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El desayuno de los campeones

«Pues resulta que las tostadas que haces con el pan de ayer están muy ricas mamá. Sé que he comido dos tan grandes como las tuyas. Pero me entraría otra… Y mola esto de desayunar el fin de semana todos juntos en la mesa de la cocina».

(No hablo, ni falta que me hace a veces)

BDxwYWxCYAAkZkb.jpg_largeNo sé vosotros, pero a mí me han repetido mil veces la importancia de un desayuno saludable, aquello de que es la comida más importante del día y que nuestros hijos deben desayunar bien. Lo leemos en los medios de comunicación, se lo oímos al pediatra, nos lo mandan del colegio en forma de circulares…

Que sí, que sí, que tienen razón. Yo siempre he sido de las de desayunar tranquila y sentada, leyendo un poquito, por mucho que hubiera que madrugar. Pero no desayunaba bien. La base de mi desayuno hasta hace pocos años, que primero acompañaba con leche o cacao y luego con café, era una torre de galletas. Normales primero e integrales y con fibra en mi etapa adulta. Es decir, una torre de azúcar.

Ahora me gusta desayunar avena o esos cereales poco apetecibles que parecen pienso según mis santo, acompañados a veces por fruta. No es que sea un desayuno como para dar ejemplo, pero he mejorado.

Los fines de semana es  muy diferente. Es frecuente que preparemos tostadas con con aceite y sal, con tomate o con margarina de aceite de oliva y mermelada de arándanos (la responsable de ese rostro sangriento que véis) si nos ha sobrado pan, como hoy, que es sin duda la manera preferida por Jaime para arrancar el día. También suelo preparar con mi pequeña cocinera Julia tortitas, que a Jaime no le gustan (de momento, estoy convencida de que acabará comiéndolas) pero que a su hermana le chiflan. En esas tortitas es frecuente que en la masa ponga manzana o, sobre todo, esos plátanos que se han puesto demasiado maduros.

Entre semana es otro cantar. A Jaime le despertamos cuando aún no son ni las siete de la mañana. Es muy dormilón y pese a haberse acostado pronto hay que vestirle y bajarle al coche medio dormido. Lo de que desayune en casa en condiciones es imposible. Tenemos localizadas unas galletas que le gustan y que toma en el trayecto al colegio y luego allí ya desayuna. Julia varía mucho. Es muy frutera y suele tomar alguna pieza de fruta, mandarina en este tiempo normalmente, también le gusta mucho el queso y suele pedir una tostadita con una loncha de queso o queso untado. Y le gustan las galletas y unos cereales de estrellitas con leche que son puro azúcar, pero también los toma a veces. No me parece plan prohibir los cereales de estrellita en casa, prefiero no darle demasiada importancia y confiar en que los pruebe y, pasado el entusiasmo inicial, pase a otras cosas.

Pero hay mañanas que cuesta un triunfo que desayune antes de ir al cole. Seguro que muchos de vosotros os habéis encontrado muchas mañanas con que vuestros hijos no están por la labor de llenar el estómago. ¿Qué hacer? Pues poco, la verdad. Ya sabéis que me niego a insistir en que mis hijos coman cuando no quieren, a Julia la intento explicar la importancia de un buen desayuno y convencerla. Pero si no hay manera, no hay manera. Esos días luego sale a las 12:30 devorando. Bueno, la verdad es que casi todos los días sale a esa hora con un hambre de lobo.

No quiero entrar en guerras con la comida y menos desde la hora del desayuno. Igual que os contaba antes que yo soy de desayunar siempre y tranquila, mi santo no desayuna jamás. Es incapaz de meter nada en el estómago recién levantado. Él desayuna varias horas después de salir de la cama, ya en el trabajo. No todos somos iguales. Mi suegra cuenta lo mucho que tenía que insistir con él y con su hermano para que fueran al colegio habiendo desayunado algo.

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Me he alargado más de lo que pretendía. Lo que quería era que me contárais lo que desayunan vuestros pequeños campeones, si lo hacen con gusto o si hay que insistirles, y también que nos diérais sugerencias de lo que consideráis desayunos atractivos y saludables para los peques.

Yo ya os adelanto que los cereales industriales no son buena idea. Como explica mi amigo Darío en su blog Transfomer: ‘No a los cereales de desayuno’. Os dejo un pequeño fragmento y aprovecho para recomendaros su blog:

Los cereales de desayuno son uno de los peores desayunos posibles. Olvídate de ellos y verás cómo se reduce tu barriga.

Cada vez que veo un anuncio de cereales de desayuno pierdo los estribos y empiezo a soltar un discurso sobre su lista de ingredientes, actitud que un día afectará seriamente a mi relación de pareja. Los cereales deben de ser el peor desayuno del mundo para tu salud después del tocino con aguardiente. Y lo peor es que la gente se lo da a sus hijos pensando que es sano.

¿Sano? Aquí tienes los ingredientes de los Smacks de Kellogs: Trigo, azúcar, jarabe de glucosa, miel, carbonato cálcico, aceite vegetal… Piensa que los ingredientes van por orden, así que quitando el trigo, los principales son azúcares. Lo puedes comprobar cuando ves la composición por 100 gramos:

* Proteínas: 6 g
* Hidratos de cargono: 84 g
o de los cuales azúcares: 43 g
o almidón: 41g
* Grasas: 1,5 g

Casi la mitad de lo que viene en la caja es azúcar. Solo en un tazón hay 13 gramos de azúcar, unos dos sobres. Ya sabes lo que hace el azúcar con tu sangre y tus michelines. Provoca un pico de la hormona insulina, que se ocupa de que toda esa glucosa se convierta en grasa en tu cintura o tu trasero. Al cabo de una hora, la glucosa ha bajado de golpe y estás mareado, de mal humor y hambriento, listo para comer cualquier golosina que encuentres. Al cabo de unos años, obesidad y diabetes.

Os dejo también un vídeo que me ha gustado de la nutricionista Lucía Bultó que me ha gustado con unos pocos consejos muy básicos, muy de sentido común.

Y aprovecharé para pedir consejo y recomendación a mi compañero nutricionista Juan Revenga, a ver si recoge el guante…