal en el que deberá rendir cuentas de lo hecho.

Las madres especiales ven a su hijo especial a través de un cristal de tinte distinto… lo aman, lo miman, lo protegen, lo cuidan y lo evalúan constantemente… quizás sólo lo miren como hijo cuando esté dormido y cuando no tengan que ver si saca la lengua o se sienta con las piernas abiertas o se le desvía un ojo…

Las madres especiales también se ven presionadas por el entorno, se sienten siempre en situación de examen; van por la calle escudriñando la expresiónde los caminantes, van a la guardería atemorizadas por un posible informe negativo de la maestra, van de compras pretendiendo que su hijo sea un modelo de cualidades porque sienten que eso les exige la sociedad; van, temerosas, ante las docentes y terapeutas a preguntar el por qué de una metodología o de un objetivo cuando, si fuese un niño común, directamente cuestionarían el tema y lo llevarían ante una reunión de padres de clase… pero allí son las únicas, están solas y no se animan a plantear un tema como ése a los demás…

Los demás miran los logros de sus hijos con asombro y se lo hacen saber en forma de «elogio simpático» y ellas siguen sufriendo en soledad porque les marcan las diferencias y no las similitudes. No falta quien, ante el niño especial en una fiesta infantil, pregunten si toma Coca Cola y hay que tener mucha presencia de ánimo para responder «si hay, sí; si no, zumo por favor»… Y cuando la madre va a buscar al niño, no faltará la abuela que le comente «viera lo bien que jugó y cómo se reía con el payaso» y la madre hará de tripas corazón y asentirá con una sonrisa…

Las madres especiales tienen el privilegio de conocer momentos de profunda felicidad y satisfacción que las madres comunes, a veces, no saben apreciar… cada logro, cada progreso serán motivo de una alegría sin par y les darán fuerzas para seguir adelante, poniendo una canción en su corazón que perdurará en los momentos de desaliento.

Las madres especiales trabajan y reeducan a tiempo completo… no lo deberían hacer, pero es tal el ansia de ver bien a sus hijos, de alcanzar las metas deseadas, que no cejan y siempre incorporan lo pedagógico en las circunstancias más informales.

Cuando discuten una alternativa de tratamiento y plantean que no están conformes con la misma, deberán soportar que algunos las miren con suficiencia como planeando que «aún no han asumido la realidad del diagnóstico» y ellas deberán retirarse, sumisas (salvo algunas que son las que «rompieron las cadenas», sabiendo en su fuero íntimo que tienen razón por tener aspiraciones para sus hijos y debiendo conformarse con lo que «graciosamente les conceden».

Las madres especiales parecen ser madres de ciudadanos de segunda, y se espera que agradezcan cualquier concesión ya a veces, si no han recibido la ayuda oportuna, caminan por la vida como pidiendo disculpas por lo ocurrido.

Lo terrible es que las madres especiales tienen días de veinticuatro horas como el resto de las madres y en ese lapso deberán atender a todo lo estrictamente pertinente a su rol, también a lo terapéutico y, por si esto fuera poco, deberán sobreponerse a los obstáculos, superar los prejuicios, enseñar con el ejemplo y tener una paciencia de santas.

También las madres especiales deberán contar con una dosis de realismo superlativo que le permita aceptar que su hijo no ha alcanzado ni alcanzará esos objetivos que se habían fijado con anterioridad, aceptar que su hijo no tiene el rendimiento óptimo que le permitiría aspirar a esos resultados que aparecenen los libros y en los medios de comunicación; deberán reconocer esta situación, aceptarla y, sin bajar la guardia, plantearse nuevos objetivos más acordes con esa persona que es su hijo.

Ellas sentirán, en ese momento, que están solas, que fracasan, que hicieron algo mal… y deberán superar solas ese momento de honestidad.

Por eso nos pareció que hoy debíamos reflexionar acerca del papel de las madres especiales, que muchas veces (afortunadamente) están acompañadas por padres especialísimos que se arremangan y se meten en el fragor de estalucha, y rendirles el justo reconocimiento que su tarea merece.

¿Quién es tu mamá?

Ma envían este texto para felicitarme el día de la madre. Habrá quien lo considere ñoño, pero para mí es de lo más simpatico.

Aunque llegue un día más tarde, lo aprovecho para felicitaros a todas:

-Mamá es esa señora con bigote y trencitas en los pelos de las piernas que jura que en cuanto tenga un huequito, sólo uno, se depila.

-Mamá es esa señora que lleva en el bolso un pañuelo con mis mocos, un paquete de toallitas, un chupete y un pañal de emergencia.

-Mamá es ese cohete tan rápido que va por casa disparado y que está en todas partes al mismo tiempo.

-Mamá es esa malabarista que pone lavadoras con el abrigo puesto mientras le abre la puerta al gato con la otra, sosteniendo el correo con la barbilla y apartándome del cubo de basura con el pie.

-Mamá es esa maga que puede hacer desaparecer lágrimas con un beso.

-Mamá es esa forzuda capaz de coger en un solo brazo mis 15 kilos mientras con el otro entra el carro lleno de compra.

-Mamá es esa campeona de atletismo capaz de llegar en décimas de segundo de 0 a 100 para evitar que me descuerne por las escaleras.

-Mamá es esa heroína que vence siempre a mis pesadillas con una caricia.

-Mamá es esa señora con el pelo de dos colores, que dice que en cuanto tenga otro huequito, sólo otro, va a la pelu.

-Mamá es ese cuentacuentos que lee e inventa las historias más divertidas sólo para mí.

-Mamá es esa cheff que es capaz de hacerme una cena riquísima con dos tonterías que quedaban en la nevera porque se le olvidó comprar, aunque se quede ella sin cena.

-Mamá es ese médico que sabe con sólo mirarme si tengo fiebre, cuánta, y lo que tiene que hacer.

-Mamá es esa economista capaz de ponerse la ropa de hace cientos de años para que yo vaya bien guapo.

-Mamá es esa cantante que todas las noches canta la canción más dulce mientras me acuna un ratito.

-Mamá es esa payasa que hace que me tronche de risa con solo mover la cara.

-Mamá es esa sonámbula que puede levantarse dormida a las 4 de la mañana, mirar si me he hecho pis, cambiarme el pañal, darme jarabe para la tos, un poco de agua, ponerme el chupete, todo a oscuras y sin despertarse.

– ¿La ves? Es aquélla, la más guapa, la que sonríe.

Las manualidades del día de la madre

Cuando era niña, el día de la madre se preparaba en mi colegio de manera especial.

Varias semanas antes comenzábamos a hacer alguna manualidad que hubiera discurrido la profe de plástica (creo que eso de plástica ya no existe en ninguna parte).

Collares de macarrones como el de la imagen, porta lápices, marcos de fotos, tarjetones decorados, cuelga cestos en macramé… Era algo que también hacíamos para el día del padre.

Para él recuerdo haber hecho incluso ceniceros, fundas para cajetillas de tabaco y pipas. Algo completamente impensable hoy día.

Pero el día de la madre además en mi colegio se organizaba una jornada de bailes y actuaciones en el patio. Nos pasábamos ese trimestre ensayando los pasos en gimnasia y en el recreo.

Tanto mi santo como yo esperábamos que el primer año de cole del peque supondría reanudar esa tradición desde el otro lado.

La de las manualidades, no la de los bailes claro.

Pero no.

Ya en marzo nos llevamos el chasco al descubrir que en su cole no preparan ningún tipo de regalito, ni para el padre, ni para la madre.

¿Por qué? no lo he preguntado. Lo voy a hacer. Pero me juego el cuello a que conozco el motivo: no todos los niños tienen padre o madre y no es plan de hacérselo pasar mal.

Y ¿Sabéis qué? La verdad es que he descubierto que no me importa.

Luego iremos al parque y más tarde a celebrarlo juntos, con sus abuelas. Este año podré felicitar a algunas madres recientes de mi familia que este primer domingo de mayo son madres por primera vez.

Pasaremos otro buen día en familia y eso ya es mucho.

Muchas felicidades a todas las mamás. Y aquellas que tengáis vuestras pequeñas manualidades, disfrutadlas.

Madres tras madres

Siempre nos hemos entendido, pero es cierto que no comprendes del todo a tu madre hasta que la conviertes en abuela.

Hoy es el día de la madre. Pero para mí aún es más el día de mi madre, veterana en estas lides, que el mío.

Tal vez porque aún soy madre muy reciente, pese a que ya haya doblado a mi progenitora en número de vástagos.

De hecho creo que siempre será para mí más su día que el mío.

No sé si os sucederá lo mismo.

Felicidades a todas las madres veteranas (sobre todo a la mía) de una madre reciente.

¿Qué os han regalado hoy?

El 29 de abril os contaba que hoy es mi segundo día de la madre.

Y recordaréis que os decía:

El domingo será la segunda vez que celebro el día de la madre regalando y recibiendo regalos.

La mejor situación posible.

Con el tiempo pasaré sólo a recibirlos, y eso no está tan bien…

Y sí, es un invento comercial para sacarnos los cuartos bla, bla, bla.

Pero igual que detesto otros días similares como San Valentín. El día del Padre y de la Madre me gustan.

Ya os contaré que me regala mi peque. O mejor dicho, su padre. Con 20 meses es pronto para pedirle manualidades al enano.

Pues lo prometido es deuda. Tengo que contaros que me han regalado.

Nada de nada. Mi santo me ha dicho que mi regalo lo tendré el lunes. No le ha dado tiempo dice.

Confío en que la espera merezca la pena.

Menos mal que mi peque me ha dado un buen abrazo esta mañana.

¿Y a vosotras os ha caído algo?

Mi segundo día de la madre al cuadrado

El domingo será la segunda vez que celebro el día de la madre regalando y recibiendo regalos.

La mejor situación posible.

Con el tiempo pasaré sólo a recibirlos, y eso no está tan bien…

Y sí, es un invento comercial para sacarnos los cuartos bla, bla, bla.

Pero igual que detesto otros días similares como San Valentín. El día del Padre y de la Madre me gustan.

Ya os contaré que me regala mi peque. O mejor dicho, su padre. Con 20 meses es pronto para pedirle manualidades al enano.

Mis compañeros de Zona 20 en 20minutos.es están haciendo una fotogalería de madres e hijos, igual que hicieron una de padres e hijos.

Si os apetece, podéis enviar vuestra foto indicándoles los nombres al 690 20 20 20 o por correo electrónico a zona20@20minutos.es.

Yo mandé el año pasado la mía y he vuelto a hacerlo este año.