Las imágenes que veis corresponden a la prueba de actualidad que pasan los estudiantes de periodismo que quieren entrar en el periódico como becarios. Probablemente son las peores que he visto en los cuatro años largos que llevo haciéndola, son de 2013 y 2014. Contestaron chavales con más de veinte años y la mitad de la carrera de periodismo aprobada. Chicos que pueden votar sin que nadie lo cuestione. Por supuesto, personas sin discapacidad intelectual.
Me acordaba de esas pruebas cuando me he desayunado hoy con la noticia de que Mara G.C., una chica gallega de más o menos la misma edad que esos estudiantes de periodismo que tiene discapacidad intelectual y no puede votar. No puede porque se le hizo una prueba sobre su capacitación y actualidad política que suspendió.
Este miércoles el Tribunal Constitucional ha rechazado admitir a trámite su recurso de amparo, avalando al Supremo.
Procede la privación del derecho de sufragio activo a la demandada al constatarse de manera indubitada en las dos exploraciones efectuadas las notables deficiencias que presenta la demandada en tal particular faceta electora, no solo por su sustancial desconocimiento de aspectos básicos y fundamentales del sistema político y del mismo régimen electoral, sino por la constatada influeciabilidad manifiesta de la misma.
Tenemos una ley electoral vetusta que choca con la Constitución y con la Convención de Naciones Unidas sobre Discapacidad al impedir el voto a unas 100.000 personas en una situación similar a la joven gallega y que tendrá que acabar cambiando por lo civil o por lo criminal, pero es que lo de pasar un examen ya es de traca. Hacer una prueba para que las personas con discapacidad intelectual puedan votar es discriminatorio se mire por el lado que se mire. Ninguno de los otros votantes tienen que hacerlo.Asociaciones como Plena Inclusión (el antiguo CERMI) y Federación Down España ya pusieron el grito en el cielo con razón tras el fallo del Supremo la pasada primavera.
Pues nada, hagamos ese mismo examen por el que pasó Mara a todos aquellos que quieran votar. Preguntemos a todos por quién es el alcalde de su ciudad, pidamos que nos digan tres partidos con representación en el Congreso, preguntemos el nombre de unos cuantos ministros.
Lo mismo nos llevamos una sorpresa y vemos que acaban votando cuatro gatos, lo mismo es que estamos exigiendo de nuevo a las personas con discapacidad intelectual más que al resto.
Lo mismo es que, también en este caso, les estamos privando de uno de sus derechos fundamentales sin motivo.